sábado, 8 de junio de 2013

La ataraxia de Rajoy

 
Foto: www.lamoncloa.gob.es

Rajoy se puede ir de escapada este fin de semana a La Moncloa. Si la Convención del PP valenciano no le provoca una inesperada cefalea, como la que le ha causado que la Eurocámara premiara a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, el presidente del Gobierno tiene la oportunidad de tomarse un corto respiro en su propia casa. Le imagino paseando por esos espléndidos jardines, disfrutando de un buen puro, y leyendo los periódicos en una placentera mañana de domingo. Dada su afición al ciclismo me atrevería a apostar que la alergia de Alberto Contador en la Dauphiné sería una de sus mayores preocupaciones del día porque el Tour está a la vuelta de la esquina... Es lo que se llama desconectar, algo a lo que hasta un presidente del Gobierno tiene derecho.
Probablemente, desde que llegó a la presidencia del Gobierno nunca había tenido Rajoy una semana tan tranquila. Una vez olvidada la amenaza del rescate europeo o los vaivenes de la prima de riesgo que ponía a la economía española al borde del abismo, Rajoy abraza más que nunca la ataraxia con el sello de Galicia Calidade.
No es que la situación del país sea para tirar cohetes, ni mucho menos. Pero el presidente del Gobierno ha salido airososo en los últimos días de la presión a la que le somete la realidad. Hasta las relaciones con la prensa han cambiado con un cambio radical en su política de comunicación. Comparece en ruedas de prensa, responde a las preguntas de los periodistas como cuando estaba en la oposición, aguanta como el Santo Job que le pregunten media docena de veces por Aznar y aparca las reprobables comparerencias vía plasma para los momentos menos propicios.
Pese a que en su Ejecutivo nadie quiere oír hablar de brotes verdes, el propio Rajoy es el primero, que aferrado a un eterna paciencia, confía en que lleguen. Esta semana presumió de los esperanzadores datos de desempleo de mayo y salió más que airoso del examen en Europa. Si uno cree a pies juntillas a algunos medios afines hasta parece que ha sido Rajoy el que le ha indicado a Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, lo que había que hacer. Ni mucho menos. Pese a la palmada en la espalda que ha dado Bruselas a las reformas emprendidas en España por el Ejecutivo popular, Rajoy sabe que tiene que cumplir con lo que le dictan desde Europa, pese a que se tenga que envainar una y otra vez la promesa electoral de bajar los impuestos. No nos engañemos; Bruselas manda. Y en esa partida que se juega con cartas marcadas desde Europa bajo la batuta de Angela Merkel el futuro del Estado del Bienestar en España sigue haciendo equilibrios sobre el alambre.
Para empezar, por mucho que Durao Barroso elogie lo esfuerzos de España por acelerar la recuperación económica, desde Europa se reclaman más recortes. En concreto, lo que es inminente es la reforma de las pensiones y subir el IVA. En el caso de las pensiones el Comité de Expertos españoles aconseja pensiones más bajas y que sólo suban si lo hacen los ingresos. Ya veremos en que queda, aunque no hay duda de que habrá que trabajar más años. Otra cosa es el IVA. Ese antipático impuesto que no distingue entre ricos y pobres, pero que asfixia a los segundos. Europa quiere que se recaude más y además pide una reforma tributaria. Así que ya pueden ir haciendo sus pronósticos sobre los productos que en la actualidad tienen un IVA reducido (10%) y a los que se va a aplicar el general (21%). Todo apunta a que habrá cambio de cromos. ¿Seguirá igual el insoportable IVA cultural? Al tiempo...
Con este panorama lo que resulta irrisorio es recurrir a los argumentos de trinchera mamporrera tan habituales en los debates políticos de los medios de comunicación. Para que quede claro. Tan cierto es que el PP se encontró una herencia lamentable del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como que el Ejecutivo de Rajoy sigue sin tomar las riendas de la crisis e incumple su programa electoral, entre otras cosas porque descartaba la subida de impuestos. A estas alturas, la responsabilidad del Ejecutivo y de los partidos mayoritarios debe centrarse en reducir las escándalosas cifras de déficit, llevar a cabo de una vez la reforma de las administraciones públicas, que el gasto público deje de ser algo insostenible, garantizar el Estado del Bienestar así como que la nueva Ley de Transparencia garantice que la sociedad sepa a golpe de click frente al ordenador el destino de cada euro que entra y sale de la administraciones públicas. ¿O alguien duda de que el Congreso de los Diputados ha dejado de subvencionar el gin- tonic de sus señorías porque nos hemos enterado de casualidad?

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