lunes, 4 de octubre de 2010

Alienígenas


La realidad es caprichosa. Los que vivimos de ella en forma de noticia lo sabemos bien. Es tan caprichosa como queramos y nos obliga a hacer un constante ejercicio mental. Una veces se viste de tropelía, otras de antojo, pero la multitud de formas que adopta no impide que sea parte de la vida cotidiana. La realidad es capaz de desafiar el orden del universo con la misma frescura que las mentes privilegiadas de algunos científicos intentan en sus laboratorios lo imposible. Pero también crea tantas contradicciones internas y moratones como uno esté dispuesto a encajar. En la película El Orfanato Geraldine Chaplin ofrecía una clave para entender lo que nos rodea cuando el personaje que interpreta, una vidente, dice aquello de “no hay que ver para creer, sino creer para ver”. Algo así me está sucediendo en los últimos días con varios asuntos que pululan por mi cerebro. Unos son muy visibles, otros se debaten en los hemisferios cerebrales de la misma manera que la ciencia y Dios chocan en cuanto se experimenta con las probetas. La capacidad humana de percibir la realidad de distinta manera es enriquecedor, aunque también puede convertirse en una pesadilla. Estos últimos días ni la huelga general del 29-S ni el solomillo de Irún que siembra dudas en la carrera de Alberto Contador se suben al podio de mis neuras. Lo que me altera el sueño es la amenaza de saltar a la arena política de la princesa del pueblo, Belén Esteban, esa chica de barrio sin pelos en la lengua y ojos saltones que habla de lo divino y lo humano. Hasta ahí no se diferencia de ningún hijo de vecino. Hemisferios cerebrales tienen todos, y ella también. Ahora, cómo los utilicen es cosa de cada uno y se retratan por sí mismo. Que Belén Esteban advierta, sin primarias ni nada, que si esto sigue así monta un partido político no debería pasar del chascarrillo. Lo malo es que se lo crea y que una empresa de sondeos de prestigio como Sigma Dos participe en este conato de esperpento patrio dá que pensar. Al paso que vamos empiezo a desear que la Esteban se presente a las urnas con la misma convicción que la ONU nombra a una embajadora para tratar con los extraterrestres. Fue una falsa noticia, de esas que arrasan como las más leídas en Internet, pero que no deja a nadie al margen. Es una pena, porque si la fantasía de The Sunday Times hubiera sido cierta aparcaría mi escepticismo en cualquier lugar. Y eso que me había planteado instalar una centralita telefónica en casa invitando a marcar el 1 para contactos con alienígenas y el 2 para dejar un mensaje. ¿Ver para creer o creer para ver? Ustedes dirán.

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