sábado, 28 de junio de 2008

Magdalenas

De la misma manera que una magdalena mojada en una taza de té se convierte en símbolo de la fascinación evocadora de los sentidos en uno de los fragmentos más célebres de la literatura del escritor francés Marcel Prost, en concreto en Por el camino de Swann, primer tomo de la monumental En busca del tiempo perdido, desde hoy muchos españoles volverán a toparse de bruces la realidad. Tras borrarse de la cara los colores de la enseña nacional, quitarse la camiseta roja con la que han dormido y despojarse de la capa rojigualda con el toro negro estampado llega el lunes, que en esta ocasión coincide con otro fin de mes bajo la presión del IPC y el euribor. Vamos, que los síntomas de depresión post-vacacional anticipada están asegurados.

El efecto placebo de la Eurocopa ha servido para mirar a otro lado y de la misma manera que muchos mileuristas se solazan contemplando en las revistas del cuore las mansiones de las celebrities o leen en el Marca cómo la toca Cesc, mientras ellos hacen equilibrios con la calculadora para apurar sus euros, la inocente magdalena devolverá a muchos a la cruda realidad en forma de facturas. Del mismo modo que el personaje de Proust no conseguía recordar la infancia hasta que un día el sabor del pastelillo avivó de repente los recuerdos dormidos, tal vez hoy o mañana, pasada la resaca futbolera, muchos despierten del letargo tirolés cuando mojen el churro o el cruasán.

Como sigamos así, con los políticos reprochándose los unos a los otros lo que precisamente no hacen, viviendo en su Matrix particular y sin bajarse del coche oficial, en vez de rastrear en busca del tiempo perdido nos vamos a encontrar el paraíso perdido, y no precisamente el de Milton.Pero para versos sueltos ya hemos tenido bastante estos días pasados. Tal vez sería mejor pasar a la prosa.

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