viernes, 23 de mayo de 2008

Una borrasca en la cabeza

La calle Génova amaneció ayer con unas amenazantes nubes que descargaron agua durante la concentración que ayer congregó a más de dos centenares de simpatizantes enrabietados contra la actual dirección y los últimos acontecimentos. La mayoría gritaron contra Rajoy, mientras que otros, que también los hubo, no sabían si era un acto contra ZP y sus ocurrencias, pero nada como un poco de gritos y rimas fáciles para calentar la mañana. Mariano Rajoy, probablemente, también miró al cielo ayer por la mañana, nada más levantarse, y sabía que al final el chaparrón iba a caer. Como buen gallego, sabe que Santiago de Compostela es la ciudad que más días de lluvia registra al año en España, pero ahora parece que la nube ha cruzado la meseta y se ha posado encima del líder de la oposición de manera perpetua. Así que nada mejor que un buen paraguas y como si nada, que ya escampará. El paraguas se lo proporcionó Alberto Ruiz- Gallardón, anfitrión de una reunión con alcaldes con almuerzo incluido tras la que el presidente del PP confirmó que “no tirará la toalla" porque tiene la “fortaleza suficiente". Mientras tanto, decenas de manifestantes del partido, convocados por medio de un mensaje SMS salieron a la calle para pedir a los actuales responsables de la dirección del PP que rectifiquen. Las renuncias de María San Gil y de Ortega Lara, dos símbolos del PP, han alentado a las masas, al mismo tiempo que han dado rienda suelta a la libertad de pensamiento de destacados populares. Claro, que tratándose de un periodo precongresual es lo normal. Sin embargo, las escenas que se vivieron ayer en pleno centro de Madrid, en una calle tan señorial e ilustre como Génova, estaban más cercana a una intifada con ropa de marca y buen suavizante, que a una revolución de la clase trabajadora en el siglo XIX. Independientemente del ropaje, la indignación entre un sector de militantes y simpatizantes es la misma. Ya se pudo comprobar el pasado sábado durante la inauguración de una estatua en memoria de los agentes de la Guardia Civil asesinados por ETA en la plaza de la República Dominicana. Vítores para Aguirre, que fue directa a Fraga a pedirle explicaciones, y abucheos para Gallardón. Lo de ayer fue lo mismo, pero a lo grande, y con una puesta en escena inaudita con agentes antidisturbios protegiendo a los responsables actuales del PP de... los suyos. Nada que ver con las manifestaciones que tomaron Génova tras los atentados del 11-M. Entre gritos de “tramposo”, “devuélvenos los votos” o “mentiroso” al mismisimo Rajoy, encarnación del mal para muchos, con permiso de ZP, los manifestantes mostraban su indignación con “la mala dirección” que ha tomado el partido, tomando las palabra de la lideresa. Aunque para Rajoy llueve sobre mojado, seguro que para los afines a la oposición marianista ayer hubo rayos de sol. Puede que Santiago sea donde más llueva y el PP es una borrasca en el que las isobaras no dan tregua. Pero las críticas calan hasta los huesos y el hombre del tiempo prevé que no dejará de llover en las próximas semanas en Génova.