viernes, 25 de diciembre de 2009

Yelmo Siberiano

La ola de frío siberiano me llevó el otro día a refugiarme en un café del viejo Madrid de los Austrias. Mientras pisaba restos de gambas que adornaban el suelo y el camarero discutía con voz cazallera con un cliente sobre los abdominales de Cristiano Ronaldo, trataba de entrar en calor con un café largo bien calentito. Fue entonces cuando entró visiblemente alterado Don Quijote de la Mancha. En realidad, no era el personaje de Cervantes, sino una estatua viviente que lucía el traje del caballero de la triste figura, con su yelmo de mambrino encajado en la cabeza. Estaba visiblemente contrariado y no era, precisamente, por el frío. Se apostó en la barra y pidió un sol y sombra bien cargado, tras lo que comenzó a despotricar contra todo bicho viviente. El olor a cocido que provenía de la cocina impregnaba el bar, como ruido de fondo sonaba Miguel Poveda en el transistor cantando La bien pagá y a unos metros un cliente algo orondo, perilla y un ojo a la virulé, que me recordaba a un ex ministro, echaba monedas en una tragaperras. No me apetecía que un tipo vestido de caballero andante con jubón y todo, me contara su vida. Pero su drama y su desdicha, condición humana al fin y al cabo, me conmovieron hasta el punto que cuando llegó a hablar de venganza, preso de la ira, pensé si no era mejor que cambiara de vestimenta y se disfrazara de Edmundo Dantés, el Conde de Montecristo. Se había ido al paro por orden de la autoridad competente, es decir un municipal con mando en plaza, que le echó casi a patadas de su esquina, muy cercana a la plaza Mayor. Hacía más de tres años que emulaba a Don Quijote y saludaba descubriéndose la cabeza, yelmo en mano, en función de las propinas. Contó que el origen de sus desdichas estaba en la llegada de otra estatua viviente, un Sancho, y que desde entonces el mandamás le ordenaba un día una cosa y al día siguiente la contraria. Ahora que acaba el año, y que hasta la estatua de Colón ha vuelto a su sitio, después de varias décadas en otra ubicación porque a unos políticos se les metió en la cabeza un día que había que cambiarla de sitio, sólo espero que ese Don Quijote vuelva también a su esquina. Si 2009 ha sido un año de pie cambiado confío en que 2010 no sea ya de sálvese quien pueda. De lo contrario, me pensaré lo de emular a Edmundo Dantés, porque al fin y al cabo, todos tenemos algo de Conde de Montecristo o de Quijote

martes, 22 de diciembre de 2009

Cambia el clima, no ellos

Dos semanas reunidos para que al final decida Estados Unidos, con permiso de China, y se ponga sobre la mesa un acuerdo que no es vinculante. La esperadisima Cumbre del Clima, la que iba a hacer olvidar a Kioto, se ha cerrado con eso que llaman “acuerdo de mínimos”. Es una manera eufemística de reconocer que se ha fracasado a la hora de combatir el cambio climático. Un discurso brillante de Obama, algo a lo que nos tiene acostumbrados, regreso bajo la nieve a Washington pero al final un acuerdo decepcionante después de que durante quince días nos advirtieran de los desastres naturales que nos esperan si nadie pone remedio. Y los que pueden mezclar las fórmulas de la pócima milagrosa, a lo suyo. Para eso no hacía falta tanto montaje, tanta reunión ni tanto gasto en Copenhague. ¿Será que no se han dado cuenta de que el cambio es climático y los que no cambian son nuestros dirigentes?

domingo, 20 de diciembre de 2009

Cuestión de jeta


Caras hay de muchos tipos. Las hay rechonchas, de torta de pan, amables, caras de pocos amigos e incluso, de póker. Así podría seguir hasta acabar esta columna, pero no les voy a aburrir. Cada estado de ánimo tiene una expresión en el rostro, con el ceño fruncido, la ceja levantada, los morritos entreabiertos o lo que sea. Tal vez por eso la cara es el espejo del alma. La cosa es que la semana empezó con una cara, terminó con otra y entre medias apareció una que parecía un poema. A Silvio Berlusconi le han partido la cara, en el sentido más estricto de la palabra. Su cutis va camino de convertirse más en el de una estatua que en un rostro humano. Al menos para él, la solución es de trámite, una operación más de cirugía estética, se corrige la nariz, de paso se arreglan unos pómulos y a dirigir un país entre piropos a las mujeres guapas. No hay nada que a estas alturas un poco de botox o las manos expertas de un experto como el doctor Chams, con su milagrosa jeringuilla de vitaminas, no puedan arreglar. La falta de colágeno de un rostro marchito o que te hayan partido la cara porque un tipo te arroja una catedral de Milán en miniatura a la nariz son excusa perfecta para pedir hora en la consulta más chic de París. Por cierto, ¡menuda puntería tuvo el tipo! Seguro que el que le lanzó el zapato a Bush en Iraq le envidia. Y mientras al Cavalieri le parten la cara, aquí, los procelosos mundos nocturnos de la villa y corte llevan al periodista Hermann Tertsch a la cama de un hospital. Su cara sí que era un poema la otra noche. Con una combinación de batín y pijama, propia del mismismo Cary Grant, aprovechaba para ganar audiencia en Telemadrid, presumir de luchador contra lo políticamente correcto y sacar pecho como sparring de las patadas que recibe España. Vamos, que para Tertsch no hay más que o su discurso o el caos. Patético. Pero les confieso una cosa, tanto su discurso como el de los que le azuzan desde el otro lado me aterra. Es un guerracivilismo digital entre el matrix progre guay de unos y la derecha mediática casposa de otros. Vamos, lo de siempre en este país. Así que no me queda más remedio que escudarme en otra cara redecorada, la de Belén Esteban. La historia de la princesa del pueblo que ascendió a reina de la televisión a cuenta de contar miserias personales es lo que mola, tanto como que ella se lo agradece a toda España. ¡Tiene narices!

lunes, 14 de diciembre de 2009

No podemos dejar que Aminatu muera

No me puedo creer que en el siglo XXI se vaya a dejar morir de hambre a Aminatu Haidar. La activista saharahui se ha colado en nuestras vidas solo por el terrible delito de escribir saharahui en el apartado de nacionalidad cuando aterrizó en El Aaiún, tras lo que fue expulsada de Marruecos. Si fuera por mí le daba ahora mismo el Premio Nobel de la Paz. Pero antes quiero que viva y que su ejemplo sirva de reflexión a los responsables de tal irracionalidad. Una mujer que sólo quiere reunirse con sus hijos y su madre en El Aaiún tiene que vivir y no podemos dejar que se muera. Su lucha será más grande en vida que como un mito, pero bajo tierra. Si hay que alimentarla, que lo hagan.

domingo, 13 de diciembre de 2009

'Call Revila'

Andaba tan mosqueado el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, con los hombres del tiempo que el lío montado entre creadores y cibernautas parece un chirimiri de verano. Su rebote con los meteorólogos no es nuevo y hace unos días, con motivo del Puente de la Constitución, volvió a reclamar más rigor en la información meteorológica porque la lluvia y la nieve pronosticadas en Cantabria las borró el viento del sur. Vamos, que los sucesores de Mariano Medina no dieron ni una. Ni lluvia, ni nieve, sino sol y 18 grados. Y todo a cuenta del microclima cántabro, que ha propiciado que no cayera ni una gota de agua por lo que paraguas y gabardinas se guardaron para otra galerna del Cantábrico. Al menos, al bueno de Revilla no le da por presentar una enmienda a la Ley de Economía Sostenible para eliminar los cirros o convocar consultas populares en el Valle del Pas para plantear la independencia cántabra. Recurre a uno de los temas preferidos de conversación de los españoles de a pie, en especial cuando no saben de qué hablar: el tiempo. No sé si hay que sentarse en el diván de un psicoanalista para entender esta rabieta de Revilla con Florenci Rey y compañía. Otra posibilidad es ir a Copenhague a debatir con los expertos del cambio climático o preguntar al primo de Rajoy la singularidad de Cantabria. Igual todo se debe a un mal de amor adolescente durante un chaparrón y desde entonces solo quiere ver el cielo azul y despejado en la infinita Cantabria. Revilla es un tipo popular, un rara avis en la política. Es de esos del apretón de manos y que no se muerden la lengua. Dice lo que piensa y no viaja en asientos de primera. Incluso va a ver al presidente del Gobierno a La Moncloa en taxi y con un tarro de anchoas. Tiene eso que se llama tirón mediático. Así que se me ocurre que ahora que Marisa Sandoval, la call tv de La Sexta que se sacó más conejos de la chistera que Houdini para negar a un concursante un premio millonario, está de bajón, su puesto lo podría ocupar el presidente cántabro. La información del tiempo es de los programas más vistos de la tele y si Revilla se anima a presentar un call tv en San Vicente de la Barquera no llovería ni un puente. Aunque mucho me temo que todos los que llamen pedirán sol para el fin de semana y que las olas de frío siberiano ni se mencionen.

domingo, 6 de diciembre de 2009

2014

La ventaja que tiene disponer de una columna sin régimen de arrendamiento, p­or la que no hay que pagar ni tasa de basuras, ni canon digital, ni rendir cuentas a la SGAE es que te permite ser tan libre como Internet. Y en estos pensamientos me encontraba cuando la profecía del cantautor Luis Eduardo Aute me hizo temblar más que las de Nostradamus o los mayas con su predicción del fin del mundo para 2012. Cinco años de vida, ni uno más ni uno menos, dijo Aute que le quedan a la música y a las canciones antes de su desaparición. Después, la nada absoluta, el vacío o… el estraperlo. Aute desató un estado de ansiedad en mi interior ante la perspectiva de no encontrarme nunca ni un triste acorde de L’amour est blue, de la orquesta de Paul Muriat, en el interior de unos grandes almacenes en rebajas o dentro del ascensor de un hotel. La premonición me turbó tanto que nada más llegar a mi casa, para desesperación del vecino, pinché todos los discos de vinilo hasta que caí dormido bien entrada la madrugada. Ante los malos augurios que se avecinan estoy dispuesto a volver a escuchar toda la música que me ha acompañado en mi vida, incluidos los singles de 45 rpm de Umberto Tozzi que pedí a los Reyes Magos por un amor de adolescencia. Pero lo malo es que no tengo tiempo para regocijarme con tantas canciones ante el temor de levantarme un día en 2014 sin música. La industria musical tiene también esos cinco años para reconvertirse porque lo que se muere es el CD y no la música en directo, pero plantear el cierre de sitios web sin orden judicial, mediante una SS (Sección Segunda), la de la Comisión de Propiedad Intelectual del Ministerio de Cultura, suena siniestro. Al menos, y pecando de blandito, ahora que estamos en tiempos de eslóganes y coletillas machaconas, diría que una SS me parece poco sostenible. Así que mientras alguien no sea capaz de combinar de manera racional los derechos de autor y las descargas en Internet, yo estoy en modo de espera. Pero lo mío es distinto. Creo que además de repasar el top musical de mi vida, me meteré un buen chute de House. Viéndole hacer el arpegio a dos manos de Eddie Van Halen con su guitarra eléctrica o tocando el piano, iré bien servido. Y sin vicodina, claro, que a quien le duele la pierna, y está enganchado al opiacio, es al cínico doctor Gregory House.

sábado, 28 de noviembre de 2009

¡Pim,pam,pum!

Entre tanto cenagal mediático y esa marea de intereses que marcan la actualidad, con Estatut de Cataluña o sin él, la mafia se ha colado de lleno en la vida municipal, abriéndose paso entre la corrupción y la España negra. Ha entrado de rondón, sin llamar a la puerta, sin invitación y ni siquiera un S.R.C. (Se Ruega Confirmación). La mafia, esa palabra que no se puede decir en voz alta en Sicilia porque corres el riesgo de que te despiertes con una cabeza de caballo como compañera de cama, es la que decide ahora las recalificaciones de suelo. Al menos en Polop, todo parece indicar que esa fue la razón por la que el anterior alcalde fue cosido a tiros por unos sicarios sin alma. Todo se gestó, según la investigación, en un bar de lumis -todas de importación, supongo-, donde políticos y pistoleros, además de intercambios carnales con las chicas decidían el futuro en la Alcaldía de Polop. ¡Pim. Pam, pum!... y alcalde al hoyo. De paso unas copitas entre el terciopelo del puticlub, unos magreos, unos polvos y pasta, siempre la pasta. El sucesor del alcalde ajusticiado ya está entre barrotes por su presunta implicación en la trama criminal. Lo triste es que fue un asesinato absurdo porque esa recalificación no se pudo llevar a cabo por la crisis. Claro que si se trata de gatillo fácil lo de Fago no le va a la zaga a Polop. Aunque lo de este pueblo está más cercano a Puerto Hurraco que a los métodos de la Camorra. Un salvador universal contra el mundo, escopeta en mano le descerrajó varios tiros al alcalde de Fago, Miguel Grima. El juicio contra el presunto asesino, Santiago Mainar, ya ha quedado visto para sentencia y como era de esperar el hombre negó su autoría y se erigió en un héroe contra las injusticias de un alcalde tocapelotas. “Prefiero ser acusado de matar a un tirano que ampararlo”, dijo ante el juez. Como si las cosas no se pudieran arreglar en las urnas cada cuatro años… Lo malo para Mainar es que es la Audiencia Provincial de Huesca la que tiene que dictar sentencia y no el jurado televisivo de Tú si que vales. Lo que apesta, mafias e iluminados incluidos, es que la corrupción municipal ya tiene un asiento reservado en horario de máxima audiencia. Ahora es Julián Muñoz, otro día será Roca, mañana el alcalde de El Ejido y pasado el de Andratx. Todos dirán que son inocentes, no devolverán ni un solo euro y se lo llevarán muerto por las exclusivas. ¿Apuestan conmigo?

domingo, 22 de noviembre de 2009

Chismorreo en I+D+i

Han pasado siglos y siglos, pero como si nada. Nos creemos el ombligo del universo y así nos va. De bronca en bronca y tiro porque me toca. Todo vale para armarla y cargarse de razones que justifican todo. El director Alejandro Amenábar ha reflejado muy bien la patética soberbia humana en la película Ágora. Mientras los hombres se despedazan en Alejandría el zoom de la cámara traspasa las capas de la estratosfera y recorre miles de kilómetros. ¡Qué ínfimo es el planeta Tierra dentro del Universo! Esta reflexión viene a cuento de la monumental bronca que tuvieron en el Congreso de los Diputados el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el diputado del PP Carlos Floriano. Aunque aquí la repercusión mediática de la agarrada ha sido enorme, para los astronautas de la Estación Espacial Internacional no habrá llegado a tener la categoría ni de chismorreo. Al fin y al cabo, ellos son una especie de Gran Hermano desde su posición de vigías en los confines del universo y tendrán que esclarecer prioridades entre tanta escaramuza terrícola. Vamos, que les sonará a chiste que el ministro le dijera al diputado eso de “veo todo lo que haces y dices”. ¿De verdad hay alguien en este país que se lleve las manos a la cabeza porque exista un sistema de escuchas del que no se escapan ni las conversaciones de enamorados adolescentes? El llamado Sitel existe porque en esta sociedad estamos dispuestos a sacrificar libertad a cambio de seguridad, ni más ni menos. Aquí se han grabado las conversaciones telefónicas de todo quisqui, pero no sólo ahora, sino desde hace tiempo. Hace años comenzaron a circular por las redacciones de los medios de comunicación cintas grabadas con conversaciones telefónicas del famosete de turno, empresarios infieles o príncipes enamorados. Y se pagaban grandes sumas de dinero por estas cintas, muchas de las cuales se guardaron en cajones a cambio de favores. Si eso sucedía, me puedo imaginar lo que la tecnología de hoy en día permite. El Sitel es la versión digital de la telefonista de toda la vida, la aplicación del I+D+i al chismorreo. A esas telefonistas de pueblo no se les escapaba el embarazo inoportuno de la hija del terrateniente o el amor a escondidas de la viuda del médico… todo pasaba por las clavijas y, si querían, por los auriculares. El Sitel es como esto. Lo malo es que te pillen. Pero escuchar, se escucha. Y espiar, se espía

viernes, 13 de noviembre de 2009

Ideales


Después de años creyendo que se puede interpretar el mundo a través de un reportaje y huir de los mares cenagosos he decidido resignarme. La reciente guerra por los derechos televisivos del fútbol y la televisión de pago han puesto patas arriba los cimientos de los grandes medios de comunicación. Será porque el mando a distancia sólo marca la cuenta de resultados. Los empresarios de comunicación, lleven tirantes, chaqueta de pana o gafas de intelectual no entienden de ideales, pero sí de negocio. Prefieren el neorrealismo televisivo del que presume Jorge Javier Vázquez con toda su mala baba para justificar la dosis diaria de telebasura a los documentales de La 2. El negocio de la tele, al fin y al cabo, ha archivado los estatutos de redacción, libros de estilo y todas esas herramientas de buenas maneras de las que viven los teóricos de la profesión. En su lugar, de lo que se trata es de rentabilizar la inmediatez. Ahora, el negocio es llevar los partidos de futbol hasta tu teléfono móvil hasta el punto de que el enredo de la televisión de pago ha sido capaz de crear alianzas imposibles o editoriales inimaginables por encima de ideales. “La fábrica funciona mejor que nunca”, acaba de decir Jaume Roures, el jefazo de Mediapro, la empresa que tiene los derechos del fútbol y que espera facturar 200 millones de euros más que el año pasado. Ya no enamora Jean Seberg repartiendo periódicos en los Campos Elíseos; sino el pay per view. Ahora que celebramos el vigésimo aniversario del fin del muro de Berlín, ese obstáculo hecho de hormigón, alambres, puños y sufrimiento, recuerdo las imágenes que vi por televisión aquel noviembre de hace veinte años. Ahí no había negocio, sino ilusión por acabar con un muro vergonzoso en el que muchas personas dejaron su vida mientras otras miles soñaban a diario con otra existencia más allá de aquellos ladrillos. Pero ahora es como si eso no fuera más que un recuerdo vago. El neorrealismo televisivo que proclama el presentador de Sálvame, tan hipócrita como den de sí las vísceras de sus invitados, es lo que se lleva. Así que no me queda más remedio que revisitar la nouvelle vague. En sus películas encuentro más lugares comunes con ese maldito muro que en ese neorrealismo rosa de postín. Veo Al final de la escapada, de Godard, y siento tanta emoción como los alemanes que derribaron el muro para chocar con la libertad.

domingo, 8 de noviembre de 2009

'Metisaca'

Nos hemos plantado en noviembre sin que octubre fuera octubre. Es como si el escenario de cartón-piedra de una producción cinematográfica se hubiera apoderado del otoño y la película de esta estación fuera otra. Al menos, ya se empiezan a ver las bufandas y los abrigos, signos inequívocos de que el frío ha llegado. En las cocinas, el agua de los pucheros hierve para que entremos en calor, aunque a menos que el invierno azote con toda su crudeza, habrá que dejar el cocido y seguir con el gazpacho. Noviembre ha sido un mes de sol, manga corta y de heladería, pero también un mes de despiste, de acoso y derribo. Aunque los expertos reiteran que los cambios en el clima hay que analizarlos en grandes periodos lo que es un hecho es que algo es distinto. ¿Adónde se fue el otoño? Algunos piensan que una de las ventajas del cambio climático es que se puede estar tomando el aperitivo en una terraza en pleno invierno o que puedes recibir a los camellos de los Reyes Magos mientras te das un baño en Benidorm. Pero a uno estas cosas no le convencen, tal vez porque soy reacio a los cambios, incluido el climático. Seguro que si el clima fuera un banco, los más poderosos ya habrían ido en su ayuda para inyectarle dólares. Pero no es así. Muchas palabras y pocos hechos. Las cosas tienen que suceder en sus coordenadas de espacio y tiempo, tanto como las setas son al otoño y el melón al verano. Fuera de eso me descoloca mucho que pase el otoño y lo reciba en bermudas. Pero ahora la confusión es lo habitual. Se ve normal estar con jersey en casa en verano, con el aire acondicionado a tope, mientras que la calefacción en invierno nos obliga a recibir a las visitas en gayumbos. El cacao mental que tenemos es tal que hasta el PP, a cuenta de las luchas entre Aguirre y Gallardón, montó su Belén en octubre. Supongo que será por eso que dijo Ricardo Costa, Ric para los amigos, de que en el PP nunca se acaba la fiesta. Así que no nos extrañemos si en enero los populares sacan a la gaviota en procesión. Todas estas cosas me pillan con el pie cambiado, así que creo que no me quedará más solución que hacer como los toreros. Le hice un metisaca en toda regla a octubre, para salir airoso ante el respetable, y a esperar a que noviembre se comporte tal y como se espera.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El botón

Menudo disgusto que acaba de dar el bueno de Antonio Alcántara a los políticos españoles. El pasado jueves, en el capítulo de Cuéntame cómo pasó, ese alter ego de la clase media española en la Transición, que interpreta Imanol Arias, destapó las vergüenzas de la clase política patria. La actual generación de políticos, salvo excepciones, parece que sólo se debate entre el coche oficial, la tentación de meter la mano en la caja y las lealtades ciegas para ganarse el puesto. Tal vez, la sombra de la corrupción que se extiende en ayuntamientos, diputaciones y partidos no es más que un síntoma de la condición humana, de la que no escapa ni el protagonista de Cuéntame. Antonio Alcántara recibió una soberana cura de humildad cuando recién nombrado abre un periódico y lee: “La crisis del olivar en manos de un ordenanza”. En la serie, su aportación económica a la UCD le ha salido rentable. Aunque no es diputado la recompensa es la dirección general de Agricultura, ministerio por el que ya pasó en sus años mozos como ordenanza. Pero el pasado siempre vuelve y le pone en su sitio porque lo de Alcántara son las tintas y el papel de su imprenta y no las aceitunas. Igual que sucede ahora, Alcántara pudo comprobar cómo los enemigos internos son más peligrosos que los adversarios políticos. Ignoro si Alcántara será presa del desencanto y tirará la toalla o si la cara amarga de la política le habrá hecho más fuerte para sobrevivir en la jungla. Quienes ya se han distanciado de la política son cuatro ex ministros de Zapatero que se han bajado del escaño en el Congreso de los Diputados. El último ha sido el ex ministro de Sanidad, Bernat Soria, que ha seguido el camino de Jordi Sevilla, Pedro Solbes y César Antonio Molina. Imagino que debe ser duro pasar de la frenética actividad de una cartera ministerial a la vida contemplativa de diputado raso. Ser la voz de su amo y apretar el botón es una actividad decorada con trabajo en comisiones, buen sueldo y mejores cuchipandas. Al menos, como acaba de reconocer el ex ministro de Cultura, César Antonio Molina, tras dejar el escaño y reincorporarse a su cátedra universitaria y sus libros, “apretar el botón no es el último fin de mi vida, un botón que además no siempre funciona”. Lo malo es que para muchos, la política es el medio para su fin.

domingo, 25 de octubre de 2009

(Des) Legítimo

El lenguaje es perverso. Casi tanto como quiere el que hace uso de él. Bien por ignorancia, bien porque se acepta por el uso continuado de algunas expresiones, hay palabras que significan todo lo contrario, pero que se cuelan en nuestra vida diaria. Un buen ejemplo lo desenmascaró el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, durante la inauguración de una jornada sobre terrorismo en la Universidad de Alcalá. El seminario llevaba por título La deslegitimación del terrorismo, título que por sí mismo se mete en la boca del lobo de los intransigentes y los violentos. Es una trampa dialéctica más en la que la democracia ha caído en su lucha contra el terrorismo y que, con buen criterio, Rubalcaba aclaró. Simplemente no se puede deslegitimar algo que carece de legitimidad y de legalidad. Así de fácil. Fue Mark Twain el que escribió aquello de “es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido, que abrirla y disipar toda duda”, y en este caso el ministro no se quedó callado. Aclaró las sombras en una cuestión en la que no se puede andar con verdades a medias ni tibiezas dialécticas. Lo malo es que en estos tiempos tecnológicos, donde la confusión se beneficia de la inmediatez, al lenguaje le caen piedras por doquier de todas partes. Del sms, pasando por el facebook o la discusión de taberna tras la última jornada de liga, entiendo que los académicos de la lengua lo tengan más difícil que nunca. Y yo mismo entono el mea culpa. Pero sin necesidad de convertirnos en esos pesados ilustrados que corrigen desde la suficiencia las patadas al lenguaje, es cierto que la responsabilidad es de todos. Tengo un colega que hace palitos en su cuaderno de apuntes durante las ruedas de prensa sobre las veces que el político de turno repetirá expresiones como poner en valor o políticas transversales. Algunas veces hemos llegado a apostarnos el café con tostada sobre estos mantras que una y otra vez repiten los políticos hasta hacerlos tan coloquiales como "¿Qué pasa tío?". Reconozco que le tuve que pagar unos cuantos desayunos, pero cuando se trata de la cursilada de Buenos días a todos y a todas, aunque mi colega es más progresista que yo, al que le toca pagar el café siempre es a él, y eso que ni siquiera apostamos.
–El día que los progresistas digan "buenos días", invitas tú –me dice. Y lo haré.

sábado, 17 de octubre de 2009

Y si...

No llego al extremo de un amigo que fue a la consulta de un médico y le dijo que iba a padecer un infarto. Es un hipocondríaco sin remedio. Siempre me río cuando me lo cuenta, sin embargo, hay días en los que me planteo que si antes de que mi maravilloso mundo se desmorone debo ir al psiquiatra para que me atiborre de trankimazim.
–Doctor, se me va a ir la pinza, ¡haga algo! –le rogaría desesperado fuera de mí.
Hoy mismo, recién despertado revolotearon por mi mente pensamientos convulsos y que me hacen dudar de lo que me rodea. ¿Y si cuándo me despierto las cosas dejan de ser lo que son? Uno no tiene derecho a quejarse de su vida, al fin y al cabo España ocupa el puesto 15 en el ranking de calidad de vida elaborado por la ONU. Vamos, que vivimos como Dios, aunque nos seguimos quejando. Cuanto más se tiene más se quiere. ¿Pero qué pasaría si de repente todo fuera de otra manera? ¿Y si los que te rodean no son lo que dicen ser? Debe ser terrible descubrir, de pronto, que tu mujer te la pega con tu mejor amigo, que tus padres colaboraron con las autoridades franquistas para facilitar el traslado de nazis a Sudamérica o que tu colega del curre es un gürtelito que ha participado en fiestorras con putas en un chalé. Por supuesto, nada de esto me sucede, pero cada vez que cojo un periódico me pregunto hasta dónde llega la realidad y si lo que sucede tiene algo que ver con mi vida. Muchas veces, ante el estupor de la realidad, leo dos veces la misma noticia en un periódico para abrir definitivamente los ojos ante lo que está negro sobre blanco. El espectáculo montado en torno al PP, donde algunos dicen que nunca se termina la fiesta, es un buen ejemplo. Costa, Camps y Rajoy, aderezados por las conversaciones telefónicas de Correa y El Bigotes en plan lumpen, son los dignos protagonistas del mejor telefilme basado en hechos reales que uno pueda imaginar. Y enfrente el PSOE tratando de sacar rentabilidad política con la coletilla incluida de “a toda costa”. ¡Qué ingeniosos! Lo malo de todo, es que este lamentable serial atrae el foco y los flashes y demuestra que las cosas no son lo que parecen, que bajo la gomina huele a podrido. Así que tras mi próxima noche de pijama y orinal solo espero que mañana no me despierte planteándome: ¿Y si…?

jueves, 8 de octubre de 2009

Embarcado


Hasta el bochornoso episodio del Odyssey con el pecio del galeón Nuestra Señora de las Mercedes, ejemplo de la impunidad con la que trabajan en los fondos marinos los cazatesoros, la administración española seguía sin enterarse de lo importante que es mantener y proteger el patrimonio sumergido. Al menos ya se ha hado un paso. Pero todavía no se ha acabado el desconocimiento hacia el mar y los hombres que han hecho de los océanos su medio de vida. –La mar es dura, pero aquí van las alubias de mi familia –me decía un pescador que se embarcaba cada año en la costera del bonito y que al menos un par de veces vivió el infierno del Gran Sol. El secuestro del atunero Alakrana en aguas del Océano Índico, a cargo de piratas somalíes, como ya sucediera con el Playa de Bakio, ha puesto de actualidad una actividad que pasa desapercibida a diario. Salvo que unos piratas armados hasta los dientes y tecnología de última generación tomen por la fuerza un barco de bandera española, aquí se desconoce la vida de los marineros. Por si las olas de nueve metros y la fuerza del viento no fueran suficiente, los marinos tienen otros enemigos a los que enfrentarse mientras aquí pensamos que la vida en el mar es como un placentero crucero por el mediterráneo con el capitán Stubing cenando en tu mesa. Una vez conocí a un tipo como Coy, el protagonista de La carta esférica, de Arturo Pérez Reverte. Era un marinero sin barco, en este caso por decisión propia y no por haber tocado fondo con un mercante, como le ocurrió a Coy. Compartimos una tarde de cervezas, algo de mojama y pescaíto de la bahía. Me contó que había empezado a salir a la mar en pesqueros, luego estudió náutica y estuvo casi dos décadas de un lado para otro a bordo de mercantes. La ironía no escondía su cansancio y confesó que se sentía mayor para seguir soportando los pantocazos del barco, el sueño por los continuos cambios de guardia y las estrecheces de la vida a bordo. La mar le había hecho tan duro como solitario. Lo único que le importaba del periódico era la información meteorológica, trató de convencerme de que en realidad lo que se movía era la Tierra y no un barco pero si había una cosa que le molestaba era que en vez de marino le llamaran embarcado. –¡Como si uno no existiera, coño! –gruñó.

domingo, 4 de octubre de 2009

Comediscos

Todos tenemos una banda sonora en nuestra vida. Puede que no nos demos cuenta y que ni siquiera tengamos grabadas en un CD o un mp3 las canciones que un día nos hicieron soñar, ser felices y hasta superar el trauma de una ruptura con la novia del cole. Pero basta escuchar alguna de esas canciones un día, por sorpresa, para que ese curioso archivo sensorial de la memoria que tenemos en el cerebro se ponga en marcha y nos actualice los recuerdos. La música tiene esa magia. Ahora que el rock español está de cumpleaños, medio siglo, es un buen momento para mirar atrás y desempolvar esos vinilos y las cassetes grabadas de la radio. Al menos, cada canción que escucho tiene el poder de trasladarme en el espacio y el tiempo. En la mítica Rock-Ola, mientras tocaba Aviador Dro me declaré a una chica; en la Escuela de Caminos flipé con Alaska y los Pegamoides; en Vigo, en una noche de juerga, pincharon un tema de Prefab Sprout en la discoteca que me recordó a un amor perdido; en una solitaria playa de la costa lucense, The Smiths sonaron en una romántica puesta de sol; en La Romana (Alicante) la pachanga de una orquesta reventó los pies de mi pareja y los míos de tanto bailar; en la sala Clamores percibí la emotividad que un tipo como Antonio Vega transmitía y que a través de un himno generacional como Chica de Ayer hacía cómplice a todo el público… Así podría seguir, de un lugar a otro, uniendo canción y recuerdo, amores y desengaños, resaca y sobriedad, aprobados y suspensos, felicidad y tristeza. No sé que hubiera sido de mi vida sin música, como le sucede a John Cusack en el papel que interpreta en Alta Fidelidad. Igual que él, también tengo mi top ten, pero esta lista me la reservo. Ahora que según el periodista y crítico musical Diego Manrique se cumplen 50 años del rock español, tomando como referencia la edición del primer disco del Dúo Dinámico en el sello Odeón, es un buen momento para reconocer a los músicos su heroicidad y desfachatez para salir adelante en estas décadas, dando testimonio de modernidad, esplendor creativo y, simplemente, por haberme hecho la vida más fácil. Lo que me ha costado expresar en 27 líneas Mark Knopfler lo resume en una frase: “La gente utiliza mi música para vivir mejor. Pues eso

Nota de redacción


Iba a escribir sobre el fiasco de Madrid como candidata para organizar los Juegos Olímpicos de 2016 pero he cambiado de idea. Entre la farsa mediática montada en Copenhague, los absurdos mecanismos de esos celebérrimos y altivos miembros del COI, la propaganda sentimental de la Corazonada, la megalomanía de Gallardón, el negociete que supone vivir de la organización de unos JJOO durante unos años, el arribismo patrio a todo trapo en el mejor hotel de la capital danesa y, sobre todo, la falta de verdadero espíritu olímpico, se me han quitado las ganas. Así que paso olímpicamente.
PD. Por cierto. Francis Ford Coppola fracasó estrepitosamente en taquilla con una película llamada Corazonada

domingo, 27 de septiembre de 2009

Blomkvist

No suelo coger taxis habitualmente, pero hace unos días lo tuve que hacer. Me esperaban para una cena unos amigos y mi mujer. Como casi siempre, llegaba tarde. Me acerqué al vehículo en la parada, pregunté al taxista si estaba libre y aunque no me contestó me subí al taxi. La verdad es que el taxista ni se inmutó con mi presencia. Ni siquiera se volvió para preguntarme adónde íbamos. Tuve que golpear la mampara de seguridad para llamar su atención y recordarle que tenía un cliente, lo que al fin y al cabo es sinónimo de bajada de bandera y taxímetro en marcha. Fue entonces cuando me di cuenta que lo que le tenía absorto era la lectura de un libro, aunque en el primer momento pensé que le parecía más interesante que una carrera el Marca y esos absurdos reportajes que cuantifican los kilopondios por centímetro cuadrado que despide la bota de Cristiano Ronaldo cuando lanza un libre directo. Error mío. En cuanto oyó el ruido de la mampara me pidió disculpas y empezamos la marcha hacia la casa de mis amigos en la calle Ibiza, cuya dirección al fin le pude indicar. Al volverse aprecié que el libro era Los hombres que no amaban a las mujeres, primera entrega de ese fenómeno literario escrito por el sueco Stieg Larsson.
–No leía mucho, ¿sabe? La prensa deportiva y esas cosas, pero esto me tiene enganchado. Desde que lo empecé… ¡hay que ver todo lo que pasa al Blomkvist éste!
Durante el trayecto por Madrid, sorteando zanjas, poniendo a prueba la paciencia en un atasco nocturno y bajo las pancartas de la Corazonada olímpica de 2016, comentamos las aventuras de Blomkvist y de Salander. Además, me explicó que algún cliente se había olvidado el libro en el asiento trasero. Nadie lo había reclamado.
–Como ya no iba a encontrar al dueño comencé a hojearlo… y ya ve –me confesó.
Más tarde, durante la tertulia de la cena, salió como tema de conversación Millenium y lo envidiosos que eran algunos escritores que van de profundos por la vida. Mi amigo nos hizo cómplices del disgusto que le había causado olvidarse hace unos días el libro de Larsson recién comprado. Esbocé una sonrisa, rellené la copa de vino y en ese instante decidí que la próxima vez que tome un taxi también se me olvidará un libro.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Barbas

Las sonrisas y las barbas tienen muchas cosas en común. La mayoría de las veces se complementan, aunque otras veces es como vestirse con una americana de Armani y unos leggings de Ágatha Ruiz de la Prada. Pero sonrisas las hay de todos los tipos. Malvadas, cáusticas, mordaces, inocentes o, simplemente, profidén. Y con las barbas pasa algo parecido, con una excepción: siempre han tenido una connotación negativa. Lo que hasta hace poco era un símbolo de rebeldía revolucionaria en las montañas de la Sierra Maestra, de piratas sanguinarios, comunistas atrapados en el mayo del 68, de titiriteros del cine español o perroflautas, hoy en día está al alza. Hasta Don Juan Carlos I o el Príncipe de Asturias la lucen. Dicen los expertos que la crisis tiene que ver con esta moda de dejarse barba. Igual que desciende el número de separaciones y divorcios en los últimos meses, la perilla bien poblada de pelo es la señal que nuestro cuerpo emite para mostrar la angustia vital ante la crisis económica. Siempre hay teóricos para todo, así que a ver cómo explican que Ulises también tuviera barba mucho antes de que el ladrillo hiciera boom y la quiebra de Lehman Brothers pusiera al mundo al borde del infarto. El legendario Ulises, al que siempre imagino con barba en su larga odisea, se ató al mástil de un barco mientras navegaba por las mediterráneas islas Eólicas para protegerse de los embaucadores cantos de sirena, sinónimo inevitable de perdición que hoy encarnan esos llamados activos tóxicos de Lehman Brothers y los especuladores inmobiliarios. Seguro que Ulises no sonreía ante la tentación. No obstante, también hay gente que no borra la sonrisa de su rostro cuando en realidad te la está metiendo doblada. No sé si Evo Morales, presidente de Bolivia, es de esos, pero me da que es de sonrisa fácil. Tras una cena de postín en el Palacio Real al dirigente boliviano no se le ocurrió otra cosa que mostrar su sorpresa por haber sido agasajado por los Reyes de España en el Palacio Real, “el centro en donde se tomaban las decisiones políticas para la invasión”. Supongo que ver a un rey humano estimuló su imaginación revolucionaria hasta oír los cantos de sirena, pero intuyo que en el rostro con barba del monarca, como Ulises en las Eólicas, no se dibujó la mínima sonrisa.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Farsa

Hay cosas que no cambian. En esta decadente sociedad del bienestar, ya con más vicios que virtudes, si hay un gesto que se repite entre el personal es el de torcer la cara. Es como cuando te cruzas con un conocido en tu pueblo y disimulas que no le ves. Pues algo así sucede en nuestra sociedad, especializada en mirar hacia otro lado. Creemos que la leche viene de los tetrabric y no de vacas que no hace muchos años eran el único modo de vida de familias enteras. Ni siquiera nos paramos a pensar que detrás de la comida precocinada que metemos en el microondas hay restos de una ternera a la que el matarife de turno le ha dado lo suyo antes de que el acabado del proceso industrial la etiquete. Pero no lo vemos y evitamos el sufrimiento. Miramos a otro lado, que es más rentable para el alma. ¿Qué les parece Afganistán? Los taliban atacan a diestro y siniestro a una columna de 25 blindados del ejército español y Carme Chacón define a los guerrilleros como “delincuentes comunes”. ¿Para qué llamar a las cosas por su nombre, no? Queda más bonito lo de misión humanitaria y mientras, los soldados que están allí recibiendo estopa por los talibán. Y es que en este país pasan algunas cosas que, visto lo visto, te dan argumentos para unirte a las cofradías de las flores de hippies que viven de las reminiscencias de Woodstock. Aunque entre los neohippies progres y los bienpensantes, me niego a elegir. Entre otras cosas porque un día te enteras de que los hijos de Rajoy y José Blanco van al mismo colegio, un elitista centro de enseñanza privado, claro. Y es que la extravagancia se ha instalado en nuestra vida y la aceptamos como si tal cosa. Debatimos de manera encendida entre la Campanario o la princesa del barrio de San Blas, Belén Esteban, y lo elevamos a cuestión de Estado mientras desde la OCDE nos ponen las orejas de burro. Vivimos en tiempos en los que entras en un hotel, te vas al ascensor y coincides con un tipo calvo, al que le cae una gota de sudor por la frente mientras el nudo wilson de la corbata le acogota el cuello. Cuando le preguntas a qué piso va, te responde que al octavo, aunque lo que te molesta es que se te queda mirando un rato hasta que al fin pregunta: ¿No somos amigos en el Facebook? Ahora hasta los amigos los elige una red social. Menuda farsa.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Tapas

La directora Isabel Coixet aseguraba recientemente, durante la promoción de Mapa de los sonidos de Tokio, su última película, que los españoles y los japoneses tienen en la pasión por la comida uno de sus temas preferidos de conversación. “En eso, Japón y España son iguales", asegura la realizadora. El otro tema de conversación favorito que dice Coixet que tenemos con los japoneses es el sexo, pero creo que aquí es más de boquilla que otra cosa, digo yo, porque en realidad se habla más del tiempo y de si la lluvia nos va a fastidiar el fin de semana. Pero es cierto que los españoles siempre estamos pensando en zampar. Nos pasamos la vida haciendo alusiones a comidas y lugares de los que no podemos olvidar un arroz con bogavante, un pote berciano o la salsa alioli. Aprovechamos cualquier tertulia con los compañeros de trabajo para soltar de pronto lo que vamos a cenar esta noche mientras nuestros estómagos comienzan a crujir. Supongo que Cervantes cuando navegaba a bordo de la galera que le llevó a jugarse el pescuezo ante los turcos, en más de un momento pensó cuánto le gustaría llevarse a la boca unos duelos y quebrantos, regados con generoso vino de la tierra. Pocas cosas han cambiado desde entonces, pese que la hamburguesa ha ganado terreno, el sushi reina en las fiestas más snobs y los cocineros llenan de sabores y combinaciones el universo gastronómico. Pero la tapa es lo que se lleva. Basta con ver a los Madrileños, Españoles o Lagarteranos por el mundo para comprobar cómo lo que más echan de menos los que viven a miles de kilómetros de su ciudad es una tapa. De Cotonou a Libreville, las Seychelles, Sidney o Lisboa lo que más añoran son las tapas, y “el jamoncito, el quesito...”, que no faltan en sus frigoríficos. Puestos a pedir, nada como los boquerones en vinagre con patatas fritas, las bravas del Luman o las cañas de crema de la pastelería de mi infancia en el barrio de Prosperidad. Así, suma y sigue, la lista de Delicatessen es tan larga que no hay ciudad o pueblo que presuma de ellas, con feria de tapas incluida. Ahora que descubrimos que España y Japón están unidos por la zampa sólo nos falta una primera dama cocinera, como en el país nipón. Aquí, se me ocurre, no estaría mal que la mujer de Ferrán Adriá llevara las riendas del país. España, al menos, estaría en su punto.

viernes, 28 de agosto de 2009

Septiembre

Septiembre es diferente, siempre lo ha sido. El mes que comienza no es como, digamos, noviembre; es un privilegiado del calendario. Siempre hay clases para todo y pese a que los días son más cortos, aderezados por la añoranza de lo que fueron las vacaciones y la inminente llegada del otoño, el mes que abre el nuevo curso siempre es especial. Septiembre es para idealistas, para soñar con revoluciones. Viene siempre cargado de topicazos que sirven para poner el contador a cero. Mediante propósitos de enmienda, con acto de contricción incluido, permite inventarse un nuevo amanecer en las vidas de los seres humanos sin necesidad de pedir permiso a la autoridad competente. No es que me ponga místico, es que siempre con el final de las vacaciones de agosto escuchamos las mismas monsergas. Que si voy a cambiar de vida, que si empiezo una colección de huevos decorados o la maqueta del Titanic, que si voy a ir al gimnasio todos los días... Pamplinas. A medida que la caprichosa realidad se impone, con su tedio diario, se van diluyendo esos buenos propósitos, con la misma cadencia que el verano da paso de manera irremediable al otoño. Hacer planes para la nueva etapa es tan antiguo como la pasión humana por medir el tiempo. No existe civilización alguna que haya escapado a este reto, de la misma manera que cada año por estas fechas nos autoengañamos con propósitos que incumpliremos. No hay más remedio que utilizar como medida el calendario gregoriano, no porque sea el único, pero sí el más usado y porque jamás viajaremos en el tiempo. Y si el 1 de enero es cuando empieza el año nuevo en el calendario de sobremesa, para más de uno, cuando el ciclo arranca de verdad es en septiembre. Septiembre es un mes de sueño, de pensar en que al salir de la trinchera uno se va a comer el mundo... lo malo es que es el mundo quien te come. Al menos, espero no llegar al extremo de un amigo que peca de hipondríaco más de la cuenta aunque se empeñe en negar la mayor cuando se lo recordamos. Ante el temor que le genera la pandemia de la gripe A, confesó que desde el 1 de septiembre ni iba a dar la mano para saludar, ni mucho menos repartir besos por doquier como cuando era play-boy de chiringuito. En mi caso, me conformo con salir airoso de la empinada cuesta de septiembre de este año... y sin dejar de besar, claro.

viernes, 21 de agosto de 2009

'Low cost'

Siempre me gustaron los aeropuertos. Recuerdo que cuando era pequeño mis padres nos llevaban muchas veces al aeropuerto de Barajas para ver a los aviones aterrizar y despegar. Supongo que era una manera de entretener a los niños en aquellos años en los que no había Nintendo y en los que deseaba embarcarme con Han Solo en El Halcón Milenario de La Guerra de las Galaxias. A finales de los setenta, era posible pasar la tarde viendo a los aviones con la nariz pegada al cristal de una de las salas centrales del aeropuerto de Barajas. Ahora, es imposible pasar a esa sala si no vas a volar, pero me siguen fascinando los aeropuertos. Al fin y al cabo son sitios en los que nadie –o casi nadie– es de allí. Son lugares en los que la gente va y viene, pero nadie se mira el ombligo para presumir porque sea del Altet, Barajas o El Prat. Los aeródromos son lugares multilingüísticos, donde se puede conocer a gente de todo el mundo mientras tomas un cubata o aguardas el embarque de un vuelo con retraso en una sala de espera. De todo se puede sacar una lectura positiva y los aeropuertos son un buen ejemplo. Los papanatismos que acompañan a esta España de hoy, en la que no hay pueblo o Comunidad Autónoma que presuma de ser la mejor del mundo encuentran en los aeropuertos un agujero negro. Allí, no importa nada, salvo las pantallas y que tu vuelo salga en hora. Son un gran escape en estos tiempos de oro para las absurdas redes sociales de Internet mientras que las propinas en los bares desaparecen y no decimos ni mú al pagar por ponernos gasolina o automontar un mueble. Lo malo es que el low cost deshumaniza los aeropuertos, gracias a esas ofertas de viajes en avión que incluyen pipí de pago, derecho a bocata traído de casa, galope para pillar asiento y aterrizaje en un aeropuerto a doscientos kilómetros de la ciudad más cercana, en el quinto pino, por 15 euracos más tasas, claro. Este verano los programas de televisión que recorren las playas de las costas muestran cómo se la gasta el percal patrio, para disgusto de los ayuntamientos que viven del turismo de sol y playa. Tal vez, el verano que viene esos intrépidos mismos reporteros pongan el foco en los aeropuertos donde también tienen carnaza, con tartera incluida, pá aburrir. Si las próximas vacaciones encuentro en Internet un circuito de viajes low cost por aeropuertos del mundo igual salgo hasta en Callejeros.

martes, 28 de julio de 2009

Bromuro en las leyes

Probablemente ha llegado la hora de reflexionar y de coger el toro por los cuernos para frenar un frío dato estadístico, pero incontestable. El aumento de los delitos sexuales y, en concreto, la aparente impunidad de los violadores adolescentes son un buen argumento para que el debate social se traslade a los legisladores de una vez por todas. Parece que a estas alturas nadie ha escuchado el desconsolado lamento de la madre de Sandra Palo, por uno de los asesinatos más terribles que uno recuerda pero que no ha servido para que algunos menores dejen de comportarse como animales con desatadas turbulencias hormonales. Lo malo es que muchas veces se les juzga como a niños cuando su comportamiento es de adultos. Es triste comprobar como la Ley del Menor ha cambiado seis veces en nueve años pero nunca se han endurecido las penas. Ocho años como máximo de internamiento en un centro cerrado, sin expiación ni nada, no sirven. Tal vez entre todos, si desde ese llamado Ministerio de la Igualdad se prestara más atención al lamento de una madre cuya hija ha sido violada con saña, sin por ello desmerecer las otras guerras de Bibiana contra el machismo, los recientes casos de Isla Cristina y Baena no nos causarían tanta indignación. Nos queda la sensación de que algo falla en la sociedad y que la ley va por detrás. Pero el asunto es más profundo y exige que se mejore la educación para frenar la agresividad juvenil. Un comportamiento que nace del cóctel de alcohol, drogas, fracaso escolar, desapego familiar, etc. Los delitos sexuales no se acaban con cortar el pito al violador, pese a que a algunas feministas recalcitrantes la idea no les parecería mal. Pero igual que la lapidación o la ablación son salvajadas, actuar a lo Lorena Bobbit no es la respuesta civilizada del Estado de Derecho como tampoco lo son acciones que vulneren la Constitución. La solución es compleja. Algunos condenados por delitos sexuales piden la castración química, como Ismael Velázquez, quien en 2002 degolló a una mujer en Daimiel porque no se dejó violar. Tras el veredicto de culpabilidad del jurado, camino de la cárcel, pedía que le castraran: “¡No me dejen así!”, clamó.

sábado, 25 de julio de 2009

Tonight, tonight...



Hay pocas cosas que produzcan tanta satisfacción a un periodista o a un escritor como la posibilidad de llenar de contenido una columna, con total libertad y sin censura. No es un axioma, pero sí una sensación personal que me ha venido a la cabeza mientras veía la tele repanchingado en el sillón. Admito que la tele me engancha, sin complejos; desde ¿Dónde estás Corazón? a las Megaconstrucciones de La Sexta. Huyo de esos intelectuales apegados aún a Ionesco que pregonan que lo que les gusta de la caja tonta son los anuncios porque reflejan, como las obras del autor teatral, la condición humana. Pero precisamente ha sido en uno de esos interminables cortes publicitarios en los que he visto ese anuncio que sirve para promocionar Formentera y de paso una marca de cerveza ligada al Mediterráneo, o al revés. Los grandes gurús de la publicidad se las gastan bien y ellos, mejor que cualquier charlatán, saben cómo expresar con pocas palabras y con un buen puñado de imágenes lo que quieren decir. Sin chorradas y sin circunloquios que no llevan a ninguna parte en poco más de un minuto dibujan el edén del neohippismo… y te dan la noche. En cuanto termina el anuncio, sacas la cabeza por la ventana y ni Mediterráneo, ni buen rollo, ni estribillo de “tonight, tonight”, ni fiesta en el chiringuito, ni trío erótico festivo. Como mucho, la colada de la vecina que cuelga del tendedero y el pesado de Carlos Baute a todo meter en el piso de abajo, donde una adolescente lo pone una y otra vez. Al menos el anuncio, que reinventa el rollito guay de Chanquete, consigue evadirte del escenario cotidiano para trasladarte al nirvana del siglo XXI, sin necesidad de poner toda la fe en Buda, ni de recuperar los viejos discos de Janis Joplin. Basta subirse en un Citroën Mehari con dos sensuales buenorras de sonrisas indescriptibles y recuperas la libertad que en una ciudad como Madrid sólo encuentras delante de Internet. Si no fuera porque sólo se trata publicidad hasta me creería su mensaje, pero coges el coche o la Vespino y te das cuenta de que todo es una verdad a medias. Si te pillan sin cinturón o sin casco, te crujen. Al menos, el slogan nos deja una puerta abierta a la esperanza: Lo bueno nunca acaba si hay algo que te lo recuerda. Así que… casi no me queda otra que tomar una cerveza.

Para mas pistas: http://www.youtube.com/watch?v=0u8x8PfdRAQ

domingo, 19 de julio de 2009

TDT lunar


Nunca es bueno que la excepción se convierta en norma. Por eso, tras leer recientemente una entrevista con P.D. James, la gran dama de la novela del misterio británica, reflexioné sobre una de sus frases. “Desde niña era consciente del hecho de la muerte, y también de que mis mayores no siempre decían la verdad, de que eran más complejos de lo que mostraba la superficie”, decía la escritora británica. En el fondo, por evidente que sea la frase no es más que una manera de poner la condición humana frente a la máquina de la verdad. La verdad es difícil, incómoda y, muchas veces, poco gratificante e incluso absurda. A estas alturas todavía hay quién duda de que Neil Armstrong pisó la Luna un 20 de julio de 1969. Yo no vi por la tele aquel gran paso para la humanidad, y a pesar de que las teorías de la conspiración venden más que la realidad creo en la NASA. Supongo que como periodista hubiera tratado de sacar los codos para viajar como corresponsal a Cabo Cañaveral, o al menos a Fresnedillas, el pueblo madrileño donde desde en una base de la NASA se siguió la aventura del Apollo XI. Al menos, seguir el alunizaje en el bar del pueblo, entre torreznos y Sol y Sombra hubiera dado para un reportaje. No albergo dudas sobre el paseo lunar de Aldrin o Armstrong; mis interrogantes tienen más que ver sobre la razón por la que se dejó de viajar a la Luna. Estos viajes cargados de la parafernalia hollywoodiense y de los que tanto se trabajó para contrarrestar las naves de la CCCP en plena carrera espacial desaparecieron de pronto. ¿Será que mis mayores no me dijeron la verdad? ¿Acaso tendrá razón J.J. Benítez en sus teorías sobre la cara oculta de la luna? Todas estas especulaciones se han convertido en una norma alimentada por las mentiras, en busca de todo tipo de intereses, o simplemente porque la verdad es difícil. Y ahí es donde está el peligro de que la excepción se convierta en norma, porque es más fácil generalizar a raíz de un gran engaño colectivo, aderezado con Internet y el poder político, como armas homicidas. Al menos, después de tanto mirar a la Luna, espero que el tiempo no me cambie, aunque me reste fuerza, y pueda ver en la TDT a otro Armstrong levantando el polvo lunar con sus pisadas.

domingo, 12 de julio de 2009

Soberano sueño

Anoche tuve la oportunidad de ser rey. Aunque sólo fue en sueños supe lo que es sentirme al frente de mis vasallos en un lejano reino, colgarme el toisón de oro con su vellocino y que todo el mundo me rindiera pleitesía, supongo que más por peloteo que por amor a la corona. Fue sólo un sueño y pese a darme la vida soberana prefiero quedarme como estoy. Al menos, si me dan a elegir entre rey o héroe por un día, aunque sea mientras ronco a pierna suelta, tiro por lo segundo. Las monarquías ya no son lo que eran y es que ahora se pueden diseñar con su rey, su boato y toda su parafernalia. Basta una tormenta de ideas en un despacho de creativos publicitarios, alrededor de un tipo que despunta en algo y ya hay otra monarquía en el mundo para disgusto de los republicanos de toda la vida, esos que a estas alturas abrazan la bandera tricolor y el himno de Riego. El rey del pop o el rey del Tour son buenos ejemplos de esos reinados hechos tan a medida como los trajes de Camps. La corona de la música está vacante desde que Michael Jackson se miró en el espejo, vio de verdad en lo que se había convertido y se marchó para siempre al feudo de Neverland. Hay otro rey que me fascina. Es Lance Armstrong, un ciclista incombustible capaz de desafiar al tiempo. La mítica cima del Tourmalet era la que decidía sobre los derechos dinásticos en el Tour hasta que Armstrong puso en marcha su campaña de marketing en la que quiere perpetuarse como rey vitalicio. Pero si algo teme un rey en su vida es ser destronado. Y algo así sucede en mi sueño, que termina en el lodazal, igual que en El hombre que pudo reinar, el relato de Kipling que John Huston llevó al cine situando en el Atlas de Marruecos el legendario reino hindú de Kafiristán. Allí, Danny y Peachy, dos pillos que forman parte del ejército británico viven su peripecia real. Lo último que recuerdo de mi pesadilla era unos tipos a lomos de sus caballos que jugaban a polo con una cabeza. Al menos, era la de Danny. Cuando sonó el despertador me llevé las manos a la cabeza y seguía ahí, sin corona, pero en su sitio.

domingo, 5 de julio de 2009

Vacaciones

Durante años alimenté una ilusión efímera. Un anhelo que se sustentaba cada mañana en el viaje en Metro entre Avenida de América y Ciudad Universitaria. A las ocho y veinte salía de mi casa para ir a la facultad y diez minutos después ya estaba delante de la puerta del mismo vagón de todas las mañanas. A la misma hora y el mismo lugar empezaba el encuentro con la quimera cotidiana. Siempre entraba al vagón con la ilusión de coincidir con una compañera de viaje. Jamás cruzamos una palabra, pese a que durante dos cursos cada mañana repetíamos la escena. Ella y yo, acompañados por la humanidad. En muchas ocasiones, en pleno traqueteo del metro, nuestros ojos se cruzaron y todavía me pregunto quién de los dos se ruborizaba más. Recuerdo que bajábamos las miradas y disimulábamos como si no nos hubiéramos visto nunca. Eran tiempos en los que no nos planteábamos la necesidad de pasarse la vida eligiendo entre las necesidades y el azar. Camuflado en un look interesante y misterioso, a lo Morrisey, para disimular la timidez, con The Smiths machacando el walk-man sin cesar, confiaba en que llegara el día de sentarme al lado de esa chica. “De mañana no pasa”, pensaba. Y así dos cursos, de lunes a viernes. Jugaba a imaginar qué estudiaba, por dónde vivía y por su aspecto podía deducir sus aficiones y gustos musicales. Pero jamás supe nada de ella. Tan sólo que siempre llevaba los libros y los cuadernos de apuntes en un macuto militar de color caqui sobre el que pintado a boli estaba el símbolo de Haz el amor y no la guerra, así como los nombres de Led Zeppelin o Bowie. Eso y nada era lo mismo. Pero cada mañana nos buscábamos. Un mes de octubre, al comienzo de otro curso, tras las vacaciones de verano, volví a coger el metro. A la misma hora y el vagón de siempre. Miré y rebusqué pero ella ya no estaba. Jamás volvimos a coincidir. Ahora que empiezan las vacaciones muchos alimentan una incertidumbre ante las dudas de futuro que planean sobre septiembre. ¿Volverán a coincidir delante de la máquina de café con desconocidos a los que ven todos los días pero con los que jamás han cruzado palabra alguna?

miércoles, 1 de julio de 2009

Raúl López. Parole, parole


La hora del adiós es dolorosa para cualquier deportista. No me refiero a la retirada, sino al cierre de una etapa en un equipo porque de una temporada a otra cambia la estructura del club. Es el caso de Raúl López, probablemente uno de los jugadores más talentosos de la ÑBA que ahora, por la llegada del prestigioso Ettore Messina, se ve obligado a buscarse equipo. No encaja en sus planes, el italiano prefiere tirar de talonario y apunta a Holden, Prigioni y a Ricky Rubio. Que un demente como yo alabe a un vikingo tiene más mérito probablemente que si el que escribe es seguidor blanco, pero por encima de todo está el baloncesto. El mismo deporte que Pepu deletreaba en sílabas tras venir de China con un oro colgado del cuello y al que un tipo como Rául López engrandece. Tal vez su juego recuerda al de los grandes bases españoles, al menos a los que he tenido la oportunidad de ver cuando ni siquiera la ACB era tal. Buscató, Carmelo Cabrera, Vicente Ramos, Vicente Gil, Solozábal, y un paso por encima de ellos Juan Antonio Corbalán son los nombres históricos que me vienen a la mente cuando veo a Raúl López botar el balón y haciendo jugar al equipo. Un base de los de toda la vida, ajenos a esos tipos altos que que revolucionaron la misma posición como Antonio Montero o como el genial Magic Johnson. Hubo un tiempo en que el base era la prolongación del entrenador en la cancha y eso es lo que consigue Raúl López. Habilidad, inteligencia, visión de juego y morro suficiente para asumir la responsabilidad cuando otros se esconden hacen de Rául López que sea de esos jugadores hechos de otra madera, los que entran en la catalogación de los imprescindibles. En Badalona, Girona, Utah y Madrid lo saben bien y ahora habrá que seguirle allá donde juegue. Es paradójico que el jugador que sirve para un italiano en la ÑBA no sea útil para otro en uno de los clubes más laureados. Cosa de Scariolo y Messina. Ellos sabrán lo que hacen y como dice la canción... parole, parole.

viernes, 26 de junio de 2009

Fútbol

Los ingleses tienen alguna cosa en común con los españoles. No son muchas, cierto, pero alguna hay. Ellos se resisten de manera tozuda al euro de la misma manera que nosotros insistimos en gritar a los cuatro vientos que nuestro pueblo es el mejor del mundo. Prefieren el fish&chips frente a nuestras tapas y ya puestos a comparar, el conservadurismo innato de los habitantes de las Islas no comprende que los bárbaros del sur dediquen unos minutos a dar una cabezada o, incluso, a las famosas siestas de orinal y pijama de las que tanto presumía Camilo José Cela. Pero tanto en Gran Bretaña como en España el fútbol desata pasiones. Sin embargo, hay dudas existenciales, con enigmas que me traen de cabeza desde hace tiempo. La desaparición de los mayas, la existencia de la Atlántida o quién mató a Kennedy son tres ejemplos de ello, que no tienen nada que ver con el deporte rey. Y enigma es también que una liga de fútbol como la española, a años luz de la Premier League, la más fuerte de Europa, alimente un equipo campeón de Europa y caiga ante un grupo de vaqueros. Claro, que los ingleses tampoco están para presumir por mucho que sus hooligans entonen con una sola voz el God save the queen. No soy muy futbolero, pero este enigma ha despertado mi curiosidad tanto como el hundimiento del Maine en La Habana y me pregunto si seremos capaces de resucitar tras el batacazo de humildad de Sudáfrica. En un deporte que mueve cifras astronómicas, con fichajes de estrellas que ascienden a cifras multimillonarias, llegan once tipos born in the USA, a lo Springsteen, y te mandan para casa con toda la retahíla de los tópicos futboleros. No sé si será porque los norteamericanos han recuperado el fervor patriótico con Barack Obama, pero a través del fútbol nos han dado donde más nos duele. ¡Quién lo iba a decir! Supongo que todo tiene que ver con que estamos en los minutos de la basura de la larga temporada, esos instantes en los que los jugadores tratan de abrillantar sus estadísticas cuando el pescado está vendido. Y precisamente en estos minutos, en los que menos se esperaba esta derrota, mientras en Inglaterra toman el té de las cinco algunos se echan una cabezada.

viernes, 19 de junio de 2009

Bestseller

El periodista idealista y ético al que Stieg Larsson llama Mikael Blomkvist, protagonista de ese fenómeno literario llamado Millennium, representa lo que todos –o casi– hemos querido ser en algún momento de nuestra vida. Stieg Larsson amaba el café y aborrecía de verdad las injusticias. Lo primero no tiene mérito, pero lo segundo es algo difícil en estos tiempos de voluntarismo de bolsillo y de referentes mediáticos que construyen sus fortunas de cimientos de cristal criticando a todo lo que se menea. Y es que Mikael Blomkvist, el otro yo de Stieg Larsson representa esas vidas invisibles que un día te despiertan la conciencia hasta el punto que uno se plantea si sería capaz de imitarle. Lo malo es que no existe más que en papel. Es algo así como los personajes del Nobel egipcio Naguib Mahfuz que pululan por el Café Fishawy, también conocido como el Café de los Espejos de El Cairo, en el que los turistas fuman en cachimbas y beben té . O ese mítico Floridita de La Habana, cuartel general en el que Ernest Hemmingway se ponía tibio de mojitos. O sin irnos tan lejos, el madrileño Café Gijón, donde las musas también acompañaron, no siempre con fortuna, a escritores. Desde Camilo José Cela, sentado sobre su real soberbia, a Vicente Aleixandre o Arturo Pérez-Reverte, que removiendo el café seguro que más de una vez alimentó las desventuras del capitán Alatristre, símbolo de esa España especialista en perder oportunidades. Pero leer está tan de moda como el café, que nunca ha dejado de estarlo. El fenómeno literario que pone fin a la intriga de Millennium, que lleva el sugerente título de La reina en el palacio de las corrientes de aire, demuestra que en España se lee más de lo que se dice. El jueves muchos afortunados adquirieron el libro con ganas de leerlo tan compulsivamente como Larsson lo escribió con elevadas dosis de café y tabaco a costa de su vida. Seguro que alrededor de cualquier mesa del Café Gijón, en tertulias de escritores noveles no faltó quien con desdén y envidia utilizó el término bestseller para denostar a Larsson. Pero igual que centenares de niños anhelaban el último título de JK Rowling, el ejemplo de Larsson, Falcones y tantos otros, demuestra que aún hay mucho que escribir y leer.

sábado, 13 de junio de 2009

Tesoro

¡Tratatatatatatata! Cada mañana el mismo ruido y la misma escena. Un currante con casco, tapones en los oídos y chaleco amarillo se afana a la hora de triturar el asfalto del cruce que van a rehabilitar junto a mi casa. Si no fuera porque esas calles apenas tienen unos años empezaría a sospechar de la necesidad de la obra, porque de la molestia inútil no me cabe duda. Aunque sea abrir para cerrar, todo con cargo al Plan E, prefiero pensar que esa obra obedece a causas ocultas, esas que trascienden al más allá. Las teorías de la conspiración siempre venden más que los hechos reales, aunque muchas veces la realidad supere a la ficción. Pero puestos a conspirar empiezo a intuir que la reparación de este cruce es una excusa excelente para buscar el Eldorado que infructuosamente anhelaron los conquistadores españoles. Igual duerme en el subsuelo de Madrid en forma de tesoro. El actor norteamericano Danny de Vito ya lo advirtió hace ocho años cuando en una de sus visitas a la capital le sorprendió que media urbe estuviera patas arriba. “Cuando encuentren el tesoro, ¡avísenme!”, dijo Danny de Vito y por lo que veo la búsqueda nunca ha terminado. Ahora que se investiga la muerte en Tailandia de David Carradine, a lo mejor lo que se oculta en el otro Madrid es un cofre con la Técnica de los Cinco Puntos que aprendió Uma Thurman en Kill Bill para despachar a su antiguo amante. Las causas de su muerte no están claras y otra vez aparece la duda de la sospecha. ¿Exceso, suicido o asesinato a cargo de una secta secreta de artes marciales? Son tres hipótesis que se barajan, pero habrá que esperar. Como habrá que esperar a que los obreros terminen de abrir zanjas para redecorar una avenida nueva. Ahora que cada día te levantas a golpe de ERE, algunos ya preparan las bateas para tirarse a esas zanjas por si les aparece entre los sedimentos alguna pepita de oro con la que sobrevivir. Otros no tienen problema. Dentro de poco Cristiano Ronaldo circulará por ese cruce subido en un potente Hammer, acompañado por Paris Hilton o la buenorra de turno. Mientras, los buscadores de oro, que se habrán quedado ya sin Plan E o lo que sea, aplaudirán al luso y pedirán un préstamo para comprar la camiseta de CR7 a sus hijos. ¿No habíamos quedado en que en España se había vivido por encima de las posibilidades? A algunos seres superiores parece que eso ni les va ni les viene.

viernes, 5 de junio de 2009

Marihuana

Los brotes verdes cada uno los ve a su manera, tal vez por eso miro a la huerta con más cariño al vivir alejado de ella. Resulta que de los productos que vienen del campo lo que más ha bajado de precio durante mayo fueron las judías verdes, los pimientos y los plátanos. Nunca pensé que me fuera a fijar tanto en un inocente pimiento o en una judía verde, de esas que cuando era pequeño ayudaba a mi abuela a pelar en la cocina de su casa. Pero la crisis aprieta y ahora ya hemos abierto los ojos para darnos cuenta de que se acabó la fiesta en España, como ya adelantó para disgusto de algunos The Financial Times. Algunos creen que la solución estará en la marihuana, medida que causaría alborozo progre si la solución pasa por liarse un porro. Ya lo dice el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes, para quien los brotes verdes de Elena Salgado son de marihuana y se los ha fumado el Gobierno de Zapatero. Así de claro. Aunque tratándose del consejero de Sanidad, supongo que será con fines terapéuticos. Ocurrencias aparte, si ahora nos hablan de un nuevo modelo productivo sostenible, a lo mejor la marihuana también tendría que estar en la tabla de alimentos que facilita el Ministerio de Industria. Desde hace meses uno se fija en esa dichosa tabla de precios y reconozco que me desconsuela que los tomates para ensalada y las acelgas sean los productos que más hayan subido de precio en los últimos doce meses. Ya ven. ¿Quién lo iba a decir?Una triste acelga, algo que me pasaba desapercibido y que siempre me resultó insípida, ahora vertebra la cesta de la compra de mi casa, casi tanto como las dichosas políticas transversales o las memeces oídas durante la campaña electoral. Con los pies en la tierra, con tanta marihuana y tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, ahora más de uno contempla de verdad el “cerdo volador”, como llegó a definir The Financial Times a la economía española. Entre acelgas, cerdos voladores y pimientos no me extraña que algunos, más que brotes verdes, lo que vean son brotes de maría. La ocurrencia del chico guapo de Aguirre es buena, aunque no supera la del acontecimiento planetario de Leire Pajín. ¿Habrá maría en los confines del universo?

miércoles, 3 de junio de 2009

Entrevista con Rosa Díez. “La estrategia del PSOE es banalizar las cosas importantes"


La formación que encabeza la diputada Rosa Díez (Sodupe, 1952), acude a las urnas el 7 de junio con el objetivo de convertirse en la tercera fuerza política del país. Mientras pide el cambio de la ley electoral, consciente de que en las Europeas no se pierden votos por el camino, UPyD quiere dar un paso más y dejar de ser sólo “el partido de Rosa Díez” para tener la llave que permita a los “ciudadanos recuperar el control de la política”.
–En términos taurinos las generales fueron la alternativa para UPyD. ¿Las Europeas serán la confirmación como tercera fuerza política?
–Nuestro objetivo es llegar a ser la tercera fuerza política en estas elecciones. Es un objetivo difícil, por qué negarlo, pero a la vez posible. Sería como nuestra mayoría de edad y creo que a partir de ahí cambiarían muchas cosas.
–¿Se resiste a que el 7-J se plantee como un juego entre dos partidos?
–Ellos lo plantean como un juego entre dos. Tanto PP como PSOE plantean éstas y las demás elecciones como un juego entre dos, con absoluto desprecio a la democracia y lo que son los ciudadanos. El país es mucho más plural de lo que cabe en la cabeza de Rajoy y Zapatero. La gente no va por el mundo pensando quién es su enemigo para afirmarse en contra de alguien. La gente tiene mucho más libre albedrío, más opciones, pero tanto PSOE como PP se empeñan en etiquetarnos y en que sólo existan dos etiquetas: o los míos o los que están contra mí. Ese tipo de estrategia política lo que consigue es el desapego, que hay gente que no está identificada con eso y piensa que la política es así. Por tanto se desliga de la política.
–¿Al ser una circunscripción única la tradicional abstención beneficia más a los partidos pequeños?
–La ley electoral es justa en este sentido. Como hay circunscripción única y no hay un mínimo porcentual todos los votos cuentan. En ese sentido la ley nos da un respiro. Es verdad que no estamos en igualdad de condiciones porque no tenemos la capacidad de llegar a todos los sitios, ni lo medios económicos ni los medios de comunicación... No se trata de favorecer a unos u a otros, sino sencillamente de que tengamos voz porque si nos las quitan se la quitan a los ciudadnos, y les quitan la posibilidad de elegir. si no hay elección no hay libertad. La democracia no es votar, es elegir. Y para elegir tienes que conocer.
-¿Por eso insiste tanto en sus mítines y debates ciudadanos en la necesidad de la regeneracíon democrática?
–La regeneración democrática es la asignatura del siglo XXI, no sólo en España sino en todos los países democráticos del mundo. Significa devolver a los ciudadanos su capacidad de controlar la política, los partidos y, por tanto, las instituciones democráticas.
-¿Se tiende a una mayor desigualdad dentro del Estado?–Hay mayor desigualdad.- ¿Y hay riesgo de que se quiebre?
–Es que si se quiebra la igualdad se quiebra el Estado en el verdadero sentido de la palabra. El Estado no es el mapa, es la institución que garantiza la igualdad de los ciudadanos ante la ley. Hoy España es más desigual que hace diez años, pero no desde la perspectiva de la renta; desde lo derechos somos más desiguales. No da igual que vivas en una parte de España que en otra para hacer efectivos los derechos que la Constitución y las leyes reconocen. Si no puedes hacer efectivos derechos fundamentales como la igualdad, la educación o la sanidad es que se ha quebrado el Estado.
-Vídeos como el del PSOE al inicio de la campaña no ayudan a hacer la Europa de los ciudadanos, ¿no?
–El vídeo del PSOE no tiene otra utilidad que movilizar a sus hooligans. Tratando de hooligans a los ciudadanos que votan al PSOE. Es un absoluto desprecio a los que no votan al PSOE pero a la vez a los que lo votan porque les tratan como a menores de edad. -¿El anteproyecto de ley del aborto es una cortina de humo?
–Es algo peor que una cortina de humo. Puede que la cortina de humo sea la táctica, pero la estrategia es peor porque es la banalización de las cosas importantes. La estrategia del PSOE es banalizar las cosas importantes, y esto lo es. Pero lo mismo banaliza la crisis económica, el empleo, la crisis financiera internacional o el fracaso escolar. Y con la interrupción voluntaria del embarazo se banaliza con un discurso que produce el efecto cortoplacista de que pueda ser una cortina de humo.
-¿Cree entonces que se banaliza tanto que es imposible llegar a un pacto de Estado ante la grave situación económica que vivimos ?
–Tener políticos banales, en el sentido de frívolos, y con poca ambición de país es lo que da. Y en cuanto a la crisis económica el Gobierno no tiene ningún interés en llegar a ningún a acuerdo para sacarnos de la crisis y para que las siguientes generaciones estén en mejor situación. Zapatero sólo tiene como objetivo ganar a Rajoy, y Rajoy a Zapatero. En el Debate del Estado de la Nación y en las resoluciones que después se vieron el objetivo no era otro que dirigirse a sus hooligans. Ganar ellos dos, aunque perdamos todos los españoles. El espectáculo es muy poco edificante.
-¿Entre PP y PSOE, quién cree que teme más el crecimiento de UPyD?
–Creo que por igual los dos. Los que están en el stablisment no tienen otra aspiración que garantizarse que cada cieto tiempo pasan de ser el dos a ser el uno. Están cómodos en este juego en el que no se modifican las leyes ni las cosas de fondo. Nos temen porque somos una fuerza poderosa por un discurso poderoso. Pequeños pero poderosos porque lo que decimos lo creen millones de españoles.
-¿El sentido común asusta?
–La verdad asusta y la libertad para decir la verdad. Ellos viven de disimular la verdad, de ocultarse detrás de las palabras. Viven del tacticismo. La verdad en la argumentación asusta.
-¿Por ello señalan a UPyD de estar detrás del revuelo organizado contra Albert Rivera en Ciutadans?
–No tengo ni idea. No sé lo que piensan PP o el PSOE al respecto y me da igual.-¿Pero UPyD tiene que ver?
–Los problemas internos de los partidos son de los partidos. Nosotros bastante tenemos con hacer este partido y que sea una opción que concite la confianza de los ciudadanos. Nosotros hacemos política y no hablamos de los líos internos de ningún partido.

“La inmigración es el reto de este siglo”
-¿Es posible llevar políticas europeas de inmigración a los países de origen?
–Es posible. Europa lo hizo con los antiguos países del este como una estrategia para evitar una invasión. Además de por solidaridad éramos conscientes de que no podíamos evitar que caído el muro llegaran millones de ciudadanos de esos países a vivir a Europa en condiciones de dignidad. La única posibilidad de que nadie tuviera que irse de su país es desarrollar ese país e invertir en desarrollo para que los que se vayan lo hagan como una opción de vida y personal, como viajamos los españoles al resto de países europeos.
-¿La solución a la inmigración pasa por la óptica europea o cada país puede hacer la guerra por su parte?
–Es el reto del siglo XXI y Europa tiene que afrontarlo con un criterio europeo que ha de tener dos patas. Por un lado, una reflexión de cuántos podemos integrar plenamente y a la vez cuánto tenemos que invertir en desarrollo en democracia y derechos humanos en los países de los que vienen los inmigrantes huyendo de la miseria y buscando expectativas. Para eso hacen falta instituciones europeas fuertes para que esa voz de Europa, que es la mayor donante en cooperación al desarrollo del mundo, sea única.
-¿Por qué Europa no cala entre los ciudadanos?
–Porque no hablamos de Europa más que cuando hay elecciones. Y en la campaña europea tampoco se habla de Europa, se habla de España, o ni siquiera, porque se habla del PSOE y el PP. Los medios de comunicación cuando hablan de asuntos europeos lo ponen en la sección de Internacional y los políticos cuando vienen de reuniones europeas lo cuentan desde su perspectiva ideológica. Nadie explica lo que es Europa, por qué surgió y la necesidad de mantenerla.
-¿Qué ha aprendido de su otra vida política respecto a esta nueva etapa en la que habla de ilusión y libertad?
–He aprendido que siempre merece la pena poder defender las cosas en las que crees con eficacia y libertad. Estuve en el PSOE mientras pude ser eficaz y defender líbremente las cosas en las que creía. Y me fui cuando dejó de ser posible.
-En el PSOE hay algunos que no le perdonan...
–Es su problema.

domingo, 31 de mayo de 2009

Pleito celestial

Muchas veces me despierto nervioso después de haber pasado toda la noche en los juzgados, respondiendo ante el juez de mis delitos. Menos mal que es un sueño y que una vez que el café mañanero hace efecto compruebo que todo es onírico, que no tengo cuentas pendientes con la Justicia. Unos sueñan con dar un paso sobre vacío y a mí me da por las togas. Algún día buscaré en la obra de Sigmund Freud la interpretación de tanta pesadilla judicial. De momento, me limito a recordar las únicas dos veces en las que tuve que comparecer ante un juez. En ambos casos, aclaro que como demandante, salí bien parado, si se puede decir así, porque todo lo que sea meterse en abogados, al final, te deja secuelas. Pero estamos en el país en el que todo el mundo pone sus demandas en manos de sus abogados. Así, en plural, que supongo que acojona más. Sin embargo, no me van mucho los litigios, salvo en sueños, pero el español creo que es más pleiteante que violento. Tal y como está la cosa hay que andarse con mucho cuidado para que no te caiga una demanda. En Madrid al menos, si te descuidas te demandan poco menos que por haber jugado al pádel con un amigo de uno, que se compró un coche gracias a que el cuñado de ese otro vive en la misma urbanización de un diputado regional fiel a la disciplina de partido a la hora de votar en la Asamblea de Madrid. Un lío, ¿no? Pues así se las gastan nuestros políticos, donde se reparten demandas por doquier, con secretos de sumario que corren de patio en patio de vecinos y filtraciones interesadas para que unos palmeros defiendan a los suyos y otros a otros, sin que las facturas de los trajes de Camps aparezcan. Lo que ocurre es que lo de pleitear nos va y cuanto más famoso es uno, más hay que ir a los juzgados. Sin llegar a los extremos violentos de la España negra, en la que por un conflicto de lindes se tira de recortada, no me extraña que hasta Antonio David Flores o Darek tengan que requerir cada dos por tres a sus abogados. Y es que para pleitear siempre hay tiempo. Recuerdo un cuento de Álvaro Cunqueiro en el que un personaje le pide a su mujer como última voluntad que le deje un Código Civil en el ataúd por si tiene que pleitar en el más allá. Pues yo, además del Código Civil me llevaré a las alturas hasta las facturas de las últimas camisas que me compré en H&M… si las encuentro, claro.

domingo, 24 de mayo de 2009

Europa

Descubrí que era europeo la primera noche que dormí arropado por un edredón. Ya ven, ni siquiera el porrón de pasta que vino de Bruselas en forma de Fondos Europeos para el Desarrollo Regional que transformaron las infraestructuras y carreteras de todo el país, tras años de atraso y baches, despertó mi conciencia europea. No fueron los euros, sino un edredón que me permitió jubilar las mantas astorganas de mi abuela lo que me hizo europeo. Durante mucho tiempo Europa no fue más que la Champions, el honor patrio mancillado en el festival de Eurovisión con un guaiominí tras otro y, por supuesto, las suecas. Tampoco fue el Himno de la Alegría versioneado por Miguel Ríos el que me abrió los ojos, fue un sencillo edredón sin funda, igual que los que usan en Alemania. Esa mañana, nada más despertar me di cuenta que también era como un agricultor o ganadero de los que protestan contra la reducción de la cuota láctea, el arranque de viñedos o los precios irrisorios en origen de los tomates. Y es que en el siempre maltrecho campo, al que no se mira desde las ciudades más que cuando sacude una crisis agroalimentaria en forma de vacas locas o gripe porcina, o para pasear al perro es donde mejor se maneja la terminología europea. Desacoplamiento, modulación o pago único son palabras habituales, cada una con su acento autóctono, y todo sin hablar una papa de francés, inglés o alemán. Mientras, los urbanitas creen que Europa es votar a Soraya o un low cost a Roma la mayor parte del presupuesto comunitario se destina al campo a través de la Política Agraria Común, de la que se beneficia desde la Duquesa de Alba hasta el Tío de la Vara. El reparto de estos fondos, es cierto, no es igual para todos, pero a muchos les ha servido para cambiar su modelo productivo, con permiso de ZP. Hace poco coincidí con un bodeguero de La Mancha al que hacía tiempo que no veía. Me explicó cómo habían cambiado el modo de producción, que controlaban desde satélites la óptima maduración de las uvas para hacer la vendimia en el mejor momento y hasta que tenía a un enólogo capaz de elaborar vinos a la carta, adaptados a los gustos de los clientes del quinto pino. Hoy exporta su vinos de ciencia ficción a China y Australia. Él aprendió hace años lo importante que es estar en Europa, ahora ya la de los 27. Y además, confiesa que jamás usó edredón para dormir... ¿Pa qué?

domingo, 17 de mayo de 2009

Chapa galáctica

El Bing Bang tiene explicación. Al menos eso es lo que van a intentar Herschel y Planck, nombres de los dos telescopios que viajan a bordo de un cohete lanzado desde la una base de la Guyana francesa. Sólo por eso duermo ya más tranquilo. Los dos observatorios tardarán cerca de un mes y medio en llegar a su destino, para situarse a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Ya ven, tecnología punta al servicio de centenares de científicos de todo el mundo, en forma de dos telescopios que se parecen, pero que son muy diferentes y que investigarán al detalle las claves del origen del universo. Dicen que ambos telescopios servirán para buscar el ADN del universo, por lo que no quiero ni imaginar qué sucedería si Herschel o Planck sufren el mejor golpecito en el viaje. No sería como reparar el Seat Panda con el que me llevé la primera columna de un garaje. Unas horas de chapa y pintura bastaron para devolverlo, como nuevo, a las carreteras. Pero creo que en esto del espacio y las reparaciones en gravedad cero no vale con unos golpes en el taller de chapa concertado con el seguro. Basta con ver el trabajo de precisión de los astronautas del Atlantis para arreglar el Hubble, el legendario telescopio que necesitaba una revisión para garantizar su funcionamiento como ojo que todo lo ve hasta 2014. Pero reconozco que estas aventuras espaciales me fascinan. Mientras no somos capaces de arreglar lo que nos rodea y que vemos nada más abrir la puerta de casa, muchas veces en forma de dramas personales, resolver las claves del espacio son el mejor remedio. Creo que todo empezó cuando conocí la desventura de esa perra vagabunda llama Laika y a la que los rusos, en plena carrera espacial, enviaron en el satélite Sputnik-2. Pese a lo que digan, dudo mucho de que sobreviviera al despegue, pero eso de lanzar un perro al espacio ya era un puntazo. Herschel y Planck también parecen nombres de entrañables animales de compañía, pero no lo son. ¡Qué pena que este tipo de avanzados telescopios no sirvan para explorar el universo humano! Más de una sorpresa nos llevaríamos.

viernes, 8 de mayo de 2009

'Soma' olímpico

Siempre me han interesado más las vidas invisibles que las vidas ajenas. Ya ven. Desde que soy pequeño disfruto más cuando uno de esos seres anónimos que pululan por el mundo me cuentan su vida que con los dimes y diretes de este patio de porteras en el que vivimos. Recuerdo que cuando era pequeño pegaba mi nariz en un escaparate viendo como el tendero de la tienda de ultramarinos de mi barrio se pasaba horas y horas, con una paciencia infinita, apilando latas de guisantes hasta elevar una majestuosa obra de arte en forma de triángulo. Al tendero, que me conocía de sobra y que no era muy hablador, un día le dio por invitarme a ayudarle a levantar otra pirámide. Para mí era un juego y para él, trabajo. Entonces descubrí que detrás del hombre de rostro serio y con un lápiz siempre sujeto tras la oreja, al que mi madre le pedía 200 gramos de york cortado en finas lonchas, existía una vida invisible. Ahora me doy cuenta de que era un superviviente más. Me contó que había aprendido con su padre a salir adelante cargando con sacos de alubias blancas que pesaban un quintal desde Astorga. Tampoco olvidaré nunca a un viticultor con el que tuve la suerte de pasear en un mar de viñedos poco antes de la vendimia. Toda una vida dedicada al airén y en los últimos tiempos al Cabernet-Sauvignon para crear vinos con alma, como a él le gustaba decir, dan para mucho y es lo que ofrecía esta otra vida anónima. Pero entre los surcos y los pámpanos de las vides y con una sabiduría aplastante no conseguí arrancarle el nombre. “¿A quién le importa mi nombre ahora, con 79 años?”, espetó para mi asombro. Mientras que Madrid se convierte en el Villar del Río de Bienvenido Mister Marshall ante los trece miembros del comité de evaluación que decidirán si es olímpica en 2016 me acuerdo de estas dos vidas invisibles y me pregunto qué pensarán. A ellos no les van a venir ahora con el cuento de que “hay brotes verdes en la economía” ni que Madrid ha cambiado el chotis por el chill-out. Lo que sucede es que en un par de horas con aquel tendero del que ya no recuerdo su nombre o con el viticultor que me negó el suyo se aprende más que en varias horas de sandeces aderezadas con la pastillita de soma olímpico en El Mundo Feliz que nos hacen tragar.

viernes, 1 de mayo de 2009

Traseros

Puede que los deseos se hagan realidad alguna vez, pero no es lo habitual, se mire por donde se mire. Es más el deseo de que la suerte nos sonría que otra cosa, porque la triste y muchas veces tediosa realidad siempre dicta sentencia. Tal vez por soñar nos tragamos como tontos las vidas ajenas, las de los famosos de turno, o discutimos si el culo de la Bruni es mejor que el de Doña Letizia. Los medios de comunicación han propiciado esta semana el debate del absurdo, con permiso de Berlusconi, llevando una imagen de traseros a las portadas de lo que se denomina prensa seria. Y eran culos. Sí, que nadie se altere, simple y llanamente culos, acariciados por telas de prêt-à-porter. Claro, que en una semana en la que nos han atemorizado con una pandemia de tintes catastrofistas, que la mujer del presidente de Francia se bese con Doña Letizia o con José Bono me ofrece tranquilidad de espíritu y despeja mis temores de contraer la gripe porcina. De hecho, si hubiera estado en el Congreso de los Diputados durante el discurso de Sarkozy también hubiera aplaudido... pero a Carla Bruni. Tantos años de rencor con nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos, chovinistas ellos con su Marsellesa y su guillotina, que por unas palabras del hiperactivo Sarkozy es difícil cambiar de idea sobre un país que hace tantos chistes sobre los belgas, pero al que admiro porque a pesar de su antipatía acogió a centenares de españoles. España y Francia son como dos amantes, que se pelean y no pueden estar separados. Pero los deseos y la realidad, aunque viajen en el mismo vagón, son como los españoles y los franceses. El otro día regresé al supermercado en el que hace algún tiempo la cajera me confesó, mientras me cobraba unos yogures, que soñaba con que Sarkozy la rescatará de allí. En plan Oficial y Caballero, pensé yo mientras esbozaba una inevitable sonrisa. Pero la realidad es tozuda y la cajera seguía allí, pidiendo la tarjeta de cliente y currando sin parar. Seguro que en sus sueños también está viajar por todo el mundo, vestirse de Dior con diseños de John Galliano y enamorar a todo hijo de vecino. Espero que su sueño se cumpla algún día y que aparezca el Sarkozy de su vida. Soñar es libre.

domingo, 26 de abril de 2009

La otra música

Madrid es una ciudad muy grande, pero sólo tanto como el azar se encapriche. En una cosmópolis así uno puede hacer de su vida invisible lo que quiera, pero de repente el destino te la juega. Un encuentro inesperado, en este caso dos, y miras al pasado, a los años en los que todo eran ilusiones y pensabas que jamás ibas a sufrir la crisis de los 40. Así sucedió el otro día. Durante un tedioso acto social me reencontré con un antiguo compañero de la universidad. El Keith Richards le llamábamos, con artículo y todo, por eso de que era uno de los pocos amigos que en los años de la Complutense nos pasaba por los morros que había estado viendo a los Rolling Stones en el histórico concierto del 82 en el Vicente Calderón. Aspiraba a tocar su guitarra eléctrica Fender stratocaster como la satánica majestad de Keith Richards, tenía un póster del Che Guevara en su habitación y defendía la Teología de la Liberación como la única solución a tantos abusos de la Iglesia católica. Hoy es el responsable de comunicación de una importante empresa, gana una pasta gansa, lleva a sus hijos a colegio de curas y ya no toca la guitarra. Ahora es de los que saca los codos para acudir a tertulias en los medios de comunicación y convertirse en paladín de la defensa de los desempleados. Claro, que de paso fustiga a Rodríguez Zapatero sin descanso como responsable de todos los males. Si no fuera porque conduce un Porsche Cayenne de 63.000 euros, igual hasta le creería… Unas horas después, en el Metro, me encontré a otro compañero. A los tres nos unió en la Universidad nuestra pasión por la música, en forma de vinilo y cintas regrabadas de horas de radio. Este otro amigo fue el que nos habló por primera vez de Ian Curtis, el lacónico líder de Joy Division cuyo suicidio a los 24 años engrandece más su leyenda. Recuerdo que no se quitaba la camiseta de Joy División y cuando me reencontré con él, veinte años después, la llevaba en su mirada. Es uno de los cuatro millones de parados más. Divorciado y con dos hijos vive en casa de sus padres. A los tres nos unió la musica en la Facultad, pero el azar se ha empeñado en que a cada uno la música nos suene de otra manera.

sábado, 18 de abril de 2009

'Pijoaparte'

El otro día llamaron a la puerta de casa –toc,toc,toc- mientras estaba tirado en el sillón tratando de poner en orden mis ideas. Me levanté, abrí y me encontré con un tipo que con toda la confianza y verborrea del mundo, pero con un traje arrugado que le quedaba grande y un horrible nudo de corbata, trató de colocarme un pedido de agricultura ecológica por 35 euracos al mes. Tras despacharle volví al sillón donde repasé la grotesca escena y fue cuando de repente me acordé del Pijoaparte, ese auténtico superhéroe de barrio de la novela Últimas tardes con Teresa. Mira por donde una sonrisa se dibujó en mi cara para camuflar mi tedio. Algo parecida a la que Juan Marsé tendrá el próximo jueves en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá cuando reciba el Premio Cervantes y observe el rostro de Ángeles González-Sinde, la ministra de Cultura que vino del cine. Supongo que las recientes palabras de un Premio Cervantes sobre el cine español habrán sentado como un jarro de agua fría a la ministra, a pesar de su buena estrella y sus Goyas. “El problema del cine español no es la piratería, sino la falta de talento”, advierte Marsé. Su lamento está más que justificado porque al fin y al cabo es un escritor que no ha gozado de mucha suerte en las adaptaciones de sus obras a la gran pantalla, desde la célebre Últimas tardes con Teresa al Embrujo de Shanghai. Tal vez por ello en su última novela ajusta las cuentas a más de un guionista, con descarado indisimulo. Marsé es de esos tipos valientes, que tienen la suerte de decir lo que piensan y quedarse tan panchos. Igual que Arturo Pérez Reverte y Javier Marías, que también cuentan con un buen puñado de pijoapartes en sus novelas que sueñan con alcanzar una vida mejor, sin dudar en mezclar apariencia y realidad. Creo que el andaluz del barrio barcelonés del Carmelo creado por Marsé no está invitado a la entrega del Cervantes. Una pena. Seguro que encuentra la manera de colarse y suspirar por el amor de alguna mujer de la burguesía progre que desprenda aroma a Chanel. Quien sabe si tras una noche de amor con una joven que conozca en la Cisneriana con las primeras luces del al alba, el Pijoaparte se volverá a encontrar con cofias y delantales, despertando de bruces a la realidad.

martes, 7 de abril de 2009

Fotos

Tener una foto con Obama se ha convertido casi en una cuestión de Estado. Así ha quedado de manifiesto durante el reciente periplo del mandatario norteamericano por Europa. En mi desordenado álbum fotográfico no podré tener ese objeto de deseo y por eso envidio a Zapatero. No sé si podrá presumir en la bodeguilla de la Moncloa o en el retiro de Doñana con sus colegas de las instantáneas que se hecho con el presidente yankee, pero si quisiera enmarcarla lo podrá hacer. Y yo no. En el fondo es un privilegiado, porque a decenas de periodistas les hubiera gustado probar el efecto placebo que produce hacerse una foto con un mito. Por eso no me extraña que se olvidara del posado oficial de la Cumbre de las Civilizaciones. Ser un mitómano es lo que tiene y fotografiarse con una estrella lo cura todo. A mí, que quieren que les diga, me resulta un poco patético que los mandatarios mundiales se peleen por hacerse una foto, pero con Obama lo entiendo. Es como el viajero del AVE que se cruza con la Belén Esteban de turno en la estación de Santa Justa y le pide una foto antes de someterse a la persecución de intrépidos reporteros mal pagados. Pero la foto es lo que vale, aunque salga movida. Y eso es lo que le pasó a Zapatero con los rumores confirmados el martes por la crisis de Gobierno, que hicieron que su instantánea con Obama saliera algo movida. Si les soy sincero, eché de menos en la imagen al Mocito Feliz, ese tipo calvo con barba que sale detrás de los famosos, que lleva siempre periódicos y que se cuela con todo el descaro en los planos de los paparazzis. Pero lo de las fotos tiene su cosa y la pasión de algunos llega hasta tal punto que un viaje de placer se puede convertir en una pesadilla a cuenta del arte fotográfico. Eso le pasaba a un amigo que nos pedía posar una y otra vez al grito de "foto, foto". ¡Y eso que no nos acompañaba Obama! Un click tras otro, las cámaras digitales han sido el instrumento globalizador que ha servido para captar la euforia mundial que transmite Barack Obama. Entre tanta sonrisa, no me extraña que los líderes de la vieja Europa quieran inmortalizarse junto a una sonrisa que es sinónimo de otras maneras en el orden mundial. En anteriores cumbres la gente abucheaba a Bush, pero con Obama todos quieren una foto a su lado, con Mocito Feliz o sin él.