Con cara de tonto
Cuando se juega al todo o nada en un partido ocurren estas cosas. La lógica se despedaza en mil añicos y la Copa se hace más grande aún de los que es. Que el pez pequeño se coma al grande es lo que anima a las Casas de Apuestas y más ahora que la peña se juega dinero hasta por adivinar quién será el que se tira la última posesión del tercer cuarto. En mi caso aposté por el azul, pero tras el pitido final salió naranja. Aunque aluciné tanto con el partido como el técnico griego del Bilbao Basket, Katsikaris, cuando dice que juntar a los dos equipos de Salónica y los dos de Atenas “sería peor que Afganistán”. Yo aluciné por otra cosa, un final de lo más tonto a una película que discurrió con un planteamiento y un desarrollo que se esperaba.
Los finales tontos no me gustan, ni en las superproducciones ni en los telefilmes basados en hechos reales, y menos quedarme con esa cara de pánfilo que me dejó el lío con el balón que se hizo Oliver. Y eso que el Estu tuvo al menos, y por partida doble, la opción final de empatar o ganar. Pero el triple de Lofton no entra y Oliver que se la come porque el Estudiantes es incapaz de buscar una buena opción de tiro. Si a eso se unen un campo atrás, protagonizado también por ambos, más propio de patio de colegio que de un partido a cara o cruz y las decisiones arbitrales finales, más que discutidas, sólo hay una consecuencia: las maletas, y a casa.
Es difícil asumir este tipo de derrotas. Durante los cuatro cuartos se hacen las cosas bien, se da la cara, se pelea y justo al final, cuando se tiene la posibilidad de decidir la suerte, se falla. No hay reproches. Esto es así, pero duele. Spahija, el técnico del Power Electronics Valencia, planteó el partido de otra manera que hace unas semanas en Madrid. En esta ocasión no se dejó sorprender por el alumno aventajado del Ramiro, Lofton, que clavó dos triples consecutivos poco antes de acabar el tercer cuarto para meter al equipo en el partido. Pero falló el triple de la gloria. Ese tiro que cualquier jugador quiere meter en el último segundo. Ni el partidazo de Suárez, en su épica lucha con Claver, ni el de Caner-Medley, inmenso tanto en defensa como en ataque fueron suficiente para ganar a los valencianos. El partido fue sensacional, con jugones, triplazos y un final de infarto. Por eso la Copa es distinta. Lo malo es que ahora la veremos de otra manera.
Rebote. Afirmar que el Estudiantes ha perdido por los árbitros no es justo. El Power Electronics Valencia ha hecho tantos méritos como el Estu. Pero algunas decisiones arbitrales en el último cuarto, cuando se juega el bacalao, han perjudicado a los jugadores colegiales. La antideportiva a Germán Gabriel es muy, pero que muy discutible. Si eso unimos un balón que salió de fondo en la canasta valenciana cuya posesión dieron a los de Spahija y la ultima canasta de Rafa Martínez que Caner-Medley tapona ilegalmente el lío está servido. ¿De qué sirve lamentarse?
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