viernes, 5 de julio de 2013

¿Snowden olvidará su nombre algún día? Evo Morales seguro que no...



Foto:www.presidencia.gob.bo


Las respuestas suelen dan lugar a más preguntas. Es así. Si no lo creen basta con prestar un poco de atención a la historia de espías protagonizada por el ex agente de la CIA Edward Snowden. A estas alturas ya no sé si Snowden es un espía, un contraespía, un Bambi de la vida o un tipo con afán de protagonismo defraudado con las políticas de Barack Obama al que se le ha ido la cabeza.

Lo que parecía una novela más propia de la guerra fría está en camino de convertirse en un culebrón donde no dejan de aparecer inesperados artistas invitados como el presidente boliviano, Evo Morales. Si tiene algo que atrapa el affaire de Snowden es que es probable que las cosas no sean como parecen. Puede que tenga mimbres de una novela de espías pero también tiene su toque de novela de evasión, donde un presidente latinoamericano es retenido durante varias horas en un aeropuerto de la vieja Europa por llevar supuestamente un polizón a bordo. Esta variante del caso Snowden se aleja más de aquellas historias clásicas de la guerra fría, en las que un jefe de espionaje soviético está dispuesto a fugarse a Occidente entre agentes dobles, secretos militares, traiciones y el intercambio de espías en el Check Point Charlie de Berlín. Ahora el sainete aeroportuario de Morales aporta el punto bananero made in Europe, no lo neguemos. 

Sin embargo, la anécdota desvía la atención sobre el meollo de la cuestión: Snowden. Este agente que ha desvelado las supuestas actividades de espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos parece que no existe. Nadie le ha visto desde hace tiempo, pero su solo nombre, su condición de enemigo público número uno de los Estados Unidos y sus filtraciones que ponen en negro sobre blanco que se espía a todo hijo de vecino, han dado lugar a un conflicto internacional con muchas aristas. 

Ya no se trata sólo de las explicaciones que Obama dará a la canciller de Alemania, Angela Merkel, y a Europa para justificar el supuesto espionaje de la Casa Blanca o que en países como Francia sus espías controlen millones de llamadas y correos electrónicos. Ahora un solo rumor ha encendido una inesperada crisis entre Latinoamérica y Europa de consecuencias imprevisibles. La única solución es la vía diplomática aunque España no está dispuesta a disculparse con Bolivia.

Parece mentira que con tanta tecnología al servicio de la seguridad de los ciudadanos lo que más escasee sea la inteligencia humana. No hay otra manera de explicar la absurda retención durante catorce horas de Evo Morales en Austria, donde su avión fue revisado por la posibilidad de que Snowden viajara en su interior. Morales retornaba de Rusia, donde participó en el Foro de Países Productores de Gas. El rumor de que podría llevar a Snowden propició que no le dieran permiso para sobrevolar su territorio ni Francia, ni Italia, ni Portugal. Tuvo que aterrizar en Austria, donde permaneció hasta que pudo salir hacia Canarias, donde repostó. Las comparaciones son odiosas, pero qué pasaría si retienen por un rumor a Merkel, Cameron o a Hollande en un aeropuerto de Latinoamérica mientras los perros olisquean sus aviones en busca de polizones.

Las reacciones del eje latino se han ajustado al guión previsto. La demagogia antiimperialista les funciona y siempre está a mano. Bien es verdad que en esta ocasión se lo han puesto en bandeja. Morales fue recibido como un héroe en su país y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) se reunió en Cochabamba para desagraviar al presidente boliviano por el “abuso imperial” que sufrió con su “secuestro. Y, cómo no, hasta el presidente venezolano, el inefable Nicolás Maduro, se sumó a la fiesta para arremeter contra los yankees y, por supuesto, contra los conquistadores españoles.


Mientras tanto ya han discurrido más de diez días y Snowden permanece escondido en la terminal del aeropuerto de Moscú (si es que está allí).Sigue sin dar señales de vida. Sus revelaciones de espionaje masivo han tenido un efecto mariposa. Tal vez nunca más sepamos de él. Tal vez, algún día Snowden presuma de libertad en un país donde hoy no se permite el uso libre de Internet y otro Gran Hermano controla a sus ciudadanos. Tal vez, algún día, leeremos una novela que guarde cierto parecido con la realidad donde las primeras palabras sean: “Me llamo Edward, aunque reconozco que en este negocio del espionaje es difícil recordar si alguna vez fue mi nombre”.

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