Foto:Pete Souza / www.whitehouse.gov |
Si hay algo que disgustaría a Obama es que digan que es como Bush. Sin embargo, tras las filtraciones de un exagente a The Guardian y a The Washington Post sobre el masivo espionaje mundial que se lleva a cabo desde la administración norteamericana se pone de manifiesto, por increíble que parezca, que el inquilino de la Casa Blanca y su predecesor tienen cosas en común.
Tanto Obama como Bush, pese a las enormes diferencias ideológicas que separan a un demócrata de un republicano, consideran que debe prevalecer la seguridad de millones de norteamericanos por encima, incluso, de las comunicaciones privadas. Ambos coinciden en que cuando la seguridad es lo que está en juego ante la amenaza del terrorismo hay que sacrificar parte de la libertad. ¿Hay límites? ¿Y si los hay dónde están? Este el debate abierto en Estados Unidos tras conocerse las actividades de la Administración Obama para actuar como un Gran Hermano con el objetivo de garantizar la seguridad nacional, incluso más allá de sus fronteras.
Las actividades de espionaje masivo mundial que reveló un exempleado de la Agencia de Seguridad Nacional, Edward Snowden, ponen en negro sobre blanco lo que se sabía: que se espía hasta límites insospechados. Hasta el Obama que aparece en la fotografía de este artículo hablando por teléfono desde su despacho en la Casa Blanca sabe que Gran Hermano, el mito orwelliano, está al otro lado del cable. El problema no es espiar, sino que pillen al espía con todo el equipo. Y algo así ha sucedido después de que el informático Edward Snowden haya puesto en jaque a la Administración Obama.
Snowden vivía en Hawai y se ha ocultado en Hong-Kong tras denunciar por cuestiones morales y por su decepción con Obama el caso ciberespionaje masivo. Anuncia que dará más detalles pero pase lo que pase el guión para una película está servido...
A nadie sorprende a estas alturas que la potencia mundial número uno dedique millones de dólares para aumentar su capacidad de espionaje, pero las revelaciones de Snowden ya tienen su efecto en las encuestas. El presidente de la nación más poderosa del mundo se enfrenta estos días a una caída de popularidad en su país tanto por la vigilancia masiva como por los registros escuchas efectuadas a medios de comunicación. Una de las últimas encuestas, dada a conocer por la CNN, situaba a Obama con una popularidad del 45%, la más baja en año y medio. Y eso que cuando ya ejerce en su segundo mandato también ha sido incapaz de cerrar Guantánamo...
Lejos de dar lugar a una polémica similar a la que acabó con la carrera de Nixon, la opinión pública norteamerica acepta que la Agencia de Seguridad pueda acceder a millones de datos mediante la vigilancia masiva. Todo por la seguridad y porque después de que los terroristas islámicos radicales derribaran las torres gemelas con dos aviones muchas cosas cambiaron en Estados Unidos. Desde ese día, el programa de escuchas sin orden judicial impulsado por Bush ha evitado otros posibles atentados a costa de la pérdida de la libertad individual. Ahora más que nunca es posible que alguien escuche las conversaciones privadas o acceda a los datos personales de internet.
Ya no se trata sólo de pinchar teléfonos, escanear inhalámbricos y móviles o de tener acceso a los registros de llamadas. La tecnología actual permite con la colaboración de los grandes empresas como Facebook o Microsoft que el Gobierno norteamericano tenga acceso a toda la información de los ciudadanos, desde los movimientos de una cuenta bancaria hasta el lugar de la última juerga que revela una inocente foto colgada en una red social. Será que el Gran Hermano de George Orwell en 1984 no sólo se ha hecho realidad, sino que se ha superado. Y el futuro, para bien y para mal, ya está aquí.
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