Todavía recuerdo aquéllos largos veranos de la infancia con mis abuelos. Entonces, gracias a la maravillosa y divina ignorancia de la niñez uno sólo pensaba en bañarse en el mar, montar en bicicleta o perseguir hormigas. A esas tempranas edades, en las que uno se creía el centro del universo, era incapaz de pensar en que para pasar unos días en un apartamento en primera línea de playa, o de campo de golf, que ahora se lleva más, iba a tener que pensar en el reto que supone hacer frente a la hipoteca, la subida de los tipos de interés o el significado verdadero del regreso de Rodrigo Rato tras dirigir varios años el Fondo Monetario Internacional. Claro, que eran veranos en los que el UHF de toda la vida y al que ahora se empeñan en llamar La 2, ni siquiera Segunda Cadena, no cubría todo el territorio nacional. La parabólica era un sueño de ciencia ficción, más cercano a Galáctica y al teniente Starbuck, y eso sin hablar de la Televisión Digital Terrestre o los reality shows. La cosa es que entre los que no pueden irse de vacaciones y el 15% de las personas que tienen contratada una hipoteca y que deberán renunciar a parte de sus días de descanso para hacer frente a sus pagos, el largo y cálido verano ya no es lo que era. Siempre está el recurso del pueblo para huir de la canícula, aunque sea sólo por unos unos días, y refrescar las ideas, porque a este paso para darse un chapuzón en la playa también habrá que ir al banco y solicitar un préstamo, con bronceador de regalo, claro.
Fecha: 10 de julio de 2007. Diario de Alcalá
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