lunes, 5 de mayo de 2008

El puente

Una afición tan española como los puentes laborales pone de manifiesto que en los saraos, por bicentenarios que sean, todo el mundo tiene prisa o una buena excusa a mano. No sé si es un puente sobre aguas turbulentas, sobre el río Kwai o el puente aéreo entre Madrid y Barcelona, pero ahora que los chinos han inaugurado el puente marítimo más largos del mundo, con una longitud de casi 36 kilómetros, es de desear que los españolitos no se acostumbren a estos puentes. O al menos que no caigan en viernes. Para unos renunciar a unos días de vacaciones en la playa es casi imposible y para otros, partir el día y llegar tarde a la paella con conejo en el chalet de la sierra no es de agrado por asistir a un sarao como el de ayer. Si levantaran la cabeza José María Blanco White, Mesonero Romanos o Jovellanos seguro que no se sentirían cómodos entre tanto ilustre, aunque para ilustrados, ellos. Por cierto, tampoco vi ayer a Arturo Pérez Reverte, supongo que estaría con su compadre Alatristre tentando la suerte con Gualterio Malatesta. ¡Menudo es él para mojar la oreja al más atrevido! Mientras tanto, el Dos de Mayo escribió una página inevitable, la del canapé y el vinito español.Pregunten a los camareros del evento, que veían como los atrapacanapés se parapetaron a la salida de la cocina. Cuestión de saberse colocar. Mientras tanto, otros en la playa o la montaña disfrutan de un largo puente, entre ellos muchos políticos de Alcalá que o no fueron o no les invitaron.

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