lunes, 23 de abril de 2012

Antiabril




Lo mejor de este abril es que mayo empieza pronto. Los días de este mes son, como mínimo, raros. Están desorientados y despistados, casi tanto como nuestras propias vidas. Igual es que en las últimas semanas hemos visto de cerca el precipicio y dejamos pensar que los que caen al vacío son siempre los otros. Nunca antes nos habíamos asomado tanto, pero este abril se empeña en ser el antiabril. Basta con repasar los diarios de las últimas jornadas para ver cómo una jornada tras otra las noticias de hoy no dan tiempo a digerir las de ayer. A golpe de sobresalto nada, o casi nada, permanece. Casi todo cambia. Ni siquiera en lo meteorológico ha sido abril, parecía noviembre. Ni siquiera para el día grande de las letras en español, abril ha sido abril. La entrega del Premio Cervantes al poeta chileno Nicanor Parra ha tenido más de prefijo que otra cosa. La antipoesía no ha tenido premiado en Alcalá de Henares, ni regio anfitrión, ni casi ceremonia. Será porque ha sido un antiabril. Será porque como cantaba Serrat, evocando unos versos de Pablo Neruda, “las nieves son más crudas en abril, especialmente”. Aunque no sé por qué será que soy de los piensan que siempre en abril la vida se seguirá echando a la calle.



miércoles, 18 de abril de 2012

Bajada de bandera

Si hay un sitio para medir la temperatura política de un país es en los taxis. El otro día tomé uno. Tras saludar al taxista me recosté en al asiento y puse el oído en lo que contaba la radio. El taxista y yo escuchamos las disculpas reales por el trompazo de Botsuana. En silencio, y con la misma atención que en el discurso de Navidad, seguimos las breves palabras del monarca. El taxista no tardó en desplegar un discurso cargado de contenido editorial. En su monólogo, donde sólo pude limitarme a colar algún “sí” o “no”, hubo para todos. Otorgó su comprensión al Rey, con el consabido “yo soy juancarlista, no monárquico”, aunque reconoció que era difícil defender lo de la cacería. No dejó títere con cabeza. Puso de vuelta y media a los mercados que nos ahogan con la prima de riesgo, dio un repasito al populismo de Cristina Fernández de Kirchner por lo de Repsol YPF, me contó un chiste sobre el disparo en el pie de Froilán y lamentó que Mariano Rajoy hiciera lo contrario de lo que prometió en la campaña electoral. Al llegar al destino, bajó la bandera, pagué la carrera y antes de salir me dejó un último titular: “El espectáculo debe continuar”.

martes, 10 de abril de 2012

'Obispada'



Mientras España vive su particular Vía Crucis en los mercados de deuda, las procesiones de Zamora han llegado a las primeras planas de The New York Times o The Wall Street Journal y y el obispo de Alcalá es trending topic en Twitter. Imagino que por la presión de los mercados la noticia está en la penitencia que tienen que hacer los españolitos de a pie ante la amenaza de que la Europa de Merkel nos intervenga. Intuyo que las procesiones zamoranas son lo de menos para unos prestigiosos diarios que van dirigidos a los que manejan las finanzas y asumen que no nos queda otra salida que pedir milagros al santo de turno ante la desconfianza de los que nos compran la deuda. La cosa es que mientras en Grecia ponen a sus policías en alquiler para trabajos de escolta o de actores aquí apostamos por salir en procesión o que el obispo de turno la líe. En Alcalá de Henares el obispo Juan Antonio Reig Plà se ha metido en un jardín, y no de flores precisamente, con su homilía de los Santos Oficios de Viernes Santo. Igual el año que viene hasta The Financial Times desplaza a un enviado especial a la homilía de Viernes Santo en Alcalá tras el reciente revuelo. Las declaraciones homófobas e injustificables de Reig Plà en las que castigaba al fuego de los infiernos a los homosexuales -a los que vincula con la prostitución- o arremetía contras las mujeres que abortan se descalifican por sí mismas. No hace falta buscar justificaciones de ningún tipo. Es lo que hay en la curia romana y responde al pensamiento real de unos obispos cuya opinión se propaga a diestro y siniestro en cuanto abren la boca. Un ejemplo. Sólo 237.000 espectadores estaban viendo por La 2 de TVE esta retransmisión pero sus palabras encendieron la red con un efecto similar a la multiplicación de los panes y los peces. Otro milagro al fin y al cabo. Pero lamentable obispada.

lunes, 9 de abril de 2012

Bienvenido S.A.


La pugna entre Madrid y Cataluña por la fabulosa inversión de cifras mareantes de Eurovegas es de película. Las comparaciones son inevitables y por estas tierras tan castizas esta historia nos recuerda la inolvidable película Bienvenido Mr. Marshall. Hace unos días, tras el encuentro en Las Vegas de las delegaciones de Madrid y Cataluña con Sheldon Adelson, el magnate estadonidense, sabemos que la diferencia entre ambas ciudades está en las alturas, en la restricción para elevar rascacielos.

Y ahí gana Madrid. Al menos, Percival Manglano, el consejero madrileño, tuvo la oportunidad de ver de cerca a Sheldon Adelson y comprobar que existe. Llegué a pensar que bajo ese nombre lo único que se esconde es un conglomerado de empresas y de grupos inversores. Ahora que parece que Alcorcón puede unirse a Macao y Las Vegas, donde Adelson ya tiene emporios, una cosa me viene a la memoria. Es el discurso aquel del alcalde de Villar del Río cuando decía eso de: “Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación”.

martes, 3 de abril de 2012

Capirotes empapados


Después de meses sin que caiga una gota del cielo, llega la Semana Santa y hay que abrir los paraguas. Es curioso pero en los últimos años llueve menos que nunca, hay incendios en marzo, prolifera la sequía y cuando las cofradías ultiman hasta el último detalle de sus pasos de Semana Santa las nubes hacen de las suyas. Casualidad o capricho meteorológico, empiezo a pensar que más de un cofrade, antes de ponerse el capirote, debería empezar a reflexionar sobre si estamos en el camino correcto. Igual la señal del cielo es que en la tierra hay demasiado fariseísmo, pese al lustre que se saca estos días en las procesiones. No crean que con estas palabras trato de relevar ni de emular al escritor Javier Marías en su ya clásico artículo de primavera en el que año tras año critica a costaleros, cofrades y todo el séquito habitual de las procesiones fervorosas-festivas. Y eso que Marías ha hecho esfuerzos para enmendarse y hacer un acto de contricción con el propósito de ensalzar la Pascua. Han sido inútiles, porque lo que describe como abusos de los encapuchados que toman el centro de las ciudades mezclando el fervor religioso y los flashes de los turistas sigue siendo una de sus obsesiones y año tras año carga contra la Semana Santa. En mi caso no llego a su extremo. Ni mucho menos. Aunque no me gustan mucho y siempre he reprochado la falta de coherencia de muchos de los que durante una procesión se desloman cargando una imagen y el resto del año se apuntan a la vida crápula, reconozco que las procesiones tienen su aquel. Aunque sólo sea por la belleza estética y la verdadera fe de algunos. Tal vez muchos de los que hoy lloran con lágrimas de cocodrilo porque no pueden procesionar deberían pararse a pensar, si el fervor no lo impide, en que tal vez la lluvia que no les deja salir por las calles esconde un mensaje: Algo estamos haciendo mal.