Cuántas veces se habrá
escrito eso de que una imagen vale más que mil palabras. Y la imagen en los juzgados es la que vale su peso
en oro en tiempos de (presunta) corrupción. No está el personaje en la foto,
pero es el protagonista. Será que cada comparecencia ante un juez del presunto
de turno, por un caso u otro, erosiona la salud democrática al tiempo que
enciende más los ánimos de la calle. En esta ocasión, tras una decena de
declaraciones ante el juez, el protagonista es Luis Bárcenas, extesorero del PP.
El lugar, poco antes de las
diez de la mañana es la
Audiencia Nacional, en la madrileña calle Prim, donde
Bárcenas llega en su coche. Ya a última hora de la tarde, dentro de un furgón
de la Guardia Civil
el extesorero del PP viaja a la cárcel de Soto del Real. La vistilla ante el
juez Pablo Ruz empieza con expectación y acaba con sorpresa. Ni
él se lo esperaba tras nueve comparecencias judiciales para hablar de sus
famosos papeles, caligrafías, cuentas millonarias en Suiza, gürteles y la sombra de la financiación
del PP.
La nueva cita de Bárcenas
ante el juez Ruz está señalada en rojo en todas las agendas y previsiones de lo
medios informativos. Dentro de la
Audiencia se habla de compraventa de cuadros y el tejemaneje de mucho dinero que no se sabe si tiene más de Bárcenas o de Gürtel, pero pastizal al fin y al cabo. El juez decide y
la acusación particular aprieta las tuercas. Los indicios convencen y la Fiscalía Anticorrupción
asiente. Bárcenas declara durante dos horas y aguarda otras siete la decisión
del juez. Contaba con dormir en su casa, pero por ahora lo hará en la cárcel.
Ya veremos si permanece allí hasta que se celebre el juicio o si sale antes. El
juez desmonta en un auto de 24 páginas las explicaciones de Bárcenas. Estima
que hay riesgo de fuga después de que Suiza haya informado de que ha estado
llevando fondos a Estados Unidos y Uruguay desde sus cuentas bloqueadas. Resultado:
prisión incondicional y sin fianza.
Volvamos al inicio del día D. El extesorero popular lleva semanas preparando el desembarco y filtrando mensajes que pueden provocar una tormenta de efectos imprevisibles en Génova. Su llegada a la Audiencia es un visto y no visto. No se entretiene ni en hacer peinetas. Los reporteros gráficos y
las cámaras de televisión sólo disponen de 5 segundos para captar al hombre que
conoce al dedillo las finanzas del PP. Está contra la pared. Todo el mundo espera y no sólo hay prensa.
Unos tiene un instante para hacer disparar sus cámaras, otros abuchean. Gritos
de “Ladrón, golfo”, es lo último que escucha Bárcenas en los escasos metros que
separan la puerta de su vehículo de la de la Audiencia Nacional.
Los preferentistas de Bankia, los yayoflautas,
le han preparado un áspero recibimiento y abuchean al ex tesorero de Génova. Es el juicio
de la calle. Aguantan el calor, en un día muy largo, como también lo hacen los
periodistas y reporteros gráficos que hacen guardia.
Algunos apuntaban los días
antes que iba a tirar de la manta, pero pocos vislumbraban que daría con sus
huesos en la cárcel. Hace una semana salía de la prisión de Soto del Real Miguel
Blesa, expresidente de Bankia, y este jueves entra Luis Bárcenas. Es la
paradoja de la vida y la noticia bomba del día. Había un antes del extesorero
del PP y tras la encarcelación habrá un después. Tal vez por eso muchos se
preguntan ahora: ¿Qué estrategia seguirá el PP en los próximos días? ¿Afectará el incendio a Génova? ¿Y a La Moncloa?
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