miércoles, 12 de junio de 2013

Mamá, de mayor quiero ser juez

Foto: Facebook


Concha Velasco le dijo a su madre que quería ser artista, hace años salí con una chica que soñaba con ser Barbie Superstar y el otro día conocí a un chaval que no quería ser ni Messi ni  Cristiano Ronaldo. Tenía claro que quería llevar toga e impartir justicia.


La anécdota sucedió de manera espontánea, como suele ocurrir en estos casos. Fue un encuentro casual con el hijo de unos vecinos en el portal, que gentilmente me abrió la puerta y me trató de usted para mi desgracia (¡Qué mal sienta! ¿Será la edad?). La conversación fue breve y plagada de tópicos hasta que de repente algo se salió del guión.


De mayor quiero ser juez -soltó el chaval desde su arrogante e impertinente adolescencia cuando le pregunté si ya había pensado en su futuro. Reconozco que me dejó boquiabierto, sin palabras y estupefacto. Un mocoso imberbe, que enseña los calzoncillos por encima del pantalón y con unos pendientes hip-hop en las orejas (para disgusto de sus padres, imagino) dice sin el menor rubor que quiere ser juez. Casi nada. 


Una revelación de estas características puede causar a priori una gran impresión. Aunque solo sea por las apariencias uno no se imagina que con ese perfil pueda un adolescente decir que quiere ser juez cuando sea  mayor. Que nadie se lo tome a mal pero es más fácil imaginar a un típico empollón, con gafas de culo de vaso o con dificultades para saltar el plinto en clase de gimnasia como futuro juez que a un colega de la vida aficionado al rap y con gorra de béisbol de medio lado. Aunque reconozco que me gustó mucho que el chico lo tuviera tan claro. No dudé en desearle lo mejor.

Decía que a priori podía impresionar esa vocación temprana, pero basta con seguir la actualidad para entender que los jueces están de moda. Si hace años en las escuelas se aprendían de memoria los ríos o los reyes godos ahora basta con poner el Telediario y saldrán a la palestra al menos media decena de jueces. Sus nombres se pueden repetir de carrerilla, no son difíciles de memorizar.  Investigan asuntos como el caso Emperador, Gürtel, Urdangarín, Bárcenas, Blesa, ERE´s, Palau, Campeón, Preferentes y tantos ejemplos de la larga lista de corruptelas del pan nuestro de cada día. Es lamentable y bochornoso que haya más de 300 casos de corrupción en las mesas de los Juzgados españoles.

Con tanto escándalo político y corruptela los ciudadanos nos hemos familiarizado con los jueces. Para empezar, las entradas y salidas de jueces de los juzgados, con mención especial para la jueza Alaya y su trolley con más de 20.000 seguidores en Facebook, se han convertido en una imagen habitual en los medios de comunicación. Hay algunos magistrados que hasta conceden entrevistas o tienen una cuenta de Twitter para opinar de lo divino y de lo humano. 


Uno creía que los jueces debían ser personas totalmente anónimas, ajenos a cualquier forma de protagonismo y dedicados a aplicar esa máxima constitucional de que "todos somos iguales ante la ley", que hasta el Rey Juan Carlos I proclamaba en un discurso de Navidad sin nombrar a su yerno. Pero los tiempos cambian, hasta los jueces cambian. No tiene que ser malo siempre y cuando se imparta justicia como es debido, que es de lo que se trata.
 

Algunos autos judiciales, que es la forma de hablar de los jueces, tienen más miga que un best-seller de Ken Follet. También hay otros hablan más allá de los autos judiciales... Y lo que me sigue sorprendiendo más, la filtración (¿interesada?) de sumarios a la prensa así como las enormes presiones que esconden en realidad fuertes conflictos de intereses. Porque presiones políticas y mediáticas nunca faltan. Que se lo digan al juez Ruz, encargado de poner en orden ese puzzle del caso Gürtel, cuya instrucción estará cerrada antes del verano. La investigación arrancó en 2008 y Ruz no quiere dejar ningún fleco al aire, pese a quien pese.
 

Con este panorama, muchos jueces se han convertido en estrellas mediáticas. Unos porque les gusta el calor de los focos, se crecen y hasta se sienten cómodos en ese papel; otros no quieren saber nada de focos pero les han tocado en suerte casos de gran repercusión mediática. A estos últimos, no les queda otra que someterse a los flashes de las cámaras de los reporteros y las preguntas de turno en las puertas de los juzgados aunque no digan ni .

Nunca había tanto juez en la palestra informativa, pero tampoco afloraban tantos casos de corrupción. Relación causa-efecto, al fin y al cabo. Andreu, Castro, Garzón, Bermúdez, Alaya, Silva o Ruz son un buen ejemplo. Y hay más. Igual dentro de unos años añado a esa lista de nombres el del adolescente que en el portal me dijo que soñaba con ser juez cuando fuera mayor. Lo que espero de verdad es que sea un buen juez, estrella o no. Que eso lo elija él. Pero que sea justo, que impida que nadie se vaya de rositas y si es posible, que todo el que haya robado devuelva hasta el último euro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario