miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ocurrencias

La vida es cambio. Es algo que los niños aprenden en la escuela en sus primeros años de estudio. Y los cambios van vinculados a los números, que nos rodean en todas las actividades humanas. Una fecha de nacimiento, la hora de comer o el tiempo que nos queda hasta nuestra jubilación se puede reducir a números. En la cultura occidental medimos el tiempo de manera lineal, desde que nacemos hasta que morimos. Y todo tiene un número. Incluso mediante cifras se puede conocer el comportamiento o la manera de ser de una persona. Es eso llamado eneagrama. Pero donde los números se manifiestan más y donde están en su salsa verdadera es en las cuentas corrientes de los bancos. No digamos, en las deudas. Ahora que la crisis aprieta más de uno tiene en la cabeza lo que tiene que pagar de hipoteca y hace sus cábalas para ver por donde hay que cortar. Cuando de la burbuja económica no quedan ni los restos es cuando más te tiemblan las piernas. Eso de vivir como los monegascos pero con aroma a ballenato y empacho de arroz con bogavante se ha terminado. Hacemos más números que nunca, tan rápido como los cambios entran en nuestra vida. La crisis es lo que obliga a todo el mundo a tirar de calculadora, de arriba abajo. Al vecino del quinto y al engominado del sexto. Y el presidente del Gobierno es el primero que lo ha hecho mediante una sorprendente remodelación de gobierno. Los cambios de su Ejecutivo tienen más carga de arquitectura electoral que otra cosa. En manos de los banqueros del mundo y de los capos de las economías de los países más fuertes no tiene más remedio que hacer lo que le dicen para que España salga de la crisis. Su foto ante los banqueros de Wall Street, ante los que explicaba las medidas que había tomado para superar la crisis, lo dice todo. Pero otra cosa es su futuro político, que ahora más que nunca depende de que el viento sople a favor. La hipoteca con sus votantes crece a cuenta de la crisis económica y a Zapatero lo que se le ha ocurrido es dar un paso adelante, a pecho descubierto y con glamour. Así en plan marine, como tercios que se baten contra el infiel para conquistar Gante. Con su crédito menguado, Zapatero quiere seguir siendo Zapatero, pero los números mandan y ya pocos confían en él. Es, al fin y al cabo, otra ocurrencia.

(*) La fecha del artículo es 25 de octubre de 2010

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