jueves, 5 de junio de 2008

Mitos y líderes

Ni siquiera el ansiado regreso a Madrid de José Tomás, el diestro de Galapagar que ha revitalizado la Fiesta Nacional, es capaz de apagar los ecos de la crisis de los populares. En un día histórico para Las Ventas, con sabor a anisete, la reventa haciendo su agosto, la locura desatada y los clarines afinados en los tendidos, Ignacio González reiteró la necesidad de dotar al partido de un proyecto ilusionante. Para ello nada mejor que una frase lapidaria: “No creo que nadie nazca siendo un líder”. Tal vez, José Tomás tampoco nació siendo líder, pero de lo que ya no hay duda es que levanta pasiones y que se ha ganado el liderazgo en el escalafón taurino en el albero de las plazas con una maestría que corta la respiración y que sólo está a la altura de los mitos. Y al hablar de liderazgo es donde algunos críticos populares dudan si Rajoy es el líder con garantías capaz de cumplir el sueño del número dos de Esperanza Aguirre de construir “un proyecto sólido e ilusionante”. Mientras Mariano Rajoy vuelve a molestarse por la actitud de algunos críticos ponen en tela de juicio sus principios, Ignacio González explica su receta: “Liderazgo, un partido fuerte e ilusionante y alternativo a nuestros adversarios”. Así lo puso de manifiesto el pasado lunes en el Comité Ejecutivo de PP, uno de los más calientes que se recuerdan. Al menos, esta reunión se celebró en Génova, y de la misma manera que José Tomás habla delante de los morlacos, González reconoció que “hay que decir honestamente lo que nos parece y más en un momento difícil”; y según reconoce “nadie le ha dicho nada” tras a esa intervención. En la suerte de varas, el presidente del PP, al que al parecer no le gustaron esas palabras, insiste en su discurso integrador y en que mantiene los principios, pero la posibilidad de que espontáneos salten la barrera no es descartable. A estas alturas, todo el mundo habla de la posibilidad de que Juan Costa presente una candidatura altenativa para vestirse de luces. Pero a día de hoy sólo hay una candidatura, la oficial y marianista, mientras que otras, como las de Juan Costa, en el caso de que al final se decida, se enfrentan a un procedimiento del partido que no le beneficia. Sin avales no se cortan orejas, que diría un crítico taurino. Además, poco hay que decir cuando los avales son personales. Tal vez por ello, Ignacio González opta por la prudencia y sabe qué el pitón de la izquierda tiene peligro con la muleta cuando torea en los medios de la plaza. Tiene claro que “el procedimiento interno del partido es mejorable”, aunque rápidamente aclara que no pone “en cuestión el proceso existente”. Cambiando de tercio, mientras los populares lamen sus heridas tras la derrota electoral de marzo, el éxito de la candidatura de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos, que pasó el miércoles el corte de Atenas con nota y ya espera la decisión final del 2 de octubre de 2009 en Copenhague, pone de acuerdo a todos; al torero, a su cuadrilla, a los otros diestros del ruedo castizo e ibérico, a los ganaderos, a la afición y hasta al siempre exigente Tendido 7. El portavoz regional, que mantiene las distancias con Alberto Ruiz Gallardón, no dudó, sin embargo, en mostrar su satisfacción y esperanza porque el sueño olímpico de 2016 se haga pronto realidad y transmitió su felicitación a Madrid, a los madrileños y al alcalde. Seguro que algunos, ya sean mitos, líderes o soldados rasos echan de menos un consenso así en otras faenas. Y es que ni siquiera cuando el presidente de la plaza concede las dos orejas es posible poner de acuerdo a todos. ¡Que Dios reparta suerte, maestro!