jueves, 29 de mayo de 2008
Horizontales y verticales
Mientras que Pedro Solbes, ministro de Economía, jugó en su momento al sudoku para cuadrar las cuentas del Estado; José Luis Rodríguez Zapatero prefiere estrujarse los sesos con “un jeroglífico del PP que no tiene solución". Puede que los populares se decanten por los crucigramas y que las respuestas a las casillas horizontales y verticales empiecen a despejarse con el acto que el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, tiene previsto celebrar el sábado en Valladolid. Allí repetirá esa frase tan manida de que “me presentó porque me lo ha pedido mucha gente del partido”, aunque habrá quien también le diga que se encomiende al patrón de los políticos, Tomás Moro, y quiera regalarle otro ejemplar de Sobre la tristeza de Cristo. Al menos, Gallardón ya lo tiene. Sin embargo, y a la espera de que el lunes nos levantemos con otro movimiento de tierras popular tras los recientes casos de pesos pesados del partido, la presidenta regional ya ha dicho que no estará en ese acto. Su número dos, Ignacio González, sin querer echar más leña al fuego excusó con modales exquisitos la ausencia de la lideresa. “Esperanza Aguirre tiene un compromiso personal y familiar”. Una respuesta escueta y sencilla, tal vez de las más directas de un dirigente popular en este turbulento periodo precongresual con un debate de ideas y de nombres en juego. González explicó además que Aguirre ya había anunciado a Rajoy con antelación que no iba a poder asistir. Una pena porque no se repetirá el encuentro de San Sebastián de los Reyes, que dio mucho juego con dos mensajes claros: la ausencia de cambios radicales que defiende Aguirre y adaptarse a los nuevos tiempos con el centro reformista que propugna Rajoy. Y mientras el PP resuelve su crucigrama los sindicatos siguen protestando por la privatización de servicios en Madrid. Una privatización que el escudero de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid no ve y pide que “le digan cómo, dónde y por qué”. Además, tiró de memoria y desenfundó: “¿Dónde está ese señor que decían que iba a tener que usar la tarjeta de crédito para ser atendido en los hospitales?”. González se refería a una vieja afrenta y sacó pecho con los nuevos ocho hospitales y los casi sesenta centros de salud que han construido. Así la cosas, también la privatización en Educación tuvo su respuesta en forma de pregunta: “¿Es privatizar concertar la Educación?”. Claro, que al tratarse de rueda de prensa y a falta de representantes sindicales no hubo respuesta. La habrá. Mientras, a pocos metros de allí, en la Puerta del Sol, Izquierda Unida repartía folletos en defensa de la sanidad pública, con Inés Sabanés al frente. González recordó a los sindicatos que “los que tienen la obligación de organizar los servicios públicos son los que tienen la representación del Gobierno”, mientras que las organizaciones sindicales tienen que defender los intereses de los trabajadores, “pero no el modelo de gestión”. Y es que la Puerta del Sol fue ayer si cabe, más que nunca el kilómetro cero, ya que la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, visitó las obras de la estación de metro de Sol, que “están cerca de alcanzar el récord de obra de metro más larga conocida”, como la definió Ignacio Gonzalez al tiempo que pidió que “se ponga las pilas”. Claro, que si de reproches se trata, Maleni cargó el muerto a otros para justificar un retraso de cuatro años. Tal vez a ella, también le gustan los crucigramas.
domingo, 25 de mayo de 2008
La 'chiki-foto'
No sería extraño que Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes, lleve varios días tratando de descifrar el significado real del término perrear. La exhibición de frikismo de un producto de laboratorio de una productora privada de televisión como Rodolfo Chiquilicuatre no ha servido para que RTVE gane en Eurovisión ni pase de cuartos de final. Además de hacer caja con un certamen caduco pero de gran audiencia, los estudiantes de español en Belgrado ya saben que para ‘hacer el vago’, son imprescindibles unas gafas XXL, una peluca y una dosis de frikismo. Al menos así, lo puso de manifiesto Rodolfo Chiquilicuatre, toda una eminencia cultural, que fruto de sus conocimientos y preparación intelectual se permitió dar una clase magistral en la sede del Instituto Cervantes en Belgrado.
Tras el culebrón veraniego de la toma de posesión de Carmen Caffarel al frente del Instituto Cervantes fuera de la sede de Alcalá, desafiando a una tradición, la ex directora general de RTVE habló del compromiso para llenar de contenido el Instituto Cervantes complutense. Visto lo visto, no sé si se refiere a que la promoción de la cultura y la lengua española pase por extender las lecciones magistrales para guiris de lo que es el crusaíto, mi bródel.
A este paso, la difusión del español también puede incluir una retrospectiva de la vida, obra y milagros del Chikilicuatre en formato fotográfico. Basta con pedir a Ouka Lele, Alberto García-Alix o Cristina García Rodero que hagan click con sus cámaras. Aunque ya puestos, el colofón imposible sería una instantánea, en el momento justo, del chicki-chiki a cargo del genial Robert Capa. Pero ni Sancho, fiel escudero de Don Quijote, entendería ya nada. Pues, eso.
viernes, 23 de mayo de 2008
Una borrasca en la cabeza
La calle Génova amaneció ayer con unas amenazantes nubes que descargaron agua durante la concentración que ayer congregó a más de dos centenares de simpatizantes enrabietados contra la actual dirección y los últimos acontecimentos. La mayoría gritaron contra Rajoy, mientras que otros, que también los hubo, no sabían si era un acto contra ZP y sus ocurrencias, pero nada como un poco de gritos y rimas fáciles para calentar la mañana. Mariano Rajoy, probablemente, también miró al cielo ayer por la mañana, nada más levantarse, y sabía que al final el chaparrón iba a caer. Como buen gallego, sabe que Santiago de Compostela es la ciudad que más días de lluvia registra al año en España, pero ahora parece que la nube ha cruzado la meseta y se ha posado encima del líder de la oposición de manera perpetua. Así que nada mejor que un buen paraguas y como si nada, que ya escampará. El paraguas se lo proporcionó Alberto Ruiz- Gallardón, anfitrión de una reunión con alcaldes con almuerzo incluido tras la que el presidente del PP confirmó que “no tirará la toalla" porque tiene la “fortaleza suficiente". Mientras tanto, decenas de manifestantes del partido, convocados por medio de un mensaje SMS salieron a la calle para pedir a los actuales responsables de la dirección del PP que rectifiquen. Las renuncias de María San Gil y de Ortega Lara, dos símbolos del PP, han alentado a las masas, al mismo tiempo que han dado rienda suelta a la libertad de pensamiento de destacados populares. Claro, que tratándose de un periodo precongresual es lo normal. Sin embargo, las escenas que se vivieron ayer en pleno centro de Madrid, en una calle tan señorial e ilustre como Génova, estaban más cercana a una intifada con ropa de marca y buen suavizante, que a una revolución de la clase trabajadora en el siglo XIX. Independientemente del ropaje, la indignación entre un sector de militantes y simpatizantes es la misma. Ya se pudo comprobar el pasado sábado durante la inauguración de una estatua en memoria de los agentes de la Guardia Civil asesinados por ETA en la plaza de la República Dominicana. Vítores para Aguirre, que fue directa a Fraga a pedirle explicaciones, y abucheos para Gallardón. Lo de ayer fue lo mismo, pero a lo grande, y con una puesta en escena inaudita con agentes antidisturbios protegiendo a los responsables actuales del PP de... los suyos. Nada que ver con las manifestaciones que tomaron Génova tras los atentados del 11-M. Entre gritos de “tramposo”, “devuélvenos los votos” o “mentiroso” al mismisimo Rajoy, encarnación del mal para muchos, con permiso de ZP, los manifestantes mostraban su indignación con “la mala dirección” que ha tomado el partido, tomando las palabra de la lideresa. Aunque para Rajoy llueve sobre mojado, seguro que para los afines a la oposición marianista ayer hubo rayos de sol. Puede que Santiago sea donde más llueva y el PP es una borrasca en el que las isobaras no dan tregua. Pero las críticas calan hasta los huesos y el hombre del tiempo prevé que no dejará de llover en las próximas semanas en Génova.
jueves, 22 de mayo de 2008
Memoria histórica. Ayudas en juego
A finales del pasado año, en concreto el 27 de diciembre, entró en vigor la Ley 52/2007, popularmente conocida como la Ley de la Memoria Histórica con su publicación en el Boletín Oficial del Estado. La esencia de este texto es el reconocimiento y la ampliación de derechos de las víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura y la recuperación individual de su memoria personal y familiar, pero va más allá. La ley, que cumple las expectativas de muchos pero que ha defraudado a sectores de la izquierda que pedían algo más, fue aprobada con la oposición del PP y ERC, que, según una modificación acordada a última hora, permitirá a la Iglesia invocar razones “artístico-religiosas" para no tener que retirar de sus edificios símbolos conmemorativos de la Guerra Civil o la Dictadura. Por tanto, la ley dará manga ancha a muchas iglesias a invocar razones “artístico-religiosas", y no solo “artísticas", como decía su redacción inicial, para no retirar de sus templos símbolos conmemorativos de la Guerra Civil o de la dictadura. La enmienda establece que la retirada de estos símbolos “no será de aplicación cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley".A la espera del desarrollo reglamentario de esta ley, aunque ya hay ayuntamientos donde se ha empezado a aplicar, hay otros que prefieren esperar. El artículo 15 de la ley establece que “las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos con menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre esas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas”. Sin embargo, el debate sobre si hay que quitar las placas está abierto. Hay quienes consideran que no es necesario retirar de las iglesias las placas a los caídos porque el paso del tiempo ha transformado su original carácter político en símbolo histórico. No obstante, desde formaciones políticas como IU se considera que la ley no exonera a la Iglesia de retirar de sus inmuebles los símbolos franquistas. La coalición de izquierdas lo justifica asegurando que la enmienda introducida a última hora, en realidad, es “prácticamente inocua" porque la Ley de Patrimonio “no contempla el patrimonio histórico religioso, sino el patrimonio sin más".
Portazos
Ha tenido que ser una mujer tan valiente como María San Gil la que después de semanas de amagos, discusiones internas, cruces de palabras, miradas de reojo y abandonos de populares de la primera línea que no aceptan ser soldados rasos para que el rostro del presidente del PP, Mariano Rajoy, refleje los impactos de la crisis del partido. La escritora Almudena Grandes compara a Rajoy con el atribulado Macbeth, pero hay más personas que creen ya que el líder gallego, pese a su tranquilo aire gaélico, está más cerca de las Escenas de matrimonio que del personaje de Shakespeare. Todo por una crisis que en prime-time alcanzaría una gran cuota de pantalla. El portazo de María San Gil, todo un activo en la defensa de los derechos y las libertades en el País Vasco, es de los que duelen porque pillan los dedos al cerrarse la puerta. Por eso crecen las voces, y no marianistas precisamente, entre las que se critica la manera de gestionar la crisis del PP tras la derrota electoral de las últimas elecciones generales. Una de estas voces, alta y clara, es la de Ignacio González, vicepresidente primero y portavoz regional, quien cree que la salida de San Gil, es un “un paso más en la malisima dirección” que está tomando la crisis de los populares. González se sumaba así al diputado Gustavo de Arístegui, para quien Rajoy “se está equivocando” o a la presidenta regional, Esperanza Aguirre, para quien “algo se está haciendo muy mal en la dirección del PP”. Tras las espantadas de Zaplana o Acebes muchos populares esperaban un cambio de rumbo del líder del PP, en especial tras el aviso de San Gil, pero la brújula de Rajoy señala el norte de Alberto Ruiz-Gallardón. Ante esta situación, no es de extrañar que pesos pesados como el número dos de Aguirre, Ignacio González, asegure que “todo ha estado mal administrado” y se pregunte: “¿Qué es lo que se ha hecho y se está haciendo desde la dirección del partido para que personas como María San Gil tomen estas decisiones?”. Mientras tanto, entre tanta turbulencia, es difícil que el PP cumpla con su objetivo de demostrar a los adversarios que tiene un modelo político claro. Tal vez por ello, ante un Gobierno central que se frota las manos por la escasa o nula oposición de un partido que trata de resarcirse de sus heridas electorales, pese a contar con al apoyo de más de diez millones de votos, las críticas al Ejecutivo se hacen desde una rueda de prensa en la sede del Ejecutivo regional, mientras la actualidad de la crónica parlamentaria se escribe en los pasillos del Congreso de los Diputados y cerca del despacho de Rajoy. El melón abierto la pasada legislatura por Zapatero para aprobar un modelo de financiación autonómica provoca el rechazo del Gobierno madrileño. Ignacio González, que defendió un modelo para atender a todos los ciudadanos, “de una manera equilibrada y solidaria, sin privilegios de territorios ni de partidos”, aprovechó para lanzar puyas a ZP al asegurar que el modelo al que se comprometió “por sectarismo político e imposición de sus socios” refleja graves divisiones en el PSOE en asuntos como el agua o la financiación. Mientras la crítica política asoma en el PP, la dirección sigue sin hacer caso a Nicole Kidman en Los Otros, cuando decía aquello de “no hay que abrir una puerta sin cerrar antes la otra”. Y por ahora, en el PP, la que ha dado un sonoro portazo es San Gil demostrando que sigue habiendo mucha corriente con tanta puerta abierta.
jueves, 8 de mayo de 2008
Entre Innisfree y Génova
El hombre tranquilo de Pontevedra, Mariano Rajoy, ya ha reconocido lo que desde el día después de las elecciones era un clamor puesto negro sobre blanco y que desde entonces ha ido en crescendo hasta, de momento, la escenificada reconciliación del Dos de Mayo (de 2008 no de 1808, claro). No es otra cosa que la difícil situación por la que atraviesa el partido, conclusión a la que ha llegado el presidente del PP tras varias semanas capeando un temporal, con fugas de pesos pesados como Eduardo Zaplana o Ángel Acebes, culebrón con Esperanza Aguirre o propuestas de primarias por parte de un grupo de militantes de base del distrito madrileño de Salamanca, entre otras cosas. El periodo precongresual es el espacio propicio para un partido que ha salido derrotado de las urnas y que busca el norte para salir del atolladero. La salida de Acebes de la secretaría general es lo que parece que ha llevado al hombre tranquilo de Pontevedra a abrir los ojos del todo y reconocer que “este es un momento difícil”. El nombre de su sucesor, pese a las quinielas que ya corren por los mentideros de la calle Génova y los blogs de los analistas políticos es una incógnita, y parece que la duda no se despejará hasta unas horas antes del congreso del PP en Valencia previsto para junio. La situación no agrada en Madrid y así lo puso de manifiesto Ignacio González, vicepresidente primero y portavoz regional, quien expresó de una manera clara su preocupación: “No es bueno tener cuatro meses descabezada la secretaría general del principal partido de la oposición”. Pese a que uno de los nombres que suenan para este cargo es el de Alberto Ruiz Gallardón, que en todo este sambenito se mantiene en silencio y a verlas venir, lo cierto es que según los estatutos del partido el candidato que obtenga la confianza del partido en el congreso es el encargado de proponer al secretario general. Pero los acontecimientos y el tiempo en la crisis de los populares van de la mano, y desde “el sentido común” al que apela Ignacio González, si se tiene que nombrar otro equipo “hay que hacerlo cuento antes”.
Esta claro que pese a la reconciliación que escenificaron Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre el pasado viernes en la receción en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, el presidente del PP empieza a asumir con calma y tranquilidad que en 2011 habrá otro congreso, del que previsiblemente saldrá el candidato del PP a las próximas elecciones generales. Mientras tanto, el hombre tranquilo de Pontevedra, tratará de recuperar el control de un partido en crisis en el que el paisaje de la calle Génova, nada tiene que ver con los verdes parajes irlandeses de Innisfree o de Galway, en el que el memorable hombre tranquilo interpretado por John Wayne sacaba los puños a pasear para conquistar a Maureen O'Hara.
Esta claro que pese a la reconciliación que escenificaron Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre el pasado viernes en la receción en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, el presidente del PP empieza a asumir con calma y tranquilidad que en 2011 habrá otro congreso, del que previsiblemente saldrá el candidato del PP a las próximas elecciones generales. Mientras tanto, el hombre tranquilo de Pontevedra, tratará de recuperar el control de un partido en crisis en el que el paisaje de la calle Génova, nada tiene que ver con los verdes parajes irlandeses de Innisfree o de Galway, en el que el memorable hombre tranquilo interpretado por John Wayne sacaba los puños a pasear para conquistar a Maureen O'Hara.
lunes, 5 de mayo de 2008
Intifada entre sables y navajas
Detrás de Clara del Rey, Manuela Malasaña o Mesonero Romanos hay algo más que nombres de calles de Madrid. Son personas de carne y hueso que estos días están de actualidad y cuyas historias descubren los numerosos visitantes de la exposición 'Madrid, 2 de Mayo. Un pueblo, una nación', que se abrió al público el pasado 26 de abril y que recorre de manera cronológica los hechos que dieron lugar a un día de cólera.“Jo, mamá, hay mucha cola...!”, se queja lastimoso un niño en brazos de su madre mientras esperan en la cola para adquirir la entrada de una exposición que cuenta con el sello inconfundible del escritor y académico Arturo Pérez Reverte, como comisario de la muestra. Y es que para retratar la intifada popular del 2 de mayo de 1808 que dio lugar a la guerra de la Independencia, Pérez-Reverte y su equipo han echado mano de las últimas tecnologías para explicar “una historia que pertenece a todos los españoles porque es su propia historia”. Tal vez por eso, la madre que hace cola bajo el sol en una plácida mañana del 1 de mayo, doscientos años después de esos acontecimientos casi le susurra al oído a su hijo: “Calla, que vale la pena que veas lo que hicieron nuestros antepasados”. Y es que el recorrido no deja indiferente a nadie. Muchos descubren con asombro como por las calles que han pasado una y mil veces se esconden los héroes del pueblo del dos de mayo de 1808. “¡Pero si es el Ministerio de Asuntos Exteriores!”, comenta un joven a otro cuando ve la Cárcel Real de la villa.El recorrido por las siete salas de la muestra comienza con un viaje virtual en un en un cubo con ocho pantallas que durante unos minutos traslada al visitante al 2 de mayo de 1808. A partir de ahí, uno ya se siente entre trabucos de pedernales, sables, navajas , casacas o en medio de la brutal cargas de los temibles mamelucos en la Puerta del Sol, que Goya retrató. Si no fuera, entre otras cosas, porque porque la Francia de Sarkozy no tiene nada que ver con la de Napoleón, a más de un visitante, empujado por la atmósfera de la muestra le daría por alzarse con tijeras, albaceteñas y macetas, como un chispero o manolo más de las clases populares del Madrid de entonces, contra el ejército más poderoso del mundo. Claro que las calles San Bernardo, Barquillo o la Plaza del Dos de Mayo, donde Daoiz y Velarde encabezaron una heroica resistencia frente al Parque de Artillería de Monteleón, ya no son lo que eran pero el 2 de mayo engancha y como dice un visitante mientras observa un sable: “Habrá que ver la peli de Garci”.
Leopoldo Calvo Sotelo. El hombre de la retranca
"Me acuso, en fin, de ser en el buen sentido de la palabra, bueno; y no un hombre al uso que sabe su doctrina, porque no sé ninguna; y también de haber sentido el asco de la greña jacobina". Con estas palabras a lo Emile Zola cerraba Leopoldo Calvo-Sotelo, ex presidente del Gobierno, un libro titulado Memoria viva de la transición. Este documento de incalculable valor político debería ser ahora libro de cabecera de muchos aspirantes que se sirven de la política y para muchos que creen que cada veinte años hay que revisar las estructuras básicas del Estado minimizando lo que fue ese periodo denominado la Transición. Leopoldo Calvo-Sotelo, Marqués de la Ría de Ribadeo, suarista convencido, fue un servidor público (tres ministerios, una vicepresidencia y presidente del Gobierno), con un profundo sentido de Estado que poco o nada tiene que ver con las ocurrencias de la España plural que algunos pregonan. Calvo-Sotelo era un hombre de una extraordinaria cultura, un gran intelectual, de encomiable agudeza crítica, ironía y socarronería, que los que tuvieron la ocasión de conocerle, no sólo lo sabían, sino que lo disfrutaban. Admirado como ninguno por el papel que le tocó desempeñar en las horas más tristes de la democracia, en el 23-F, también tuvo que llevar las riendas del país sin partido, con una UCD que él mismo definió como "un gobierno pirandelliano en busca de partido”. Lidió contra la mayoría natural aquélla teoría que se hizo fuerte en 1982, según la cual una mayoría de electores deberían apoyar en las urnas una coalición en las urnas entre AP y UCD. Y además, vio como UCD murió de transfuguismo con los sonados cambios de chaqueta de Francisco Fernández Ordóñez o de Miguel Herrero de Miñón, el primero con sastre del PSOE y el segundo, de AP. Pero Leopoldo Calvo Sotelo era una persona leal, tal y como demostró aceptando la sucesión de un Adolfo Suárez, abrumado por años de responsabilidad, en los que no faltaron duras críticas, ni deslealtades políticas, en medio de una profunda crisis económica. Pero su lealtad y personal es bien conocida en Ribadeo, villa gallega en la que estudió en su juventud, por cierto en un instituto público, "frente a los teóricos socialistas de la enseñanza pública que han ido a colegios de pago y van aún sus hijos", como él escribió. Y es que su vinculación con Ribadeo es tan estrecha que para muchos va a ser difícil no volverle a ver paseando por sus calles, siempre en compañía de su esposa, Pilar Ibáñez Martín. Todavía hay quien le recuerda circulando por las calles de la villa gallega en una motocicleta. -"¿Pero, ése que va ahí en la vespino no fue presidente del Gobierno?", recuerdo que comentó un sorprendido turista hace años ante tan inusual imagen. Leopoldo o Poldito, como algunos le llamaban, era así. Siempre abierto a sus paisanos, no había favor que tratara de cumplir, y cualquier cosa que le pidieran, él trataba de conseguirla, por nimia que fuera. Fue un verdadero ejemplo de cómo se puede pasar por la vida pública, desempeñando los más altos cargos, y no contagiarse de las ansias de poder ni de riqueza. Su vida privada era tal vez el mejor ejemplo y Ribadeo, con su casa de toda la vida, así lo atestiguaba. Por eso será enterrado allí. Alcalde honorario de esta villa gallega, uno de los cargos que más ilusión le hacían junto al marquesado que le otorgó el rey, Calvo Sotelo tenía una pasión: el mar. Navegar el viento del nordeste en embarcaciones de vela latina dejándose llevar por las aguas de la Ría de Ribadeo, y entre las costas asturianas y gallegas, es una afición que transmitió a sus hijos. Siendo así no podía ser de otra manera que durante un verano en su etapa de presidente del Gobierno, los Reyes de España, llegaron por mar, a bordo del Fortuna, a Ribadeo para visitar a Calvo Sotelo y a su familia. Leopoldo Calvo Sotelo, monárquico convencido, siempre supo que don Juan Carlos I se ganó el trono a pulso la noche del 23-F revalidando su legitimidad. Muchos de los que conocieron a Calvo Sotelo saben que tuvo la mala suerte, o tal vez desde su retranca gallega mascada en la juventud, sería mejor decir la buena suerte de haber paseado por la cuerda del equilibrista en una de las etapas más difíciles y apasionantes de la democracia española.
El puente
Una afición tan española como los puentes laborales pone de manifiesto que en los saraos, por bicentenarios que sean, todo el mundo tiene prisa o una buena excusa a mano. No sé si es un puente sobre aguas turbulentas, sobre el río Kwai o el puente aéreo entre Madrid y Barcelona, pero ahora que los chinos han inaugurado el puente marítimo más largos del mundo, con una longitud de casi 36 kilómetros, es de desear que los españolitos no se acostumbren a estos puentes. O al menos que no caigan en viernes. Para unos renunciar a unos días de vacaciones en la playa es casi imposible y para otros, partir el día y llegar tarde a la paella con conejo en el chalet de la sierra no es de agrado por asistir a un sarao como el de ayer. Si levantaran la cabeza José María Blanco White, Mesonero Romanos o Jovellanos seguro que no se sentirían cómodos entre tanto ilustre, aunque para ilustrados, ellos. Por cierto, tampoco vi ayer a Arturo Pérez Reverte, supongo que estaría con su compadre Alatristre tentando la suerte con Gualterio Malatesta. ¡Menudo es él para mojar la oreja al más atrevido! Mientras tanto, el Dos de Mayo escribió una página inevitable, la del canapé y el vinito español.Pregunten a los camareros del evento, que veían como los atrapacanapés se parapetaron a la salida de la cocina. Cuestión de saberse colocar. Mientras tanto, otros en la playa o la montaña disfrutan de un largo puente, entre ellos muchos políticos de Alcalá que o no fueron o no les invitaron.
viernes, 2 de mayo de 2008
Entre ‘guiris’
Madrid se olvidó de las navajas y las macetas con las que recibieron a los franceses tal día como ayer hace doscientos años y se vistió de largo para celebrar el Dos de Mayo. La Puerta del Sol que retrató Goya con su privilegiada visión nada tenía que ver con la soleada mañana de ayer ni con las céntricas calles de una ciudad por donde paseaban guiris en chanclas asombrados por el movimiento montado en torno a la intifada madrileña. con la que estos días nos machacan los medios a modo de bucle histórico. Bastaba darse una vuelta por el mismo lugar donde cargaron con fiereza los mamelucos y los dragones del ejército francés para darse cuenta que entre un guiri de los de hoy y de los que entraron invitados en 1808 por los Pirineos cualquier parecido es pura coincidencia. Entre olor a patatas bravas y a bocata de calamares, una pareja de seguidores del Montepaschi Siena, equipo que ayer por la tarde disputó una de las semifinales de la Final Four de baloncesto en Madrid, se preguntaban en perfecto italiano qué era lo que pasaba allí, con tanto coche oficial aparcado en la Carrera de San Jerónimo. En la acera de enfrente les observaba otra pareja, pero en este caso rusos, con camisetas del CSKA Moscú y mucho más difíciles de entender. En este ambiente, y con las eternas obras de Fomento en Sol entorpeciendo y restando brillantez a la parada militar en honor a los héroes del Dos de Mayo, el kilómetro cero fue ayer más universal. políglota y mestizo que nunca. Si a esa pareja de rusos ya era bastante difícil explicarles lo que estaba ocurriendo a esa hora de la mañana en el centro, más difícil sería hablarles de lo que está sucediendo en el PP. Menos mal, que ayer, todos los peperos se pusieron de acuerdo. Gallardón, calló; Aguirre, feliz y pizpireta; y Rajoy, sobre la polémica que no ha existido se despacha diciendo que “está absolutamente zanjada". Explicar el Dos de Mayo a los guiris es más fácil, sin duda.
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