viernes, 26 de noviembre de 2010

Superhéroes


La palabra confianza suena a utopía en estos días. El consumo no se recupera, nadie se mueve de la foto para no perder el curre y para colmo, esos entes abtractos que se conocen como los mercados internacionales ponen en solfa otra vez la solvencia financiera de España. Viendo lo que espera a los irlandeses del Tigre Celta para ahorrar 15.000 millones de euros hasta 2014, con subidas de impuestos y eliminación de 25.000 funcionarios no me extraña que a más de uno lo único que se le ocurra sea ponerse de rodillas esperando encontrar una veta de cryptonita para ser tan invulnerables como Superman. Con este sombrío panorama, hasta los habitantes de Gotham City andan de capa caída a costa de su vecino ejemplar, Batman, al que la lucha contra el mal le ha llevado a convertirse en El caballero oscuro. Para colmo, el actor Christian Bale acaba de anunciar que se va a meter en piel de Batman por última vez para cerrar una espléndida trilogía cinematográfica. Lo triste es que la desconfianza se ha generalizado de tal manera que ahora ya sólo nos queda esperar a que surja un nuevo héroe que ponga un poco de orden en este descomunal barrizal. Los héroes míticos de la editorial DC Comics, como Batman o Superman, han cumplido 75 años y nacieron precisamente en tiempos de desasosiego, confusión y desconfianza. Fue en los años treinta, entre la Gran Depresión y la II Guerra Mundial, como recordaba recientemente en Paul Levitz, ex presidente de la editorial que creó estos mitos modernos de malla y capa, un tanto cursis, por cierto. Hoy esos mitos exhiben sus superpoderes en la gran pantalla y en los videojuegos, no sólo en las viñetas a todo color que han pasado por las manos de generaciones de niños. Pero muchos siguen confiando en ellos para salvar este desaguisado. Y lo tienen difícil. Basta leer la prensa cada día para llevarse las manos a la cabeza y creer que ya no cabe solución humana. Con políticos incapaces de aportar soluciones, campañas políticas como la catalana donde los mensajes atentan contra el sentido común y el fin del cuento de los nuevos ricos con final feliz, la luz al final del túnel se antoja difícil. Con este panorama si algo produce un subidón es que el Capitán América te escriba un correo electrónico en nombre de sus colegas (Superman, Spiderman, Batman y cia). Los superhéroes complutenses, que hace un año tomaron la Gran Vía volverán a Madrid el sábado. Es lo mejor que nos puede pasar porque si no confiamos ya ni en los superhéroes... ¿En quién?

viernes, 19 de noviembre de 2010

'Se alquila'


Hace unos días volví al barrio en el que me crié. De vez en cuando me dejo caer por allí, aunque nunca me preocupó perder el tiempo en añoranzas. El otro día me dio por ahí y de repente me di cuenta de la cantidad de recuerdos que conservo de mi niñez. Este lugar permanece en mi imaginario personal tal cual, casi intacto. Las cosas han cambiado, pero la visión que yo tenía de un barrio que en los años setenta mis ojos veían en blanco y negro ofrecía más optimismo que ahora, en la era de la alta definición y las redes sociales. Allí estaban los descampados donde dí las primeras patadas al balón y las calles donde desarrollé mis primeras relaciones sociales con el mundo que se abría a mis ojos. Supongo que esas relaciones sociales tienen algo que ver con lo que los niños estudian en Educación para la Ciudadanía, la manera ilustrada que sirve ahora para preparar el arreón diario. En aquellas calles estaba la bodega donde me mandaban a cambiar los cascos de las botellas usadas, la panadería donde compraba las pistolas de pan, la tienda de ultramarinos donde se apilaban pirámides de latas de conserva o la peluquería donde me llevé más de un berrinche porque me cortaban el pelo. El otro día volví al barrio, tomé un café, vacilé a los madridistas del bar y hasta reconocí al facha y al rocker que lideraban las pandillas. Al subir en el coche para irme fue cuando percibí el conformismo que ahora se respira allí. Fue mientras escuchaba por la radio la versión más pesimista de José Luis Rodríguez Zapatero en su comparecencia en el Congreso de los Diputados en el pleno monográfico sobre desempleo. Ahora que su optimismo antropológico en materia económica ha pasado a mejor vida y que la realidad impone recortes drásticos para reducir el gasto publico tras aquel fatídico fin de semana de mayo en el que el Ecofin tiró de las orejas a España el pesimismo va por barrios. Durante un rato paseé por la calle en la que hace unas décadas (¡oh, cielos!) corría en pantalones cortos y jugaba a las chapas o a las canicas. El pesimismo también se adueñó de mí. Durante unos años las tiendas de antaño fueron sustituidas por otras de la misma manera que el ciclo de la vida dicta su inapelable veredicto. Pero ahora, más que nunca, abundan los locales de los que cuelga el cartel de Se Alquila, y los negocios abiertos escasean. No tengo tienda, ni negocio alguno, pero como sigamos así también voy a tener que poner en esta columna el menor día el cartel de Se Alquila. Al fin y al cabo, sería volver al barrio.

viernes, 12 de noviembre de 2010

'Miembras'


Nueva York. Años 60. Una mujer espera tumbada en una camilla a que un ginecólogo lleve a cabo un exploración. Al poco rato entra el médico enciende un pitillo habla con la chica y realiza la exploración. La consulta del doctor viene acompañada de frases estruendosas y machistas como “en los tiempos modernos las chicas fáciles mo encuentran marido”, mientras la chica, que sólo quiere que le recete la píldora, encaja cada golpe dialéctico con sumisión. La joven es una todavía mojigata Peggy Olson, una secretaria que acaba de empezar a trabajar en una agencia de publicidad de la gran manzana cuyo ambiente seguro que a la ex ministra de Igualdad, Bibiana Aído, pondría al borde del más almodovariano ataque de nervios. No se asusten, ese ginecólogo es sólo catódico y forma parte de la ficción televisiva más in. La escena pertenece a los primeros episodios de la premiadísima serie de televisión Mad Men, una producción de esas que se denominan de culto y que relata con una extraordinaria fidelidad una época y la competencia de egos que conviven entre los hombres y mujeres de una prestigiosa agencia de publicidad. El acoso laboral, las infidelidades o el racismo son algunos de los aspectos que aborda esta imprescindible serie de obligado cumplimiento y que demuestra que los tiempos cambian. Esta serie pone en evidencia que hubo décadas en las que era tan normal acosar sin el menor respeto a una secretaria como encenderse pitillo tras pitillo, algo que medio siglo después produce bochorno. La verdadera igualdad se demuestra andando y con menos dogmatismo que en el cenagal político progre, donde se entra en las chorradas lingüísticas esas de “miembros y miembras”, “jóvenes y jóvenas”; prohibir jugar a los polis y cacos en los patios de los colegios; o suprimir los rótulos de caballeros y señoras en las puertas de los aseos. Nunca me gustaron las posturas extremas, entre el progrematrix y la caverna, ni las niñerías del “y tú más”, pero estos tres últimos ejemplos son fácilmente jaleados por un ultrafeminismo que cierra filas a toque de corneta para arremeter contra el machismo. Menos mal que entre la bipolaridad cabe el sentido común. Esta semana Antonio Banderas presentó en el Instituto Cervantes de Madrid una exposición fotográfica femenina, que no feminista, en la que la mujer es la protagonista. Pero una mujer “fuerte”. Al fin y al cabo, como él, creo que no estaría mal un mundo gobernado por mujeres, pero no por las que quieran ocupar el papel del hombre.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ocurrencias

La vida es cambio. Es algo que los niños aprenden en la escuela en sus primeros años de estudio. Y los cambios van vinculados a los números, que nos rodean en todas las actividades humanas. Una fecha de nacimiento, la hora de comer o el tiempo que nos queda hasta nuestra jubilación se puede reducir a números. En la cultura occidental medimos el tiempo de manera lineal, desde que nacemos hasta que morimos. Y todo tiene un número. Incluso mediante cifras se puede conocer el comportamiento o la manera de ser de una persona. Es eso llamado eneagrama. Pero donde los números se manifiestan más y donde están en su salsa verdadera es en las cuentas corrientes de los bancos. No digamos, en las deudas. Ahora que la crisis aprieta más de uno tiene en la cabeza lo que tiene que pagar de hipoteca y hace sus cábalas para ver por donde hay que cortar. Cuando de la burbuja económica no quedan ni los restos es cuando más te tiemblan las piernas. Eso de vivir como los monegascos pero con aroma a ballenato y empacho de arroz con bogavante se ha terminado. Hacemos más números que nunca, tan rápido como los cambios entran en nuestra vida. La crisis es lo que obliga a todo el mundo a tirar de calculadora, de arriba abajo. Al vecino del quinto y al engominado del sexto. Y el presidente del Gobierno es el primero que lo ha hecho mediante una sorprendente remodelación de gobierno. Los cambios de su Ejecutivo tienen más carga de arquitectura electoral que otra cosa. En manos de los banqueros del mundo y de los capos de las economías de los países más fuertes no tiene más remedio que hacer lo que le dicen para que España salga de la crisis. Su foto ante los banqueros de Wall Street, ante los que explicaba las medidas que había tomado para superar la crisis, lo dice todo. Pero otra cosa es su futuro político, que ahora más que nunca depende de que el viento sople a favor. La hipoteca con sus votantes crece a cuenta de la crisis económica y a Zapatero lo que se le ha ocurrido es dar un paso adelante, a pecho descubierto y con glamour. Así en plan marine, como tercios que se baten contra el infiel para conquistar Gante. Con su crédito menguado, Zapatero quiere seguir siendo Zapatero, pero los números mandan y ya pocos confían en él. Es, al fin y al cabo, otra ocurrencia.

(*) La fecha del artículo es 25 de octubre de 2010

viernes, 5 de noviembre de 2010

Ciudad Global

Santiago de Compostela y Barcelona se han cargado de razones para ser ciudades globales. No les hacía falta, pero la visita del Papa les ha permitido lucir esta marca gracias, entre otras cosas, a que las previsiones apuntaban a que más de 150 millones de telespectadores iban a seguir el viaje de Benedicto XVI por televisión. No voy a meterme aquí a debatir sobre los beneficios morales y los otros, los contantes y sonantes, de un viaje pastoral del sucesor de San Pedro. Aunque no se me escapa que, pese al coste de la organización, habrá pingües beneficios para Barcelona y Santiago. Ese debate no me interesa. Entre otras cosas porque, probablemente, no existe otra manera de organizar una visita que congregará a miles de personas. Tampoco me detengo en analizar las absurdas protestas de los grupos laicos o la espantá de los consejeros del Gobierno catalán, de la mayoría de concejales de la ciudad condal o del propio ZP a la misa de consagración de la Sagrada Familia. Allá ellos, al fin y cabo con las creencias, cada uno se la puede coger con papel de fumar y hacer lo que le plazca. En lo que me quiero detener es en eso de la ciudad global. Así definió a Barcelona el otro día su alcalde, Jordi Hereu, al referirse a la importancia que tiene para la ciudad la visita del Santo Padre. Explicaba que la ciudad condal está jugando en las grandes ligas de las ciudades globales y que el reto al que se enfrenta esta urbe era mantener, al mismo tiempo, sus profundas raíces. Por cierto, muy católicas. Hasta ahora creía que la ciudad más global del mundo era Bilbao, porque al fin y al cabo se dice que los bilbaínos nacen donde les da la gana. Pero resulta que hay una liga de ciudades globales que desconocía. Una ciudad puede ser tan local y global como uno quiere que sea. También las ciudades pueden ser crueles y amables. Las ciudades se quieren, se detestan y probablemente no existe peor sensación mundana que sentirse sólo en una ciudad de 6 millones de habitantes. Pero la ciudad siempre están ahí, las 24 horas del día, mostrando sus miles de caras. Quien hace local y global a las ciudades son los ciudadanos y prefiero antes una ciudad para vivir, que una ciudad cargada de etiquetas en forma de apellido. Ahora más que nunca vivimos abiertos al mundo, en unos lugares más que otros, pero no hay ciudad que se resista a la tentación de apuntarse a redes supramunicipales, internacionales y, si es necesario, promocionarse en China. Lo que espero es nunca tengamos un empacho de globalización y nos digan que de Madrid ya no se va al cielo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Ecuador: un país en calma tensa






Han pasado ya varios días desde de la sublevación policial contra el presidente de Ecuador, Rafael Correa, que permaneció varias horas retenido en un hospital hasta que fue rescatado por un grupo de élite militar. Las investigaciones para aclarar lo sucedido en el Hospital de la Policía de Quito siguen abiertas y en Ecuador se vive un intenso debate. ¿Fue un golpe de Estado con el objetivo de eliminar a Rafael Correa o una protesta salarial por una nueva ley que afectaba a los policías lo que desencadenó los acontecimientos? Un mes después la revolución ciudadana emprendida por Correa sigue adelante con el apoyo popular, pero la situación que se vive en las altas instancias es de calma tensa. El líder ecuatoriano insiste en que “no habrá ni perdón ni olvido”. Lo advirtió tras su liberación y mantiene esta determinación, así como que hubo un intento de golpe de Estado, tras el que señala al ex presidente Lucio Gutiérrez.

Hilda es una quiteña que regenta una tienda cerca de la plaza de San Francisco, el lugar elegido por miles de ecuatorianos llegados de todo el país para expresar su apoyo a Rafael Correa unos días después de una fecha negra para la historia del país: el 30 de septiembre. Quince días antes de esta muestra de apoyo popular, Hilda tuvo que cerrar su tienda por temor a los saqueos que se podrían producir al difundirse que Rafael Correa estaba “secuestrado” en el hospital por policías. En cuanto tuvo conocimiento de lo que pasaba echó el cierre y se fue a casa. Recuerda con tristeza ese día, e ironiza con que esa noche no pudo seguir las desventuras de Marbelle, una artista colombiana cuya vida se ha convertido en telenovela de éxito bajo el título de Amor sincero. Su cita ante el televisor con Marbelle se cambió por la vida real, la de los tiros y gritos de las afueras del hospital de la policía donde Correa estuvo retenido. Tampoco tuvo Hilda otra opción porque ese día no existió más que la señal oficial de la cadena televisiva del Estado, Ecuador TV.

Hilda se declara a favor de Correa y de la revolución ciudadana emprendida por el dirigente para modernizar el país, y reconoce que casi le saltan las lágrimas cuando vio y escuchó al presidente en el balcón del palacio presidencial, tras ser liberado, decir unas palabras que “nunca olvidará”. El presidente Correa se rasgaba la camisa y se desanudaba la corbata en una imagen que dio la vuelta al mundo: “Si quieren matar al presidente, aquí está: mátenme si les da la gana, mátenme si tienen valor, en vez de estar en la muchedumbre, cobardemente escondidos”.

Ese día también lo vivió Marcia con toda su crudeza, no exenta de miedo, temor y ansiedad. Tras conocer lo que ocurría en Quito organizó desde Otavalo, una ciudad situada a dos horas al norte de la capital, la salida de cuatro autobuses para respaldar al presidente. En uno de ellos viajó esta aguerrida mujer que cree como nadie en Correa y que se desplazó a la capital ecuatoriana “para defender la democracia”. Lo que no sabía es que en las inmediaciones del hospital iban a tener un recibimiento de piedras, bombas lacrimógenas, gas pimienta y como colofón vespertino un brutal tiroteo, lo que en Ecuador se conoce como balacera.

Y lo cierto es que Correa estuvo a punto de perder la vida el 30 de septiembre tras un sangriento tiroteo que dejó diez muertos, decenas de heridos y muchas incógnitas. Todo comenzó como una protesta de los policías por asuntos salariales por una nueva ley que se transformó en un levantamiento en toda regla, que obligó a Correa a quedar atrapado en un hospital cercano al sitio del motín. En principio había acudido a explicar la ley rechazada por los manifestantes, pero desembocó en momentos de incertidumbre para el país tras interminables horas de espera, que acabaron a balazos.

Desde entonces se investiga todo lo sucedido y en Quito se mantiene el estado de excepción. En torno a Correa hay una calma tensa, la oposición insiste en que sólo hubo una sublevación por asuntos laborales, pero no un golpe de Estado. No obstante, el Ejecutivo de Correa ya no duerme con los dos ojos cerrados. Siempre mantiene uno abierto. Una de las primeras consecuencias ha sido reestructurar los servicios de inteligencia después de que fueran incapaces de alertar la sublevación policial y militar del 30 de septiembre. Para ello un ex comandante de la Marina, asesor del vicepresidente de Correa, Lenin Moreno, acaba de asumir el cargo al frente de Inteligencia.


Mientras tanto, los hechos se siguen investigando, aunque no están exentos de sorpresas como la exhumación de dos cadáveres de militares fallecidos en la revuelta del 30 de septiembre que fueron enterrados sin que se les practicara la autopsia. La fiscalía ha citado a declarar a los principales funcionarios del país, incluido Lenin Moreno y Correa, y están detenidos varios policías, entre ellos, el coronel César Carrión, ex director del hospital de la Policía donde se retuvo al presidente. El propio Rafael Correa le acusa de intento de asesinato y sostiene que el coronel Carrión sugirió envenenarlo con cianuro mientras se encontraba en el hospital.
Además, está en prisión preventiva un civil, Fidel Araujo, miembro de Sociedad Patriótica, cercano al ex presidente Lucio Gutiérrez y acusado de participar supuestamente en el intento de asesinato de Correa.


Cada sábado, Rafael Correa se dirige por televisión al pueblo ecuatoriano en lo que se conoce enlace sabatino. La Revolución Ciudadana que ha emprendido se sustenta en la popularidad y mantiene este principio por encima de todo. Desde su secuestro en el hospital de la policía insiste en estas comparecencias de los sábados en que fue una intentona golpista. A lo largo de los últimos días mucho se ha especulado sobre lo ocurrido el 30 de septiembre y la mayoría de analistas coinciden en que lo sucedido es “una advertencia para Correa”. No obstante, esto es Ecuador, un país acostumbrado a los cambios de Gobierno. Omar, un joven ecuatoriano, desea que se investigue a fondo lo sucedido, aunque no oculta su escepticismo. “Aquí estamos acostumbrados a decir que se llegará hasta las últimas consecuencias, pero nunca se llega”, asegura. Sin embargo, todo hace indicar que con la figura de Rafael Correa las cosas han cambiado en Ecuador.

Propaganda y autoridad. Para algunos, Correa es un soñador que quiere transformar las estructuras de un país que hasta ahora ha tenido una enorme dependencia del petróleo como principal fuente de ingresos. Correa llegó al poder en 2007, es economista, se educó en Estados Unidos y Europa, y está dispuesto a cambiar Ecuador mediante lo que denomina la Revolución Ciudadana. Sus reformas están acompañadas de una gran propaganda, especialmente criticada por la oposición, de un control de los medios de comunicación y de formas autoritarias. Pero el pueblo le respalda. Sin embargo, muchos ecuatorianos están convencidos de que el la supuesta intentona golpista del 30 de septiembre no funcionó porque los militares comprobaron que el pueblo estaba con Correa. Sin embargo, se suscitan dudas y hay quien se cuestiona qué se negoció con los militares durante las doce horas en las que Correa estuvo retenido, hasta que fue liberado pasadas las nueve de la noche tras una espectacular operación.

Por eso, esos acontecimientos constituyen una advertencia para que cambie las formas. Correa ha exhibido firmeza para combatir la corrupción, incluida la lucha contra los clanes secretos de la policía, pero tampoco ha dudado en responder con dureza a quien no piensa como él. La Iglesia católica, por ejemplo, también se ha sumado a las corrientes críticas que piden cambios en la manera de gobernar de Correa. Un mes después de los acontecimientos, parece que el presidente de Ecuador sigue adelante con sus principios y sus maneras. De hecho, anuncia que el régimen se moverá más a la izquierda fortalecido por el respaldo popular. Pero la calma no es total.

“No mide los riesgos”. Otras voces como la del alcalde de Otavalo, Mario Conejo, también creen que sería bueno “cierto cambio” en las actitudes de Correa porque “tiene tanta popularidad que hace que muchas veces no mida los riesgos”. Y es que la popularidad de Correa entre los ecuatorianos sigue en alza, apenas ha bajado del 50%, como ponía de manifiesto Radio Democracia, y tras el 30 de septiembre se ha afianzado más aún.

La opinión de Mario Conejo tiene peso porque es uno de los políticos con mayor proyección en el país andino, aunque por ahora descarta dar un paso a la política nacional. Lleva diez años de alcalde, y le quedan otros cuatro más al frente del consistorio de un municipio famoso por albergar un ancestral mercado indígena, uno de los más grandes de Latinoamérica. Allí, el olor a morocho y fritada, los sombreros Panamá (que se hacen en Ecuador pese al nombre), las mantas de alpaca, ponchos y expresiones quechuas se entremezclan en los centenares de puestos que dan vida a esta ciudad, en especial los sábados.

En Otavalo la mayoría es indígena y su alcalde también lo es. Respalda a Correa aunque aclara que “no podría ser incondicional, por más que sea del movimiento”. Cree que lo sucedido el 30 de septiembre no responde a un golpe de Estado “ya que no estaba prevista su presencia en el regimiento de la policía de Quito, donde los ánimos ya estaban caldeados”. Sin embargo, tiene claro que la oposición, “los de siempre”, intentaron aprovechar la situación para propiciar un cambio de Gobierno y derrocar a un presidente que ha llevado a cabo numerosas e importantes reformas en el país, “pero no contaron con la reacción inmediata del pueblo”.

Correa gobierna sin oposición en la Asamblea Nacional, controla la mayoría de los asambleístas, y cuenta con una gran popularidad, que él mismo y sus asesores se encargan de potenciar. El populismo se materializa, por ejemplo, en hechos concretos como el bono de desarrollo humano que reciben alrededor de un millón y medio de familias pobres cada mes, un subsidio que puede llegar a los 60 dólares. La mayoría democrática de la que goza Rafael Correa también le permite caer en la tentación de hacer de su capa un sayo para controlar los medios de comunicación. De hecho, la nueva Constitución aprobada hace dos años impedía a los bancos ser propietarios de los medios de comunicación. El control mediático quedó patente durante el 30 de septiembre cuando los ecuatorianos sólo pudieron seguir lo que ocurría en el hospital de Quito mediante la señal oficial difundida por todos los canales de televisión.

Mientras en los últimas semanas en los medios de comunicación se suscita un intenso debate entre la versión oficial y de la oposición sobre la revuelta del 30 de septiembre, los cambios en el país son evidentes. Un taxista de Quito recuerda con angustia el día de la revuelta, en especial la tarde. Con la ciudad a merced de posibles saqueos, con los policías más pendientes de la revuelta que de vigilar las calles, el conductor explica que se fue a su casa, situada en una de las laderas del sur de la capital ecuatoriana, por cautela. Reconoce que no es partidario de Correa, aunque admite que hay cosas que han cambiado desde que gobierna en Ecuador. “Hace poco t­­uve que estar hospitalizado por una obstrucción en el intestino ­­­­­­­–explica mientras conduce su taxi entre el caótico tráfico de Quito- y… ¿sabe cuánto me costó? Un dólar”.

Conducir ‘a la defensiva’ y… petróleo. Aunque la sanidad pública está lejos de los países occidentales y todavía hay lugares donde los pacientes tienen que salir a comprar los fármacos y los sueros, en los últimos años hay avances significativos. El mandatario cuenta con un amplio respaldo popular, sin el que no podría ejecutar un ambicioso plan de reformas y acabar, por ejemplo, con el déficit eléctrico que padece el país pese a contar con recursos hídricos suficientes. Las inversiones en carreteras, como en la famosa Panamericana, con numerosos tramos nuevos y otros en ejecución, todos con sus respectivos peajes, son evidentes. Sin embargo, la asignatura pendiente de la educación vial tardará en llegar. En Ecuador se invita a conducir “a la defensiva”, es decir, con precaución. Pero el mensaje está lejos de calar. Este es uno de los consejos que se propagan desde la maquinaria propagandística de la ‘Revolución Ciudadana está en marcha’, cuyos carteles jalonan todos los rincones del país invitando a potenciar el turismo, a consumir productos ecuatorianos o dando a conocer nuevos tramos de carreteras, entre otras cosas.

Los cambios en Ecuador en los últimos años son visibles. Se abren nuevas oficinas del Registro Civil en todo el país, los ecuatorianos se familiarizan con el pago de impuestos, se ultima un nuevo censo y funciona un régimen de la Seguridad Social. Hace dos años que se aprobó una nueva constitución que nacía como panacea para todos los males del país, pero cono ella o sin ella, el presidencialismo de Correa es evidente. El presidente apuesta por aumentar el gasto para afrontar las desigualdades sociales, de modo que la educación, la sanidad y las infraestructuras son sus prioridades, pero la crisis también afecta a Ecuador, un país que usa el dólar como moneda oficial desde el año 2000 y que se beneficiaba mucho del dinero que recibía de los emigrantes. Sólo en la Comunidad de Madrid hay 124.491 ecuatorianos empadronados, pero las remesas que envían a su país han caído mucho. Así lo revela el Estudio de Envío de Remesas desde la Comunidad de Madrid en 2009, que destaca que Ecuador es el segundo país receptor, con 279 millones, un 43%,8 menos que en 2008.

Así que la mayor parte de los ingresos provienen del petróleo. Hasta ahora el precio del barril se ha mantenido alto, superando los 70 dólares por barril, algo que otros presidentes del país no pudieron utilizar, con precios mucho más bajos. Pero hay analistas que explican que el precio del crudo empieza a caer, lo que unido a que Ecuador sólo obtiene crédito de Irán y China, a cambio de petróleo, puede poner en aprietos los objetivos de Rafael Correa e incluso la dolarización.

Mientras tanto, Correa está decidido a incrementar la producción petrolífera y hace unos días inauguró en la selva amazónica, en Pañacocha, cerca de la frontera con Colombia, un campo petrolífero con el que quiere abrir una nueva era ecológica y social, ya que parte de la renta irá destinada a las comunidades de la zona. No muy lejos de allí, en el inicio de la selva amazónica ecuatoriana está la ciudad de Puyo, otro enclave habituado a los oleoductos y al negocio del oro negro, como atestigua su cercanía con una población que lleva el petrolero nombre de Shell. El petróleo ha marcado la historia reciente de Ecuador, un país de contrastes en medio de volcanes y la impresionante cordillera andina. Así que no estaría mal reflexionar sobre la inscripción que se puede leer en la entrada de cementerio de Puyo: Aquí se termina el orgullo y comienza la igualdad.