domingo, 28 de febrero de 2010

Tormenta perfecta

Los meteorólogos de eso que llaman agencias de calificación de riesgo siguen pronosticando nubarrones para la economía española. Los malo es que esta borrasca no es chirimiri, tiene forma de ciclón y sus vientos hacen que el temporal económico gire en sentido contrario a las agujas del reloj a cuenta de la deuda pública. Mientras tanto, sigue habiendo gente que vive en su mundo paralelo, con su discurso cañí y presumiendo que aquí es donde mejor se vive, donde mejor se come y donde bla, bla, bla. El enriquecimiento fácil basado en un crecimiento insostenible del ladrillo tiene las mismas consecuencias que una subida o bajada repentina de la presión atmosférica. Aquí no se ha mirado a diario el barómetro, tan sólo la cuenta corriente y la caja B. Ahora nos dan hasta en el carnet de identidad y para colmo nuestro mejor aliado, el sol, parece que nos da la espalda y el invierno azota con su peor cara. Lo último ha sido eso que llaman tormenta perfecta, que ha barrido la Península con vientos huracanados y lluvias. No nos falta de nada. Imagino que a los meteorólogos les pone cachondos una ciclogénesis explosiva, un fenómeno meteorológico único que no se suele dar con frecuencia y que se traduce en vientos que superan los cien kilómetros por hora capaces de arrancar tejados, lluvia por un tubo y alerta en casi todas las provincias españolas. Aunque los meteorólogos se vengan arriba por algo así, muchas personas en Cádiz o Córdoba se han pasado las últimas noches mirando el cielo, con la fregona y el cubo en una mano y un rosario en la otra. Aunque hayan puesto velas a la Virgen del Rocío o San Pancracio tras las recientes inundaciones de muchas de sus casas, para ellos llueve sobre mojado. Agua y barro, del dormitorio al comedor. Terrible. En esta misma columna, con patente de corso y libre de impuestos, ya me referí en alguna ocasión a un viejo amigo. Ahora me acabo de enterar que también le ha dado por leer las esquelas y los obituarios en el periódico. Será porque se hace mayor. Pero lo único que le importa es la información del tiempo. Cada mañana, cuando toma un café frente al mar en Alicante, abre el periódico por la misma página, la del Tiempo, analiza el mapa de isobaras y suelta el pronóstico: “Con esta borrasca en el Golfo de Cádiz, aquí llueve mañana”. Y lo clava siempre. Lo malo es que apenas le hacen caso.

domingo, 21 de febrero de 2010

Escalera de retranca

La retranca sale estos días de vinos por las calles de Lugo. En la ciudad bimilenaria ya se sabe que también se puede morir de éxito. Se han quedado sin su más ilustre vecino putativo, Jaime de Marichalar, ex Duque de Lugo. Su apellido noble y su cuento de príncipe no ha tenido final feliz. Ya no sale ni en la foto. Ni siquiera detrás de un burladero inmortalizado en cera. Con su divorcio ha firmado su expulsión del paraíso terrenal, y su primogénito ya será más Felipe que Froilán. Al menos, lo que se comenta entre vinos y tapas es que el duque ha muerto (metafóricamente, claro) de éxito, entre esencias de Loewe y pasarelas de pret à porter. En el escalafón hacia el cielo ya hay pretendientes. En este caso, hay dos. Ambos han correteado en sus años mozos junto a la maravillosa muralla romana de Lugo. Cuando les llegue la hora también podrán morir de éxito. Depende de ellos. Pepiño ha dejado de ser Pepiño para ser José y Goya habla gallego ante los señores de Castilla. José Blanco y Luis Tosar son gallegos, pero de los que suben escaleras. Rompen el tópico de encontrarse a un hijo de Breogán en una escalera y no saber si sube o baja. Ello van hacia arriba. No han llegado a la azotea, pero cotizan al alza. El ministro de Fomento es el peso pesado del Gobierno de Zapatero. Es el que llevará la voz cantante de esa troika socialista anticrisis que se sentará con la oposición para tratar de arreglar el desaguisado de la economía. Hasta hace poco era poco menos que “el tonto de la clase”, Pepiño el de Lugo,… y ahora el ministro Corbacho reconoce en los pasillos del Congreso que Blanco “es el futuro” y hasta Esperanza Aguirre baila con él. Es el factótum del socialismo. La política no es más que una inmensa representación teatral donde casi nada es verdad ni es mentira. Un día te dan hasta en el cielo de la boca y a la noche siguiente duermen con su enemigo. Blanco, ni Pepiño ni Pepe, lo sabe. Tal vez porque sólo los gallegos manejan la retranca como nadie. Otro lucense, Luis Tosar, sube los escalones de dos en dos. Mantiene el espíritu crítico desde que pisó las tablas para representar La lección, ese clásico del teatro del absurdo de Eugene Ionesco. La última clase la dio él. Consiguió que el cabezón de Goya, por maño y por tamaño, hablara gallego en la noche de la alfombra roja del cine español. La estatuilla descansará en la vitrina de la casa familiar del actor en Lugo y seguro que Goya se animará pronto a salir de vinos por Lugo con Cunqueiro.

viernes, 19 de febrero de 2010

Diario de un Demente

Con cara de tonto


Cuando se juega al todo o nada en un partido ocurren estas cosas. La lógica se despedaza en mil añicos y la Copa se hace más grande aún de los que es. Que el pez pequeño se coma al grande es lo que anima a las Casas de Apuestas y más ahora que la peña se juega dinero hasta por adivinar quién será el que se tira la última posesión del tercer cuarto. En mi caso aposté por el azul, pero tras el pitido final salió naranja. Aunque aluciné tanto con el partido como el técnico griego del Bilbao Basket, Katsikaris, cuando dice que juntar a los dos equipos de Salónica y los dos de Atenas “sería peor que Afganistán”. Yo aluciné por otra cosa, un final de lo más tonto a una película que discurrió con un planteamiento y un desarrollo que se esperaba.

Los finales tontos no me gustan, ni en las superproducciones ni en los telefilmes basados en hechos reales, y menos quedarme con esa cara de pánfilo que me dejó el lío con el balón que se hizo Oliver. Y eso que el Estu tuvo al menos, y por partida doble, la opción final de empatar o ganar. Pero el triple de Lofton no entra y Oliver que se la come porque el Estudiantes es incapaz de buscar una buena opción de tiro. Si a eso se unen un campo atrás, protagonizado también por ambos, más propio de patio de colegio que de un partido a cara o cruz y las decisiones arbitrales finales, más que discutidas, sólo hay una consecuencia: las maletas, y a casa.

Es difícil asumir este tipo de derrotas. Durante los cuatro cuartos se hacen las cosas bien, se da la cara, se pelea y justo al final, cuando se tiene la posibilidad de decidir la suerte, se falla. No hay reproches. Esto es así, pero duele. Spahija, el técnico del Power Electronics Valencia, planteó el partido de otra manera que hace unas semanas en Madrid. En esta ocasión no se dejó sorprender por el alumno aventajado del Ramiro, Lofton, que clavó dos triples consecutivos poco antes de acabar el tercer cuarto para meter al equipo en el partido. Pero falló el triple de la gloria. Ese tiro que cualquier jugador quiere meter en el último segundo. Ni el partidazo de Suárez, en su épica lucha con Claver, ni el de Caner-Medley, inmenso tanto en defensa como en ataque fueron suficiente para ganar a los valencianos. El partido fue sensacional, con jugones, triplazos y un final de infarto. Por eso la Copa es distinta. Lo malo es que ahora la veremos de otra manera.

Rebote. Afirmar que el Estudiantes ha perdido por los árbitros no es justo. El Power Electronics Valencia ha hecho tantos méritos como el Estu. Pero algunas decisiones arbitrales en el último cuarto, cuando se juega el bacalao, han perjudicado a los jugadores colegiales. La antideportiva a Germán Gabriel es muy, pero que muy discutible. Si eso unimos un balón que salió de fondo en la canasta valenciana cuya posesión dieron a los de Spahija y la ultima canasta de Rafa Martínez que Caner-Medley tapona ilegalmente el lío está servido. ¿De qué sirve lamentarse?

lunes, 15 de febrero de 2010

Diario de un demente

Mi derrota patológica

Tengo una duda. ¿El Barcelona llegó a temer en algún momento por la victoria en el Palau ante el Estudiantes? ¿El equipo de Xavi Pascual está en ese punto que es capaz de controlar a un rival bajo la ley del mínimo esfuerzo?

El Estudiantes luchó hasta el final y si Germán Gabriel llega a meter un triple a un minuto y medio del final tal vez el Barcelona se hubiera salido del guión. Pero ni entró el tiro ni el Barcelona cambió de ritmo en un apasionante partido. Los colegiales no bajaron los brazos, remontaron 14 puntos de ventaja, fueron los amos (o casi) del rebote y mostraron una intensidad defensiva digna de elogio. Y aún así, perdimos.

Tengo que confesar que frente al Barça siempre he padecido cierta patología. Con el Vademécum en la mano lo llamaría derrotismo y si visito alguna vez al psicoanalista me lo haré ver. Me explico. Desde los años de Antoni Serra o Aíto en el banquillo del Barcelona, con monstruos como Epi, Solozábal, De la Cruz o Chicho Sibilio, entre otros, el derrotismo se me aparece y me nubla. En el añorado Magariños más de una vez los colegas dementes comentamos que el Barça era superior y que para ganarles no bastaba con jugar al límite.

El recuerdo de la liga perdida en 2004 en el Palau, tras una serie histórica, no me consuela. Así las cosas, los colegiales hicieron un gran partido el sábado, las defensas alternativas dieron resultado pese a más de algún clamoroso despiste, pero no fue suficiente para ganar. Al final, Pascual pide los tiempos cuando hay que hacerlo (encajó un 0-9), llega Basile y te clava los triples de rigor en el momento justo, Mickeal te fulmina desde la equis que tiene pintada en el parquet, Lorbek ni se inmuta... y a casa con la cabeza bien alta. Pero derrota, al fin y al cabo. Y eso que Navarro no metió ni un sólo punto y Ricky Rubio no tuvo una de las mejores tardes de su carrera. Aquí, en equipos como el Regal Barcelona, es donde se ve eso de la profundidad de banquillo y cuando el proceloso mundo de las rotaciones cobra su sentido.

Al menos, me quedo con la intensidad de los duelos entre Popovic y Frán Vázquez, que se pegaron con sus padres en la zona. O el duelo entre Basile y Lofton, que en el tercer cuarto llevó el partido a otra dimensión. Mientras Pancho Jasen hacía equipo en el banquillo, reservándose para la Copa del Rey, el de siempre, Carlos Suárez, tiró del carro con Clark en esos momentos del primer y segundo cuarto en los que el partido no se decide pero un bajón puede acabar con veinte puntos abajo en unos minutos y romper el encuentro.

Habrá que esperar otra oportunidad. Pero copnviene que algunos no olviden que en esto del baloncesto confiarse sale caro. La Copa siempre es propiciatoria.

Rebote. Ya que hoy me ha dado un poco por la nostalgia, cuando veo jugar a Pete Mickeal me acuerdo de Russell. Ambos son zurdos y tienen la misma elegancia en la cancha. Ahora, me quedo con el neoyorquino David Russell. Inolvidable.

domingo, 14 de febrero de 2010

Carta testicular

Los españoles tenemos fama de desordenados, pero nos movemos en el desorden como nadie. Por eso entre los tópicos que nos colocan nuestros vecinos de la vieja Europa es que no perdonamos la siesta, trasnochamos y curramos más horas, pero produciendo menos. Por nuestra parte, aquí les contestamos con el manido Spain is different y si se ponen jacarandosos les recordamos que “como en España no se vive en ningún sitio”. Con este diagnóstico, los colegas europeos vienen a decir que con la que está cayendo por la crisis y una economía en recesión aquí nos atrevemos a echar un vaso de agua para acabar con el humo. Hace unos días el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, hizo eso mismo cuando empezó a oler a quemado y a salir humo de la fuente de alimentación de su ordenador durante un Pleno de la Cámara. Vaso en mano, Bono hizo de bombero. Arrojó el agua, santas pascuas y chascarrillo de turno. No había llamas, sólo humo, y lo más aconsejable en estos casos es utilizar un extintor, pero Bono tiró por la calle de enmedio. Pues algo así es lo que sucede con la economía española, que sigue humeando y se apaga con manguerazos. En nuestro desorden organizado si hay algo que nos pone de mala leche es que encima vengan de fuera y nos digan los que hay que hacer. Y si a eso sumamos la ojeriza británica el conflicto racial y testicular está servido. La cosa es que en una sencilla carta al director, publicada en La Vanguardia, una empresaria británica que vive y trabaja en España es la que ha cogido el extintor y no el vaso de agua al oler a chamusquina. Estas líneas, que ignoro si fueron manuscritas a boli, mecanografiadas a doble espacio o editadas en un Ipad en un lounge club no han pasado desapercibidas para la clase política. Ya hay alguno que hace referencia en su web a la carta titulada Spain is different. Es una misiva directa y concreta, con la que se puede estar de acuerdo en todo o no, pero que va al grano del futuro de las pequeñas empresas. Sin acuse de recibo y con sello urgente, en unas líneas resume lugares comunes para muchos pequeños empresarios y autónomos pero con los ojos de alguien de fuera. Tal vez, no estaría mal, que por una vez olvidáramos los tópicos y dejáramos de pensar que Gran Bretaña o Francia no nos votan en Eurovisión porque nos tienen manía. Y es que la siesta, en realidad, nos gusta a todos.

lunes, 8 de febrero de 2010

Diaro de un demente

El 'Señor Lobo' decidió


Un ex como Andrés Miso y un inconmensurable Savanovic, apoyados por un gran juego en equipo propiciaron que el Estudiantes siga sin ganar fuera de casa una jornada más.

Sevilla podría haber sido el punto de inflexión para ambos equipos, los sevillanos porque no pierden en su feudo desde hace tiempo y el Estu no ha ganado fuera en las últimas cinco salidas.

Pero al final, se cumplió la lógica de las dichosas estadísticas. Y no es que el Estu no peleara, ya que tuvo opciones hasta hasta el final tras una gran remontada. Está claro que en el baloncesto hasta que el marcador se pone a cero todo es posible (¿el Barcelona olvidará Belgrado o Valencia?).

Pero igual que la semana pasada ante el Joventut las sensaciones que transmitió el Estu desde el primer momento se cumplieron, en Sevilla se pagó la gran caraja inicial. Que los de Joan Plaza son fuertes en defensa lo sabe toda la ACB y que uno de sus objetivos era anular a Lofton también lo esperaban desde los capillitas hispalenses a los cofrades de Triana. Tuvo que ser Miso el que clavara uno de esos triples que duelen, el que llevó el 25-8 al marcador. Es como cuando una novia te dice que se ha visto con su ex. Lo bueno es que a partir de ahí, los colegiales comenzaron a buscar la remontada. Tal vez si el triple hubiera sido de otro jugador el Estudiantes se habría dado por vencido. Pero no.

Lo mejor del equipo de Luis Casimiro es que no baja los brazos, que redujo las diferencias y que llegó al minuto y medio final con opciones de ganar en San Pablo. Por cierto, el trabajo de Gabriel y Clark, tremendo. Ya me hubiera gustado que Miso tuviera un mal día, pero apareció por la cancha como el Señor Lobo y arregló el problema en la pista de su equipo. Savanovic, que se había comido a Caner-Medley, hizo los puntos, pero Miso se llevó la gloria. Lideró a su equipo a la victoria. Y lo hizo cuando las cosas se torcían para los de Plaza, con una defensa más relajada que de costumbre, que el Estudiantes aprovechó para ir sumando. Insisto, lo importante es llegar al final con opciones, aunque si te evitas la caraja del primer cuarto, mejor. Esto es, al fin y al cabo, baloncesto.

Lo bueno es que los colegiales sólo pueden sacar lecturas positivas de una derrota como la sufrida ante el Cajasol. Desde Javier Beirán a Luis Casimiro saben que hay que ir partido a partido, que así se cimenta gran parte del éxito. Ahora no queda más que pensar en el próximo partido y salir a ganar en Barcelona. Nada es imposible, ni siquiera mojar la oreja del Regal Barcelona, el mejor equipo de la liga... y probablemente de Europa.

Rebote. ¿A qué juega Telemadrid? O emite el minuto y medio final o no; pero conectar con Sevilla jugándose el Estu el pescado para cortar, luego volver a Murcia y después a Alicante, es de locos. Que aprendan algo de Perdidos, hay más coherencia.

Lágrimas en la lluvia

No hace mucho tiempo los avances tecnológicos eran más pausados. Había un tiempo para digerirlos. La guerra entre el vídeo VHS y el Beta parece ahora un juego de niños ante la TDT y la era digital. Hay tantos aparatos en tan pocos años que basta con rebuscar en el cuarto de los leones de la casa para encontrarte con ingenios tecnológicos que ahora parecen reliquias de tiempos remotos. El otro día miraba con nostalgia el tocadiscos que con tanto cariño conservo. Las cintas de cassete que grababa de la radio nunca fueron rival para el rey de los aparatos de música: el tocadiscos estereofónico. Las cosas empezaron a cambiar de manera frenética. Un día los vinilos que guardo como paño en oro se convirtieron en un elemento más de decoración y el tocata pasó al trastero. El ritmo de cambios en todo lo que nos rodea es tan rápido que sólo la capacidad de adaptarnos a ellos garantiza la supervivencia. Facebook, por ejemplo, te recuerda el cumpleaños de menganito o zutano y no sería extraño que ejerza de martillo pilón con el tiempo que nos queda para jubilarnos, incluidos los dos años extra hasta los 67 tacos. ¿Quién iba a pensar algo así hace sólo dos años? Ahora que dicen que el futuro del cine pasa por el 3D y la animación también estoy en la duda de tirar la colección de películas grabadas en VHS o depositarlas en el museo de las reliquias olvidadas, es decir, el trastero. Hubo un tiempo en que pensaba que después de La Guerra de las Galaxias, Alien o Blade Runner el cine había tocado su techo en lo que a efectos especiales se refiere. El señor de los anillos me hizo caer del limbo y Avatar demuestra que hay galaxias más lejanas. Esta película es de las que marcan un antes y un después. Hasta ahora el cine en 3D estaba relacionado más con el público infantil que con el adulto, pero James Cameron igual que Tim Burton ha dado en la clave del futuro. Lo digital y el 3D no sólo estarán al servicio de la ciencia ficción o la animación, también traspasarán la barrera del celuloide para todo tipo de géneros. El replicante de Blade Runner encarnado por Rutger Hauer recordaba antes de morir batallas más allá de Orión o los rayos C cerca de la puerta de Tannhauser y advertía de que "todos esos momentos se perderán como lagrimas en la lluvia". En mi museo de las reliquias olvidadas estará en VHS la película de Ridley Scott. Eso si, guardada como oro en paño.

lunes, 1 de febrero de 2010

Diario de un demente

Tuve una premonición...

Intensidad defensiva, rebote y contraataque son los ingredientes que nos ponen más a los aficionados al baloncesto. Si a esto le pones la guinda de unos triples estratosféricos en el momento justo, para romper definitivamente al rival, mejor que mejor. Y de eso hubo mucho en el Telefónica Arena. Tuvo que ser ante un equipo como la Penya, con el que Estudiantes comparte la filosofía de cantera y el orgullo de representar como nadie el BA-LON-CES-TO, cuando los colegiales confirmaron que han alcanzado la velocidad de crucero. Los de Luis Casimiro tienen la confianza y la ambición que cualquier equipo necesita para superar los límites que se fijen. Puede que al final todo dependa de que el balón entre o no, que es lo que, en definitiva, separa el éxito del fracaso, pero tan importante como llegar al final con opciones son las sensaciones. Y el sábado, sólo con el primer cuarto comprobé que las sensaciones que transmite el Estu son muy buenas, tal vez de las mejores de los últimos años. El primer cuarto dejó muchas cosas claras. Que el equipo defiende a muerte, en especial en la línea de pase, que Popovic y Caner-Medley son un seguro de vida en la pintura tanto en la intimidación como en el rebote, que Carlos Suárez se sale... Con esta tarjeta de visita si las cosas van rodadas la victoria es más factible. Vamos, que los colegiales juegan en equipo y el Estudiantes roza ese sueño de hacer fácil lo difícil. Esa es la aspiración máxima de cualquier jugador o entrenador.El sábado, tras el primer cuarto ante el ante un DKV Joventut encomendado a Koffi, con Tucker desaparecido en combate y anulado por completo en la pista, tuve la premonición de que se iba a ganar. Y no es algo que me ocurra a menuda porque soy más bien tirando a escéptico. Es fácil decirlo ahora, que el partido ha terminado, pero estaba seguro de que el dibujo tras los primeros diez minutos iba a ser el mismo en el pitido final. Supongo que sólo son sensaciones, porque los poderes paranormales en esto del baloncesto ni existen ni se les espera, al menos desde que Jordan se retiró... A lo mejor me pudo el deseo porque después de tanto tiempo con la Penya mojando la oreja el Estu –excepto el partido de cuartos de la Copa del Rey del año pasado– era la hora de acabar con esa estadística negra de los últimos enfrentamientos de liga entre los dos equipo históricos del baloncesto español. El juego de patio de colegio se impuso ante un impotente DKV Joventut, que pese a sus cambios de defensa y sus reacciones esporádicas se fue desinflando. Supongo que Sito Alonso no estará nada contento...

Rebote. Ver al Joventut de Badalona sin las genialidades de Ricky Rubio en la pista es extraño. El joven letón Kristaps Valters recuerda irremediablemente a su padre, Valdis, aunque no tiene el tiro del mítico jugador de la entonces URSS.