Wikileaks ha puesto en negro sobre blanco lo que todo el mundo intuía. Y lo que intuye cualquier hijo de vecino es que además de que las fiestas del embajador son siempre un éxito desde las legaciones diplomáticas de los EEUU se informa con todo lujo de detalle de todo bicho viviente. En esos famosos cables hemos perdido la inocencia al descubrir, por ejemplo, que Kim Jong-il es descrito como un “bebedor”, “indeciso” y “un niño mimado”. La revelación se produce en el momento de máxima tensión entre las dos Coreas y con ojivas nucleares como juguete del régimen de Pyongyang. En este caso, es lo que piensa del presidente coreano su principal aliado, que no es otro que China. Entre canapé y canapé, las opiniones de los altos responsables de la politica exterior norteamericana, con los embajadores al frente, y sus tejemanejes, aparecen con todo lujo de detalles en Wikileaks, una web creada como centro de acogida para las filtraciones de documentos oficiales, también tiene su lado friki. Que si Putin y Medvedev son como Batman y Robin, que si Esperanza Aguirre es “una hiperambiciosa política”, Gallardón “encandor”, Zapatero tiene las pretensiones “de una izquierda trasnochada y romántica" o que Aznar se planteó volver a la política en 2007 “si ve que España está realmente desesperada” son algunas de las perlas de menor calado que se han revelado. Chascarrillos que nunca pueden despreciar el valor de Wikileaks. Esta filtración de documentos secretos demuestra que a pesar de la proliferación de medios informativos uno de los muros a los que se enfrenta el periodismo moderno es la falta de transparencia informativa. Los cables revelados por Wikileaks, filtrados a un escogido grupo de medios de comunicación, han servido para dar el paso más grande en décadas en la transparencia informativa. Hasta ahora, los informadores perdían casi siempre la batalla frente a las administraciones públicas, pero Wikileaks es una buena noticia para frenar esa opacidad del poder. Es cierto que Wikileaks tiene un lado oscuro. La tentación de traficar con la información, amparándose en el anonimato, puede propiciar que más de uno trate de sacar provecho del lado oscuro de Internet. Y lo que es peor, ¿qué pasaría si se trafica con informaciones adulteradas e interesadas? El escritor Evelyn Waugh hacía en ¡Noticia Bomba! una lacerante crítica del periodismo en medio de una guerra que no existe y en la que los intereses económicos prevalecen sobre la verdad. Pero Wikileaks proporciona la noticia bomba: la de verdad y la que escuece.
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