viernes, 29 de octubre de 2010

Halloween


El patio cañí está más que revuelto estos días. Espero que el fiestorro de Halloween, entre muertos vivientes, calabazas y disfraces proporcione al menos un poco de sosiego en las revueltas aguas patrias. Durante algún tiempo me resistía a caer bajo el influjo de una fiesta anglosajona cuyo icono es una calabaza. Aquí alabamos a los santos porque es algo que no se discute desde tiempos inmemoriales, pero nos apuntamos a la farra de Halloween. Ahora que se impone la gresca nacional, y traspasa las fronteras de la política, más de uno debería volver a sus orígenes, olvidar la vanidad y, tal vez, regresar a sus pueblos para convivir con la muerte. Uno de los mejores ejemplos que conozco es el que retrató Pedro Almodóvar en Volver. El cineasta manchego convirtió en imágenes algo que en La Mancha saben bien: la muerte está llena de vida y de gracia. La primera escena de la película es una de las más reales que se hayan filmado nunca. Penélope Cruz comparte planos con un grupo de mujeres en el cementerio de Granátula de Calatrava. Estas mujeres no tienen que actuar para limpiar sus futuras tumbas. Son ellas mismas y su fregoteo forma parte del rito de la vida. Nada que ver con el apogeo forzado del brujerío y los zombies a ritmo de Thriller con pestilencia a gin-tonic de la noche del 31 de octubre. El Halloween de este año vino acompañado de un totum revolutum. Es como la cesta de la ropa sucia, donde el color se mezcla con el blanco. Si quieren les pongo unos ejemplos. El siempre lenguaraz y consentido Fernando Sánchez Dragó hace literatura de unas presuntas relaciones sexuales que mantuvo en 1967 con dos japonesas de trece años. Ahí queda eso, y él tan pancho porque como buen provocador sabe que el escándalo le beneficia, lleva años viviendo, haciendo y diciendo lo que le da la real gana. Nadie le frena. Por si teníamos poco el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, arremete en plan rijoso contra Leire Pajín. Y hasta Fangoria y Alejandro Sanz se enzarzan vía Twitter. Pero si hay un pique que me ha enganchado es el de Arturo Pérez Reverte, que ha engordado la santísima trinidad de sus desvelos, la de curas fanáticos, reyes incapaces y ministros corruptos, al decir en Twitter que Miguél Ángel Moratinos “se fue como un perfecto mierda”. Las lágrimas que exhibió el ministro al dejar su cargo en Asuntos Exteriores desataron la ira de ese capitán Alatriste que lleva dentro el escritor. Halloween es, al fin y al cabo, una noche de disfraces y huesos de santo, pero aunque tenga que elegir entre truco o trato si tengo algo claro es que a más de uno daría calabazas.

viernes, 15 de octubre de 2010

Corruptelas


En la cola de la panadería tres temas monopolizan estos días la conversación. Con la salvedad del rescate de los 33 mineros de Chile, Belén Esteban y la clase política son la comidilla. Hasta el fútbol ha pasado a un segundo plano en las tertulias panaderas mientras esperas la oportunidad de llegar a casa con el pan debajo del brazo. De Belén Esteban hoy no hablaré. Sólo me limito a expresar un convencimiento: todavía hay una mayoría silenciosa a la que le importa tres cominos las aventuras y desventuras del petardeo patrio. Lo segundo es más curioso y preocupante. En esta misma columna ya me despaché alguna vez contra la clase política, cada vez más desprestigiada. No es porque lo diga yo, sino porque ahora el barómetro del CIS ya ha confirmado de nuevo que la clase política es un problema para los españoles. Por detrás del paro y la crisis económica, los políticos están ahora más en la picota que nunca. Del “todos los políticos son iguales” hemos pasado al “están aquí para llevárselo calentito” y “sólo piensan en lo suyo”. Estas frases las escuché el otro día en la panadería mientras esperaba turno para pedir una barra bien cocida. Los Gürtel, Pretoria y Malaya, entre otros casos de saqueo político de lo público han colmado la paciencia de los españoles, aunque rechazo las teorías más pesimistas que apuntan a que la corrupción se ha generalizado en todos los ámbitos de la administración, en especial la municipal. Para explicar este fenómeno creo que la caja tonta tiene mucho que ver. Probablemente ese desfile de vanidad y choriceo a pecho descubierto que exhiben los imputados en el caso Malaya, muchos de ellos protagonistas del papel couché y de los platós de televisión, es lo que ha desatado de manera definitiva la ira del personal. Exhibir un cuadro de Miró en el cuarto de baño es impúdico, pero lo ignorábamos hasta que la policía difundió un vídeo que mostraba el interior de una de las casas de Juan Antonio Roca, uno de los presuntos malayos. Ese Miró es el símbolo de esa sociedad fanfarrona y pestilente. Aquí no ha fallado sólo el control de las autoridades para frenar la tentación de la corrupción, el dinero negro y el compadreo político. También ha habido exceso de tolerancia ciudadana, como hace unos días apuntaba el periodista de ABC Ignacio Camacho. Esta tolerancia propició que las corruptelas se afianzaran en sus chiringuitos una elección tras otra con los votos de los ciudadanos. La manipulación del poder y la estupidez política son por desgracia ingredientes del pan nuestro de cada día, igual que de una mala harina se hace un mal pan.

Chile, un ejemplo a seguir


La gestión de la crisis de los 33 mineros atrapados a 600 metros bajo la tierra demuestra que las buenas noticias tienen cabida en este mundo globalizado. Miles de personas en todo el mundo han seguido en directo, por televisión, el rescate de cada uno de los mineros encerrados en esa mina durante dos meses y han compartido las mismas sensaciones. Cada vez que un minero emergía en la cápsula diseñada por la NASA el júbilo se extendía por todo el planeta. Este episodio contienen muchas lecturas gratificantes, pero demuestra que el trabajo en equipo, la prudencia, el esfuerzo y la colaboración de países muy diversos son capaces de obrar el milagro. La misión para rescatar a los mineros de las entrañas de una mina en el desierto de Atacama ha sido un ejemplo para todo el mundo y demuestra que cuando hay un objetivo común se pueden traspasar las diferencias que crea la condición humana. En la era digital y de Internet no hay distancias, por eso llama mucho la atención modélica que recibieron los 33 mineros. El rescate fue un ejemplo de superación, unión y confianza de los ciudadanos en su gobierno. No estaría mal que esa magistral lección se aprendiera en España, donde las diferencias se manifiestan en forma de abucheos al presidente del Gobierno cuando se honra a los caídos, o cuando el carburante de la solidaridad se agota para las víctimas del 11-M.

jueves, 7 de octubre de 2010

'Bronceadas'


A los españoles no nos van los términos medios. O héroe o villano, o blanco o negro. En el ADN de nuestro código genético no contemplamos la escala de grises. La pasión nos ciega tanto que nos apuntamos al caballo ganador con la misma facilidad que descuartizamos sin rubor a un ídolo sin estrella. A la hora de salir a la calle somos los que más bulla montamos y los que más tarde nos acostamos. Si se trata de fútbol y es la Roja, ni hablamos... Tras saldar la deuda histórica del Mundial sólo le faltó al Gobierno decretar tres días de jarana para que los súbditos celebraran como en una comunión de multitudes el gol de Iniesta (golazo, por cierto). Desde que la Roja pisó el aeropuerto de Barajas se sucedieron las celebraciones para homenajear a los tercios de Sudáfrica. Merecidas, por supuesto. Pero algo debe fallar aquí cuando el equipo nacional de baloncesto femenino logra una histórica medalla de bronce en el Mundial y en la T-4 del aeropuerto están sólo sus familiares, amigos y un puñado de reporteros gráficos. ¡Qué quieren que les diga! Entiendo que no se tuviera que cortar la Castellana para homenajear a Amaya Valdemoro y sus compañeras, pero eché de menos la pasión de esa gente que aguanta colas para hacerse la foto con la Copa del Mundo o a las autoridades que usan influencias para conseguir entradas de la final de un Mundial... de fútbol. Ya que el baloncesto femenino se juega en familia, me conformo con que al menos los lectores de esta columna sepan que este equipo femenino se ha colgado una medalla de bronce en un campeonato del mundo. Es fantástico y no tiene nada de casualidad. Es el colofón a un lustro extraordinario donde el trabajo, la entrega y el talento han dado este resultado. Lo malo es que es baloncesto femenino. Todavía hay una asignatura pendiente en la cultura deportiva de este país. Aquí que se habla tanto de cuotas femeninas y políticas de igualdad no hubiera estado de más un poco más de calor institucional hacia una jugadoras que llegaron de la República Checa bronceadas, pero no de sol, sino con una medalla de bronce. Esta presea también la tiene colgada del cuello la hija de un buen amigo. Madruga con ella cada sábado para acompañarla a los partidos y admite, a su edad, que el baloncesto femenino le ha enseñado mucho. Me sorprende su sinceridad. Siempre fue un tipo duro, en especial en las canchas, y ahora ha descubierto que el deporte no es sólo cosa de hombres. El otro día me llamó para preguntarme si sabía dónde se iba a celebrar este triunfo. Quería llevar a su hija. Lo malo es que no pude ayudarle.

lunes, 4 de octubre de 2010

Alienígenas


La realidad es caprichosa. Los que vivimos de ella en forma de noticia lo sabemos bien. Es tan caprichosa como queramos y nos obliga a hacer un constante ejercicio mental. Una veces se viste de tropelía, otras de antojo, pero la multitud de formas que adopta no impide que sea parte de la vida cotidiana. La realidad es capaz de desafiar el orden del universo con la misma frescura que las mentes privilegiadas de algunos científicos intentan en sus laboratorios lo imposible. Pero también crea tantas contradicciones internas y moratones como uno esté dispuesto a encajar. En la película El Orfanato Geraldine Chaplin ofrecía una clave para entender lo que nos rodea cuando el personaje que interpreta, una vidente, dice aquello de “no hay que ver para creer, sino creer para ver”. Algo así me está sucediendo en los últimos días con varios asuntos que pululan por mi cerebro. Unos son muy visibles, otros se debaten en los hemisferios cerebrales de la misma manera que la ciencia y Dios chocan en cuanto se experimenta con las probetas. La capacidad humana de percibir la realidad de distinta manera es enriquecedor, aunque también puede convertirse en una pesadilla. Estos últimos días ni la huelga general del 29-S ni el solomillo de Irún que siembra dudas en la carrera de Alberto Contador se suben al podio de mis neuras. Lo que me altera el sueño es la amenaza de saltar a la arena política de la princesa del pueblo, Belén Esteban, esa chica de barrio sin pelos en la lengua y ojos saltones que habla de lo divino y lo humano. Hasta ahí no se diferencia de ningún hijo de vecino. Hemisferios cerebrales tienen todos, y ella también. Ahora, cómo los utilicen es cosa de cada uno y se retratan por sí mismo. Que Belén Esteban advierta, sin primarias ni nada, que si esto sigue así monta un partido político no debería pasar del chascarrillo. Lo malo es que se lo crea y que una empresa de sondeos de prestigio como Sigma Dos participe en este conato de esperpento patrio dá que pensar. Al paso que vamos empiezo a desear que la Esteban se presente a las urnas con la misma convicción que la ONU nombra a una embajadora para tratar con los extraterrestres. Fue una falsa noticia, de esas que arrasan como las más leídas en Internet, pero que no deja a nadie al margen. Es una pena, porque si la fantasía de The Sunday Times hubiera sido cierta aparcaría mi escepticismo en cualquier lugar. Y eso que me había planteado instalar una centralita telefónica en casa invitando a marcar el 1 para contactos con alienígenas y el 2 para dejar un mensaje. ¿Ver para creer o creer para ver? Ustedes dirán.