jueves, 23 de diciembre de 2010
Tergal y sardinas
Unos días después del atracón navideño y de cantar villancicos llega la hora de pensar en la vida más allá de las uvas. Un año se va, y otro se nos viene encima de sopetón. Casi sin previo aviso. Nada nuevo al fin y al cabo. Es una ley tan natural como el solsticio de invierno que acude fiel a su cita periódica. Pero ahora que 2010 se acaba y 2011 se presenta como un día en las carreras, a la espera de que se abran las taquillas para hacer las apuestas, es la hora de recapitular. Son doce meses para jugar a colocado y ganador con ellos, aunque no tengo tan claro que llegue a apostar poniendo como aval esta columna por 2011. Menos mal que del pesimismo siempre se puede uno instalar en el optimismo. Es tan fácil como convertir una foto de color en blanco y negro. Al revés, ya es otra historia, aunque con un Photoshop a mano se puede eliminar entre píxeles las arrugas del tiempo. Pero las cosas son como son y están como están. Ahora que apuramos el final del año les voy a contar uno de esos recuerdos que le vienen a uno a la mente con fechas señaladas como el cambio de año, de milenio o el día de la boda. La cosa es que ahora me acuerdo del Chato. Curioso personaje donde los haya y un maestro en el control del tiempo. Todavía me lo puedo imaginar apoyado sobre la barra de su bar, que a fin de cuentas era el hogar que compartía con su mujer. Él en la barra y ella en la cocina. El Chato era un tipo sostenible, que ahorraba sus movimientos, hasta el punto de evitar hasta los “buenos días” a los clientes. Se regía por el calendario, pero no el gregoriano, sino el de la liga de futbol. Jersey roído de lana y pantalón de tergal eran su único vestuario. De su mujer no me acuerdo casi, apenas salía de la cocina. Su bar se llamaba La Habana, aunque poco o nada tenía que ver con la isla de la que un día regresó su padre, hijo de emigrantes, con el dinerillo suficiente para poner un negocio. Lo único que evocaba la isla eran los manises que ponía de tapa. Este tipo había conseguido lo imposible, vivir ajeno al tiempo y no gastar. Las manecillas del reloj no le importaban ni cuando hacía un bocadillo de sardinas de lata con un ritual indescriptible. Siempre se llevaba las manos a la boca, soltaba aliento para calentárselas, se las frotaba y con un cuchillo abría la barra de pan. Después ponía las sardinas con la ayuda de un cuchillo. Ya ven, a El Chato le importaba todo un pepino y su vocabulario se reducía a una frase: “Hay siglos en los que no apetece levantarse”. Pero sólo en los días que no había fútbol. Supongo.
viernes, 17 de diciembre de 2010
Cuento de Navidad
Tomás atravesó el portal de su casa con otro ánimo. Entró en el ascensor, sonrió a la pesada vecina del quinto y abrió la puerta de su hogar. Su rostro era otro. En realidad no era su casa, sino la vivienda de sus padres, la misma en la que aprendió en su adolescencia que dentro de este mundo hay miles de mundos posibles. Un despido y una separación, o al revés, le habían devuelto a la casilla de salida. Jamás pensó que se iba a ver en una situación así, que eso eran cosas que le pasaban a otros. La crisis se había llevado por delante años de trabajo y tras la separación matrimonial sólo le quedó como refugio el hogar paterno. Entre lo uno y lo otro se había comido los ahorros. Ni siquiera podía estar con su hija de nueve años todo el tiempo del mundo. Unas horas a la semana y un fin de semana cada quince días era lo único que podía disfrutar de ella. Apenas quedaba nada de aquello que un día Tomás y su mujer empezaron a construir como unidad de destino. Ahora, ni mujer, ni casa, ni empleo, ni casi hija. Tomás era orgulloso, pero la realidad le había vencido. La casa de sus padres o la calle. Al menos, en su habitación se despertó del olvido. Unas veces le vencía la nostalgia y otras la frustración. Era el juego que le ofrecía el destino. Toda una lucha de poder en las cavidades del alma. En esa desordenada habitación volvió a ver los carteles que anunciaban conciertos de The Church o Glutamato Ye-Ye en Rock-Ola. En esas cuatro paredes llegó a imaginarse cómo serían los Campos Elíseos de la mano de Françoise Hardy, cada vez que Juan de Pablos pinchaba sus temas en Flor de Pasión. En esa estancia coleccionaba las tiras cómicas de la pérfida Olga Zana, las Toni Twins, Nylon de Kooning y compañía que desde el glamour y la distancia pintaba ese genio creativo llamado Carlos Berlanga. Una tarde, tras su inevitable regreso al hogar, Tomás se pasó horas repasando esas viñetas y viejos fanzines mientras en su viejo tocadiscos pinchaba a la Velvet y los vinilos de la Movida que guardaba como oro en paño. En medio de tanta frustración, su habitación era un faro de luz en la noche en su alma maltrecha. Pero ese día algo cambió. Había estado paseando con su hija bajo las luces de Navidad del centro. Un comentario de la pequeña despertó sus ánimos: “Papá, me han dicho que este año el niño Jesús no quiere nacer”. Tomás la miró, besó su mejilla y le dijo: “No es verdad. Nacerá y los Reyes Magos vendrán. No lo dudes, hija”. Desde entonces los ojos de Tomás recuperaron el brillo perdido. Un centelleo que ya nunca se apaga.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Gracias, Mario
La verdad ya no importa. Es duro admitirlo, pero es así. La realidad se empeña en demostrar que interesa más el barullo. Basta con coger la prensa cada día para comprobar cómo cada medio va a lo suyo. Por encima de la búsqueda de la verdad están las cuentas de resultados de las empresas periodísticas y las ansias de poder, irresistibles tentaciones del mundo globalizado. Aunque Julian Assange fundador de Wikileaks publicara el día de su arresto un artículo que suena a epitafio bajo el hermoso título de La verdad siempre ganará, mucho me temo que no será así. Vivimos en una época acomplejada y temerosa, que confunde las sandeces con la originalidad y ríe las gracias del provocador. Editorialistas y tertulianos rinden más que nunca pleitesía a sus prestamistas. Por eso unas veces son capaces de certificar que Dios existe y al día siguiente, sin despeinarse, aplauden que Stephen Hawking asegure que venimos de la nada y que Dios no ha tenido que ver en este tinglado. Así estamos y así nos va. Por fortuna, aún queda un espacio para la esperanza. Ahí es donde tienen mucho que decir los escribidores del alma. Es el caso de Mario Vargas Llosa, un merecido Premio Nobel, que ha hecho de la creación su refugio, y de la ficción la libertad. Vargas Llosa, como tantos otros artistas que llenan nuestras vidas, es de los que trabajan para crear mundos paralelos que hacen felices a los demás. En sus palabras, en una entrevista o en un discurso como el que ofreció en Estocolmo, hay más verdad y honestidad que en esos polemistas de lo inmediato. Claro que ellos desaparecerán y Vargas Llosa pervivirá siempre, como otros grandes escritores. Vargas Llosa es, además, un escritor de los que se leen, un escribidor con suerte y una voz sin mordazas. Así lo demostró en un discurso emotivo donde reconoció que lo más importante que le había pasado era aprender a leer. Más de uno debería tomar nota. Eso es casi más importante que sus profundas críticas a los nacionalismos o los regímenes de Cuba o Venezuela, que descolocan a más de un trasnochado. Escuchar de su boca decir que “la ficción es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor del humano” es esclarecedor entre tanto tugurio. Así que ahora que reconoce que su mujer le hace el mejor halago al reñirle con una frase lapidaria como “Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”, en mi caso le diría sólo dos palabras: “Gracias, Mario”.
viernes, 3 de diciembre de 2010
Noticia bomba
Wikileaks ha puesto en negro sobre blanco lo que todo el mundo intuía. Y lo que intuye cualquier hijo de vecino es que además de que las fiestas del embajador son siempre un éxito desde las legaciones diplomáticas de los EEUU se informa con todo lujo de detalle de todo bicho viviente. En esos famosos cables hemos perdido la inocencia al descubrir, por ejemplo, que Kim Jong-il es descrito como un “bebedor”, “indeciso” y “un niño mimado”. La revelación se produce en el momento de máxima tensión entre las dos Coreas y con ojivas nucleares como juguete del régimen de Pyongyang. En este caso, es lo que piensa del presidente coreano su principal aliado, que no es otro que China. Entre canapé y canapé, las opiniones de los altos responsables de la politica exterior norteamericana, con los embajadores al frente, y sus tejemanejes, aparecen con todo lujo de detalles en Wikileaks, una web creada como centro de acogida para las filtraciones de documentos oficiales, también tiene su lado friki. Que si Putin y Medvedev son como Batman y Robin, que si Esperanza Aguirre es “una hiperambiciosa política”, Gallardón “encandor”, Zapatero tiene las pretensiones “de una izquierda trasnochada y romántica" o que Aznar se planteó volver a la política en 2007 “si ve que España está realmente desesperada” son algunas de las perlas de menor calado que se han revelado. Chascarrillos que nunca pueden despreciar el valor de Wikileaks. Esta filtración de documentos secretos demuestra que a pesar de la proliferación de medios informativos uno de los muros a los que se enfrenta el periodismo moderno es la falta de transparencia informativa. Los cables revelados por Wikileaks, filtrados a un escogido grupo de medios de comunicación, han servido para dar el paso más grande en décadas en la transparencia informativa. Hasta ahora, los informadores perdían casi siempre la batalla frente a las administraciones públicas, pero Wikileaks es una buena noticia para frenar esa opacidad del poder. Es cierto que Wikileaks tiene un lado oscuro. La tentación de traficar con la información, amparándose en el anonimato, puede propiciar que más de uno trate de sacar provecho del lado oscuro de Internet. Y lo que es peor, ¿qué pasaría si se trafica con informaciones adulteradas e interesadas? El escritor Evelyn Waugh hacía en ¡Noticia Bomba! una lacerante crítica del periodismo en medio de una guerra que no existe y en la que los intereses económicos prevalecen sobre la verdad. Pero Wikileaks proporciona la noticia bomba: la de verdad y la que escuece.
viernes, 26 de noviembre de 2010
Superhéroes
La palabra confianza suena a utopía en estos días. El consumo no se recupera, nadie se mueve de la foto para no perder el curre y para colmo, esos entes abtractos que se conocen como los mercados internacionales ponen en solfa otra vez la solvencia financiera de España. Viendo lo que espera a los irlandeses del Tigre Celta para ahorrar 15.000 millones de euros hasta 2014, con subidas de impuestos y eliminación de 25.000 funcionarios no me extraña que a más de uno lo único que se le ocurra sea ponerse de rodillas esperando encontrar una veta de cryptonita para ser tan invulnerables como Superman. Con este sombrío panorama, hasta los habitantes de Gotham City andan de capa caída a costa de su vecino ejemplar, Batman, al que la lucha contra el mal le ha llevado a convertirse en El caballero oscuro. Para colmo, el actor Christian Bale acaba de anunciar que se va a meter en piel de Batman por última vez para cerrar una espléndida trilogía cinematográfica. Lo triste es que la desconfianza se ha generalizado de tal manera que ahora ya sólo nos queda esperar a que surja un nuevo héroe que ponga un poco de orden en este descomunal barrizal. Los héroes míticos de la editorial DC Comics, como Batman o Superman, han cumplido 75 años y nacieron precisamente en tiempos de desasosiego, confusión y desconfianza. Fue en los años treinta, entre la Gran Depresión y la II Guerra Mundial, como recordaba recientemente en Paul Levitz, ex presidente de la editorial que creó estos mitos modernos de malla y capa, un tanto cursis, por cierto. Hoy esos mitos exhiben sus superpoderes en la gran pantalla y en los videojuegos, no sólo en las viñetas a todo color que han pasado por las manos de generaciones de niños. Pero muchos siguen confiando en ellos para salvar este desaguisado. Y lo tienen difícil. Basta leer la prensa cada día para llevarse las manos a la cabeza y creer que ya no cabe solución humana. Con políticos incapaces de aportar soluciones, campañas políticas como la catalana donde los mensajes atentan contra el sentido común y el fin del cuento de los nuevos ricos con final feliz, la luz al final del túnel se antoja difícil. Con este panorama si algo produce un subidón es que el Capitán América te escriba un correo electrónico en nombre de sus colegas (Superman, Spiderman, Batman y cia). Los superhéroes complutenses, que hace un año tomaron la Gran Vía volverán a Madrid el sábado. Es lo mejor que nos puede pasar porque si no confiamos ya ni en los superhéroes... ¿En quién?
viernes, 19 de noviembre de 2010
'Se alquila'
Hace unos días volví al barrio en el que me crié. De vez en cuando me dejo caer por allí, aunque nunca me preocupó perder el tiempo en añoranzas. El otro día me dio por ahí y de repente me di cuenta de la cantidad de recuerdos que conservo de mi niñez. Este lugar permanece en mi imaginario personal tal cual, casi intacto. Las cosas han cambiado, pero la visión que yo tenía de un barrio que en los años setenta mis ojos veían en blanco y negro ofrecía más optimismo que ahora, en la era de la alta definición y las redes sociales. Allí estaban los descampados donde dí las primeras patadas al balón y las calles donde desarrollé mis primeras relaciones sociales con el mundo que se abría a mis ojos. Supongo que esas relaciones sociales tienen algo que ver con lo que los niños estudian en Educación para la Ciudadanía, la manera ilustrada que sirve ahora para preparar el arreón diario. En aquellas calles estaba la bodega donde me mandaban a cambiar los cascos de las botellas usadas, la panadería donde compraba las pistolas de pan, la tienda de ultramarinos donde se apilaban pirámides de latas de conserva o la peluquería donde me llevé más de un berrinche porque me cortaban el pelo. El otro día volví al barrio, tomé un café, vacilé a los madridistas del bar y hasta reconocí al facha y al rocker que lideraban las pandillas. Al subir en el coche para irme fue cuando percibí el conformismo que ahora se respira allí. Fue mientras escuchaba por la radio la versión más pesimista de José Luis Rodríguez Zapatero en su comparecencia en el Congreso de los Diputados en el pleno monográfico sobre desempleo. Ahora que su optimismo antropológico en materia económica ha pasado a mejor vida y que la realidad impone recortes drásticos para reducir el gasto publico tras aquel fatídico fin de semana de mayo en el que el Ecofin tiró de las orejas a España el pesimismo va por barrios. Durante un rato paseé por la calle en la que hace unas décadas (¡oh, cielos!) corría en pantalones cortos y jugaba a las chapas o a las canicas. El pesimismo también se adueñó de mí. Durante unos años las tiendas de antaño fueron sustituidas por otras de la misma manera que el ciclo de la vida dicta su inapelable veredicto. Pero ahora, más que nunca, abundan los locales de los que cuelga el cartel de Se Alquila, y los negocios abiertos escasean. No tengo tienda, ni negocio alguno, pero como sigamos así también voy a tener que poner en esta columna el menor día el cartel de Se Alquila. Al fin y al cabo, sería volver al barrio.
viernes, 12 de noviembre de 2010
'Miembras'
Nueva York. Años 60. Una mujer espera tumbada en una camilla a que un ginecólogo lleve a cabo un exploración. Al poco rato entra el médico enciende un pitillo habla con la chica y realiza la exploración. La consulta del doctor viene acompañada de frases estruendosas y machistas como “en los tiempos modernos las chicas fáciles mo encuentran marido”, mientras la chica, que sólo quiere que le recete la píldora, encaja cada golpe dialéctico con sumisión. La joven es una todavía mojigata Peggy Olson, una secretaria que acaba de empezar a trabajar en una agencia de publicidad de la gran manzana cuyo ambiente seguro que a la ex ministra de Igualdad, Bibiana Aído, pondría al borde del más almodovariano ataque de nervios. No se asusten, ese ginecólogo es sólo catódico y forma parte de la ficción televisiva más in. La escena pertenece a los primeros episodios de la premiadísima serie de televisión Mad Men, una producción de esas que se denominan de culto y que relata con una extraordinaria fidelidad una época y la competencia de egos que conviven entre los hombres y mujeres de una prestigiosa agencia de publicidad. El acoso laboral, las infidelidades o el racismo son algunos de los aspectos que aborda esta imprescindible serie de obligado cumplimiento y que demuestra que los tiempos cambian. Esta serie pone en evidencia que hubo décadas en las que era tan normal acosar sin el menor respeto a una secretaria como encenderse pitillo tras pitillo, algo que medio siglo después produce bochorno. La verdadera igualdad se demuestra andando y con menos dogmatismo que en el cenagal político progre, donde se entra en las chorradas lingüísticas esas de “miembros y miembras”, “jóvenes y jóvenas”; prohibir jugar a los polis y cacos en los patios de los colegios; o suprimir los rótulos de caballeros y señoras en las puertas de los aseos. Nunca me gustaron las posturas extremas, entre el progrematrix y la caverna, ni las niñerías del “y tú más”, pero estos tres últimos ejemplos son fácilmente jaleados por un ultrafeminismo que cierra filas a toque de corneta para arremeter contra el machismo. Menos mal que entre la bipolaridad cabe el sentido común. Esta semana Antonio Banderas presentó en el Instituto Cervantes de Madrid una exposición fotográfica femenina, que no feminista, en la que la mujer es la protagonista. Pero una mujer “fuerte”. Al fin y al cabo, como él, creo que no estaría mal un mundo gobernado por mujeres, pero no por las que quieran ocupar el papel del hombre.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Ocurrencias
La vida es cambio. Es algo que los niños aprenden en la escuela en sus primeros años de estudio. Y los cambios van vinculados a los números, que nos rodean en todas las actividades humanas. Una fecha de nacimiento, la hora de comer o el tiempo que nos queda hasta nuestra jubilación se puede reducir a números. En la cultura occidental medimos el tiempo de manera lineal, desde que nacemos hasta que morimos. Y todo tiene un número. Incluso mediante cifras se puede conocer el comportamiento o la manera de ser de una persona. Es eso llamado eneagrama. Pero donde los números se manifiestan más y donde están en su salsa verdadera es en las cuentas corrientes de los bancos. No digamos, en las deudas. Ahora que la crisis aprieta más de uno tiene en la cabeza lo que tiene que pagar de hipoteca y hace sus cábalas para ver por donde hay que cortar. Cuando de la burbuja económica no quedan ni los restos es cuando más te tiemblan las piernas. Eso de vivir como los monegascos pero con aroma a ballenato y empacho de arroz con bogavante se ha terminado. Hacemos más números que nunca, tan rápido como los cambios entran en nuestra vida. La crisis es lo que obliga a todo el mundo a tirar de calculadora, de arriba abajo. Al vecino del quinto y al engominado del sexto. Y el presidente del Gobierno es el primero que lo ha hecho mediante una sorprendente remodelación de gobierno. Los cambios de su Ejecutivo tienen más carga de arquitectura electoral que otra cosa. En manos de los banqueros del mundo y de los capos de las economías de los países más fuertes no tiene más remedio que hacer lo que le dicen para que España salga de la crisis. Su foto ante los banqueros de Wall Street, ante los que explicaba las medidas que había tomado para superar la crisis, lo dice todo. Pero otra cosa es su futuro político, que ahora más que nunca depende de que el viento sople a favor. La hipoteca con sus votantes crece a cuenta de la crisis económica y a Zapatero lo que se le ha ocurrido es dar un paso adelante, a pecho descubierto y con glamour. Así en plan marine, como tercios que se baten contra el infiel para conquistar Gante. Con su crédito menguado, Zapatero quiere seguir siendo Zapatero, pero los números mandan y ya pocos confían en él. Es, al fin y al cabo, otra ocurrencia.
(*) La fecha del artículo es 25 de octubre de 2010
(*) La fecha del artículo es 25 de octubre de 2010
viernes, 5 de noviembre de 2010
Ciudad Global
Santiago de Compostela y Barcelona se han cargado de razones para ser ciudades globales. No les hacía falta, pero la visita del Papa les ha permitido lucir esta marca gracias, entre otras cosas, a que las previsiones apuntaban a que más de 150 millones de telespectadores iban a seguir el viaje de Benedicto XVI por televisión. No voy a meterme aquí a debatir sobre los beneficios morales y los otros, los contantes y sonantes, de un viaje pastoral del sucesor de San Pedro. Aunque no se me escapa que, pese al coste de la organización, habrá pingües beneficios para Barcelona y Santiago. Ese debate no me interesa. Entre otras cosas porque, probablemente, no existe otra manera de organizar una visita que congregará a miles de personas. Tampoco me detengo en analizar las absurdas protestas de los grupos laicos o la espantá de los consejeros del Gobierno catalán, de la mayoría de concejales de la ciudad condal o del propio ZP a la misa de consagración de la Sagrada Familia. Allá ellos, al fin y cabo con las creencias, cada uno se la puede coger con papel de fumar y hacer lo que le plazca. En lo que me quiero detener es en eso de la ciudad global. Así definió a Barcelona el otro día su alcalde, Jordi Hereu, al referirse a la importancia que tiene para la ciudad la visita del Santo Padre. Explicaba que la ciudad condal está jugando en las grandes ligas de las ciudades globales y que el reto al que se enfrenta esta urbe era mantener, al mismo tiempo, sus profundas raíces. Por cierto, muy católicas. Hasta ahora creía que la ciudad más global del mundo era Bilbao, porque al fin y al cabo se dice que los bilbaínos nacen donde les da la gana. Pero resulta que hay una liga de ciudades globales que desconocía. Una ciudad puede ser tan local y global como uno quiere que sea. También las ciudades pueden ser crueles y amables. Las ciudades se quieren, se detestan y probablemente no existe peor sensación mundana que sentirse sólo en una ciudad de 6 millones de habitantes. Pero la ciudad siempre están ahí, las 24 horas del día, mostrando sus miles de caras. Quien hace local y global a las ciudades son los ciudadanos y prefiero antes una ciudad para vivir, que una ciudad cargada de etiquetas en forma de apellido. Ahora más que nunca vivimos abiertos al mundo, en unos lugares más que otros, pero no hay ciudad que se resista a la tentación de apuntarse a redes supramunicipales, internacionales y, si es necesario, promocionarse en China. Lo que espero es nunca tengamos un empacho de globalización y nos digan que de Madrid ya no se va al cielo.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Ecuador: un país en calma tensa
Han pasado ya varios días desde de la sublevación policial contra el presidente de Ecuador, Rafael Correa, que permaneció varias horas retenido en un hospital hasta que fue rescatado por un grupo de élite militar. Las investigaciones para aclarar lo sucedido en el Hospital de la Policía de Quito siguen abiertas y en Ecuador se vive un intenso debate. ¿Fue un golpe de Estado con el objetivo de eliminar a Rafael Correa o una protesta salarial por una nueva ley que afectaba a los policías lo que desencadenó los acontecimientos? Un mes después la revolución ciudadana emprendida por Correa sigue adelante con el apoyo popular, pero la situación que se vive en las altas instancias es de calma tensa. El líder ecuatoriano insiste en que “no habrá ni perdón ni olvido”. Lo advirtió tras su liberación y mantiene esta determinación, así como que hubo un intento de golpe de Estado, tras el que señala al ex presidente Lucio Gutiérrez.
Hilda es una quiteña que regenta una tienda cerca de la plaza de San Francisco, el lugar elegido por miles de ecuatorianos llegados de todo el país para expresar su apoyo a Rafael Correa unos días después de una fecha negra para la historia del país: el 30 de septiembre. Quince días antes de esta muestra de apoyo popular, Hilda tuvo que cerrar su tienda por temor a los saqueos que se podrían producir al difundirse que Rafael Correa estaba “secuestrado” en el hospital por policías. En cuanto tuvo conocimiento de lo que pasaba echó el cierre y se fue a casa. Recuerda con tristeza ese día, e ironiza con que esa noche no pudo seguir las desventuras de Marbelle, una artista colombiana cuya vida se ha convertido en telenovela de éxito bajo el título de Amor sincero. Su cita ante el televisor con Marbelle se cambió por la vida real, la de los tiros y gritos de las afueras del hospital de la policía donde Correa estuvo retenido. Tampoco tuvo Hilda otra opción porque ese día no existió más que la señal oficial de la cadena televisiva del Estado, Ecuador TV.
Hilda se declara a favor de Correa y de la revolución ciudadana emprendida por el dirigente para modernizar el país, y reconoce que casi le saltan las lágrimas cuando vio y escuchó al presidente en el balcón del palacio presidencial, tras ser liberado, decir unas palabras que “nunca olvidará”. El presidente Correa se rasgaba la camisa y se desanudaba la corbata en una imagen que dio la vuelta al mundo: “Si quieren matar al presidente, aquí está: mátenme si les da la gana, mátenme si tienen valor, en vez de estar en la muchedumbre, cobardemente escondidos”.
Ese día también lo vivió Marcia con toda su crudeza, no exenta de miedo, temor y ansiedad. Tras conocer lo que ocurría en Quito organizó desde Otavalo, una ciudad situada a dos horas al norte de la capital, la salida de cuatro autobuses para respaldar al presidente. En uno de ellos viajó esta aguerrida mujer que cree como nadie en Correa y que se desplazó a la capital ecuatoriana “para defender la democracia”. Lo que no sabía es que en las inmediaciones del hospital iban a tener un recibimiento de piedras, bombas lacrimógenas, gas pimienta y como colofón vespertino un brutal tiroteo, lo que en Ecuador se conoce como balacera.
Y lo cierto es que Correa estuvo a punto de perder la vida el 30 de septiembre tras un sangriento tiroteo que dejó diez muertos, decenas de heridos y muchas incógnitas. Todo comenzó como una protesta de los policías por asuntos salariales por una nueva ley que se transformó en un levantamiento en toda regla, que obligó a Correa a quedar atrapado en un hospital cercano al sitio del motín. En principio había acudido a explicar la ley rechazada por los manifestantes, pero desembocó en momentos de incertidumbre para el país tras interminables horas de espera, que acabaron a balazos.
Desde entonces se investiga todo lo sucedido y en Quito se mantiene el estado de excepción. En torno a Correa hay una calma tensa, la oposición insiste en que sólo hubo una sublevación por asuntos laborales, pero no un golpe de Estado. No obstante, el Ejecutivo de Correa ya no duerme con los dos ojos cerrados. Siempre mantiene uno abierto. Una de las primeras consecuencias ha sido reestructurar los servicios de inteligencia después de que fueran incapaces de alertar la sublevación policial y militar del 30 de septiembre. Para ello un ex comandante de la Marina, asesor del vicepresidente de Correa, Lenin Moreno, acaba de asumir el cargo al frente de Inteligencia.
Mientras tanto, los hechos se siguen investigando, aunque no están exentos de sorpresas como la exhumación de dos cadáveres de militares fallecidos en la revuelta del 30 de septiembre que fueron enterrados sin que se les practicara la autopsia. La fiscalía ha citado a declarar a los principales funcionarios del país, incluido Lenin Moreno y Correa, y están detenidos varios policías, entre ellos, el coronel César Carrión, ex director del hospital de la Policía donde se retuvo al presidente. El propio Rafael Correa le acusa de intento de asesinato y sostiene que el coronel Carrión sugirió envenenarlo con cianuro mientras se encontraba en el hospital.
Además, está en prisión preventiva un civil, Fidel Araujo, miembro de Sociedad Patriótica, cercano al ex presidente Lucio Gutiérrez y acusado de participar supuestamente en el intento de asesinato de Correa.
Cada sábado, Rafael Correa se dirige por televisión al pueblo ecuatoriano en lo que se conoce enlace sabatino. La Revolución Ciudadana que ha emprendido se sustenta en la popularidad y mantiene este principio por encima de todo. Desde su secuestro en el hospital de la policía insiste en estas comparecencias de los sábados en que fue una intentona golpista. A lo largo de los últimos días mucho se ha especulado sobre lo ocurrido el 30 de septiembre y la mayoría de analistas coinciden en que lo sucedido es “una advertencia para Correa”. No obstante, esto es Ecuador, un país acostumbrado a los cambios de Gobierno. Omar, un joven ecuatoriano, desea que se investigue a fondo lo sucedido, aunque no oculta su escepticismo. “Aquí estamos acostumbrados a decir que se llegará hasta las últimas consecuencias, pero nunca se llega”, asegura. Sin embargo, todo hace indicar que con la figura de Rafael Correa las cosas han cambiado en Ecuador.
Propaganda y autoridad. Para algunos, Correa es un soñador que quiere transformar las estructuras de un país que hasta ahora ha tenido una enorme dependencia del petróleo como principal fuente de ingresos. Correa llegó al poder en 2007, es economista, se educó en Estados Unidos y Europa, y está dispuesto a cambiar Ecuador mediante lo que denomina la Revolución Ciudadana. Sus reformas están acompañadas de una gran propaganda, especialmente criticada por la oposición, de un control de los medios de comunicación y de formas autoritarias. Pero el pueblo le respalda. Sin embargo, muchos ecuatorianos están convencidos de que el la supuesta intentona golpista del 30 de septiembre no funcionó porque los militares comprobaron que el pueblo estaba con Correa. Sin embargo, se suscitan dudas y hay quien se cuestiona qué se negoció con los militares durante las doce horas en las que Correa estuvo retenido, hasta que fue liberado pasadas las nueve de la noche tras una espectacular operación.
Por eso, esos acontecimientos constituyen una advertencia para que cambie las formas. Correa ha exhibido firmeza para combatir la corrupción, incluida la lucha contra los clanes secretos de la policía, pero tampoco ha dudado en responder con dureza a quien no piensa como él. La Iglesia católica, por ejemplo, también se ha sumado a las corrientes críticas que piden cambios en la manera de gobernar de Correa. Un mes después de los acontecimientos, parece que el presidente de Ecuador sigue adelante con sus principios y sus maneras. De hecho, anuncia que el régimen se moverá más a la izquierda fortalecido por el respaldo popular. Pero la calma no es total.
“No mide los riesgos”. Otras voces como la del alcalde de Otavalo, Mario Conejo, también creen que sería bueno “cierto cambio” en las actitudes de Correa porque “tiene tanta popularidad que hace que muchas veces no mida los riesgos”. Y es que la popularidad de Correa entre los ecuatorianos sigue en alza, apenas ha bajado del 50%, como ponía de manifiesto Radio Democracia, y tras el 30 de septiembre se ha afianzado más aún.
La opinión de Mario Conejo tiene peso porque es uno de los políticos con mayor proyección en el país andino, aunque por ahora descarta dar un paso a la política nacional. Lleva diez años de alcalde, y le quedan otros cuatro más al frente del consistorio de un municipio famoso por albergar un ancestral mercado indígena, uno de los más grandes de Latinoamérica. Allí, el olor a morocho y fritada, los sombreros Panamá (que se hacen en Ecuador pese al nombre), las mantas de alpaca, ponchos y expresiones quechuas se entremezclan en los centenares de puestos que dan vida a esta ciudad, en especial los sábados.
En Otavalo la mayoría es indígena y su alcalde también lo es. Respalda a Correa aunque aclara que “no podría ser incondicional, por más que sea del movimiento”. Cree que lo sucedido el 30 de septiembre no responde a un golpe de Estado “ya que no estaba prevista su presencia en el regimiento de la policía de Quito, donde los ánimos ya estaban caldeados”. Sin embargo, tiene claro que la oposición, “los de siempre”, intentaron aprovechar la situación para propiciar un cambio de Gobierno y derrocar a un presidente que ha llevado a cabo numerosas e importantes reformas en el país, “pero no contaron con la reacción inmediata del pueblo”.
Correa gobierna sin oposición en la Asamblea Nacional, controla la mayoría de los asambleístas, y cuenta con una gran popularidad, que él mismo y sus asesores se encargan de potenciar. El populismo se materializa, por ejemplo, en hechos concretos como el bono de desarrollo humano que reciben alrededor de un millón y medio de familias pobres cada mes, un subsidio que puede llegar a los 60 dólares. La mayoría democrática de la que goza Rafael Correa también le permite caer en la tentación de hacer de su capa un sayo para controlar los medios de comunicación. De hecho, la nueva Constitución aprobada hace dos años impedía a los bancos ser propietarios de los medios de comunicación. El control mediático quedó patente durante el 30 de septiembre cuando los ecuatorianos sólo pudieron seguir lo que ocurría en el hospital de Quito mediante la señal oficial difundida por todos los canales de televisión.
Mientras en los últimas semanas en los medios de comunicación se suscita un intenso debate entre la versión oficial y de la oposición sobre la revuelta del 30 de septiembre, los cambios en el país son evidentes. Un taxista de Quito recuerda con angustia el día de la revuelta, en especial la tarde. Con la ciudad a merced de posibles saqueos, con los policías más pendientes de la revuelta que de vigilar las calles, el conductor explica que se fue a su casa, situada en una de las laderas del sur de la capital ecuatoriana, por cautela. Reconoce que no es partidario de Correa, aunque admite que hay cosas que han cambiado desde que gobierna en Ecuador. “Hace poco tuve que estar hospitalizado por una obstrucción en el intestino –explica mientras conduce su taxi entre el caótico tráfico de Quito- y… ¿sabe cuánto me costó? Un dólar”.
Conducir ‘a la defensiva’ y… petróleo. Aunque la sanidad pública está lejos de los países occidentales y todavía hay lugares donde los pacientes tienen que salir a comprar los fármacos y los sueros, en los últimos años hay avances significativos. El mandatario cuenta con un amplio respaldo popular, sin el que no podría ejecutar un ambicioso plan de reformas y acabar, por ejemplo, con el déficit eléctrico que padece el país pese a contar con recursos hídricos suficientes. Las inversiones en carreteras, como en la famosa Panamericana, con numerosos tramos nuevos y otros en ejecución, todos con sus respectivos peajes, son evidentes. Sin embargo, la asignatura pendiente de la educación vial tardará en llegar. En Ecuador se invita a conducir “a la defensiva”, es decir, con precaución. Pero el mensaje está lejos de calar. Este es uno de los consejos que se propagan desde la maquinaria propagandística de la ‘Revolución Ciudadana está en marcha’, cuyos carteles jalonan todos los rincones del país invitando a potenciar el turismo, a consumir productos ecuatorianos o dando a conocer nuevos tramos de carreteras, entre otras cosas.
Los cambios en Ecuador en los últimos años son visibles. Se abren nuevas oficinas del Registro Civil en todo el país, los ecuatorianos se familiarizan con el pago de impuestos, se ultima un nuevo censo y funciona un régimen de la Seguridad Social. Hace dos años que se aprobó una nueva constitución que nacía como panacea para todos los males del país, pero cono ella o sin ella, el presidencialismo de Correa es evidente. El presidente apuesta por aumentar el gasto para afrontar las desigualdades sociales, de modo que la educación, la sanidad y las infraestructuras son sus prioridades, pero la crisis también afecta a Ecuador, un país que usa el dólar como moneda oficial desde el año 2000 y que se beneficiaba mucho del dinero que recibía de los emigrantes. Sólo en la Comunidad de Madrid hay 124.491 ecuatorianos empadronados, pero las remesas que envían a su país han caído mucho. Así lo revela el Estudio de Envío de Remesas desde la Comunidad de Madrid en 2009, que destaca que Ecuador es el segundo país receptor, con 279 millones, un 43%,8 menos que en 2008.
Así que la mayor parte de los ingresos provienen del petróleo. Hasta ahora el precio del barril se ha mantenido alto, superando los 70 dólares por barril, algo que otros presidentes del país no pudieron utilizar, con precios mucho más bajos. Pero hay analistas que explican que el precio del crudo empieza a caer, lo que unido a que Ecuador sólo obtiene crédito de Irán y China, a cambio de petróleo, puede poner en aprietos los objetivos de Rafael Correa e incluso la dolarización.
Mientras tanto, Correa está decidido a incrementar la producción petrolífera y hace unos días inauguró en la selva amazónica, en Pañacocha, cerca de la frontera con Colombia, un campo petrolífero con el que quiere abrir una nueva era ecológica y social, ya que parte de la renta irá destinada a las comunidades de la zona. No muy lejos de allí, en el inicio de la selva amazónica ecuatoriana está la ciudad de Puyo, otro enclave habituado a los oleoductos y al negocio del oro negro, como atestigua su cercanía con una población que lleva el petrolero nombre de Shell. El petróleo ha marcado la historia reciente de Ecuador, un país de contrastes en medio de volcanes y la impresionante cordillera andina. Así que no estaría mal reflexionar sobre la inscripción que se puede leer en la entrada de cementerio de Puyo: Aquí se termina el orgullo y comienza la igualdad.
viernes, 29 de octubre de 2010
Halloween
El patio cañí está más que revuelto estos días. Espero que el fiestorro de Halloween, entre muertos vivientes, calabazas y disfraces proporcione al menos un poco de sosiego en las revueltas aguas patrias. Durante algún tiempo me resistía a caer bajo el influjo de una fiesta anglosajona cuyo icono es una calabaza. Aquí alabamos a los santos porque es algo que no se discute desde tiempos inmemoriales, pero nos apuntamos a la farra de Halloween. Ahora que se impone la gresca nacional, y traspasa las fronteras de la política, más de uno debería volver a sus orígenes, olvidar la vanidad y, tal vez, regresar a sus pueblos para convivir con la muerte. Uno de los mejores ejemplos que conozco es el que retrató Pedro Almodóvar en Volver. El cineasta manchego convirtió en imágenes algo que en La Mancha saben bien: la muerte está llena de vida y de gracia. La primera escena de la película es una de las más reales que se hayan filmado nunca. Penélope Cruz comparte planos con un grupo de mujeres en el cementerio de Granátula de Calatrava. Estas mujeres no tienen que actuar para limpiar sus futuras tumbas. Son ellas mismas y su fregoteo forma parte del rito de la vida. Nada que ver con el apogeo forzado del brujerío y los zombies a ritmo de Thriller con pestilencia a gin-tonic de la noche del 31 de octubre. El Halloween de este año vino acompañado de un totum revolutum. Es como la cesta de la ropa sucia, donde el color se mezcla con el blanco. Si quieren les pongo unos ejemplos. El siempre lenguaraz y consentido Fernando Sánchez Dragó hace literatura de unas presuntas relaciones sexuales que mantuvo en 1967 con dos japonesas de trece años. Ahí queda eso, y él tan pancho porque como buen provocador sabe que el escándalo le beneficia, lleva años viviendo, haciendo y diciendo lo que le da la real gana. Nadie le frena. Por si teníamos poco el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, arremete en plan rijoso contra Leire Pajín. Y hasta Fangoria y Alejandro Sanz se enzarzan vía Twitter. Pero si hay un pique que me ha enganchado es el de Arturo Pérez Reverte, que ha engordado la santísima trinidad de sus desvelos, la de curas fanáticos, reyes incapaces y ministros corruptos, al decir en Twitter que Miguél Ángel Moratinos “se fue como un perfecto mierda”. Las lágrimas que exhibió el ministro al dejar su cargo en Asuntos Exteriores desataron la ira de ese capitán Alatriste que lleva dentro el escritor. Halloween es, al fin y al cabo, una noche de disfraces y huesos de santo, pero aunque tenga que elegir entre truco o trato si tengo algo claro es que a más de uno daría calabazas.
viernes, 15 de octubre de 2010
Corruptelas
En la cola de la panadería tres temas monopolizan estos días la conversación. Con la salvedad del rescate de los 33 mineros de Chile, Belén Esteban y la clase política son la comidilla. Hasta el fútbol ha pasado a un segundo plano en las tertulias panaderas mientras esperas la oportunidad de llegar a casa con el pan debajo del brazo. De Belén Esteban hoy no hablaré. Sólo me limito a expresar un convencimiento: todavía hay una mayoría silenciosa a la que le importa tres cominos las aventuras y desventuras del petardeo patrio. Lo segundo es más curioso y preocupante. En esta misma columna ya me despaché alguna vez contra la clase política, cada vez más desprestigiada. No es porque lo diga yo, sino porque ahora el barómetro del CIS ya ha confirmado de nuevo que la clase política es un problema para los españoles. Por detrás del paro y la crisis económica, los políticos están ahora más en la picota que nunca. Del “todos los políticos son iguales” hemos pasado al “están aquí para llevárselo calentito” y “sólo piensan en lo suyo”. Estas frases las escuché el otro día en la panadería mientras esperaba turno para pedir una barra bien cocida. Los Gürtel, Pretoria y Malaya, entre otros casos de saqueo político de lo público han colmado la paciencia de los españoles, aunque rechazo las teorías más pesimistas que apuntan a que la corrupción se ha generalizado en todos los ámbitos de la administración, en especial la municipal. Para explicar este fenómeno creo que la caja tonta tiene mucho que ver. Probablemente ese desfile de vanidad y choriceo a pecho descubierto que exhiben los imputados en el caso Malaya, muchos de ellos protagonistas del papel couché y de los platós de televisión, es lo que ha desatado de manera definitiva la ira del personal. Exhibir un cuadro de Miró en el cuarto de baño es impúdico, pero lo ignorábamos hasta que la policía difundió un vídeo que mostraba el interior de una de las casas de Juan Antonio Roca, uno de los presuntos malayos. Ese Miró es el símbolo de esa sociedad fanfarrona y pestilente. Aquí no ha fallado sólo el control de las autoridades para frenar la tentación de la corrupción, el dinero negro y el compadreo político. También ha habido exceso de tolerancia ciudadana, como hace unos días apuntaba el periodista de ABC Ignacio Camacho. Esta tolerancia propició que las corruptelas se afianzaran en sus chiringuitos una elección tras otra con los votos de los ciudadanos. La manipulación del poder y la estupidez política son por desgracia ingredientes del pan nuestro de cada día, igual que de una mala harina se hace un mal pan.
Chile, un ejemplo a seguir
La gestión de la crisis de los 33 mineros atrapados a 600 metros bajo la tierra demuestra que las buenas noticias tienen cabida en este mundo globalizado. Miles de personas en todo el mundo han seguido en directo, por televisión, el rescate de cada uno de los mineros encerrados en esa mina durante dos meses y han compartido las mismas sensaciones. Cada vez que un minero emergía en la cápsula diseñada por la NASA el júbilo se extendía por todo el planeta. Este episodio contienen muchas lecturas gratificantes, pero demuestra que el trabajo en equipo, la prudencia, el esfuerzo y la colaboración de países muy diversos son capaces de obrar el milagro. La misión para rescatar a los mineros de las entrañas de una mina en el desierto de Atacama ha sido un ejemplo para todo el mundo y demuestra que cuando hay un objetivo común se pueden traspasar las diferencias que crea la condición humana. En la era digital y de Internet no hay distancias, por eso llama mucho la atención modélica que recibieron los 33 mineros. El rescate fue un ejemplo de superación, unión y confianza de los ciudadanos en su gobierno. No estaría mal que esa magistral lección se aprendiera en España, donde las diferencias se manifiestan en forma de abucheos al presidente del Gobierno cuando se honra a los caídos, o cuando el carburante de la solidaridad se agota para las víctimas del 11-M.
jueves, 7 de octubre de 2010
'Bronceadas'
A los españoles no nos van los términos medios. O héroe o villano, o blanco o negro. En el ADN de nuestro código genético no contemplamos la escala de grises. La pasión nos ciega tanto que nos apuntamos al caballo ganador con la misma facilidad que descuartizamos sin rubor a un ídolo sin estrella. A la hora de salir a la calle somos los que más bulla montamos y los que más tarde nos acostamos. Si se trata de fútbol y es la Roja, ni hablamos... Tras saldar la deuda histórica del Mundial sólo le faltó al Gobierno decretar tres días de jarana para que los súbditos celebraran como en una comunión de multitudes el gol de Iniesta (golazo, por cierto). Desde que la Roja pisó el aeropuerto de Barajas se sucedieron las celebraciones para homenajear a los tercios de Sudáfrica. Merecidas, por supuesto. Pero algo debe fallar aquí cuando el equipo nacional de baloncesto femenino logra una histórica medalla de bronce en el Mundial y en la T-4 del aeropuerto están sólo sus familiares, amigos y un puñado de reporteros gráficos. ¡Qué quieren que les diga! Entiendo que no se tuviera que cortar la Castellana para homenajear a Amaya Valdemoro y sus compañeras, pero eché de menos la pasión de esa gente que aguanta colas para hacerse la foto con la Copa del Mundo o a las autoridades que usan influencias para conseguir entradas de la final de un Mundial... de fútbol. Ya que el baloncesto femenino se juega en familia, me conformo con que al menos los lectores de esta columna sepan que este equipo femenino se ha colgado una medalla de bronce en un campeonato del mundo. Es fantástico y no tiene nada de casualidad. Es el colofón a un lustro extraordinario donde el trabajo, la entrega y el talento han dado este resultado. Lo malo es que es baloncesto femenino. Todavía hay una asignatura pendiente en la cultura deportiva de este país. Aquí que se habla tanto de cuotas femeninas y políticas de igualdad no hubiera estado de más un poco más de calor institucional hacia una jugadoras que llegaron de la República Checa bronceadas, pero no de sol, sino con una medalla de bronce. Esta presea también la tiene colgada del cuello la hija de un buen amigo. Madruga con ella cada sábado para acompañarla a los partidos y admite, a su edad, que el baloncesto femenino le ha enseñado mucho. Me sorprende su sinceridad. Siempre fue un tipo duro, en especial en las canchas, y ahora ha descubierto que el deporte no es sólo cosa de hombres. El otro día me llamó para preguntarme si sabía dónde se iba a celebrar este triunfo. Quería llevar a su hija. Lo malo es que no pude ayudarle.
lunes, 4 de octubre de 2010
Alienígenas
La realidad es caprichosa. Los que vivimos de ella en forma de noticia lo sabemos bien. Es tan caprichosa como queramos y nos obliga a hacer un constante ejercicio mental. Una veces se viste de tropelía, otras de antojo, pero la multitud de formas que adopta no impide que sea parte de la vida cotidiana. La realidad es capaz de desafiar el orden del universo con la misma frescura que las mentes privilegiadas de algunos científicos intentan en sus laboratorios lo imposible. Pero también crea tantas contradicciones internas y moratones como uno esté dispuesto a encajar. En la película El Orfanato Geraldine Chaplin ofrecía una clave para entender lo que nos rodea cuando el personaje que interpreta, una vidente, dice aquello de “no hay que ver para creer, sino creer para ver”. Algo así me está sucediendo en los últimos días con varios asuntos que pululan por mi cerebro. Unos son muy visibles, otros se debaten en los hemisferios cerebrales de la misma manera que la ciencia y Dios chocan en cuanto se experimenta con las probetas. La capacidad humana de percibir la realidad de distinta manera es enriquecedor, aunque también puede convertirse en una pesadilla. Estos últimos días ni la huelga general del 29-S ni el solomillo de Irún que siembra dudas en la carrera de Alberto Contador se suben al podio de mis neuras. Lo que me altera el sueño es la amenaza de saltar a la arena política de la princesa del pueblo, Belén Esteban, esa chica de barrio sin pelos en la lengua y ojos saltones que habla de lo divino y lo humano. Hasta ahí no se diferencia de ningún hijo de vecino. Hemisferios cerebrales tienen todos, y ella también. Ahora, cómo los utilicen es cosa de cada uno y se retratan por sí mismo. Que Belén Esteban advierta, sin primarias ni nada, que si esto sigue así monta un partido político no debería pasar del chascarrillo. Lo malo es que se lo crea y que una empresa de sondeos de prestigio como Sigma Dos participe en este conato de esperpento patrio dá que pensar. Al paso que vamos empiezo a desear que la Esteban se presente a las urnas con la misma convicción que la ONU nombra a una embajadora para tratar con los extraterrestres. Fue una falsa noticia, de esas que arrasan como las más leídas en Internet, pero que no deja a nadie al margen. Es una pena, porque si la fantasía de The Sunday Times hubiera sido cierta aparcaría mi escepticismo en cualquier lugar. Y eso que me había planteado instalar una centralita telefónica en casa invitando a marcar el 1 para contactos con alienígenas y el 2 para dejar un mensaje. ¿Ver para creer o creer para ver? Ustedes dirán.
viernes, 24 de septiembre de 2010
La foto es lo que importa
El brote de testosterona que nace del córtex cerebral del periodista alemán que dedicó toda clase de lindeces a las las ministras socialistas fashionistas de ZP me desagrada. No sorprende a estas alturas de la película que alguien vaya de guay por la vida diga lo que piensa o, incluso, que se publique. Nos guste o no, sales a la calle, entras en un bar y mientras desayunas un café con cruasán escuchas cómo en la mesa de al lado se pone a parir a las ministras de cuota de Zapatero o se debate sobre el culo de la buenorra que sale en la última página del AS. En los baretos es donde mejor se palpa el sentir ciudadano. Otra cosa es lo que luego se diga para quedar bien, ir de progrematrix o vivir de lo políticamente correcto. Lo triste es que por abrir la boca, aunque sea para decir una sandez tras otra, se dé pábulo a todo y el coro de palmeros anime la fiesta. Y si es en Internet mejor. Así que lo que me sorprende de verdad es la enorme repercusión que ha tenido ese reportaje titulado Los maniquíes de Zapatero. Y más aún, sorprende que lo haya publicado un periódico serio y de referencia en cualquier facultad de Periodismo. Claro, que no corren buenos tiempos para el periodismo escrito, una profesión bajo mínimos desde hace años. La prensa de papel lleva tiempo buscando un futuro mientras el mileurismo y las hipotecas atenazan a los profesionales e Internet permite que todo hijo de vecino se crea periodista. En este panorama de caída de ventas en los diarios y sin que la prensa escrita vea la luz en el horizonte entiendo que el Frankfurter Allgemeine Zeitung haya publicado este reportaje. Otra cosa es su repercusión transfronteriza y el cúmulo de reacciones políticas. Claro, que si aquí nos preocupamos de las patillas de Tomás Gómez tampoco nos debería extrañar que un medio, hasta ahora referente de calidad informativa se meta en estos jardines. Es una señal más. Este verano The Times, el diario de los sir y los gentlemen, culpaba a Sara Carbonero de la derrota de la selección española de fútbol en el primer partido del Mundial. Aunque la vicepresidenta De la Vega haya puesto el grito en el cielo por Los maniquíes de Zapatero y le mole más un reportaje de la prensa amiga, como el que dedicó la revista Vogue en 2004 a las ministras con el título de Ocho mujeres para la historia, la respuesta se la dio Zapatero en Nueva York, en este caso ante el rey de Marruecos Mohamed VI y otra desafortunada frase: “La foto es lo más importante”. Y sus ministras son las que han salido en las fotos del Frankfurter Allgemeine Zeitung .
jueves, 16 de septiembre de 2010
Putadas
Una huelga general es para un sindicalista como el día grande de las fiestas del pueblo. Pero sin serlo. Una huelga general no tiene periocidad fija en el calendario gregoriano, aunque sea un acontecimiento, al fin y al cabo. En la celebración de la patrona de cualquier pueblo de este país no hay procesión que se precie sin el alcalde, el comandante de la Guardia Civil y el cura al frente de la comitiva. Y todos ellos con sus mejores galas. Una huelga general tiene algo de fiesta patronal, con comitiva y todo, aunque ni en la superficie ni en el fondo haya motivo alguno para piñatas, serpentinas, baile con orquesta ni fuegos artificiales. Lo que hay son trabajadores cabreados. Es por decirlo, en una palabra, una putada., Ya lo advirtió el líder sindical Ignacio Fernández Toxo. Y si eso lo dice un jefe sindical... En una huelga general no hay alivio de luto posible, por mucho que se grite o se trate de poner silicona en las cerraduras. Es una putada para todos, sin excepción, y nadie gana, para empezar porque el presidente del Gobierno no tiene más remedio que hacer lo que ha hecho, que para él es mucho y para el Ecofín poco. Así que la solución sindical que queda es echarse a las calles a exteriorizar el cabreo. A fin de cuentan los oscuros resortes del poder, el fáctico o del más allá, son los que siempre tienen la culpa de todo, aunque el Zapatero, dimisión sea una de las consignas del 29-S. Que ni ellos se lo creen... Pero se mire por donde se mire en una jornada de huelga general, la fiesta siempre se viste de negro, por mucho colorido que ofrezcan las pancartas, camisetas o pegatinas de los manifestantes. Aquí no gana nadie. El riesgo que tiene una huelga general, tan constitucional como opinar en público, es que se quede a medias; o sólo en huelga o sólo en general, pero a la mitad. Luego se buscará el éxito de la convocatoria en las cifras de seguimiento. Ya se sabe que en las manifestaciones y en las elecciones todos ganan, aunque luego en privado más de uno recibe un tirón de orejas y a otros no les quede otro remedio que aficionarse al curling. Una huelga general provoca el mayor subidón de adrenalina al que puede aspirar cualquier sindicalista, liberado o de convicción. Lo malo es que los tiempos que corren no están para más putadas, y las soluciones a la crisis actual no están en una huelga general. El derecho a la pataleta es legítimo, pero llega la hora de exigir algo más, también a los sindicatos, que la clase política ya está suficientemente desprestigiada. Con huelga o sin ella, aquí pierden los de siempre porque la crisis es para todos y como en un fallecimiento de un familiar, el duelo cada quisqui lo pasa como puede.
viernes, 10 de septiembre de 2010
Incorruptas
Ahora que la cocina de Ferrán Adrià entra en los fogones de la Universidad de Harvard es cuando viene a mi cabeza la señora de los siete platos. Es lo que tienen los lejanos recuerdos de la niñez. No soy capaz de acordarme de su cara, pero sí de las deliciosas obras maestras que cocinaba y que alegraron más de una tarde. Su hábitat natural era la cocina y cuando nos decían que íbamos a comer a su casa el día se convertía en un festival. No había plato que se le resistiera y sobre la mesa una delicatessen iba dando paso a otra. De la empanada de carne asada, los callos con garbanzos, el pulpo a feira o el pastel de cabracho se pasaba a suculentos e interminables postres. Tarta de manzana, bizcocho de chocolate y filloas de crema ponían el colofón a eso que en Galicia se denomina enchente. Es decir un empacho en toda regla y comer hasta que la derrota sea por derribo. La mujer de los siete platos elaboraba todo, desde la masa de la empanada a las salsas más sublimes, capaces de enmudecer de placer al comensal más exigente. Ella tenía la misma precisión que un alquimista en su laboratorio. Nunca llegó a imaginarse que el cocinero Ferrán Adrià abriría a la gastronomía las puertas de las universidades. Ella tampoco pisó un restaurante cinco estrellas Michelin, pero no lo necesitaba. Probablemente no lo sabía, pero detrás de sus empanadas había tanta ciencia como arte. Cocinar puede hacerlo cualquier porque, el fin y al cabo, las recetas no son más que fórmulas matemáticas y tiempos. Pero por mucha rigurosidad que se aplique a las recetas, el arte y el talento es lo que distingue a un buen cocinero de otro. La señora de los siete platos, que ya se pueden imaginar la razón por la que la llamo así, tenía un conocimiento de andar por casa de matemáticas, pero cocinaba con el alma. Lo que le emocionaba era ver cómo sus bandejas se vaciaban. Sus creaciones combinaban un colorido mundo de olores, sabores y texturas, tan efímero como quisieran los comensales. En realidad, sí había algo que se le resistía: el pan. Estaba obsesionada por conseguir que las hogazas y las barras se mantuvieran frescas y que se pudieran consumir días después como recién sacadas del horno. Ahora que una fotógrafa norteamericana, Sally Davies, ha fotografiado durante 137 días a una hamburguesa incorrupta para arremeter contra la comida basura, creo que la señora de los siete platos llegó a descubrir el secreto del pan. Pero no lo reveló. Y mucho me temo que, como el autor de la fórmula de Coca-Cola, el secreto se llevó a la tumba.
jueves, 2 de septiembre de 2010
Macabro
La buena educación ya no es una cuestión humana. Las máquinas se han apuntado de lleno a los buenos modales. Dar las gracias o pedir las cosas por favor es de lo más normal cuando recoges un café de la máquina del curre, cuando llenas el depósito del coche o sacas dinero del cajero. Lo lees en las pantalla digitales o incluso lo escuchas con voces familiares automatizadas. Es la globalización del protocolo de las buenas maneras. Los buenos modales siempre son políticamente correctos, aunque uno piense todo lo contrario. Vamos, que siempre hay momentos en que en lugar de dar las gracias lo que te pide el cuerpo es soltar “un que te jodan” en toda regla. Pero el savor faire que dicen los franceses casi siempre se impone a la zafiedad. Sin embargo, las máquinas no tienen esa capacidad de elección. No hacen selección selectiva entre los clientes para dar las gracias a uno y a otro no. Será que las máquinas no tienen alma, y por ahora las programan para tener buenos modales. Igual, gracias a los avances científicos, llegará el día en el que las armas también lancen mensajes de buen rollito y paz universal. Esta particular reflexión viene a cuento de la tragedia que se vive a diario en México y en otros tantos lugares. Lo que sucede en el país azteca pone los pelos de punta a cualquiera. El mal en estado puro ha causado hasta 32.000 muertes en los últimos cuatro años. Las atrocidades que se suceden en México crean espanto; no menos que las de Pakistán, Irak, Afganistán o tantas guerras desconocidas de las que no se habla porque carecen de interés mediático. Pero el drama en México en la guerra contra el narcotráfico y el ensañamiento de los narcotraficantes, los Zetas esos o los que sean, es estremecedor. La tecnología y la ciencia consiguen cada vez más avances. Vivimos mejor y todo eso, pero no impide que sicarios sin escrúpulos, masacren en Tamaulipas a 72 inmigrantes centroamericanos que pretendían llegar a Estados Unidos y que la mala suerte les llevó a la boca del lobo. Cada vez cerramos más los ojos porque pensamos que la muerte y las tragedias son patrimonio de otros. Pero Tamaulipas nos abre los ojos y la conciencia de porrazo. Detrás de cada gatillo ya está un ser humano, así que no quiero ni pensar qué pasaría el día en el que las armas disparen solas, con la misma frialdad con la que las máquinas de vending dispensan sandwiches o patatas fritas. Igual tras una ráfaga de un fusil AK-47 o los disparos de una Smith &Wesson del calibre 38 una voz en off diga algo así como “Disculpe las molestias” o “Tenga un buen día”. Macabro.
viernes, 27 de agosto de 2010
Teletienda
Dormir la siesta desde esta semana será distinto. Se abre un nuevo curso, los días son más cortos y el regreso a la rutina no dará tregua. Muchos se plantean hacer borrón y cuenta nueva de su vida para aguantar el tirón. Otros se conforman con regresar con las pilas cargadas, pero el juego de tratar de ser otro es una ilusión. Dura hasta que el primer mamporro de la realidad te coloca en su sitio y tienes la suerte de caer de pie. Con este panorama la vía de escape puede estar en la televisión, en el respiro que ofrecen los anuncios de teletienda. Muy pocas personas reconocen que en alguna noche de insomnio hayan cogido el teléfono para concursar en un Call-TV o encargar, por ejemplo, un slender shaper en busca de unos abodominales lisos. Pero los clientes de teletienda existen, nos rodean y están más cerca de lo que pensamos. Visitar la casa de unos amigos que te invitan a cenar y encontrar alguno de esos productos milagrosos que arreglan rayaduras del coche, cocinan solos o quitan las lorzas sin el menor esfuerzo produce todo un subidón. Y más, si el hallazgo tiene lugar después de pasar unos días de vacaciones, tumbado a la bartola adorando a la mangancia. Será porque durante las vacaciones todo es más relativo. Sin agenda ni obligaciones todo es distinto y cuando uno disfruta de su primer día de veraneo se cae en el error común de pensar que siempre va a ser así y que nunca se colgará el cartel de The End. Inocente autoengaño. En vacaciones uno puede permitirse lujos que no están a su alcance. Uno de ellos es cerrar los ojos y dormir la siesta a pierna suelta con la ventana abierta. Digamos que son excesos personalizados a gusto del consumidor, como esas fastuosas mansiones que muestran las celebrities en las primeras páginas del ¡Hola! El talonario no nos permite acceder a esos casoplones del papel couché, pero sí llamar a la teletienda y encargar esa máquina que ayuda a quemar la grasa sin esfuerzo. Es tan real como que septiembre no dará tregua. Empieza un nuevo curso político donde la batalla (cruenta, se mire por donde se mire) de los socialistas en las primarias de Madrid, la convocatoria de una huelga general o la evidencia de que habrá que trabajar más años para cobrar la pensión propiciarán que hasta el zumbido de una mosca sea tan molesto como el exceso de la retórica en lo superficial. Las elecciones municipales y autonómicas están a la vuelta de la esquina y visto lo visto, no me extrañaría que a partir de ahora proliferen más que nunca los políticos de teletienda.
Sabina receta un 'cante' contra la crisis
Joaquín Sabina se plantó en Alcalá de Henares con un tiramisú de limón en el gaznate y se marchó con una particular receta contra la crisis: desayunar con un cante en los dientes. El Sabina de la gira Vinagre y Rosas, título de su último trabajo, es más disciplinado que nunca aunque confiese ser un borracho o que su única religión sea el cuerpo de una mujer. Es posible que el aviso de una isquemia cerebral y la gira Dos pájaros de un tiro, junto a Serrat, tengan la culpa de la profesionalización de un canalla admirable como Joaquín Sabina. El concierto que ofreció en la Huerta del Obispo, en un escenario que por momentos parecía un bistró del puerto de Marsella, comenzó con el hilo musical de Y nos dieron las diez antes de que el artista y sus músicos salieran al escenario. Con Lili Marlen de fondo Sabina saltó al ruedo con su traje de pingüino y un bombín sobre la cabeza para hacer lo que le da la gana como cantante y compositor acomodado. Más de un millón de discos vendidos dan esa libertad. De ahí en adelante la bohemia, los desengaños, los viajes en tren y las rubias platinos de sus poemas hechos música demostraron que hay Sabina para rato. Puede que ya no cierre los bares de la esquina ni cometa tantos excesos heroicos como la leyenda negra le atribuye, pero el talento, la gracia y el arte permanecen intactos. La luna casi llena, menguante, y el calor de la noche se aliaron con Joaquín Sabina, que durante más de dos horas y media ofreció un repertorio que combina nuevos temas con otros clásicos. Un tipo de 61 tacos, hecho un palo y con bombín – “¿A esto le llamas gorro? Es un bombín", como el de Úbeda recordó a una de sus feligresas que le pidió que se lo lanzara– tiene la fortuna de contar con una discografía tan amplia que viaja por varias generaciones. Su público es variopinto y Sabina tiene para todos. Tal vez el mayor hándicap es tratar de combinar las creaciones más recientes como Tiramisú de limón, Embustera, Viudita de Clicquot, Parte meteorológico o Crisis (tema que cerró la noche en playback) de un crápula en retirada con los temas que la mayoría de sus devotos esperan. Con el cancionero de Vinagre y Rosas, Sabina se reencontró con las hadas de la mano de Benjamín Prado para componer nuevas canciones. Hasta entonces, las hadas habían estado “follando con Serrat", como reconoció socarrón. Pero si hay algo que pone a sus fieles son sus majestuosos himnos de siempre y en la gira de Vinagre y Rosas no faltan. Por el bulevar de los sueños rotos, Noches de boda, Quien me ha robado el mes de abril, Y sin embargo te quiero o 19 días y quinientas noches son apuestas aseguras ante un público variopinto –unos 8.000 asistentes– con abundancia de prominentes calvas y unos añitos a cuestas. Claro que los watios del rock bucanero de Pacto entre caballeros o Conductas suicidas tampoco fallan en el repertorio de un trovador rockero.Por eso Sabina tiene alma de torero, pero de los de arte, de los que salen a los medios y con tres naturales levantan al público de los tendidos. Si se hubiera vestido de luces no sería Sabina, sino Joaquín de Ubeda, pero los taurinos perdieron un matador y el público ganó un trovador. En el concierto sólo hizo un natural, al quitarde la chaqueta, suficiente para abrir la puerta grande. Sus versos enlazaban las canciones entre canción y canción con un riesgo: recitar más que cantar. El que avisa no es traidor. Y Sabina, avisó.En la Huerta del Obispo, Sabina no sólo estuvo acompañado en el escenario por sus escuderos de siempre, con Pancho Varona a la cabeza. También se paseó en alma su admirada Chavela Vargas, con las que tantas veces ha tequileado Sabina. El de Úbeda dice que ambos tienen tres cosas en común. Sostiene que son unos borrachos, que les gusta las mujeres –“a ella más, eso sí, recalcó Joaquinito– y que están acabados. Pero no. Ni la pendeja Chavela lo está a sus 91 años ni Sabina a los 61. Será porque, les guste o no, a ambos les queda cuerda para rato en esta vida o en la que sea.
viernes, 20 de agosto de 2010
Turista accidental
Los turistas accidentales siempre viajan con un billete de ida y vuelta. Nunca viajan sin seguro, no vaya a ser que un día tengan que pasar la noche a la intemperie. La aventura para ellos es subirse a un autobús con guía, ver en diez minutos el Partenón, en otros cinco la acrópolis y una tarde libre de compras por Atenas. De ahí a todo correr a las aguas turquesas de Mykonos para darse un baño y a zampar, si es buffet libre, mejor. En vacaciones, para este tipo de turista, tiempo y lugares de visita mantienen la misma encarnizada lucha que los titanes de la mitología griega. Hay que mirar mucho, pero no pararse a pensar en lo que se ve. Es como sellar un pasaporte de parque temático para presumir luego ante los amigos del barrio. El turista accidental es de los que lleva la maleta tan cargada que es incapaz de trasportar su propio equipaje. Busca a la desesperada un bar de tapas español en Atenas, Brujas o Roma para lanzarse contra las gambas al ajillo o las patatas bravas al tiempo que predica a los cuatro vientos que “como en España, nada”. Siempre está comparando lo desconocido con su tierra. Mientras tanto el viajero, el de verdad, disfruta del camino como una parábola de la vida. Ya sea en ruta hacia Santiago, en un tren por Tanzania o un sendero en la India, el viajero no carga más peso del que puede transportar en su espalda ni se fija una hoja de ruta con estrictos horarios de salida ni de entrada. Viaja con todos sus sentidos y no necesita a un guía que con micrófono en mano te da un cuarto de hora para hacer un pipí. Nunca exige cuando entra en un albergue y pregunta qué puede comer, sino que agradece la hospitalidad. Como mucho, un turista accidental podría interesarse por el precio de venta de una isla de las Cícladas, que con eso de la crisis de la deuda griega podría resultar un chollazo. Pero un viajero daría lo que fuera por pasear por ese islote como en su día lo hizo Darwin la primera vez que vio las especies de las islas Galápagos en su viaje a bordo del Beagle. La dualidad está en nuestras vidas y se manifiesta también a la hora de viajar y, por supuesto, en la política. Ahora Trinidad Jiménez se ha embarcado en las primarias del PSM-PSOE, en un viaje con billete de vuelta garantizado, con huelga o no de controladores aéreos. En esto de viajar siempre ha habido clases, pero el riesgo que tiene cualquier turista accidental que se precie es encontrarse a cualquier conocido en uno de sus periplos y que le suelte sonriente: “¿Cuándo viniste? ¿Y cuándo te marchas?”
viernes, 23 de julio de 2010
Felicidad
Lo bueno no dura mucho. Es tan efímero como una pompa de jabón. La vida es un poco eso, es un proceso que tratamos de llenar con caprichosas formas jabonosas tan emocionantes como efímeras. Ahora acaba de estallar delante de mis narices una pompa, el del ránking de la alegría. Mira por donde, cuando acabamos de ganar el Mundial y la euforia pasea desatada por las calles llega un sesudo estudio y pone patas arribas el país donde mejor se vive, donde mejor se come y donde mejor... Según una encuesta España resulta que es uno de los países más infelices de Europa. Ignoro cómo se mide la felicidad y si el vecino de al lado tiene audímetros del bienestar junto a la TDT de plasma o entre el barreño de la ropa para planchar. Los libros, películas y el colega de toda la vida al que le lloras las penas insisten siempre en que la felicidad no se puede comprar. Pero es difícil aceptar la tozuda realidad de estudios capaces de romper el mito de la siesta, las tapas y todo esa parafernalia del Todo a Cien rojigualdo. La felicidad sólo se puede experimentar en pequeños momentos, en eso coinciden los teóricos del sentirse bien, cualquier hijo de vecino que tenga dos dedos de frente y, por supuesto el genial iconoclasta Groucho Marx con su “pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...”. Alcanzar el éxtasis de la felicidad plena es tan difícil como los esfuerzos que hacían aquellos fumadores empedernidos capitaneados por Harvey Keitel por saber cuánto pesa el humo de un cigarrillo. Era en Smoke, la novela de Paul Auster llevada a la gran pantalla. Para ellos los cigarrillos son como esas pompas de jabón. Ahora para colmo, también quieren acabar con los pequeños momento de felicidad que propociona un bollo o una chuche. Si prospera el informe de la ministra Trini los remordimientos nos corroerán por despreciar la dieta saludable al elevar el colesterol y el ácido úrico por engullir un kit-kat o mojar un cruasán en el café. Ya ven, así están las cosas. Pero si no fuera por esos pequeños momentos de felicidad que nos enseña la vida al toparnos de bruces con el veraneo seguiríamos pensando en blanco y negro. Un pequeño trago de vida, de esos que sirven para venirse arriba, tuvo lugar en la azotea del Círculo de Bellas Artes hace unos días. Allí se hizo realidad ese dicho de Madrid al Cielo, con el homenaje que varios músicos españoles hicieron a The Beatles recreando al concierto de 1969 en la azotea de los históricos estudios Apple. Let it be siempre proporciona felicidad, en la azotea o en el metro.
viernes, 16 de julio de 2010
'Enteraos'
Los bares son los lugares más gratos para conversar. No porque lo diga o, mejor dicho, lo cante el incombustible Jaime Urrutia, sino porque es así. Es una certeza más de la vida, de esas en las que la fe y la razón no chocan. Bares en España no faltan y en la misma proporción que hay barras en tabernas, tascas, snacks o cafeterías están los enteraos. No hay bareto sin su enterao. Algunos son más pesados, otros más gorrones y a otros les patina la lengua más de lo debido. Pero existir, los enteraos existen. Es un especie que se desenvuelve como pez en el agua en los bares, entre cáscaras de gambas, huesos de aceituna y una caña o botellín lo más cerca posible. Apostado sobre la barra o sentado en cualquier mesa el enterao es un pozo sin fondo de sabiduría. Es capaz de clavar la vuelta en la que Fernando Alonso hará su entrada en boxes en un Gran Premio, revelar que el doble pivote que usa el Atleti impide el juego por las bandas o proporcionar todo lujo de detalles sobre la milagrosa cámara hiperbárica que ha propiciado el regreso de Rossi a las motos de GP pese a que se destrozó la tibia y el peroné hace poco más de un mes. Por sus explicaciones, siempre seguidas por un nutrido grupo de fieles, y algún que otro despistado, deduzco que el deporte es el mejor de los efectos placebo para sustituir la pulsión guerrera por el jefe maniático o la suegra metomentodo. La biblia la tiene en el Marca, pero cuando menos te lo esperas el enterao es capaz de explicar el reglamento internacional de abordajes, las técnicas más efectivas para sellar el derrame de petróleo en el Golfo de México o los últimos avances en biotecnología o ciencia límite. Ahí es donde desconcierta. El enterao es un hombre renacentista, pero de voz cazallera y lamparones en la camisa, capaz de dialogar largas horas con Dios aunque sea tan ateo como lo era el mismísimo Saramago. Esta semana no tuve la oportunidad de coincidir con uno de estos enteraos a los que acostumbro a ver de vez en cuando y que me limito a observar, pero ya me muerdo las uñas por su veredicto sobre el debate del Estado de la Nación. Si es Rajoy o Zapatero el ganador. Por puntos, por K.O. o por descarte. Estos enteraos son más lúcidos y si me apuran, tienen ya más credibilidad que los líderes políticos del país que se dijeron más de lo mismo en el Congreso de los Diputados. Para escuchar opiniones de vencedores y vencidos, prefiero un bar, con su cerveza, su tapa y su enterao. Lo prefiero antes que quemar el mando de la tele para cambiar de canal y tener que huir de tanto tertuliano que hace del matonismo dialéctico su argumento.
viernes, 9 de julio de 2010
¿Falta mucho?
Es inevitable. Que el Ayuntamiento de Barcelona se quiera sacar de la manga una tasa para cobrar a los turistas me recuerda de manera inevitable la pretensión de la compañia Ryanair de hacer pagar a los viajeros por orinar en vuelo. En resumidas palabras y para entendernos, dan donde más duele: un euraco al día por patear las aceras desde la Sagrada Familia al Parque Güell y otro por miccionar a miles de pies de altura. Dos euros por la cara, y siempre y cuando uno se porte bien bien, porque como incumplas una ordenanza cívica y se te ocurra pasear sin camiseta igual hasta acabas en la cárcel Modelo. La cosa es que al alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, parece haberle gustado la idea de cobrar a los turistas. Ingresar 20.000 euros anuales a costa de los turistas es una excusa perfecta.Tal vez, después de una ingeniosa tormenta de ideas con los gurús de la sostenibilidad ciudadana haya llegado a la misma conclusión que los responsables de Ryanair: a pagar. Por hacer un pis o por pasear por las Ramblas. Pero a pagar. Lo malo es que ambas pretensiones, si se miran con profundidad de miras y con una mínima perspicacia anuncian en el fondo una revolución sin precedentes en el mundo del turismo y en la manera de viajar. De hecho, Ryanair ya no sólo insiste en la idea de que si llega el apretón en la vejiga y no se puede aguantar haya que rascarse el bolsillo para usar el aseo del avión. Ahora vuelve a la carga con esa revolucionaria idea y con la posibilidad de que se pueda viajar de pie en un asiento vertical por sólo cinco libras. El low cost se encarga de poner al turista en su sitio para que no se pase ni un gramo en el peso del equipaje, desde que coge el petate y se largue al destino de sus sueños. No hay duda. Corren tiempos de apreturas para los turistas del low cost. Mientras que desde la Comisión Europea cada vez están más preocupados por mejorar las condiciones del transporte de ganado la sufrida clase turista se apila más y más. Ahora que cualquier animal que sirva para trocear y servir de alimento humano viaja hasta con GPS y dispone de las mejores condiciones y trato para evitar el sufrimiento psíquico a la clase turista lo que le queda es el barullo y la sobaquera del compañero de viaje. Más barato, más lejos pero más apretado. Así que la próxima vez que coja un avión me pasaré medio vuelo dando la tabarra a la azafata de turno o, si es necesario, al comandante con ese pesada cantinela infantil de: “¿Falta mucho para llegar?”. Al fin y al cabo, ir de turista por la vida se parece cada vez más a un reality show.
viernes, 2 de julio de 2010
Pulseras
El otro día estuve a punto de comprarme una de esas pulseras maravillosas que anuncian por la radio. Dicen que son capaces de proporcionar armonía y energía. Y si no es así, da igual. Este verano es lo que está más in. Si la llevas eres alguien, vas a la moda. Incluso a quien le vaya el rollo espiritual es posible que consiga el mejor de los efectos placebo. La hay ya de todo tipo y diseños. Unas son oficiales, aunque en los chinos se venden como rosquillas. Si sus efectos fueran ciertos en estos tiempos de dudosa moralidad y bajas por depresión vendrían bien. De hecho, la cálida voz del locutor radiofónico de turno estuvo a punto de convencerme cuando dijo que más de cuarenta millones de unidades se han vendido en Estados Unidos. Toma ya. Si no fuera porque estaba en un interminable atasco de entrada a Madrid y que mi estabilidad emocional la sustento como puedo, casi hasta habría picado. Con el móvil a mano, el mercurio a más de 30 grados centígrados y al borde del ataque de nervios, casi encargo la pulsera. En el fondo, si este inocente abalorio, anunciado por los propagandistas como “genuino y verdadero, rechace imitaciones”, es capaz de sustituir cualquier terapia emocional, los antidepresivos tendrían las horas contadas. Pero aquí lo que se lleva es automedicarse. Cuántas más pastillas, tranquilizantes y todo eso, mejor. En esto que llamamos la sociedad civilizada, tiramos de pulsera o pastilla milagrosa a la mínima. Este es el paraíso de la automedicación. Ni siquiera somos capaces de aguantar un par de noches en vela porque la titi con la que creíamos que íbamos a estar el resto de nuestra vida nos ha plantado. Lexatin a la boca, y que la química acabe con el sufrimiento. Es curioso que la venta de antidepresivos en España se haya disparado de 30,8 millones de unidades en 2007 a cerca de 33,6 millones en febrero. Igual que proliferan los libros de autoyuda y los gurús trascendentales, la crisis aprieta y los psicofármacos siempre están a mano. Pero esto es como la dualidad universal del ying y el yang. Los ricos del norte y los pobres del sur. Lo malo es que hay muchos seres humanos que ni tienen tiempo para ellos mismos. Bastante hacen con sobrevivir con dignidad. Un ejemplo. El 99% de las personas que viven en la extrema pobreza es capaz de devolver los microcréditos fundados por el banquero de los pobres y Premio Nobel de la Paz, Mohamed Yunus. Y aquí, la peña se hipoteca por comprar un elixir de la juventud eterna, hacerse una liposucción o, como mínimo, se deja unas decenas de euros en una pulsera mágica porque la luce el vecino o el famoso de turno.
lunes, 28 de junio de 2010
¿Un político para ti?
Un niño llegó el otro día al Palacio de la Zarzuela con un peculiar cabezón bajo el brazo. El cabezón en cuestión parecía un personaje de Los Simpson, con sus peculiares ojos saltones y la estética de los corrosivos personajes de Matt Groening , pero bien coronado y con cierto parecido al monarca. Era una especie de rey de Springfield, el soberano de la ciudad del incorregible Burt Simpson y su disfuncional familia. En realidad, la visita oficial a la Zarzuela no era tal. Se trataba de un muñeco creado por uno de los niños ganadores de Qué es un Rey para ti, concurso que sirve para acercar la figura del monarca a los escolares. La inocencia y espontaneidad de los niños en la recepción fue tan real, como la corona del Rey. Ni el monarca ni los niños que le convierten con su ingenio en maquinista del tren de la democracia o en capitán de La Roja que vence a la Adversidad FC fingen esa química que tanto se echa en falta en nuestro país. Son así. No les hace falta adoptar posturas demagógicas y negacionistas. Expresar lo que piensan es el mejor síntoma de buena salud. Ese niño de 8 años que se presenta en palacio, es capaz de decir ante los atónitos cortesanos, siempre dispuestos a la genuflexión, las verdades al rey. “Le veo como alguien simpático, alegre, divertido y un poco trasto, igual que Bart Simpson”, afirma el chaval. Así, tan directo, tan campante y tan sincero. Y cómo él todos los que charlaron con Don Juan Carlos. Seguro que el monarca, en el reino de los niños, se encontró más feliz que en otros más terrenales. En un país que se declara más juancarlista que monárquico no es fácil. Igual después de la refundación de Izquierda Unida está más cerca el día en que ya no haya que convocar un Qué es un Rey para ti. Sinceramente, espero que no sea así y que haya rey para rato. Entre otras cosas porque no quedaría otro remedio que sacarse de la manga un concurso parecido. ¿Se imaginan si llevara otro título? Digamos... ¿Qué es un político para ti? Ahí si que habría abundancia de excusas bartianas del tipo “yo no sé nada, no es culpa mía, es la primera vez que vengo”. Una manera de decir que la imagen de los políticos de este país quedaría muy mal parada. Simplemente no están acostumbrados a escuchar la verdad, a que les digan que son los responsables del derroche sin límites, de las veleidades sin control y de camuflar la vocación de servicio público en la ambición desmedida por tener coche oficial. Dejémonos de monsergas, la crisis tiene su origen en la avaricia. Y en la política, lo que sobra es codicia.
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