jueves, 26 de junio de 2008
Versos al contraataque
Mientras más de media España debate sobre la conveniencia de mantener el mismo once que tan buen resultado ha dado en la Eurocopa para enfrentarse a Rusia y ya casi nadie se acuerda de Raúl, en Madrid, la presidenta regional, Esperanza Aguirre, presentó los cambios de su equipo de cara a los próximos partidos con una jugada que consiste en cambiar la estrategia y fortalecer su portería con sus jugadores más fieles. Todo con un claro matiz de desafío al presidente de la federación, que en ese caso no es deportiva, pero que es el jefe de su partido. Como siempre sucede en estos casos, siempre hay una versión oficial y respuestas políticamente correctas, pero de la misma manera que en el fútbol, tras el pitido final, quien tiene la responsabilidad es el míster, o la misteresa, que diría Bibiana Aído, siempre es más fácil cesar a un entrenador que a los once jugadores y echarle la culpa al árbitro. Es curioso el uso del lenguaje que hacen los políticos, para los que la palabra crisis sirve como excusa para reducir de quince a doce las consejerías y proponer una dieta de adelgazamiento de la administración mientras que se utiliza el término remodelación cuando salen cinco consejeros, entre ellos dos marianistas -Alfredo Prada o Manuel Lamela- tan sólo unos días después de que entraran a formar parte de la nueva dirección de Mariano Rajoy, en detrimento de Ignacio González, mano derecha de Aguirre, y una de las voces críticas con Rajoy. Tras unos días de versos encontrados y rimas fáciles, que nada tienen que ver con las de Baudelaire o Quevedo, el malestar del PP madrileño por el resultado del congreso valenciano se ha escenificado en un atrezzo de gobierno que Esperanza Aguirre justificó por la situación de crisis económica y la necesidad de hacer “un gobierno más ágil y más eficaz” para dar respuesta a una situación en la que otros, en referencia al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, “miran para otro lado". Nadie quiere hablar de venganzas, ni muchos menos relacionar en público que la salida de Prada y Lamela tiene que ver con la entrada de éstos en la dirección nacional de PP. Pero tras la remodelación se esconden las mismas cuitas de siempre de la vida política española, con sus dimes y diretes, sus cuentas pendientes y sus infidelidades. Nada nuevo bajo el sol. El enfrentamiento entre la lideresa y el presidente nacional del PP pone de manifiesto que la cicatriz entre los populares no se cerró con la calima del mediterráneo y que ambos más que jugar un un partido, disputan una liga con partidos de ida y vuelta. Y ya se sabe, el que al final gana la liga es el más regular. Ni Alfredo Prada, ni Manuel Lamela, forman parte del equipo regional, aunque por razones muy distintas a las de Beatriz Elorriaga, Gádor Ongil o Fernando Merry del Val, que seguirán vinculados a Aguirre. Lamela sale del Gobierno regional después de haber pasado por las Consejería de Sanidad y Transportes, en las que su gestión ha dado más de un quebradero de cabeza a Aguirre, con legados políticos como las sedaciones en el Severo Ochoa o la batalla legal de la carretera de los pantanos, que no ha hecho más que empezar. Tal vez hace un año. Al menos, Lamela, hizo gala de su corrección política, que ya que el ex consejero de Transportes negó que su baja en el equipo de la lideresa fuera por su acercamiento a Rajoy. Sin embargo, Alfredo Prada ni pudo negar la evidencia, simplemente porque fue la gran ausencia en el acto de toma de posesión de su sucesor y de los nuevos consejeros en el acto celebrado en la Real Casa de Correos de Madrid. Una ausencia esperada por creciente desconexión con Aguirre, quien por cierto se negó “a interpretarla” y de la que se limitó a señalar que Prada seguiría siendo diputado de la Asamblea de Madrid. Por cierto, que la lideresa también se negó a desmentir o confirmar la noticia sobre la presunta entrada de Manuel Pizarro en su Ejecutivo. Su puesto será ahora para Antonio Beteta, que será el encargado de poner a dieta a la administración regional ya que sólo con medidas como anunciar la congelación de los sueldos de los consejeros no se llega muy lejos. Mientras, Rajoy ve esta remodelación como “un asunto interno, aunque en esto del fútbol” el contraataque es un arma eficaz y más si como se rumorea Gallardón incorporará a su equipo, por expreso de Mariano Rajoy a Lamela y Prada, los versos sueltos de Aguirre.
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