viernes, 30 de abril de 2010

Mangas de camisa


La rebaja de la calificación de la deuda española me ha pillado en mangas de camisa. Tres minutos antes de que se cerrara la sesión de la Bolsa, que la calificación pasara de AA+ a AA hizo que a muchos de esos agentes y brokers, que ya están en mangas de camisa desde hace tiempo, se les cayeran los pantalones. Las caras de preocupación sobre el parqué de la Bolsa me recordaron a un compañero de clase que lloraba cuando sacaba notable en matemáticas porque todo lo no que fuera sobresaliente era un fracaso. Supongo que este chico, tras los últimos varapalos de los datos económicos sigue sin ser capaz de hacerse un nudo doble windsor en la corbata ni ponerse la chaqueta. Cuando uno se queda en mangas de camisa hay dos razones principales. No son las únicas, pero sí las que más peso tienen. Una es que hay que echar horas para gestionar una situación de crisis y la otra es que un político quiere algo. Siempre creí que cuando un político quiere parecer cercano no hay nada como quitarse la americana. Se hace la foto de rigor en mangas de camisa, con el ceño fruncido o la sonrisa ficticia, la mano bajo la barbilla, un documento sobre las manos y el puñado de votos ya está asegurado. Incluso Aznar, el líder popular que siempre está de vuelta y nunca termina de irse, en plan mosca cojonera para unos y otros, sale en la portada de su último libro en mangas de camisa para lanzar el mensaje de que España puede salir de la crisis. Sin embargo, cuando las cosas van bien no es necesario quitarse la chaqueta, te puedes hacer la foto de las Azores con los colegas y poner los pies encima de la mesa del presidente de EEUU. Puede que, al fin y al cabo, estar en mangas de camisa sea lo que decida una victoria electoral. Ahora que los británicos está llamados a las urnas para elegir al partido que les dirigirá los próximos años, el conservador David Cameron y el liberal Nick Clegg son los que se hacen fotos en mangas de camisa. Aunque tiene sus riesgos. El adolescente huevo que recibió el tory Cameron en un colegio le pilló en mangas de camisa, pero este óvulo cotiza al alza en las casas de apuestas frente la metedura de pata del laborista Gordon Brown. El micrófono abierto que permitió escuchar a medio mundo cómo llamaba “fanática” a una viuda con la que acababa de hablar es otro huevazo. Pero a Gordon Brown le impactó en el traje por lo que el laborismo ha buscado su salvación en Tony Blair. Y, cómo no, al tratarse de crisis, otro que llevaba traje en las Azores reaparece en mangas de camisa, revisándose la tensión y con foto. ¡Oh, my God!

Entrevista a Cayo Lara: “Llevar un velo en la cabeza no hace daño a nadie”


Cayo Lara (Ciudad Real, 1952), ha crecido entre los surcos de la tierra. Sabe, como buen agricultor, mirar al cielo y esperar la lluvia. Además, es como ese Quijote que empezó su aventura en un lugar de La Mancha y que no teme a los molinos. En este caso, su lugar de La Mancha es Argamasilla de Alba, donde fue alcalde muchos años. El coordinador de IU participó el jueves en un acto político en Alcalá junto a Gregorio Gordo, coordinador de IU-CM; y Pilar Fernández, coordinadora local de IU y candidata a la Alcaldía. En este acto, Cayo Lara reclamó “más Estado” y “más inversión pública”, con el mismo empeño que ha proclamado que los billetes de 500 euros cambiaran de color “para que aflore el matarile-rile-rile” del fraude fiscal. Ahora ve con alivio que en Francia le den la razón y supriman los binladen.

- ¿Qué le parece la polémica que se ha montado por el velo? En Alcalá, el líder de la comunidad musulmana ha llegado a decir que quitarlo es “una barbaridad” y “lapidar una ley de Dios”.
-Hay que ser respetuosos con los derechos y las culturas que tienen los pueblos en tanto en cuanto no afecten a las cuestiones sociales, de derechos individuales de los seres humanos. En mi opinión, que una persona lleve un velo en la cabeza no afecta, aunque la causa pudiera ser religiosa, al derecho individual de una persona, no hace daño directamente a nadie no atenta contra ninguna situación como atenta la ablación del clítoris o situaciones violentas y represivas que las religiones, en general, han ejercido a lo largo de la historia sobre la ciudadanía. No voy a decir que sea un debate ficticio, pero no es el que tiene la sociedad española. Son más cortinas de humo que otra cosa. Forma parte de su cultura llevar el pelo tapado… Otra cosa es que se tape el rostro y la identidad no se pueda conocer de cara a los seres humanos que vivimos y convivimos con ellos. Si caminamos en esta dirección habría que replantearnos que las monjas no deberían llevar puestos pañuelos en la cabeza a la hora de imprimir sus clases que dan en los colegios concertados y con dinero público. No es el debate y creo que no se están violando derechos fundamentales de los ciudadanos porque una chica lleve el velo en una clase.

-¿Le sorprende la tranquilidad y el cierto optimismo con el que Zapatero se toma los últimos datos del paro?
-Diría que se lo está tomando con mucha irresponsabilidad porque no puede ser que aparezcan, datos, al margen se que hayan aparecido filtrados, que marcan que hemos superado dos listones rojos gravísimos. Ya era grave la situación que arrastrábamos y hablar de un 20% de parados y de cuatro millones seiscientas mil personas es un dato que no se puede tomar con este optimismo que caracteriza a Zapatero. Es una irresponsabilidad grave, sobre todo cuando él mismo reconoce eufóricamente que hay un 80% de cobertura de la gente que tiene desempleo, pero hablar de un 20% de gente sin cobertura son 900.000 personas que no tienen nada que llevarse a casa. No se puede frivolizar y debería haber asumido autocráticamente esta situación y decir que va a adoptar medidas porque no es posible aguantar esta situación.

- El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, acaba de señalar que el Gobierno adoptará las que sean necesarias, incluida la reforma laboral.
-Lo que apunta ahora mismo en la propuesta del Gobierno es un recorte de los derechos laborales. No estamos viendo que se apunte en la dirección de generar más empleo en este país. Son las mismas recetas que han aplicado en reformas laborales y es lo que se ha puesto encima de la mesa, aunque está sin mucha concreción. Se puede resumir en reducir el periodo de despido de 45 días a 33 y de alguna manera, decir que el Estado, es decir todos los ciudadanos, nos podríamos hacer cargo de ese diferencial. Plantea aumentar el peso de las agendas de contratación temporal, que se han demostrado fallidas porque lo que han hecho ha sido alimentar el contrato precario, etc. En resumen, las conquistas laborales que hizo la clase trabajadora de este país en el momento más duro de la historia de España durante la dictadura y la transición democrática, en una España más débil, se pudieron abordar por parte de los empresarios y lo lamentable es que en un momento de crecimiento y de desarrollo económico resulte que tenga que ser a base de recortar los derechos de los trabajadores. Es incomprensible desde el punto de vista histórico.

- ¿Cómo hay que tomarse la rebaja de la calificación de la deuda?
- Hay que entender que son agencias norteamericanas y no son asépticas.

-¿Y tampoco previeron la crisis, no?
-Eso es. Son las que no previeron la crisis de las hipotecas basura, determinadas crisis en empresas y ahora recortan de manera muy drástica la calificación de Grecia, hasta el punto de que está planteando que a suprimir el 30% de los ayuntamientos, que ha reducido la calificación de Portugal y ha reducido tímidamente la calificación de de España. Lo que esta haciendo con esta reducción es que cuando tengamos que acudir a la deuda o refinanciar deuda tengamos que pagar más intereses de los que estamos pagando. Es la asfixia de los países para enriquecimiento de los inversores y especuladores, especialmente, que son a los que se deben estas mal llamadas agencias de calificación. Están descaradamente al servicio de los intereses de la especulación y del dinero que se mueve por el mundo y del dinero que se puede invertir desde los Estados Unidos. Es un jarro de agua fría más y es grave, pero más grave es que el Gobierno no reacciona para empezar a resolver el déficit y adoptar medidas para buscar el dinero donde está.

- ¿Y dónde está ese dinero?
- Hay que ir a la lucha contra el impresionante fraude fiscal que hay en España y hacer una reforma fiscal progresiva para que pague más gana y quien más tiene.

- Alcalá es una zona afectada por la crisis y la deslocalización. ¿Qué le parece que se trate de hacer una Zona Preferente de Reindustrialización?
- Requiere inversión pública y el Estado está caminando en dirección contraria. El Gobierno ha planteado una reducción de 50.000 millones de euros en la inversión pública del Estado y eso va en contra de cualquier proceso de reindustrialización que se pueda plantear en cualquier zona de España. Si dejamos en manos del mercado que se produzcan esos procesos y no interviene directamente el Estado seguiremos con las mismas recetas neoliberales que son las que nos han llevado a la crisis.

viernes, 23 de abril de 2010

Aeropuerto 2010


Las vidas invisibles, que son las que hacen que el mundo se mueva y casi nunca hacen ruido, salvo que se vean alteradas en momentos puntuales, tienen tanto interés como los reportajes de las tribus intactas y ajenas a la civilización que rescata el National Geographic. La cosa es que los aeropuertos están llenos de vidas anónimas, personas que tienen mucho que enseñar y escasas razones para palidecer, pero que en algún momento también actúan como una tribu. La tribu a la que me refiero no está formada por caníbales, ni por habilidosos trepadores de árboles unidos a la pachamama, ni seres que prescinden de la necesidad de adaptar su ritmo a la vida con el mismo ansia que el llamado mundo civilizado. Es la tribu de los aeropuertos, una población tan nómada como los tuaregs y tan hambrienta como los masai, pero con roles dignos de estudio cuando falla el sistema. No es la primera vez que en esta columna escribo que me gustan los aeropuertos. Prefiero viajar, sin duda, pero pasar una tarde (y casi una noche) en un aeropuerto estimula la imaginación. Es participar de una ilusión sin la necesidad de hacer cola para facturar, ni medir ni pesar la maleta para que el low cost no se salga de presupuesto y sin tomarse tranquimacines antes de subirse al avión. La vida en los aeropuertos es lo que más se parece a un Estado ideal. Todo el mundo es de alguna parte, va y viene, pero no importan ni los colores ni las nacionalidades. Es un mundo que está lleno de esas vidas anónimas e invisibles. Abres los ojos y en tu campo de visión aparece la globalización casi en su estado más puro. La cosa es que la nube volcánica procedente de Islandia ha vuelto a dejar al descubierto la fragilidad de las sociedades avanzadas. Con centenares de vuelos cancelados y miles de viajeros atrapados en los aeropuertos las historias humanas son las que sirven para replantearse las cosas. En el caos es donde surge la necesidad de organizarse y eso es lo que muchos demandaban en las terminales de los aeropuertos. Es algo humano y siempre surge alguien con madera de líder. En la última odisea aeroportuaria hablé con un tipo que su mayor temor era que se militarizara la espera. Imaginé varias unidades armadas, música castrense y todos en fila de a uno al grito de ¡Arr! Mientras los taxistas hacían cálculos en los aparcamientos de las terminales de lo que cobrarían por llevar a Cherburgo a una pareja desesperada lo que me planteo es si es sólo la nube volcánica la que impide ver las pistas de aterrizaje desde el aire o es que hemos perdido la capacidad de adaptarnos a otros ritmos en la vida.

miércoles, 21 de abril de 2010

Diario de un Demente: Imprescindibles


"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles".

Bertold Brecht


El Estudiantes acabó, tras presentar batalla hasta el final, encharcado en Málaga. Ahora que la temporada regular casi se acaba llega la hora de recordar a dos tipos de altura que representan el pasado y el presente.

La ocasión para hablar de esos jugadores que cualquier entrenador querría tener en su plantilla era propicia, pero Carlos Jiménez se descolgó a última hora del partido entre el Asefa Estudiantes y el Unicaja, un encuentro que comenzó con goteras y acabó encharcado. Pese a su ausencia sobre la cancha del Martín Carpena y la derrota por tres puntos, es una buena ocasión para hablar de los imprescindibles. Tal vez, porque la próxima temporada haya que buscar otro en el Estudiantes… No soy amigo de citas pero si se habla de imprescindibles hay que recurrir a la manida frase de Brecht para referirse a dos Carlos, uno se apellida Jiménez y el otro Suárez. Son el pasado y el presente del Estudiantes. Ambos comparten los mismos valores y la filosofía que han mamado en la Nevera y el Magariños, lo que les hace distintos. Son imprescindibles en un equipo, así de fácil. Hay unos que están llamados a ser estrellas y otros, como los Carlos, a hacer jugar a los demás.


Mientras que los bases vienen a ser eso que los entrenadores llaman la prolongación de los técnicos en la cancha, Carlos Suárez y Carlos Jiménez añaden ese plus de confianza, sacrificio y entrega que hace ganar partidos. No son jugadores de flashes y poses, se colocan bajo los focos para hacer su trabajo y dan la espalda a la vanidad. Imprescindibles. Jiménez lo demostró durante muchos años en el club del Ramiro, en los equipos de cantera y en el Liga.


El decálogo de la Demencia no ve con buenos ojos que un emblema colegial vista la camiseta vikinga y en el caso de Jiménez se impuso esta norma después de una temporada bastante aciaga para el equipo pero con letras de oro para el baloncesto español en el Mundial de Japón. Al final, recaló en Málaga donde es un grande. Que se lo pregunten a Aíto... Tal vez, y para desgracia de los dementes, pronto haya un caso Suárez. Entre la situación económica del club y el crecimiento profesional del jugador más de uno está convencido de que su futuro está cada vez más lejos del Ramiro. La llamada de Scariolo no se hará esperar y partir de ahí…


A estas alturas alguno se preguntará qué hay de lo nuestro, es decir del partido de Málaga. Tuvo aroma de playoff, con permiso de la autoridad competente por eso de los charcos, y el Estu tuvo opciones hasta el final. Jasen, Oliver y Lofton se echaron el equipo a la espalda y sin Gabriel, se confirma que Driesen gana confianza. Ahora tocar ganar al CB Murcia y seguir soñando. El deporte no se entiende sin soñar.

viernes, 16 de abril de 2010

Garzonófilos


El espectáculo que se está dando a raíz de las decisiones de los señores que se ponen togas y están llamados a impartir justicia es de órdago. Ahora parece que los jueces también tienen bandos, reaparecen las dos españas, en forma de garzonófilos y garzonófobos mientras la tercera, silenciosa, observa atónita lo que está ocurriendo. Hasta atraen la atención de los medios norteamericanos, que se preguntan por quién doblan las campanas en la estatua de la justicia española, a la que algunos quieren quitarle la venda de los ojos. The Wall Street Journal defiende el juicio a Garzón por un presunto delito de prevaricación, al investigar sin ser competente las desapariciones durante el franquismo. Unos días antes The New York Times defendía justo lo contrario bajo el título de Una Injusticia en España. Lo descorazonador es ver a un juez sentado en el banquillo por la actuación de otro juez, pero aquí no se juzga el franquismo. Garzón no es un prevaricador, aunque se crea que se puede poner el mundo por montera y empurar al Pinochet de turno. Jurisdicción universal lo llama. Garzón se equivoca en las formas y ha conseguido convertirse en un icono de las libertades progresistas. Dentro de poco, como sigamos así, la imagen de Garzón aparecerá junto a la del Che. Pero las cosas no se hacen así. El desafortunado acto celebrado en la Universidad Complutense, convocado con apoyo de los sindicatos y con ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo en plan Walker Texas Ranger, acusando a los jueces del Supremo de “cómplices de las torturas del franquismo”, demostró que algunos tienen ansias de desahogo, y lo adornan con banderas tricolores y bajo el grito de No pasarán, que para eso al día siguente se celebraba el aniversario de la proclamación de la República. El apoyo a Garzón era una excusa y se convirtió en una trinchera republicana. Politizar el dolor de los familiares de las víctimas, que tienen el derecho a encontrar a sus seres desaparecidos, no es de recibo. Si hay que juzgar al franquismo, que se haga, pero no por el protagonismo de un juez, que presuntamente ha hecho las cosas mal, sino con las leyes en la mano. La separación de poderes en España parece una ilusión teórica y algunos políticos, que hoy alcanzan cotas máximas de descrédito, son los que se empeñan en controlar el poder judicial. Si no fuera porque Alfonso Guerra dijo aquello de “Montesquieu ha muerto” igual hasta creería a los garzonófilos. Pero aquí no se juzga el franquismo, sino si el juez actuó correctamente o no.

lunes, 12 de abril de 2010

Diario de un Demente: Yo acusé... a Oliver

Oliver le dio la victoria al Asefa Estudiantes ante el Lagun Aro GBC. Después de su mala gestión en otros finales apretados, ante el equipo de Pablo Laso, una bandeja salvadora le reivindica

No hay nada como entrenar a distancia y con tantas vidas como quieras para pasar a la siguiente fase de los Marcianitos o las Moscas (para los que no lo pillen me refiero a aquellos juegos históricos de las máquinas recreativas de los bares). Una vez que termina el partido y se gana por un punto es fácil colgarse medallas, pero la diferencia entre el éxito y el fracaso es de sólo una canasta. Y lo peor es lo que sale por la boca... cuando se critican decisiones que luego son las acertadas. Este rollo viene a cuento de lo dije cuando vi a Oliver gestionar las dos jugadas finales del partido. Por un momento abracé el Yo acuso de Émile Zola, ese histórico alegato a favor del capitán Alfred Dreyfus que tan pronto usa Pedro J. Ramírez para repartir a diestro y siniestro por las cloacas del Estado, como un demente de mi generación añorando a Vicente Gil.

La cosa es que cuando vi botar a Oliver en el penúltimo y fracasado ataque del Asefa Estudiantes ante el Lagun Aro GBC pensé en fantasmas recientes. Un sudor frío recorrió mi despejada frente y di por perdido el partido sin confiar en una entrada a poco más de dos segundos del final con canasta. Acusé a Oliver sin pruebas, sólo por presentimientos, lo confieso.

Señalé antes de tiempo al mismo jugador que luego hizo la jugada del partido. Imputé al base estudiantil el presunto delito de fallar otra vez en un final de partido. Y me equivoqué. Oliver ganó el partido con una bandeja con la que cualquier jugador de baloncesto ha soñado alguna vez en su vida. Esta canasta significa la décima victoria en casa y más motivos para ser feliz si es que la felicidad se puede medir en estos términos. Al menos, de las cosas que no son vitales el baloncesto es una de las más importantes. Y el domingo, Albert Oliver, me hizo feliz. Puede que Suárez hiciera un partidazo, que lo hizo, que el recuperado Germán Gabriel sacara una determinante falta en ataque a un suspiro del pitido final, pero el que me alegró el día fue Oliver. El ex jugador de Pamesa dejó sin argumentos a Pablo Laso, que fue incapaz de propiciar un tiro de su equipo pese a los dos tiempos muertos que solicitó a la mesa. Después de que los vascos fueran capaces de remontar 17 puntos y de presentarse con opciones hasta el último instante se olvidaron de cerrar la puerta a un Oliver. Directo a la cocina y ahora a pensar en Unicaja.

Rebote. Ya hablé alguna vez de los/las ex. Siempre es incómodo, tanto como si te las encuentras en el metro como cuando vuelven a casa... El último ejemplo lo puso Lorbek, que regresó al Telefónica Arena tras su paso por el Estudiantes en la ingrata temporada 2008/2009. Estuvo muy enchufado, más que en toda una temporada colegial.

viernes, 9 de abril de 2010

La clave de la sonrisa


No nos damos cuenta y lo asumimos con la naturalidad que la capacidad de la memoria lo permite. La cosa es que todo lo que nos rodea en esta sociedad de la información está lleno de claves y combinaciones secretas. Me temo que un día me quedaré en la calle a dormir porque confundo la contraseña de la alarma con la del acceso a la cuenta de Facebook. En mi caso me gustan más las claves telúricas y profundas, adornadas por leyendas de caballeros templarios y fantasías animadas, que las que dan acceso al ordenador, aunque sea a ese revolucionario Ipad, o como se llame. Me atraen más las que llevan año rondando por mentes privilegiadas y que siguen sin tener respuestas definitivas. Son las que alimentan también las teorías de la conspiración, mucho más sugerentes que la triste rutina. Qué si hay vida después de la muerte, que si no estamos solos en el universo, que si la sábana santa es un fraude o que si la Isla de San Borondón aparece y desaparece en la lontananza atlántica tal y como cuenta una vieja leyenda que conocen los canarios y que tanto me recuerda la de Perdidos... La verdad es que éstas son las cosas que me interesan y para las que no hay clave ni servidor informático alguno que valga. Nadie me podrá resolver en la vida terrenal con la precisión de un alquimista y la evidencia de un científico estas incógnitas. Pero alimentan el espíritu mientras que las otras, las de andar por casa sólo nos hacen la vida más fácil, aunque a veces, por eso de la memoria o los fallos técnicos, nos la complican. Destinamos gran parte del disco duro de nuestros cerebros a almacenar códigos que nos garanticen una existencia más segura en esta sociadad del bienestar. Gastamos memoria para saber cómo entrar en el correo electrónico, sacar dinero de un cajero, poner el pin del teléfono móvil o abrir el candado de la maleta, pero todo para protegenernos de la amenaza invisible de nuestra vida de colorines. Si seguimos así, entre tantas normas y códigos cifrados, llegará el día en que levantarnos de la cama dependa de un código que nos estimule. Hace unos días la clave del sumario del caso Gürtel trajo de cabeza a abogados, procuradores y periodistas. Durante largas horas, incluso días, era la clave del deseo, el código que abría las puertas al sumario del choriceo patrio de talla XXL. Pero no me hizo feliz. A estas alturas, visto lo visto con el Gürtel, también sonrío cuando recuerdo la palabra Rosebud, como hizo el magnate de Ciudadano Kane antes de estirar la pata.