La tristeza que me genera aún que Plutón fuera desposeído de la catalogación de planeta, y que ya ni siquiera sea un planeta enano, sino un plutoide, es comparable a que todavía no exista una tecnología definitiva para acabar con las basuras, ya sea de plasma o lo que sea. Pensar a estas alturas que el entrañable y pequeño Plutón ya no forma parte de los planetas del sistema solar que muchos estudiamos en los libros de texto es tan difícil de aceptar como lo fue para muchos que Madrid buscara su identidad fuera de Castilla-La Nueva hace 25 años. Vamos, algo así como seguir llamando al colmado de la esquina con el nombre de toda la vida, cuando ya es un establecimiento chino.
Pero digan lo que digan los científicos, Plutón orbita alrededor de una estrella, y para mí eso es más importante que tener la suficiente masa para estar a la altura de Marte o Saturno, planetas de primera. Así que de la misma manera que dependemos de la ciencia para cambiar de categoría a los planetas también la necesitamos para desviar la trayectoria del asteroide Apophis y evitar que choque con la Tierra en 2029, ya que según los cálculos de la NASA pasará muy cerca. Es de esperar que los investigadores encuentren pronto la manera infalible para que la basura se elimine y recicle totalmente sin dañar el medio ambiente. Después de creer que el plasma iba a conseguir acabar con la basura de mi casa sin dejar ni rastro de los restos de la cena el día anterior que ahora sólo desintegre una pequeña parte me deja algo perplejo.
Del mismo modo que me resisto a aceptar esa definición un tanto despectiva de plutoide, espero que la cochambre que generamos no sea tratada como un plasmoide, sino con todo su plasma. Claro, que si en 2029 el problema de los residuos no está solucionado ya lo hará Apophis si pone rumbo directo a la Tierra.
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