jueves, 22 de diciembre de 2011

Los nombres sí que importan




El PSOE sigue recostado en el diván del psicoanalista tras besar la lona del ring electoral. Desde entonces anda tan despistado que su búsqueda del tiempo perdido se ha convertido en algo patológico. A la espera del congreso de febrero los socialistas se debaten los sesos por perfilar cómo debe ser el partido en el futuro. En ese diván es donde están apareciendo todas las contrariedades internas de las distintas sensibilidades del puño y la rosa, tan evocadoras como la famosa magdalena de Proust. Para los militantes, simpatizantes y los que están en los cargos orgánicos del partido del puño y la rosan los lugares son comunes. Buscan lo mejor y la verdad, pero como todo en la vida, todo es cuestión de interpretaciones. Además, como sucede en los momentos de barullo, los que están arriba quieren apagar cualquier signo de rebelión interna, como sucede en el PSM, donde hay quien aguarda cualquier ocasión para devolverle a Tomás Gómez el golpe que en su día recibieron, y los que están abajo también quieren pintar más. Es la eterna paradoja de la vida. La cosa es que tras el K.O. del 20-N el PSOE se ha embarcado en una necesaria carrera de renovación profunda. Nadie discute que es necesario. Las famosas familias socialistas reclaman más participación y mayor democracia interna, Tampoco lo discute nadie. La inmensa mayoría se decanta ahora por las primarias para elegir al secretario general. Nadie, o mejor dicho, casi nadie lo discute ahora. Y es justo ahora cuando sobre el diván para encontrarse a sí mismos, los socialistas tratan de engañarse al terapeuta con que lo importante no son nombres, sino las ideas y los proyectos políticos. Probablemente lo que dicen también se lo creen, pero en realidad es muy difícil de compartir. Son las personas, con nombres y apellidos, las que importan porque se trata de elegir a quien sea capaz de liderar un partido desnortado y que lleve a cabo profundas renovaciones. Tal vez, harían mejor en no engañarse a sí mismos, porque los cambios los hacen las personas, no se alcanzan sólo con buenas intenciones ni en intensas reuniones para reunirse. A día de hoy lo cierto es que, aunque nadie quiera mover pieza, sólo se vislumbran dos posibles candidatos claros a la espera de que se abra una tercera vía como la que encarnó el propio Zapatero en el congreso de 2000. Uno es el felipista Alfredo Pérez Rubalcaba, y la otra es Carme Chacón, heredera del postzapaterismo. Los nombres dan muchas pistas, esconden intenciones, adhesiones, fidelidades, deseos y generan tanto filias como fobias. No es otra cosa, al fin y al cabo, que la condición humana. Si no es así que alguien explique por qué Rajoy nos tuvo en vilo, tras semanas de quinielas de ministrables, para conocer la composición de su Ejecutivo. O por qué se ha hablado tanto de sus ministros, que cuando los dio a conocer parecía más la alineación del próximo partido de la selección española de futbol. ¿Será que los nombres sí que importan?

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La carretilla de Urdangarín

Mucho me temo que la carretilla del Museo de Cera ya está lista para otro trabajito. Ahora es cuando me pongo en la piel de ese operario que actúa a modo de verdugo, pero con maneras de transportista o de empleado de funeraria. Los palacetes, los informes farragosos que se colocaban por doquier gracias al membrete de S.A.R. consorte, los paraísos fiscales y una serie de hechos detallados con precisión en los medios de comunicación, pese a un secreto de sumario que brilla por su ausencia, han acabado con la paciencia del Rey. El comportamiento poco ejemplar ha dado la puntilla a un Urdangarín que ya ha perdido el juicio de la opiniíon pública, la otra sentencia, si es que la hay, será la de los tribunales. A estas alturas es difícil encontrar a nadie que no califique el comportamiento del marido de la Infanta Cristina como inmoral o poco ético. Si ha incurrido en delitos como los que presuntamente se le acusará será el juez el que decida, y en su caso le imponga la pena. Pero el cuento de princesas y palacetes de Urdangarín no pinta nada bien. Sólo con leer en un titular que Urdangarín y su socio emplearon (presuntamente, claro) una fundación de ayuda a niños discapacitados creada y controlada por ellos para evadir al paraíso fiscal de Belice es para empezar a pensar que la cera de su muñeco no va a tardar en derretirse. Si es así, y tiene el mismo destino que su exconcuñado, el inefable Marichalar, la carretilla del Museo de Cera que le traslade será el objetivo más codiciado de los paparazzi más avezados. Seguro que en las redacciones de la prensa de las revistas del cuore sus directores aguardan con inquietud la llegada de esa foto futurible. Marichalar no resistió mucho ni en el burladero del albero de cera, primer paso antes antes del destierro definitivo, y para Urdangarín se piensa ya en un destino similar. El primer paso para Urdangarin, el de cera, será sacarle de su espacio actual en este museo madrileño. Ahora está junto a los Reyes de España y sus hijas, pero tras su apartamiento real pasaría a la sala dedicada a los deportes, al menos eso se estudia . No sé si alguien recuerda ya sus éxitos deportivos, más en un país de memoria quebradiza, acostumbrado a pelotear al líder y pisotearle cuando cae en desgracia. Pero me imagino que en lugar de reservarle un espacio a la altura de  su victorioso pasado como jugador de balonmano, le colocarán como un mero espectador de las hazañas de Ángel Nieto, por ejemplo. Así que el señor Lobo, el que empuja la carretilla, ya sabe que tiene un trabajito por delante. Es sólo cuestión de tiempo y el Señor Lobo, como el empleado de una funeraria, no entiende de emociones, como mucho de respeto por el trabajo bien hecho.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El euro cruje


La lavadora es algo más que un electrodoméstico. Es una máquina que posee poderes extraordinarios que van más allá de lavar la ropa sucia. Durante años lava y lava, obra el milagro de quitar manchas y mantener los colores de las prendas. Con el paso del tiempo se van sustituyendo los calzoncillos, las camisetas, los vaqueros y los calcetines, pero la lavadora sigue a lo suyo,  a dar vueltas y vueltas, mezclando el detergente y el suavizante con la ropa..

Lo extraordinario es que muchas veces los pares de calcetines que entraban en el cesto de la ropa sucia no salían de la lavadora tras el correspondiente centrífugado o sólo salía uno suelto. Daba igual.Hemos aguantado años mezclando calcetines con la misma tranquilidad que tirábamos de los euros para tapar vergüenzas y vivir a todo trapo. Unos se ponían un palacete en su vida colocando informes repletos de vaguedades o se lo llevaban muerto en forma de comisiones, otros pasaban de la alpargata al Porsche subvencionado con la venta de unos terrenitos y mientras, una gran mayoría  se reía del que pagaba por comprar un billete de metro. "Para qué pagar si te puedes colar, hay que ser tonto" es lo que se puede leer en el pensamiento de ese españolito que no hace colas y pisa el acelerador por el arcén de los listos en pleno atasco. Dichosa picaresca. La falta de conciencia social es tan española como la furia de la infantería que acojonó a media Europa. Pero es la carencia de conciencia social lo que nos hace estar tan lejos de la Europa. Y mientras, la lavadora a lo suyo. La malo es que la lavadora da señales inequívocas de que no puede más.


Esa lavadora es la Europa del euro, la misma que nos ha construido carreteras, vías de tren de alta velocidad, potabilizadoras... y tantas y tantas cosas como podamos imaginar con cargo a los fondos de desarrollo regional. Hoy la Europa del euro no resiste, cruje. Llega la hora de refundar Europa para que tenga un verdadero gobierno económico y una estricta disciplina presupuestaria sobre la deuda y el déficit, con fuertes sanciones a los países que no cumplan. Angela Merkel no se cansa de repetir que la solución no son los eurobonos y que es la unión fiscal lo que va a salvar la zona euro. Merkel y Sarkozy tienen la sartén por el mango. Otros, como Mariano Rajoy, no tienen más remedio que aceptar, sí o sí, lo que Alemania y Francia decidan, y aplicarlo en España.

Dentro de unos días, el 8 y el 9 de diciembre, el euro se juega su futuro en la cumbre más importante desde que el euro empezó a correr por la vieja Europa. Los países de la zona euro tendrá que elegir entre dar un paso adelante o caminar en un alambre sobre el vacío.  Ahora la lavadora sigue siendo la misma, la ropa sucia también es nuestra y si queremos seguir pagando en euros ya nadie  podrá perder calcetines por el camino.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Regalos para la Constitución: un largo puente, ‘okupas’ y tranvías


La Constitución Española cumple 33 años, un tercio de siglo, y en Madrid se celebra por adelantado. Como si se tratara de un lifting, la celebración de la Carta Magna cada vez se estira más. Y es que cada año se celebra más pronto, en esta ocasión con cinco días de adelanto. Mientras la crisis aprieta y el futuro del euro está en el alero, el jugoso puente laboral que se avecina es capaz hasta de adelantar el brindis por un documento de consenso y unidad que ya ni se celebra el 6 de diciembre. Pero con puente o sin él, la sede del Gobierno regional en la Puerta del Sol volvió a acoger un acto tradicional que tuvo como protagonista en los pasillos y corrillos los cantos de sirena para reformar el texto de 1978, el encierro del alcalde de Parla, José María Fraile, para defender su tranvía o el tono casi mitinero de la todavía delegada del Gobierno, Dolores Carrión, para defender su actuación ante el movimiento okupa que igual que toma un hotel o un teatro también se instala sin miramientos en edificios públicos de Madrid.

La concordia y el consenso que se desprende de la Constitución se respiraba el pasado jueves en la Puerta del Sol y la presidenta regional, Esperanza Aguirre, así lo puso de manifiesto en una intervención en la que destacó que en estos momentos de dificultad habría que fijarse más que nunca en la Constitución para salir de la crisis. El mensaje de Aguirre no se quedó ahí y aprovechó la intervención  para destacar el “legado histórico y cultural” de una gran nación como España y que “sólo algunos españoles acomplejados ponen en cuestión". Y es que la Constitución siempre abre una tregua en la batalla política.





Aunque las formas se guardaron, el morbo del acto estaba en la presencia de Dolores Carrión, delegada del Gobierno en la Com unidad de Madrid y a la que el Gobierno regional coloca en el centro de sus críticas por no impedir la okupación de edificios. Entre copas de cava y buenas maneras, Carrión coló en su discurso, en su último acto oficial, una encendida defensa de su labor pese a que los populares madrileños claman contra ella porque en Madrid hay siete edificios ocupados y la Delegación del Gobierno mira hacia otra parte. Y según Carrión, donde mira es a la Constitución porque presumió de haber desempeñado su cargo “siempre con a ley en la mano”. El Gobierno regional, claro está no piensa lo mismo, y responsabilizan a Carrión que no haya actuado ante los okupas enviando a la policía.

Los consejeros de Aguirre claman contra la barra libre con los okupas, aunque si llama la atención alguna de las declaraciones oficiales es la de Percival Manglano. Después de brindar por la Constitución y tras la tregua que da el solemne acto de cada año, entró en la Asamblea de Madrid para el pleno de los jueves y lanzó una frase lapidaria: “Me parece que el germen del totalitarismo okupa está germinando porque la Delegación de Gobierno se ha rendido sin vergüenza, sin condiciones y sin dignidad”. 

Y si hay que hablar de okupas, salvando las distancias, el que también se apuntó a la moda de atrincherarse por las bravas fue el alcalde de Parla, José María Fraile, que montó su show particular en la sede regional en una representación teatral sin entradas a la venta. Tras una noche teatrera, animada por las redes sociales, consiguió que fuera uno de los asuntos más comentados en el acto de la Constitución, entre canapé y canapé.

Fraile pasó más de un día en la Real Casa de Correos, desde la nueve y media de la mañana del miércoles hasta las doce de la mañana del jueves, por una deuda que tiene el ayuntamiento en la gestión del tranvía que sólo las dos empresas implicadas podían solucionar. Y así fue, Alstom, que se encarga del mantenimento, y Tranvía de Parla negociaron, limaron sus diferencias, cerraron un calendario de pagos y el tranvía volvió a circular desde el jueves por la tarde. Fraile, eso sí, se quedó al acto de la Constitución y salió de la Real Casa de Correos como había venido, sin un solo euro de la Comunidad para tapar la deuda municipal de un proyecto faraónico impulsado por su antecesor, Tomás Gómez.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Al final de la escapada




Los aficionados al cine conocen muy bien el final de una de esas joyas cinematográficas que a menudo hay que revisar si se quiere tener la cabeza en su sitio, en especial en estos tiempos de voracidad de los mercados y asedios de la prima de riesgo. Me refiero a esa joya de Jean-Luc Godard titulada Al final de la Escapada. El título es lo suficientemente elocuente como para resumir lo que la noche electoral nos ha dejado después de tantos meses de campaña, estrategias para arañar votos de donde sea y cansinos mensajes, tan vacíos de contenido como demagógicos, en medio de una crisis sin precedentes. La cosa es que con el final de la película electoral ha pasado lo que se preveía, que el PP ha arrasado, que en el PSOE  se ha producido una hecatombe sin precedentes y que las empresas que se dedican a los sondeos de opinión que durante meses nos han machacado con el mismo pronóstico se han ganado el sueldo. La papeleta que tiene Mariano Rajoy por delante es de órdago. Pese al fiestorro que ayer montaron sus militantes en la sede de Génova, imagino que el líder popular dejó las copas y los brindis para otro momento.



Después de acabar la campaña oficial sin decir qué va a hacer para crear empleo y reducir el paro ha llegado su hora. En su primera comparecencia de anoche, tras el histórico triunfo del PP, Rajoy advirtió que no habría “milagros”. Tiene razón. Sería de inconscientes creerlo así. Rajoy tiene por delante una tarea titánica, en la que deberá mostrar hechos, no sólo intenciones. Supongo que no tardará en anunciar los profundos recortes –sí, recortes– que habrá que llevar a cabo para profundizar en la política de austeridad y cumplir con el objetivo de estabilidad presupuestaria que marca Europa. Y es precisamente Europa quien va a marcar los pasos y las decisiones de ese hombre tranquilo, muy gallego y de silencios exasperantes. A su manera, Rajoy también está Al final de la Escapada. Pero la huida también llega a su fin para Rubalcaba. Su carrera electoral en 2008 ha llegado a su fin y sería una temeridad pensar que volverá a tener una oportunidad así porque el congreso del PSOE debe servir para renovar el partido.En la película de Godard, y siento desvelar el final a todo aquel que a estas alturas no la haya visto, Belmondo muere a manos de sus perseguidores, con el pitillo en la boca y cansado de huir (claro, que perdidamente enamorado de Jean Seberg). Películas así solo hay una, por muchos remakes que hagan.Y el PSOE haría mal si hiciera un remake.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Gustavo de Arístegui: "El islamismo radical no es compatible con los derechos humanos"


“El islamismo radical no es compatible con los derechos humanos ni con la democracia”. Así lo advierte el Gustavo de Arístegui (Madrid, 1963). El político popular, licenciado en Derecho, diplomático y portavoz del PP en la Comisión de Asuntos de Exteriores hasta esta legislatura analiza las revueltas árabes en su último libro, Encrucijadas árabes. Lo que España y el mundo se juegan (Singular Ediciones). De Arístegui advierte de que el islamismo radical es el gran beneficiario de las revueltas que comenzaron en la plaza Tahrir, en El Cairo. Además alerta del riesgo que supone la presencia de Al-Qaeda en el Magreb y critica con dureza que no se adopte desde los organismos internacionales una resolución de condena firme “al sanguinario régimen sirio”.  Además, censura con dureza “la Alianza de las Civilizaciones, tal y como está concebida por el Gobierno del PSOE”, porque “ha dado aureola de legitimidad a regímenes como Siria e Irán”. Tampoco pasa por alto, a lo largo de la entrevista, que la preocupación europea por la crisis financiera lleve a un segundo plano los conflictos localizados en países árabes de la vertiente mediterránea.




-¿Qué se juegan España y el mundo en la encrucijada árabe?
-Tenemos que ser conscientes de que todos los problemas geopolíticos, la inestabilidad geopolítica, la inseguridad… son generadores de peligros muy claros, para Europa, para España y para el mundo. Es una parte muy importante del mundo, y en especial para nosotros. Hay que tener en cuenta que un momento en el que Europa está debilitada por la crisis del euro, la crisis financiera, la crisis de la deuda soberana el que haya incertidumbre en nuestro vecindario añade más incertidumbre y limita nuestra capacidad de respuesta.

-¿Eso está propiciando que Occidente baje la guardia?
- Quizá los que tienen que bajarla no la están bajando. Es el caso de los servicios de inteligencia, los servicios de seguridad… pero, en efecto, la sociedad tiene una cierta tendencia a centrarse más en los problemas más acuciantes. Tampoco es que la preocupación social vaya a paliar o mitigar los posibles riesgos de nuestra región. Pero tenemos que ser conscientes de que los riesgos de nuestra región en este momento preciso son una noticia peor que si fuera en otro momento. Una Europa menos fuerte que antaño es una Europa con menor capacidad de respuesta inmediata.

-¿Hay más riesgo ahora en el norte de África con la presencia Al-Qaeda?
-Al-Qaeda se está instalando en el Sahel y estar en el Sahel significa estar a tiro de piedra de cualquier parte de Europa, a tiro de piedra de cualquier parte del África subsahariana. Quiero recordar los terribles atentados que están produciéndose en Nigeria. Hace muy poco tiempo una serie de atentados causaron 150 muertos en un fin de semana en Abuya y eso es Al-Qaeda en el Magreb islámico. Al-Qaeda está instalada en el Sahel, pero especialmente en Níger y Mali. Y eso algunos venimos denunciándolo desde hace mucho tiempo.

-¿La democracia y el islamismo pueden convivir?
-Islam y democracia sí, rotundamente sí. Islamismo radical y democracia no, rotundamente no. El islamismo radical no es compatible con los derechos humanos, no es compatible con la democracia. El Islam sí que lo es y lo estamos viendo en Turquía, en Indonesia o entre los musulmanes indios porque la India es el segundo país musulmán del mundo por población después de Indonesia, por delante de Pakistán. Conviene recordarlo. Hay unos 170 millones de musulmanes en la India.
-¿Se han tomado con demasiada alegría las revueltas de la primavera árabe?
-Creo que hay un exceso de optimismo irresponsable en algunos analistas y algunos responsable respecto a cómo estaban llevándose a cabo las revueltas en el mundo árabe. ¿Cuántas veces hemos escuchado que los islamistas no tienen protagonismo, que los islamistas no son los que han iniciado las revueltas, los islamistas no tendrán un papel que jugar cuando cambien los regímenes dictatoriales?... No tuvieron nada que ver con el estallido de las revueltas, pero ya hemos visto que han ganado en Túnez, que van a ganar en Egipto o que una parte del Consejo Nacional de Transición libio tiene claramente una tendencia islamista y eso es una evidencia que no podemos negar. Negarla sería también irresponsable.
-¿El islamismo radical es, por tanto, el principal beneficiario de unos movimientos en los que no participaron en su origen?
-En gran medida es una buena conclusión. En efecto, el islamismo radical es uno de los principales beneficiarios de los cambios del régimen en los que no han sido protagonistas. En lo que sí han sido protagonistas es en las elecciones porque en Túnez han ganado y van a ganar en Egipto.
-¿Se puede establecer algún paralelismo entre la plaza Tahrir de El Cairo con la Puerta del Sol del movimiento 15-M?
-El movimiento 15-M nace con la amalgama de muchas cosas muy distintas, donde hay gente de derechas, de izquierdas, parados, estudiantes, funcionarios, trabajadores precarios y no precarios, gente que quiere que el sistema se regenere y sea más representativo, más transparente… Pero lo que queda hoy del movimiento 15-M es otra cosa bien distinta. Después de un proceso de centrifugación de los elementos más moderados lo que queda es otra cosa. Queda un movimiento muy parecido a lo que ya existía en todas partes del mundo democrático: los anticapitalistas, antiimperialistas,… todos los antis que uno pueda imaginar. Obviamente sigue habiendo gente bienintencionada en el sistema, pero estamos hablando de la contestación a democracias, de la petición de que las democracias se reformen o se regeneren si esa reforma es necesaria. En la plaza Tahrir es la protesta de un pueblo oprimido por un dictador pidiendo libertad y democracia, que ya la hay en España.
-¿Por qué Siria parece que tiene carta blanca desde hace tantos años?
-A Siria le está saliendo gratis casi todo lo que ha hecho en 41 años, que es lo que lleva el régimen. Hasta el año 1991 todo le salía gratis porque era un aliado principal del bloque soviético, y en plena guerra fría era imposible censurar a Siria. De hecho la matanza de Hama, del año 1982, con 30.000 víctimas le salió totalmente gratis a Hafez al-Assad [padre del actual presidente Bashar al-Assad]. Ni una sola condena en organismos internacionales. Y en la actualidad hay reticencias que no son ya justificables, o que no lo fueron en ningún momento desde el principio por parte de China o de Rusia, para que se adopte por lo menos una resolución de condena firme al sanguinario régimen sirio. Lo que está produciéndose en Siria es terrible y tiene que hacernos reflexionar a la comunidad internacional sobre el doble rasero.
-Ese doble rasero ha sido el mismo que se ha aplicado a Libia, donde se ha apoyado a unos rebeldes desconocidos…
-El mandato de la ONU no era para los rebeldes libios, era para el pueblo libio. Era la defensa de los libios que estaban siendo masacrados con medios de guerra por parte de su líder de la revolución de su dictador Gadafi. De la misma forma que se ha defendido al pueblo libio se tenía que haber defendido al pueblo sirio, empezando por una condena. Me cabe la satisfacción de ser el autor de la única iniciativa parlamentaria aprobada en el Congreso de los Diputados condenando, con voto unánime de la Comisión de Asuntos Exteriores, al régimen sirio por su masacre del pueblo.
-Hablando de Libia, una parte del Consejo Nacional de Transición (CNT) ya se ha mostrado dispuesto a instaurar la Sharia [ley Islámica].
-Es lo que hablábamos antes, que una parte del CNT ha demostrado estar más cerca del islamismo radical que del islam moderado. Los libios tendrán que decidir entre las opciones políticas que se presenten a las elecciones cuando se celebren.
-¿Qué papel debe desempeñar España en política Exterior en este asunto?
-España tiene un profundo conocimiento de la región, mucha experiencia, buena imagen y, además, el precedente de nuestra ejemplar transición a la democracia. No tenemos que dar lecciones a nadie, ni ser paternalistas ni imponer nuestro sistema. Sí podemos y debemos compartir nuestras experiencias. Las tareas que pueden tener los países democráticos vecinos a los de las revueltas son dos básicas. Primero, los estados, para  ayudar a la consolidación de las instituciones democráticas, las reformas institucionales y el fortalecimiento de las jóvenes democracias. Segundo, los partidos, para que las formaciones afines entrenen y formen a los dirigentes de esos partidos que han vivido bajo dictaduras y que siendo demócratas de corazón no tienen experiencia en la administración de democracias. En consecuencia, creo que tenemos esos dos papeles que jugar, que son importantes.
-¿Las estrategias del próximo gobierno español hacia dónde deben dirigirse?
-Lo tenemos muy claro. La sensibilidad, el interés o la prioridad que un gobierno sensato, como es el que yo creo que va a ser el del Partido Popular. El Gobierno que surja va a tener la mano tendida con los vecinos, diálogo con el Islam moderado, la búsqueda de puntos de encuentro contra el terrorismo, el crimen organizado, contra los enemigos comunes; apoyo a los procesos de democratización; y entender que algunas iniciativas del gobierno socialista ha logrado ha sido apuntalar y legitimar a regímenes dictatoriales y corruptos. La Alianza de las Civilizaciones, tal y como está concebida por el Gobierno del PSOE, lo que ha hecho es dar aureola de legitimidad a regímenes como Siria e Irán, y pongo solo dos ejemplos.
-¿La amenaza nuclear de Irán es en serio o un farol?
-Otra cosa que llevo años diciendo y que mucha gente pensaba que era exagerada… Irán va a por el arma nuclear y la acabará teniendo. Tardará más o menos, pero es una evidencia que la quiere tener porque quiere blindar al régimen y ser potencia hegemónica regional en un eje hacia cuatro escenas geopolíticas: las exrepúblicas soviéticas y China hacia el norte; hacia el este, el Asia central; hacia el sur el Golfo Pérsico; y hacia el oeste, Oriente Próximo donde influye a través del régimen sirio, Hizbulá y Hamás. Por tanto, la inclusión del régimen sirio va a tener un impacto fundamental en la estabilización de Oriente Próximo en la medida en que Irán ya no podrá proyectar fuerza ni inestabilidad a través de sus aliados incondicionales que son el régimen sirio, Hizbulá y Hamás.

lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Debates?


El interés mediático que genera un debate entre los dos aspirantes a ocupar La Moncloa en la próxima legislatura me causa cierta hilaridad, no exenta de escepticismo. Lo que tienen estos debates es que sin tener dotes adivinatorias cualquier espectador que se siente ante el televisor ya sabe lo que quiere o no escuchar. Las campaña electorales sirven para regar los oídos de los fieles asistentes a los mítines y lanzar los  mensajes de turno. Y con los debates televisivos pasa lo mismo. Resulta que lo importante a estas alturas de la película, después de interminables meses de campaña electoral, no sólo los quince días de rigor, es el qué y no el cómo. Por el qué me refiero a si Rajoy ha elegido un traje gris, si se come el seso para elegir entre una corbata azul o roja para la madre de todos los debates o que si en las horas previas no se ha separado de su político de cabecera. Por el qué también me refiero a si Rubalcaba ha comido ensalada de tomate con atún, filete de pollo con patatas y un kiwi antes de vérselas, cara a cara, con Rajoy tras pasarse todo el día en Ferraz. Dentro del qué también están los secretos de alcoba de los que presumen los tertulianos. Que si Rajoy llega a las 21.03 horas al Palacio de Congresos y el candidato socialista  diez minutos después, o que si a uno y otro les acompañan menganito o fulano de tal. Todo esto no es más que el Sálvame de la política porque las cosas ahora no están para perderse con rodeos, sino en ir al fondo de la cuestión para solucionar la crisis económica. Con un debate en falso a dos, sin frescura ni espontaneidad y totalmente controlado por los aparatos de los partidos nada me importa que en los próximos días los partidistas de turno quieran presumir de que su candidato haya ganado el único cara a cara de esta campaña electoral. Por desgracia, lo que alimenta la audiencia de estos debates son cuestiones tan superficiales como los movimientos de manos, las miradas perdidas, los gestos taciturnos o cuántas veces se toque la nariz uno de ellos. El ganador del debate, ahora, no es lo importante. Es hasta insignificante. Con más de 15 puntos de de ventaja del PP sobre el PSOE en las encuestas se antoja muy difícil que un debate pueda influir a la hora de cambiar el voto de un país que necesita ponerse en marcha. Nadie duda del alcance que tienen los medios de comunicación, pero ante este debate electoral me proporcionan más felicidad los anuncios de los cortes publicitarios, por inalcanzable que sea lo que vendan, que las promesas políticas. Será porque en estos momentos resulta más sincero Don Draper, el enigmático publicista de Mad Men, al defender que la idea que esconde cualquier campaña publicitaria es la felicidad.

lunes, 31 de octubre de 2011

Excesos




España es el país de la exageración. Aquí todo se sale de madre. Cuando algo se pone de moda se lleva hasta extremos inimaginables hasta el punto de que se atomiza y luego, una vez que explota, se critica y se pone a parir con saña. Y no sólo se critica sino que también aparecen los negacionistas de turno, esos que niegan la mayor tras abrazar el oportunismo del “yo no he sido, no sé nada, es la primera vez que vengo “. En mi casa, por ejemplo, reposaron durante años un par de botellas de ginebra a la espera de unas gargantas sedientas. En una noche en la que parecía que en Madrid se había decretado la Ley Seca las dos botellas de ginebra se vaciaron en un plis-plas mientras que me quedé a solas con la de Jameson. Hasta hace poco se estilaban más el whisky o el ron, pero ahora la ginebra no tiene competencia. Lo que sucedió esa noche es que la ginebra y la sed terminaron por encontrarse, confieso que con algo de amargor por mi parte, porque como anfitrión lamenté no tener ni las marcas de ginebra ni la de tónica que mis invitados requirieron con una asombrosa naturalidad. “Un gin-tonic es un gin-tonic, aquí y en Sebastopol”-, pensaba hacia mis adentros cuando sacaba el hielo y el limón para preparar esta popular bebida digestiva cuando, de repente, uno interrumpió mis pensamientos para pedirme pepino en lugar del limón. A partir de ahí todo era posible, lo que propició que la tertulia girara en torno a las decenas de miles de marcas de ginebra que hay en el mercado, dónde se preparan los mejores gin-tonics de la ciudad o del mundo mundial, cuántas partes de ginebra hay que poner por las de tónica y si la Reina Madre Isabel de Inglaterra tuvo una longeva vida antes de estirar la pata a los 102 años porque  todos los días se atizaba algún que otro gin-tonic bien cargado. En el país de  los excesos el gin-tonic está tan de moda como las calabazas del Halloween o los partidos de fútbol a todas horas. Pero la tontería que se respira por estos lares hace aguas cuando quiere presumir de vintage. No sé si la tontería hay que agitarla o removerla pero aquí si hay barra libre en algo es, precisamente, en agitar y remover sin rubor alguno. Las acaloradas tertulias políticas, que han encontrado en la televisión digital el filón de la audiencia, o los programas de corazón, en los que el entrevistador se acaba mutando en personaje, entre acusaciones y juicios sumarísimos de sus propios compañeros o del público, son un buen ejemplo para medir la temperatura de los excesos que nos rodean. Igual que esos consejeros de cajas o altos directivos que se aseguran una pensión vitalicia millonaria, aunque su gestión deje mucho que desear o roce casi lo delictivo. Aunque para exageraciones nada como que casi cinco millones de personas estén en España sin trabajo. Eso sí que es exagerado, real y dramático.

viernes, 21 de octubre de 2011

¿El fin de ETA?

La noticia que cualquier periodista siempre ha querido escribir es el fin de ETA. Y ese día ha llegado o, al menos, así lo parece. Sin embargo, una vez más la perversión del lenguaje que utiliza la banda de asesinos deja la puerta abierta a ciertas dudas. El jueves 20 de octubre de 2011 es histórico, sin duda, pero el comunicado en el que ETA anuncia el "cese definitivo de la lucha armada" se queda cojo.

Tras un sanguinario historial con 858 víctimas mortales e incontables familias rotas a sus espaldas a golpe de tiros en la nuca y bombas lapa, lo que muchos españoles hubieran deseado es la disolución de este grupo terrorista, que desapareciera de una vez y que todos los terroristas acabaran con sus huesos en prisión.



La memoria de las víctimas, de todos aquellos que han pagado con sus vidas la sinrazón y la barbarie de unos asesinos, no puede quedar en el olvido. Este comunicado no puede suponer una carta en blanco para que se haga borrón y cuenta nueva. Por eso ahora, el Gobierno actual y que salga ganador de los comicios del 20-N se enfrenta a la no menos difícil papeleta de gestionar un escenario más esperanzador que nunca, sin la amenaza de la pistolas, pero que también debe llevar ante la Justicia a los etarras y a todo aquel sospechoso de haber colaborado con la banda armada en sus crímenes. Prófugos como Josu Ternera no pueden salir indemnes. Ni él, ni tantos otros que tanto daño han causado a víctimas inocentes.

Sin una palabra de perdón hacia las víctimas de la barbarie durante varias décadas, el comunicado de ETA deja un sabor amargo. Han robado años de liberdad y la democracia ha pagado un alto precio. Pero en la vida, todas las cosas tienen un principio y un final. Que ETA anuncie que deja de matar es algo que debe llevar cuanto antes a su desarme, la entrega de las armas y su disolución. Es el principio del fin.

El orden de factores del fin de ETA debería haber sido otro. Primero rendición y entrega de las armas, y luego que la izquierda abertzale vinculada a la serpiente enroscada en un hacha entrara en las instituciones democráticas. Pero ha sido al revés. Detrás de estos últimos movimientos los etarras y sus amigos, esos que ahora gobiernan en el Ayuntamiento o en la Diputación de Guipúzcoa, han hecho todo lo posible por maquillar su derrota ante el estado de Derecho y el mundo. Que no pareciera lo que es, una derrota. Sólo así se puede entender la pantomima de la conferencia de paz de San Sebastián, con unos mediadores internacionales que se han prestado a legitimar a una banda de asesinos, con idéntico lenguaje al de la banda terrorista en su declaración final, contribuyendo a una infame propaganda.

Tras el comunicado del jueves se demuestra que todo estaba preparado, con la mano visible de los terroristas y sus acólitos. Pero sea como sea, el cese definitivo de la lucha armada es la mejor de las noticias para la democracia, aunque cabe preguntarse una cosa: ¿Es el fin de ETA? Ojalá.

viernes, 14 de octubre de 2011

El gregario Gallardón



Oculto bajo un casco con visera negra, Alberto Ruiz Gallardón se hizo famoso por inspeccionar la ciudad de Madrid de incógnito, desplazándose de un lugar a otro en moto. Era una práctica que ya hacía como presidente de la Comunidad de Madrid. Aparecía raudo y veloz, en horarios intempestivos por cualquier carretera o rotonda para verificar su estado y tirar de las orejas o, en su caso, felicitar a los responsables. Muchos dijeron haberle visto, pero poco lo pudieron corroborar. Puede que haya más de leyenda urbana que de realidad en esta práctica gallardoniana, que con el paso de los años acrecenta el mito del aún alcalde. Tan de incógnito como cuando inspeccionaba la ciudad oculto bajo el casco, ha llegado al puesto número 4 de la lista electoral del PP por Madrid. Atrás queda el ya famoso rifirrafe de enero de 2008, con ascensor incluido, cuando admitió que había sido derrotado. Cuentan las crónicas que Gallardón hasta se planteó dejar la política. Desde entonces no ha abierto la boca, ha hecho partido y se ha posicionado, silencioso y con su casco, al lado de Rajoy. Pero, mira por dónde, ahora está más cerca que nunca de alcanzar su sueño: ser ministro. Si se cumplen las previsiones que anticipan los diferentes sondeos el PP ganará las elecciones el 22-N y Rajoy será el encargado de confeccionar el nuevo gobierno. Y la videncia política sitúa a Gallardón, que de todas todas también sera diputado, en una de las carteras ministeriales, probablemente en una de las de más peso. Rajoy no dice ni mu, fiel a su carácter prudente, y el propio Gallardón tira del manual de lo políticamente correcto para soltar frases como “mi compromiso en política es trabajar por Madrid y por España”. Pero a Gallardón le resulta tan difícil contener su satisfacción como al propio Rajoy controlar la euforia de los suyos ante el hipotético cambio de gobierno tras el 20-N. Rajoy es tan famoso por sus silencios como con su paciencia infinita, pero también tiene muy claro a quién quiere a su lado. Así ha resuelto las crisis internas en Madrid y en Valencia, donde ha evitado tomar medidas bruscas y se ha aliado con el tiempo para solucionar las disputas con la espera como método. Será que Rajoy, al que le gusta tanto el ciclismo, emula a Indurain y como el ciclista navarro prefiere no mostrar gestos de preocupación a sus adversarios ante una escapada peligrosa. Indurain cazaba a los adversarios de pronto, imponiendo un ritmo imposible para las piernas de sus compañeros en la cabeza del pelotón, pero nunca saltaba a lo loco con un potente golpe de pedal. Claro, que Indurain se llevó la gloria cinco veces en el Tour de Francia y Rajoy, por ahora, no ha ganado nunca como candidato unas elecciones generales. Ahora, entre sus gregarios de confianza cuenta con Gallardón, que con casco negro y sin él, trabajará para el líder porque como dijo en su momento “el que sabe de ciclismo es Mariano Rajoy, los demás estamos en el pelotón”.

lunes, 3 de octubre de 2011

Candidato&vicepresidente





Sostienen algunos tertulianos que a Alfredo Pérez Rubalcaba no le importa colocarse en el peor de los escenarios posibles para estimular a sus votantes. Suena un poco a teoría conspirativa pero ya que parte con las encuestas cuesta arriba, todo lo que  sea perder por la mínima sería un buen resultado. Lo que queda de la Conferencia Política del PSOE son más sombras que luces. Sorprende que Rubalcaba se haya instalado en los tiempos mejores del pasado, casi nostálgicos, para mirar al futuro. Sorprende que el candidato socialista a la presidencia del Gobierno se desmarque de las políticas de José Luis Rodríguez Zapatero pero luego se haga la foto con él. Sorprende que recurra a Felipe González como estrella de la conferencia para insuflar ánimo a sus simpatizantes y militantes. Sorprende que defina estas elecciones como “una encrucijada con una trascendencia tan enorme como las de 1977”, en las que el desconocido Felipe González logró el peor resultado electoral del PSOE desde la llegada de la democracia. Y sorprende, que Rubalcaba proclame que “no me voy a dejar ganar”. Todo esto suena a arenga frente a la desesperación, ante unas encuestas en las que el PSOE no remonta. Tras unas primarias que no lo han sido, por mucho que se defiendan desde Ferraz, la solución del PSOE ha sido recurrir al banquillo. La socialdemocracia está en crisis en España, sin referentes. Rubalcaba no es como ese Tony Blair que en 1994 empezó a modernizar el Partido Laborista, que a través de la tercera vía abrió la formación hacia las clases medias. Blair tuvo que esperar tres años para acabar con casi veinte años de conservadurismo en Gran Bretaña. Casi igual que Zapatero, tras hacerse con las riendas del partido y apostar por el modelo Blair. Hoy  España está sumida en una profunda crisis, con el zapaterismo agotado, con un candidato que ha acompañado a ZP desde el primer día y que en sus listas electorales opta por los de siempre porque no hay banquillo. Chaves, Barreda, Guerra son algunos de sus fichajes, mientras que otros saltan del barco como Elena Salgado, Carmen Calvo, Miguel Sebastián o Ángel Gabilondo. La diferencia entre el éxito y el fracaso de Rubalcaba el 20N en las urnas estará en la manera de gestionar su propio currículum, desmarcarse de la herencia envenenada de Zapatero y esperar a que la apelación, casi a la desesperada, al voto útil dé resultado. Rubalcaba no es un joven socialista, casi desconocido, que contagie la misma ilusión que Blair, González o Zapatero en su momento. El partido está desgastado por la tarea de gobierno y los bandazos continuos de ZP a la hora de afrontar la crisis. Rubalcaba no es un valor emergente en el socialismo español, puede que una pieza básica, que ya quisiera tener el PP entre sus filas. Pero dudo que pueda ganar las elecciones cargando contra los ricos o metiendo mano al alcohol y el tabaco para financiar la sanidad. Hace falta algo más. Rubalcaba ya ha avisado que va a luchar hasta el final, aunque tendrá difícil convencer a los españoles de que no tiene nada que ver con el Gobierno de Zapatero. Por eso el mayor enemigo del candidato Rubalcaba es el vicepresidente Rubalcaba. Una difícil bipolaridad.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Inoperativo

Hace unos meses, en esta misma columna, conté la increíble historia de Miguel. Les refresco la memoria. Miguel era un tipo con el que coincidí al inicio de mi vida laboral y con el que me reencontré un día en plena calle un par de décadas después. Era un friki que tras pasarse media vida enganchado a la última novedad tecnológica que caía en sus manos desde su primer Spectrum había dado un paso más. Se había sometido a varias operaciones para implantarse en su cerebro todas las redes sociales habidas y por haber. Mediante unos pequeños chips, colocados en el lugar oportuno del cerebro los mensajes de Twitter, Facebook  o Tuenti circulaban con tanta rapidez por su cabeza que había logrado algo extraordinario: tener la capacidad de vivir la vida de los otros. Con tanto mensaje ya no hablaba de él.






El inesperado reencuentro me dejó tan descolocado que desde entonces no dejé de preguntarme cómo era posible que andara por ahí un tipo con chips prodigiosos implantados en la cabeza. Eso alimentó mi curiosidad, lo que propició que siguiera sus tweets y que solicitara  su amistad en Facebook, aunque nunca intercambié con él mensaje alguno.  Como voyeaur de las redes sociales me limité a prestar a especial atención a sus comentarios. No se le escapaba nada de la actualidad. Era capaz de comentar los trending topic del día (los términos más repetidos en twitter), de responder al comentario de cualquier hijo de vecinos y opinar de todo. Recuerdo, por ejemplo, como hablaba de la boda de la Duquesa de Alba, las andanzas de Justin Bieber o el fiestorro de la divorciada Jennifer López con la misma presteza que en asuntos como la ayuda de la Unión Europea a Grecia, la amenaza del Fondo Monetario Internacional de hacer una auditoría externa a la banca española, el fin de los toros en Cataluña, la creación de eurobonos o la feroz crítica de Carlos Boyero a La piel que habito, de Pedro Almodóvar. 


Simplemente, Miguel tenía la necesidad de comentar toda la información que llegaba a su cerebro. Y era infinita. Hace unos días que Miguel murió. Estaba en una céntrica cafetería de la ciudad y se desplomó. Nunca más se despertó. Había caído fulminado. Los médicos que le atendieron sólo pudieron certificar su fallecimiento. Tras el barullo que se armó  en la cafetería fue trasladado al Instituto Anatómico Forense para practicarle la autopsia. El juez lo decidió así tras personarse en la cafetería para ordenar el levantamiento del cadáver. No las tenía todas consigo y quería saber las causas de la repentina muerte de aquel hombre. Junto a él encontraron una Blackberry y una Ipad de Apple, que seguían escupiendo mensajes e informaciones como si nada hubiera pasado. Unos días después del trágico suceso la autopsia determinó las causas del fallecimiento: un ictus cerebral por sobreabundancia de información.

lunes, 19 de septiembre de 2011

BA-LON-CES-TO




En 1984 los Corbalán, Solozábal, Epi, Itu, Margall, Romay y compañía nos dieron la madrugada. De paso nos colgamos con ellos la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Todo un hito. Esa noche de verano soñé que por fin estábamos cerca de ser como los yugoslavos y los rusos, claros dominadores europeos. A la selección norteamericana la veía como una misión imposible porque jamás seríamos capaces de echarles ni a codazos de la zona, ni defender como ellos ni meterla para abajo con la misma soltura que los creadores de ese deporte llamado baloncesto cuyo origen se atribuye a un profesor de la YMCA de Springfied llamado Jerry Naismith "hace mucho, mucho tiempo" ("A long time ago", que dirían los guiris..). 


Batallitas aparte, aquel equipo que dirigía el inolvidable Antonio Díaz Miguel -¿para cuándo el homenaje en toda regla que se merece?- tenía talento y virtudes que perviven en la actualidad. Con el paso de los años le doy más valor a la hazaña del 84. Jugar una final en la tierra de la NBA, frente a estrellas norteamericanas de la talla de Pat Ewing, Michael Jordan o ese cazador nato del aro contrario llamado Chris Mullin, todos ellos bajos las órdenes de un mito de los banquillos como Bobby Night, me hizo pensar en que el baloncesto español había tocado techo. 


Para un tipo de altura media como yo, con más cintura de Gepetto brother (¡siempre grande Montes!) que otra cosa, que pasaba las horas botando el balón en el patio de un colegio –bueno puedo presumir de haber jugado en un pabellón, lujazo para aquella época- y que la única imagen de la NBA que retenía en mi memoria era la del vuelo estratosférico de Julius Erving, alias Doctor J, esa final era el no va más. Entonces no había You Tube, webs, ni se veían partidos de la NBA, sólo había visto volar a Doctor J y elevaba a la categoría de mito a los Sixers (luego me hice de los Celtics...) por unas imágenes grabadas en Súper 8. Entre 1984 y 2011 han pasado muchas cosas, pero el balón no ha dejado de botar. 


De aquella final de Los Ángeles a la del Europeo de Lituania la diferencia que existe entre los jugadores es el supertalento de una generación legendaria. Gasol –Pau y Marc-, Navarro, Calderón, Rudy, Reyes y toda esa plantilla que nos deleita ahora han heredado el mismo espíritu de equipo de aquellas generaciones que trataban de llevar al baloncesto español a lo más alto durante décadas. No sé si en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 se cerrará el ciclo de un equipo capaz de convertir lo extraordinario en rutinario, que nació en el Mundial Junior de Lisboa de 1999. Pero estoy seguro de que la vida siempre es mejor con…!ba-lon-ces-to!

lunes, 12 de septiembre de 2011

Las memorias del futuro


Nouriel Roubini, el gurú económico norteamericano de origen turco que predijo la Gran Recesión –sin que le hicieran mucho caso, al menos por estos lares–, no puede ser más claro sobre lo que se nos viene encima. “España está al borde del precipicio y con los pies colgando”, sostenía recientemente en una entrevista publicada en el diario ABC. Todavía no me he recuperado de sus palabras y de su diagnóstico de la economía mundial. Y lo que es peor, cuando me levanto a diario y repaso los titulares de las primeras planas de los periódicos no encuentro ni un sólo motivo para no pensar más que en un sálvese quien pueda. Por la falta de confianza que generamos en los mercados internacionales, con una economía estancada sin atisbos de crecimiento y un paro descomunal estoy por encomendarme al primer santo que se cruce por mi camino para que, al menos, me deje como estoy. Hace cuatro años hubo elecciones generales y desde entonces poco se ha avanzado.

 De hecho, tras las elecciones se hicieron más profundas las heridas en la economía española porque en lugar de actuar, los comicios sólo sirvieron para prolongar una profunda crisis económica. Ahora estamos más cerca de Grecia que de Alemania, porque las medidas se han tomado a destiempo y porque, una vez más, los intereses partidistas han prevalecido sobre las necesidades reales de un país que juega en el borde del abismo. Y la pregunta es muy sencilla: ¿Cómo se puede mantener un Estado del Bienestar si no hay ingresos suficientes para ello? Ahora que los diputados y senadores se han atrevido a mostrar lo que hay en su colada, en eso que llaman ejercicio de transparencia, tampoco estaría mal que en aras a la responsabilidad actúen con sentido de Estado.

Nadie discute que sus señorías tengan un sueldo digno, que estén bien pagados o que tengan dos casas, una moto y una deuda hipotecaria, pero tampoco es discutible que se les exija algo más que criterios partidistas y cálculos electorales para salir de este atolladero. No niego que tenga su morbo descubrir que Elena Salgado posea un apartamento en los Alpes o que Zapatero disponga de una parcela en León, pero puestos a sincerarse tiene más interés un buen libro de memorias de los políticos y estadistas que han partido el bacalao en los momentos más difíciles que airear su patrimonio. Pero aquí es cuestión de tiempo y habrá que esperar algún tiempo para leer las memorias de Angela Merkel... Por ahora hay que conformarse con las memorias de María San Gil, Tony Blair o George Bush, por ejemplo.

Como declaración de intenciones reconozco que si España no termina como Grecia, me gustaría leer dentro de unos años las memorias del político capaz de meter mano al modelo territorial español, al sistema financiero y al mercado laboral. Tal vez algún día lleguen esas memorias a mis manos. Será el síntoma de que España ha dejado de estar con los pies colgando al borde del precipicio a verlas venir. Si no es así, puede que el país haya petao, incapaz de pagar salarios y pensiones como puede suceder en octubre en Grecia. Y también puede ser que para ese futuro a medio plazo las prioridades sean otras y que ya no me dé ni para comprar un libro de memorias, de poemas o de lo que sea.

viernes, 2 de septiembre de 2011

“No sé cómo puedes vivir allí”

Hace unos días que lo bueno se acabó. Las vacaciones de verano ya forman parte del pasado y no evocan más que un sustantivo denominado nostalgia. Con el fin de agosto llegó la hora de hacer las maletas para volver a la rutina diaria. Entre la ropa, los zapatos, los calzoncillos, las chanclas y el tubo de bucear hemos tenido que hacer hueco entre el equipaje a la reforma constitucional. No es de extrañar porque lo habitual es que a la vuelta el equipaje sea más abultado. La cosa es que esta reforma ha sido tan veraniega como una partida de mus con los colegas o deleitarse con un helado de leche merengada al borde del mar. Sin embargo, más que la reforma de la Carta Magna, tan intocable hasta que los que nos prestan dinero nos han dicho que no van a aflojar la cartera si no dejamos de gastar y hacemos lo que nos dicen, lo que más me ha sorprendido es descubrir que en Australia es donde mejor se vive.  Uno, que en la maleta también hizo hueco a la letanía de los paisanos del pueblo ahora se queda descolocado. Esa letanía consiste en que a diario oía eso de “no sé cómo puedes vivir en Madrid, si no hay nada como el pueblo”. No hay paisano que no piense que su pueblo es el mejor, da igual que sean cuatro casas en medio de un secarral o un paraíso natural en el que un día plantas tomates y otro limones con la seguridad de que la boca se te va a hacer agua. Tampoco se lo discutiría nunca. Sin embargo, lo que me hace preguntarme si otra vida es posible es la lectura del informe de Economist  Intelligence Unit sobre las mejores ciudades del mundo para vivir. Resulta que las ciudades australianas y canadienses copan el top ten de urbes para vivir como Dios manda. Uno, que sigue con indisimulado fervor todo tipo de estudios que superpoblan Internet, con un apasionamiento directamente proporcional al escepticismo que me genera su rigor científico, se queda más tranquilo al saber que Trípoli no es una de las mejores opciones para mudarse a un residencial con piscina y seguridad las 24 horas. No sé si para llegar a esta conclusión hay que hacer un sesudo estudio acompañado de un brainstorming, miles de entrevistas en diferentes idiomas y un sondeo con un margen de error mínimo. Además, como soy un poco puñetero me pregunto si es más fácil medir la satisfacción de la ciudad en la que vives o justificar la imposición de tasas. La cuestión es que la lista la cierra Harare (Zimbabue), que supongo que será un infierno, peor que Tripoli aún, y dudo que nadie esté pensando en instalarse allí para empezar una nueva vida. Sin embargo, después de que Gallardón te casque la primera multa de tráfico nada más llegar a Madrid, lo que era una letanía de verano se convierte en un anhelo. Será que en el pueblo o en Melbourne se vive mejor...

jueves, 1 de septiembre de 2011

La Bastilla de Sol






El 14 de julio de 1789 los trabajadores parisinos tomaron la Bastilla, una prisión que entonces sólo tenía a siete inquilinos pero que simbolizaba la monarquía absoluta de Luis XVI. Fue el primer paso hacia la Revolución francesa. Desde el 15 de mayo la Puerta del Sol se ha convertido en el escenario propicio de los indignados, que han llevado a cabo todo tipo de concentraciones y manifestaciones sin el pertinente permiso de las autoridades, en este caso de la Delegación del Gobierno. Pero ahora la broma se ha acabado. O al menos eso considera Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, que en su primera comparecencia ante los periodistas tras las vacaciones ya advirtió que el Gobierno central no puede permitir “que la Puerta del Sol se convierta en una Bastilla”.

Ni estamos en la Revolución Francesa, ni en el mismo país, ni siquiera los motivos que llevaron a los parisinos a echarse a las calles y del movimiento 15M a gritar a los políticos “que no, que no nos representan” son los mismos. Por mucho que lo fácil sea llamar a la revuelta callejera y que los desmanes se justifiquen por la indignación, entre la Bastilla y la Puerta del Sol hay más diferencias que coincidencias, aunque nadie debe olvidar que la historia demuestra que los errores del pasado se repiten.


Cada momento tiene sus causas y razones, pero también sus soluciones. Es cierto que la sombra de la crisis económica es alargada y que el otoño será caliente. Por eso, la comparación que Aguirre establece entre La Puerta del Sol y la Bastilla no es casual, tiene su miga porque la Francia de Luix XVI estaba sumida en una fuerte crisis financiera. Probablemente es más meditada de lo que parece y tras unas semanas de descanso en Pravia –nada como los verdes prados asturianos y el olor del cercano Cantábrico para cargar pilas-, Aguirre vuelve al primer plano político como a ella más le gusta, marcando los tiempos, sin morderse la lengua, siempre ágil y dispuesta a cualquier golpe de efecto.


Comparar la Bastilla con la Puerta del Sol no es gratuito, tiene sus efectos. Es, para empezar, la excusa perfecta para respaldar la petición de que se cree una policía autonómica, y de paso hacer mella en el candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba y su sucesor en la cartera ministerial, Antonio Camacho, por no hacer lo que deberían hacer. Es decir, no permitir concentraciones que no tengan la correspondiente autorización y donde los policías solo miran, pero no tocan ni identifican. Por eso, Aguirre ha acusado a Rubalcaba y  Camacho de “infringir la ley”, entre otras cosas por dar instrucciones a la policía para que no identifique a los indignados.


La lideresa popular sabe que el curso político arranca con los ánimos sindicales caldeados, con los primeros liberados sindicales que regresan a sus puestos de trabajo ‘tras años sin ejercer’ por el empecinamiento del Ejecutivo regional por reducir su número pese a quien pese, con las heridas sin cerrar de conflictos como la huelga salvaje de Metro o las protestas de sindicatos e indignados por la reforma constitucional express para fijar un techo de gasto en las administraciones públicas. Por si fuera poco, el fin de las vacaciones de agosto ha colocado a los docentes en pie de guerra contra el Ejecutivo regional porque ya saben que durante este curso tendrán 20 horas lectivas, dos más que hasta ahora, lo que supondrá que muchos interinos no serán contratados.


Si nadie lo remedia, el 14 de septiembre los institutos madrileños no abrirán sus puertas por una huelga que a día de hoy no es más que provisional. Hasta entonces, los oídos de Aguirre ya se habrán acostumbrado a escuchar de los sindicatos de la enseñanza que la presidenta regional “quiere más policías y menos educación”. Pero como su siempre admirada ‘dama de hierro’ Margaret Thatcher, la presidenta regional no va a dar su brazo a torcer, ni le asustan lo más mínimo las amenazas de huelga porque no son nuevas para ella: “Yo llevo 28 años en el servicio público y es raro el año que no tengo cuatro o cinco”.


Con lo que se viene encima en este otoño, y sin perder de vista las elecciones generales del 20-N, Aguirre ya ha dejado bien claro, en negro sobre blanco, que la Puerta del Sol no se puede convertir en la Bastilla ni permitir que los indignados se apropien de ella. En ese empeño, el papel de la policía en los próximos meses será determinante. Y ella lo sabe.

lunes, 22 de agosto de 2011

Un terapeuta llamado ‘R’

Alfredo, Rubalcaba, R o como quieran que le llamen los publicistas ya no es un sprinter. Ahora ha cambiado la explosividad de los cien metros por el medio fondo y la vida interior. Será por los años o por lo que sea, y se nota. Con la cita con las urnas a la vuelta de la esquina el candidato socialista a la presidencia del Gobierno ha aparcado las vacaciones para mejor momento y se aplica en los atriles mediáticos. Ahora se dedica a impartir docencia, de un sitio a otro, con su peculiar santisima trinidad: escuchar, hacer, explicar. A la espera de la conferencia política de septiembre, en la que el PSOE dará forma a las propuestas que incluirá en su programa electoral, Rubalcaba es otro. Ya no se aferra a los tacos de salida con fuerza, ni mira la meta con firmeza, ni aprieta los dientes para correr 100 metros en poco más de 10 segundos. En su campaña, o precampaña todo está medido y cuidado. El otro día, mientras esperaba que me sirvieran un tinto de verano en un chiringuito playero le pude ver en la tele en plena actuación. La televisión no tenía sonido, pero me quedé un rato absorto, observando sus pausados movimientos en una rueda de prensa. La falta de sonido estimula la imaginación y por un momento me imaginé que los periodistas que le acompañaban le interpelaban sobre si hay vida más allá de la Tierra al tiempo que anunciaba una inversión sin límites en terapias alternativas. Sus labios se movían de manera acompasada, las expresivas manos transmitían sobriedad, estaba de pie, parapetado detrás de un atril, y en la pantalla de la tele se podía leer su triple lema de precampaña. Irradiaba paz y tranquilidad, como un gurú del alma que invita a bucear en la vida interior. Por momentos, pensé que el ocaso de sol veraniego iba a ser distinto, que el realizador iba a mostrar en la pantalla una cita de Tagore usada por Rubalcaba para reconciliar mi vida interior a través de los siete centros de energía que constituyen los chacras. La puesta en escena de la precampaña del candidato socialista nada tiene que ver con la de épocas pasadas y campañas anteriores. Ha optado por un método didáctico y sosegado para explicar sus propuestas electorales. Su tono es tal, que sin sonido en la tele, parece que invita a la relajación y las terapias naturales para afrontar los avatares diarios. Lo malo es que esa ensoñación sólo duró hasta que la camarera vino con el tinto de verano y me bajó a la realidad de sopetón:“Estos políticos mienten más que hablan, ahora resulta que éste acaba de llegar aquí y que no lleva varios años gobernando”. Fue entonces cuando pedí otro tinto de verano y que pusiera la MTV.

miércoles, 27 de julio de 2011

Camisetas

Dos minutos y once segundos puede ser mucho tiempo o poco. Según se mire. Para unos pueden ser los dos minutos y once segundos más largos de su vida. Para otros, pueden ser una rápida cuenta atrás. Dos minutos y once segundos fue el tiempo que duró uno de los encierros más rápidos de los últimos sanfermines. En ese breve espacio, con las coordenadas precisas, un espectador tiene la oportunidad de ver ante sus ojos la vida misma. Es posible ver la expresión de nerviosismo y tensión del corredor, y al mismo tiempo de felicidad, con la adrenalina a tope. Pero si hay algo que llama la atención en los sanfermines o en cualquier fiesta con sabor patrio es la vestimenta. Los trajes típicos han dado paso a los números en la espalda y los escudos grandilocuentes. Si a eso se une la tecnología, el entretenimiento está asegurado. La ventaja que tienen los sanfermines es la posibilidad de repasar el encierro las veces que uno desea. Y lo que es mejor. Hacerlo con la cámara superlenta, un prodigio técnico que debería aplicarse a otras facetas de la vida para ver si es posible corregir lo errores o ver si, al menos, vas bien vestido. La cámara superlenta ofrece tantos miles de detalles al mismo tiempo, plano a plano, que hasta las astas de los morlacos son lo de menos. Cada plano es una composición tan realista que permite al espectador no perderse nada y, al mismo tiempo, ponerse en los ojos del cámara. Cualquiera puede reconocer, por ejemplo, al vecino de la casa, ése con el que un día hablaste del tiempo y con el que te limitas a cruzar educados ‘buenos días’, corriendo por la Estafeta. La camiseta del Atleti le delata. Por eso, en los sanfermines la cámara superlenta está en su lugar natural. Si hay algo que me gusta de la cámara superlenta es la posibilidad de reconocer la vestimenta de los corredores y las posibilidades de entretenimiento que ofrece. Que si el del Barça se ha llevado un buen arreón o que si el del Athletic se ha salvado por los pelos de ser empitonado. Puro espectáculo. Una vez conocí a un tipo que se pasaba las tardes mirando la calle por el videoportero. Decía que le entretenía más la fauna callejera que veía en el plano fijo del portal de su casa que los programas esos del corazón y el cotilleo… Hace poco me contó que sus nietos habían estado en el parque de la Warner y que después de las aventuras que le habían contado lo que de verdad echaba de menos era una conexión en directo con el parque para ver a la gente al natural. Decía que se imaginaba las colas de las atracciones de Supermán o Tom y Jerry con jugadores de la Ponferradina, el Mirandés, el Torpedo 66, la Roja y, por supuesto, Messi y Ronaldo, clonados por decenas. La camiseta de tirantes, indispensable, con el pantalón corto y la chanclas, ha dado paso a la camiseta del equipo de los amores de cada cual. Ahora, en cualquier sitio ves jugadores de fútbol. Ya sea corriendo delante de un toro, en la entrada de un museo, haciendo cola para subirse a la atracción de Spiderman, en el curre o en la Facultad… y por sus camisetas les reconoceréis.

sábado, 16 de julio de 2011

El Tour

Cada mes de julio el Tour de Francia nos ofrece una de las mejores metáforas de la vida. Un pelotón de ciclistas pedalea sin cesar un día tras otro, siempre avanzando, hasta llegar a su meta final en los Campos Elíseos de París. En ese camino hay alegría, decepción, sufrimiento, amistad, despecho, traición e incluso tragedia. No podría entender un mes de julio sin la ronda francesa, un reflejo de lo que sucede a nuestro alrededor. Esos señores que pedalean envueltos en sus culotes son como cualquier hijo de vecino que aprieta el culo para llegar a fin de mes. Hasta cuando coronan el Tourmalet, exhaustos, siempre hay quien les reprocha no haber atacado más. El año pasado, por estas fechas, Alberto Contador dejó ganar la etapa en esa mítica cima a Andy Schleck. El español se aseguraba el Tour y quedaba como un señor con su rival. Pero no faltaron las críticas ni las descalificaciones. El público es el que manda, dicen los productores que mueven todo esto. Todo vale para dar espectáculo. Es lo que vende. Por eso, queremos que los ciclistas disputen etapas de 200 kilómetros y pico, que suban a toda máquina el Tourmalet, el Alpe D’Huez, el Galibier o lo que sea y que encima decidan el final de la etapa al sprint. Además, si un coche de la organización se lleva por delante a un ciclista porque el invitado de turno quiere ver de cerca el sufrimiento del rostro del corredor, queremos que éste no se haga el remolón sobre el asfalto y se levante cuanto antes. Hace unos días le pasó eso mismo a Hoogerland y a Flecha, que dieron con sus cuerpos en el suelo y llegaron a la meta hechos trizas, especialmente el primero. Si a todo eso unimos que sólo pueden comer barritas energéticas, pasta y un filete a la plancha antes de acostarse no me extraña que más de uno tenga que recurrir al dopaje. Entonces, los más hipócritas de turno ponen el grito en el cielo reclamando el juego limpio. No me malinterpreten, pero no todos los que se dopan son iguales. La inmensa mayoría de esos ciclistas son como la sociedad. Aguantan como pueden. Y no me extraña que más de uno eche mano de alguna sustancia –legal o ilegal– para sobrevivir y levantarse cada vez que un revés le arroja al asfalto y le descarna la piel. Ya no es cuestión de ganar, sino de aguantar lo que te echan. Como la vida misma. Todos, al fin y al cabo, queremos llegar a los Campos Elíseos y sin subir al podio.

sábado, 9 de julio de 2011

¿Sobreviviré a una invasión marciana?

Salía el otro día de la estación de metro de la Avenida de América cuando, de repente, vi ante mis ojos un enorme cartel que me puso la carne de gallina. Bajo el título de Falling Skies en grandes letras, un apocalíptico eslogan sembraba dudas sobre si teníamos los días contados: “¿Sobreviviremos?”. El calor estival y cierta congoja ante la que se nos podía caer del cielo estimuló mi curiosidad, casi de manera obsesiva. En cuanto tuve la primera oportunidad de estar delante de un ordenador y acceder a Internet    tecleé en San Google Falling Skies. No tardé en encontrar mi respuesta. Para tranquilidad de la humanidad no era más que el anuncio publicitario de una serie de televisión de ciencia-ficción apadrinada por Steven Spielberg que va a emitir una cadena de pago en España. En esta producción televisiva, una vez más, los marcianos invaden la tierra y un grupo de supervivientes se las apañan como pueden para salvar el pellejo. Por lo que pude leer parece la típica historia de invasores de los otros planetas, muy felones ellos y carentes de buen rollito, en la que una vez más se acumularán, una tras otra, todo tipo de desgracias para los terrícolas. Nada nuevo para el planeta Tierra, y menos para los habitantes de la piel de toro, tan dados a regocijarse en las tragedias, cateterismos y operaciones a corazón abierto. De algún modo, la invasión comenzó hace tiempo y los extraterrestres están ya en casa, en cuerpos de apariencia humana. Puede que sea usted uno de ellos, o tal vez yo, porque si se trata de destruir a los humanos nada como los propios humanos. Igual por eso nos van tanto las tragedias o las fatalidades. La España de hoy sigue siendo un patio de vecinos, donde el cotilleo campa a sus anchas para no dejar a títere con cabeza. Nada concita más interés en las tertulias que cualquier revés de los que despuntan para darles hasta en el cielo de la boca, o un moribundo, con su parte médico incluido. En el primer caso, todo es por la envidia, una característica tan española como el tinto de verano, la siesta o la furia de la Roja. En cuanto a lo otro, hablar de fatalidades, enfermedades y moribundos, basta con revisar La Escopeta Nacional y ver al marqués interpretado por Luis Escobar fingir su agonía al tiempo que grita: “Que vengan todos, que venga el servicio, que estas cosas les gustan mucho”. Y claro, sobrevivió.

jueves, 30 de junio de 2011

Una familia de gigabytes

En alguna ocasión me referí a un antiguo compañero de trabajo que con tanta red social metida en la cabeza ya no vive su vida, sino la de los otros. Y no me extraña. Ahora se experimenta lo inmediato con tanto ahínco que casi nadie se para a pensar poco más allá de los 140 caracteres del Twitter. Miles de mensajes al día, revoloteando por la cabeza de uno dejan sus secuelas. Es inevitable. Lo malo es que si no estás conectado a Internet dicen que no tienes futuro y te sientes como esos vaqueros sesentones desorientados en un western crepuscular. Así que no me extraña que llegue un momento en que las tarjetas de memoria de cámaras de fotos lleven incorporadas escenas familiares de andar por casa, pero de otros. La posibilidad de inventarse una familia la llevó al cine Fernando León de Aranoa, pero mira por donde es ahora, en la era digital,  cuando parece posible adquirir una familia de los gigabytes que quieras. Si la tienes puedes aumentarla, y si careces de ella, pues te montas la película con otro papá, otra mamá, otra hermana y hasta el perro. Algo así le pasó a un tipo que cuando insertó una tarjeta recién comprada en su cámara le aparecieron un porrón de fotos familiares. Lo contaba con gran sentido del humor en el diario El Mundo donde describía cómo en la tarjeta de memoria aparecían las fotos de una familia que no tenía el gusto de conocer. Probablemente es un caso aislado, pero no creo mucho en las casualidades. Puesto a pensar prefiero sospechar que detrás de esta familia virtual hay una ambiciosa campaña de marketing o, incluso, un experimento psicológico para estudiar la soledad en la sociedad moderna. Puede que fuera un error de la empresa de estas tarjetas de memoria, pero me atrae por la oportunidad que ofrece para usurpar la personalidad de la persona que hace esas fotos. La imaginación no tiene límites y es tan libre como uno quiera. Puede que a través de unas inocentes instantáneas de una cena de Navidad, soplando las velas de una tarta de cumpleaños o unas vacaciones en Benidorm que nunca han existido uno pueda construirse desde la farsa una realidad. Así se abriría un campo ilimitado a la imaginación. Expuestos al delirio y sin la necesidad de recurrir a brebaje alguno, igual que ya contamos lo que hacemos o lo que sentimos a través de las redes sociales, si llega el caso elijamos hasta otra familia. Todo sea porque como escribió Shakespeare “en nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser."

viernes, 24 de junio de 2011

Yo no pido, pero si me da...

Hace unos días Arturo Pérez-Reverte comentaba en Twitter su encuentro con un mendigo al que conoce desde hace tiempo. Con su dosis de sorna y su genial mala baba a la hora de darle a la tecla, el alter ego del capitán Alatriste relataba este encuentro, que tuvo lugar en una de las calles cercanas a la Plaza Mayor de Madrid. No muy lejos de allí, en la Puerta del Sol, acampaban los indignados del 15M, con sus tiendas Quechua, sus huertos en la fuente y toda su parafernalia. El mendigo, al que acompañan varios perros desde hace años, sobrevive en el mundo invisible de la gran ciudad, como es menester entre los de su clase. Entre otras cosas, vive de los euracos que el escritor, y otros como él, le dejan cuando le ven. En este encuentro Pérez-Reverte le preguntó cómo era que no estaba en la Puerta del Sol, en la acampada que durante un mes puso en los titulares de los medios de comunicación palabras como perroflauta. El mendigo, ni corto ni perezoso, pero tan bravucón como un soldado de esa fiel infantería que es capaz de dejarse la vida por España y que se muere de hambre le contestó muy digno: “¿Sol?... Quite, quite. Allí no hay más que chusma". Con chusma o sin ella, los mendigos están ahí, en nuestras calles y parques, o debajo del puente más insospechado. Detrás de cada uno hay una historia personal, con alegrías y fracasos, con sonrisas y lágrimas. Tal vez, en su memoria hay hasta unos hijos y una familia, un proyecto de vida que un día se fue al garete. Nadie es quien para juzgar a nadie, y menos a personas que duermen al raso. El otro día estuve con uno de estos mendigos, que se ha instalado desde hace unas semanas en el barrio donde crecí. No se separa del vino de tetra brik y su aliento así lo atestigua. Tampoco se mete con nadie y pasa las horas tumbado en un banco. Dicen que se mete algo de comida en el estómago porque va a un comedor social, aunque siempre vuelve a dormir a su banco. Los vecinos del barrio le conocen, no le temen y ya hay quien le considera hasta uno de los suyos en ese peculiar lienzo que refleja la vida de barrio. Este mendigo no es de los que pide. Un golpe de mala fortuna le llevó a la calle. De ahí, una cosa llevó a la otra, y al final el banco es su colchón y el cielo su techo. Al menos eso es lo que me imagino. Tampoco se lo pregunté. Pero no pide limosnas porque dice que tiene dignidad. “Yo no pido dinero, pero si me da algo tampoco le voy a decir que no”, me soltó el otro día. Al menos es sincero. Más que otros.

lunes, 20 de junio de 2011

Vinilo democrático

Dicen que si un disco se escucha al revés suena satánico, ya sea de los Rolling Stones o de Sandro Giacobbe. Y eso mismo es lo que le pasa al movimiento 15M, inspirado por nobles ideales de utópicos flipados por la redes sociales y móviles que nunca están sin cobertura. El problema es que, sin organización visible ni organigrama alguno, el 15M es capaz de ser una unidad de destino para bienintencionados, cabreados, anarquistas trasnochados, antiglobalización, el mundo del perroflautismo y los que prenderían fuego a todos los cajeros automáticos como símbolo del gran capital. Este maridaje, como dicen los cursis, tiene sus riesgos, porque los españoles somos muy dados a trajinarse al vecino, ponerle la zancadilla y luego aporrearse el pecho al grito de “soy el mejor del mundo". Las crisis ofrecen oportunidades y hay quien las aprovecha. El 15M es un ejemplo. Mientras me debato en cómo crear un software emocional para inculcar los valores de la democracia a la peña, otros han conseguido movilizar la indignación a golpe de click. Está claro que la democracia necesita un revolcón para parecerse a lo que debería ser pero los indignados no pueden convertirse en un movimiento a merced de los antisistema para abrir la veda contra el político, ya sea el bueno, el malo o el feo. Ése es su reto. La democracia está dando alarmantes síntomas de extenuación que hay que corregir. Es el mejor sistema político, con sus imperfecciones, pero tampoco se puede secuestrar, como ocurrió en el Parlamento catalán o en muchos ayuntamientos españoles durante su reciente constitución, donde bajo el grito de ‘Que no nos representan' todo valía. Las medidas regeneracionistas que propone el 15-M están cargadas de sentido común y son necesarias porque los políticos se han convertido en un problema. Si algo ha cambiado el movimiento 15M es que la clase política sabe que ahora más que nunca está en observación. Los políticos no están acostumbrados a escuchar la verdad, a que les digan que tienen responsabilidad en el derroche sin límites, por las veleidades sin control o camuflar la vocación de servicio público en la ambición por el coche oficial y una BlackBerry que pagan los ciudadanos. Por eso la democracia tampoco se puede pinchar en un tocadiscos al revés. Se cargaría el vinilo y la aguja.

martes, 14 de junio de 2011

Polvo, pelusa y facturas

Debajo de las alfombras uno puede encontrarse de todo. Si es un par de euracos siempre es motivo de alegría, pero también puede aparecer algún regalo inesperado, además de polvo. Será porque siempre hay más de un pícaro indolente que en lugar de barrer y recoger la casa como Dios manda prefiere levantar las alfombras, empujar la basura y que se apañe el que venga detrás. Ahora, que llega la hora para muchos de cambiar de aires y despedir el despacho oficial, puede que algunos de los tesoros escondidos que duermen el sueño de los justos bajo las alfombras vean la luz.

Todo depende de si al final se lleva a cabo ese tropel de auditorías externas que se anuncia para aclarar las cuentas, el déficit y la deuda. Los consultores se están frotando las manos porque ven cómo va a aumentar su cartera de clientes. Será que en tiempos de crisis, como en los de guerra, siempre hay alguien que saca partido. No sé si alguien habrá pensado en lo que cuesta pagar una auditoría externa cuando las cuentas municipales tiritan pero los unos y los otros la piden. Es otra paradoja más que lleva ahora a más de indignado a preguntarse cómo era posible que antes hubiera tanto cargo de confianza, tanto coche oficial, tanta monserga... y resulta que ahora se pueda seguir gobernado reduciendo todo eso a la mínima expresión.

Desde el ayuntamiento de cualquier hijo de vecino hasta la Comunidad más pintiparada parece que ha habido mucho de eso en los años de grandeza. Cómo será la cosa que ahora, cuando muchos gobernantes están con el agua al cuello abren la puerta de su despacho y levantan la alfombra se encuentran con pesetas. Hace once años que dejamos atrás la añorada peseta, tan fraccionada ella, y mira por donde ahora aparecen hasta facturas en pesetas. Ese descubrimiento ha tenido lugar en el Ayuntamiento de Sevilla, donde entre fino y tardes de arte en la Maestranza más de alguno optaba por archivar bajo las alfombras facturas del siglo pasado en moneda que ya no es de curso legal.

Por eso no es de extrañar que cada vez que llegan recomendaciones de los que mandan en Europa, incitando a que se suba la luz y el IVA, me sienta cautivo, desarmado y hasta almidonado. Lo que parece es que se van a levantar alfombras y mucho me temo, que en más de un sitio además de pelusa, polvo, maravedíes y estampitas de santos habrá quien encuentre hasta las facturas de esas mismas alfombras que causan más alergia que el peor de los ácaros.