sábado, 23 de noviembre de 2013

El autobús de los campeones

Iniesta golpea el balón en la final del Mundial de Sudáfrica


Esta semana me lo han preguntado tres veces. Ha sido en situaciones distintas, en conversaciones intrascendentes y con gente diversa. Me ha sorprendido, lo admito. Por ello, para que no me lo pregunten más voy a hacer de tripas corazón en este blog y confieso que estaba en un autobús. No lo vi en directo, me perdí la cita con la historia del fútbol español.

¿Dónde estabas cuando España ganó el Mundial? Es la cuestión de la semana, la que me ha obligado a hacer un esfuerzo de memoria pero sin tener que recurrir a la ayudita extra de una pastilla de Dememori. Todo venía a cuento del bolo que la selección española de fútbol disputó recientemente en el Soccer City de Johannesburgo, donde el 11 de julio de 2010 ganamos (sí, en plural) el primer Mundial. Nada como una efeméride o la vuelta al lugar de los hechos para poner a prueba la capacidad de la memoria colectiva. Y no se crean que es fácil porque uno preferiría esforzar la memoria para recordar el futuro más que para escudriñar en el pasado. Claro que lo primero es imposible para un ser humano y lo otro es de obligado cumplimiento, siempre y cuando las neuronas estén en su sitio y se posea una capacidad de memoria de nivel medio.

Así que no pude ver más que los primeros minutos del partido frente a Holanda en el televisor. Los himnos, el saque y el primer tanteo entre los equipos. Poco más. Me esperaba el asiento de un bus. Esa noche viajaba en un ALSA de Ribadeo a Madrid, unas diez horas de viaje en travesía nocturna desde el norte de España. Fue curioso este viaje. Ahora es cuando más lamento no haber hecho ninguna foto del interior de ese autobús en el que, cómo no, todos los viajeros teníamos las orejas puestas en Sudáfrica. Dos mujeres que iban sentadas en la parte trasera lucían la camiseta española y la radio nos hacía de las suyas para seguir el partido por las dificultades orográficas, supongo yo.

La cosa es que entre montañas y valles, por la N-640 había momentos en los que sintonizar la radio era una misión imposible. Tras pasar A Pontenova el partido llegaba a su fin. Creo que era la prórroga cuando en medio de las curvas que dibujan esa carretera Iniesta marcó el histórico gol. Poco después finalizaba el partido y en el autobús lo celebramos como si nos conociéramos de toda vida, como si fuerámos de una peña de colegas en un viaje de fin de curso. Pero no nos conocíamos de nada. Y allí estábamos, tan felices.

Unos kilómetros después el autobús llegó a Meira, donde todo el pueblo se había echado a la calle para celebrar el triunfo de España en el Mundial de Sudáfrica. Los pitidos de satisfacción del conductor se mezclaban con los gritos eufóricos de la gente, que coreaba sin cesar las proclamas futboleras (de rimas fáciles pero efectivas) mientras los fuegos artificiales dibujaban figuras en el cielo y los petardos rebasaban los niveles tolerables de ruido. En Lugo la escena, probablemente con más grados de alcohol en el cuerpo de la gente, la escena de felicidad colectiva se repitió. Hasta tal punto que el autobús tardó lo suyo en llegar a la estación de autobuses e incluso tuvo que variar el trayecto. ¿Pero saben qué les digo? A nadie dentro de ese bus le importó un carajo el retraso ni circular por Lugo a velocidad de caracol. En medio del fiestorro en las calles nos sentíamos como campeones. Sólo por una noche, por unas horas, pero campeones al fin y al cabo.

Para una generación como la mía, que creció con héroes solitarios del deporte hechos a sí mismo y con el convencimiento de que un equipo español nunca iba a superar a las grandes potencias esa noche de julio de 2010 fue especial. Una final del Mundial y frente a Holanda. Casi nada. Siempre me atrajo el fútbol holandés en sus selecciones. Será que la primera imagen futbolera que tengo es la de la final del Mundial de Alemania. Tenía ocho años pero todavía recuerdo la impresión que me causaron Holanda y Alemania. Podría recitar los nombres de más de una docena de jugadores de ambos equipos (Cruyff, Neeskens, Jongblond, Maier, Breitner, Muller, Beckenbauer…). Y mira por donde ahora desconozco a muchos de los que lleva Del Bosque… Claro, que los niños ven las cosas de otra manera. Aquello era el fútbol total. Probablemente no existe mejor expresión para calificar la apuesta futbolística de los holandeses, aunque los alemanes fiels a su eterna eficacia se llevaron el título. Reconozco que en aquel 1974 me apenó la derrota de los orange en el estadio olímpico de Munich aunque tuve conciencia por primera vez de haber visto algo grande en la tele.


Mientras iba recostado en el asiento del bus, feliz por el triunfo español y deseando ver el golazo de Iniesta también volví la mirada a mi infancia.  Recordé aquella final del 74 y que con ocho años lo que más ilusión me hacía era bajar al descampado que había al lado de casa a darle unas patadas al balón mientras me imaginaba que era uno de los elegidos que disputaba la final del Munich. La noche del 11 de julio de 2010 volví al descampado. Fue en sueños y recostado en un asiento de autobús. Moló ese viaje.

domingo, 13 de octubre de 2013

El último Lampedusa

José Durao Barroso y Enrico Letta junto a los féretros de la tragedia de Lampedusa
www.goberno.it

La indignidad viaja por el Mediterráneo desde hace tiempo. Esa indignidad parecía clandestina, muchos disimulaban para no verla pero ya es un hiriente secreto a voces. Llega la hora de poner fin a esas tragedias que acaban con la vida de decenas de personas que simplemente buscan una vida mejor. La reciente tragedia de Lampedusa del pasado 3 de octubre, donde más de trescientas personas perdieron la vida al hundirse el barco en el que viajaban, ha servido al menos para despertar las conciencias de una vez. El problema de la emigración ilegal y de las mafias que se enriquecen de aquellos que buscan el sueño europeo necesita una solución de manera inmediata.

La Unión Europea no puede seguir mirando hacia otro lado. Los muertos de Lampedusa, o los que sobreviven a duras penas, son los mismos que llegan a las costas de la isla italiana, Almería, Cádiz o las Islas Canarias. Nos hemos acostumbrado a que las noticias sobre inmigrantes que viajan en pateras o en barcos piratas sean una rutina. Casi ni prestamos atención a esas noticias. Leemos esas historias en los diarios o vemos las imágenes en los telediarios, pero ni nos inmutamos. No nos paramos a pensar en la enorme dimensión que esconde ese viaje hacia el escaparate de la Europa del bienestar y que tantas veces se deja a centenares de viajeros anónimos ahogados en el mar.

Por eso tras la tragedia de Lampedusa algo debe cambiar. La triste imagen de las filas de féretros, más de 200 ataúdes en un hangar, dio la vuelta al mundo. Ha puesto de manifiesto algo que el Papa Francisco ha resumido en tres palabras: “Es una vergüenza”. No ha sido el único. Las caras del presidente de la Unión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del primer ministro italiano, Enrico Letta, eran un poema. No es lo mismo vivir una tragedia así desde sus confortables despachos, que ver los cadáveres o comprobar in situ, forzados por la presión de muchos vecinos de Lampedusa, las condiciones de vida en un centro de refugiados con capacidad para 300 personas, pero donde conviven más de 1.000 seres humanos. Ahora toca actuar. No hay excusa.

La necesidad de tomar medias urgentes desde Bruselas se corroboró en menos de una semana desde la tragedia del 3 de octubre. Mientras no se actué de manera efectiva, después de un Lampedusa habrá otro. Y así fue, en esta ocasión en aguas de Malta. El pasado viernes, cincuenta inmigrantes fallecían al hundirse otro barco con 250 personas a bordo. Por eso la Unión Europea tiene que buscar cuanto antes una solución para frenar la inmigración clandestina que está convirtiendo el Mar Mediterráneo en un cementerio.

A finales de mes se celebra una nuevo Consejo Europeo y en el orden del día estará un asunto tan espinoso como la emigración clandestina. Europa tiene la enorme responsabilidad de encontrar una solución que acabe con las mafias que se lucran sin miramientos de seres humanos. No es fácil y como punto de partida la solución pasa por los países de origen de los inmigrantes, donde carecen de las condiciones de vida necesaria para vivir. Por eso el reto para la Unión Europea es de gran envergadura. Lo que parece claro es que España o Italia no pueden abordar en solitario este problema y desde esa burocrática maquinaria europea debe encontrarse una respuesta. La misma Unión Europea que prohíbe los cigarrillos con sabores, los biberones con plástico policarbonato o que sanciona con dureza por no garantizar el bienestar animal durante el transporte jamás puede olvidarse de las personas.


Ese es el reto que tiene por delante el presidente de la Unión Europea, José Manuel Durao Barroso, el que impresionado ante la magnitud de la tragedia de Lampedusa afirmaba en esa isla que  “la Unión Europea no puede mirar hacia otro lado". Ahora tiene la oportunidad de implicar a Europa. Ojalá llegue el día en el que tragedias como la de Lampedusa no se vuelvan a repetir. Ojalá que el medio centenar de fallecidos en aguas de Malta sean los últimos de esa lista negra que lleva el título de La odisea de la inmigración clandestina. Por ahora, nadie puede garantizar que haya más lampedusas, pero confío, espero y deseo en que los que tienen en su mano buscar soluciones no olviden que Lampedusa y la costa española a la que tratan de arribar pateras cargadas de inmigrantes forman parte de Europa.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Conciencias agujereadas



 
De Guindos, Sáenz de Santamaría y Montoro en rueda de prensa en La Moncloa
Foto: www.lamoncloa.es

Es más fácil estirar las conciencias, que dan mucho de sí, que los bolsillos llenos de agujeros por donde se caen los euros sin cesar. Al menos esa es la conclusión que saco después de ver a los capos de la política económica del Gobierno en la rueda de prensa de los viernes en La Moncloa. Son las previsiones conservadoras de brotes verdes del nuevo cuadro macroeconómico del país, que se resumen en esa frase lapidaria que Rajoy no ha dejado de repetir durante su reciente viaje a Estados Unidos: “España ha salido de la recesión pero no de la crisis”. Fin de la cita.


Hoy el optimismo del Gobierno viene de los datos de la macroeconomía, tan alejados de los bolsillos de los ciudadanos como el mecanismo que sirve para regular el precio de la factura de la luz pero que siempre acaba igual: a pagar más

Técnicamente es cierto que hemos salido de la recesión. Por los pelos, pero hemos salido. También es cierto es que hay datos positivos. Ya no se habla de rescates, primas de riesgo y hasta la los hombres de negro de la troika destacan los esfuerzos del Gobierno por la recuperación económica. Sin embargo esas certezas al ciudadano le dan lo mismo porque sus bolsillos están más rotos que su moral. Mientras los sueldos se han reducido los precios suben. Presten atención al carro de la compra… Si en agosto una botella de leche semidesnatada de marca blanca de un conocido supermercado costaba 0,53€ en septiembre había subido tres céntimos. Y así con más productos. 

De esto es de lo que se entiende en los hogares, donde la economía familiar para llegar a fin de mes está alejada de esas magnitudes macroeconómicas que permiten al Gobierno esbozar medias sonrisas que sorprenderán al mundo (Montoro dixit). La crisis, las medidas de austeridad y las inevitables reformas han menguado la próspera clase media española, ésa misma que generaba millones de empleos a través de pymes y autónomos. Y mientras la clase media se desinfla, los ricos son más ricos y los pobres, más pobres.


Sin embargo, el Gobierno estira la conciencia como un chicle, pero sin perder de vista las elecciones generales. Tras las vacaciones, Mariano Rajoy y todo su equipo se ha puesto manos a la obra para vender optimismo y confianza pese a que seguimos haciendo equilibrios en la cuerda floja de la economía. Rajoy y los suyos han puesto una marcha más con el objetivo de hablar de su libro y minimizar como sea el efecto del caso Bárcenas. Son los dos grandes frentes abiertos del PP, donde cada vez hay más voces que reconocen el daño que el extesorero del PP les está haciendo. No les gusta hablar del asunto. Se nota. Su psicosis da lugar a situaciones tan grotescas como esa llamada de teléfono de La Moncloa para pedir a la cadena de televisión norteamericana Bloomberg que cortara una parte de la reciente entrevista con Rajoy. Se le preguntaba por Bárcenas y por una presunta financiación irregular… Así estamos. Los partidos políticos en España (y más si están en el poder) tienden a usar el periodismo como propaganda. El discurso es el suyo, las preguntas también. Lo malo es que no siempre la verdad coincide con el discurso oficial.


Mentiras y verdades aparte, si hay algo incuestionable son los datos macroeconómicos. Si hace unos meses estábamos con el agua al cuello en un profundo pozo, hoy podemos  respirar un poco mejor. Sólo un poco. Hay dos indicadores que a la hora de andar por casa son los que revelan el estado de forma de la economía. Se trata de la PIB y el paro. De ambos se habló en abril de este mismo año en la rueda de prensa de La Moncloa. Aquella comparecencia de Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro fue un tierra trágame en toda regla ante los negros nubarrones que acechaban a la economía española. Aquel viernes de abril se cumplió ley de Murphy: si algo puede ir mal irá a peor. ¿Qué ha cambiado de abril a septiembre? Pocas cosas. Es cuestión de décimas a favor.


En abril se calculaba un crecimiento del PIB de 0,5 y en septiembre la previsión para 2014 es del 0,7. Y en cuanto a la tasa de paro para el año que viene, en abril se situaba en 26,7 mientras que en septiembre se estima que será de un 25,9 (ocho décimas). En otras palabras puede que esto mejore, será muy lento y más del 25% de la población estará desempleada en 2014. Son los datos. Analícenlos, saquen sus conclusiones y estiren sus bolsillos… o sus conciencias.

sábado, 14 de septiembre de 2013

"Artur, hay una cosa que te quiero decir"

Foto: www.lamoncloa.gob.es


Seguro que ustedes me comprenderán. No tengo otra cosa que hacer en todo el día, ni problemas que resolver… por eso vivo en ascuas a la espera de la carta que Mariano Rajoy le remitirá en las próximas horas a Artur Mas, presidente de la Generalitat de Catalunya. Es la respuesta a la misiva que el líder catalán envió en julio para pedirle la celebración de una consulta al pueblo catalán. Supongo que Rajoy le dará calabazas a Mas y le dirá en su carta de respuesta que dentro de la Constitución española no se contempla el derecho de autodeterminación ni las consultas soberanistas. Eso sí, diálogo todo el que quiera. ¿Pero eso es suficiente a estas alturas para llegar a un principio de acuerdo que garantice la convivencia entre España y Cataluña sin fracturas?



Unos días después de la cadena humana de la Diada más independentista, Rajoy opta por el género epistolar para responder a Mas. Quien sabe si encabezará la misiva con “Mira Artur, hay una cosa que te quiero decir”. Rajoy no lo hará en rueda de prensa, ni en un canutazo con periodistas, ni en un acto de partido con palmeros, ni en Twitter, ni en un plató lacrimógeno de televisión donde alguien les junte por sorpresa para limar asperezas… Lo hará por carta, como las de toda la vida y como la que Mas le remitió. Pero mucho me temo que esa respuesta de cajón para los independentistas catalanes –incluido el Govern de Mas– no es suficiente tras su demostración de fuerza de la Diada del 11 de septiembre con una cadena humana de más de 400 kilómetros.



La realidad es que el problema catalán está ahí, la solución es complicada y a estas alturas tampoco valen las vendas en los ojos. Y ese problema es que en Cataluña hay muchos catalanes que no se sienten españoles y solo quieren ser catalanes. Cierto. Pero tampoco se puede ignorar que también hay muchos catalanes que quieren seguir siendo catalanes y españoles. Incluso habrá alguno que sólo se sienta español… Si se preguntara al resto de España, intuyo que la inmensa mayoría no entendería una España sin Cataluña (incluso habría alguno que sí).



Sin embargo, Artur Mas mantiene su hoja de ruta, referéndum incluido para el año que viene. Le salen las cuentas en esta huida hacia adelante como si el independentismo fuera el bálsamo de fierabrás que todo lo cura. Antes de conocer la respuesta de Rajoy, el líder catalán anuncia que buscará “una respuesta unitaria” en el Parlament, lo que revela que Mas sigue entregado a los intereses independentistas de ERC en una carrera que parece que ha llegado ya a un punto de no retorno. Así que me pregunto: ¿Alguien se ha parado a pensar en Cataluña que la misma división de sentimientos que invade a la sociedad catalana cala en los partidos catalanes, incluidos CiU o el propio PSC? En otras palabras, en Cataluña existe una fragmentación política y social al mismo tiempo que hay un proceso soberanista sin parangón. El separatismo es más fuerte, más visible. ¿Pero es suficiente para que los que apuestan por esa vía salgan algún día a la calle con la estelada para festejar su independencia?



Mientras tanto, para no alimentar las tensiones nacionalistas en plena efervescencia festiva de estelada frente a la senyera, el Gobierno de Rajoy ha optado por la prudencia estos días. La respuesta oficial de La Moncloa, a través de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, es que también hay “una mayoría silenciosa” mientras Rajoy calla hasta que rompa su silencio por vía postal. Por escrito, certificado y con acuse de recibo.



La utilización del concepto de “mayoría silenciosa” llama la atención. Probablemente tenga razón Soraya, aunque a la hora de jugar a la interpretación de cifras y aludir a las mayorías silenciosas conviene andar con pies de plomo. En otras palabras, eso que se denominan mayorías silenciosas siempre se puede utilizar a favor de los intereses que uno quiera. De hecho, el concepto de mayoría silenciosa fue el que usó en 1969 el presidente Richard Nixon para justificar sus actuaciones en Vietnam frente a los que se oponían a la guerra. Todos sabemos como acabó la guerra de Vietnam para los norteamericanos. Y como acabó Nixon…



La transición democrática española sirvió en su momento para aplacar los deseos independentistas con la creación del Estado de las Autonomías pero mucho me temo que más de treinta años después de aquel café para todos conciliar deseos tan contradictorios no va a ser fácil. Entre otras cosas porque visto lo visto dudo mucho que un cambio constitucional o la implantación de un modelo federal sea suficiente para aplacar el órdago que el independentismo ha puesto sobre la mesa apoyado desde la propia Generalitat.Tal vez la solución pase por buscar vías alternativas. ¿Las hay? ¿Estarán dispuestos a buscarlas?

sábado, 7 de septiembre de 2013

Camisetas ‘viejunas’, camisetas de oro




Foto: www.realmadrid.com


Dicen que el oro es un valor seguro. No lo dudo. En tiempos de turbulencias, como los que vivimos, basta con darse una vuelta por cualquier barrio para ver cómo proliferan los ‘compro-oro’. Sin embargo, el oro no es el valor de referencia en el mundo del fútbol aunque el precio que se paga por algunos jugadores equivalga a varios lingotes de ese preciado metal. En la galaxia del balompié, tan desorbitante como apasionante, el valor de los clubes no se mide en oro, sino en camisetas. Desde hace años una de las mejores referencias para valorar el éxito de un club son los ingresos que genera la venta de camisetas oficiales con el nombre del astro de turno serigrafiado a la espalda. Así, las dos vedettes superpoderosas de la liga española –Real Madrid y Barça– están a años luz del resto de clubes y pugnan por los grandes jugadores al precio que sea.

Esta misma semana el equipo de Florentino Pérez hacía oficial el fichaje del galés Gareth Bale por 91 millones de euros. Era la respuesta en los despachos a su máximo rival, el Barcelona, que fichó al brasileño Neymar, un jugador que a día de hoy con 21 años es una máquina de hacer dinero como reclamo publicitario.

La estimación oficial del Real Madrid, según leo en la prensa deportiva, es que Bale venderá 40.000 camisetas por temporada. Eso supone más de medio millón de euros en beneficios al club. Si cada camiseta que lucirán sus followers cuesta 90 euros, hagan ustedes mismos el cálculo… En el caso de Neymar, que costó 57 millones de euros al Barça, su imagen es un reclamo publicitario que sólo en 2012, antes de enfundarse la camiseta blaugrana y besar el escudo culé, llevó a su particular empresa a ingresar 22,5 millones de euros.  

Con estas mareantes cifras sobre la mesa es lógico, y hasta necesario, que nos preguntemos si es oportuno pagar esas millonadas por jugadores de fútbol. El mercado es libre, a fin de cuentas, y tiene sus propias reglas. Comparto con muchos que es una barbaridad y algo obsceno soltar esas cantidades por tipos que pegan patadas a un balón y que en la mayoría de los casos generan más emoción que títulos. Sin embargo, el deporte profesional no es sólo espectáculo, sino una industria más sobre la que giran intereses creados y que genera pingües beneficios, en especial a los más poderosos. Pero a diferencia de otras actividades empresariales, el deporte profesional tiene sentimientos, que comparten miles de aficionados hacia los colores de su equipo. Por eso detrás de cada camiseta que se vende en cualquier lugar también hay una ilusión, la de todos y cada uno de aquellos que se enfundan la de su ídolo…

En su momento también me puse camisetas, en concreto de baloncesto, deporte que practiqué durante años y con el que comparto fidelidad mutua. No había mucha variedad ni diseños modernos, pero eran camisetas de tirantes que servían para identificar a los equipos. Teníamos sólo una para toda la temporada y el problema venía cuando jugábamos con rivales que usaban elásticas del mismo color. Normalmente el equipo visitante le daba la vuelta a la suya o si se le había ocurrido meter en la bolsa otra camiseta de su padre o de su madre se la ponía para jugar con el beneplácito del árbitro. Con esparadrapo o lo que fuera nos pegábamos los números… y a jugar. En aquellos maravillosos años nunca imaginé que una camiseta iba a tener tanto valor en el mundo actual, el del deporte profesional, ni que llegarían a alimentar las arcas de los clubes como productos oficiales con fichajes millonarios. Dichosa inocencia infantil…

Durante  casi toda mi etapa escolar (desde 5º de EGB) jugué al baloncesto en los equipos del colegio y pasé por distintas categorías. Sin embargo, no conservo ninguna camiseta de aquella etapa. Ahora solo me queda recordar aquellas viejunas camisetas de tirantes con los números casi borrados e incluso descosidos (según el modelo, claro…) que sudé en tantos patios de colegio de Madrid y de otros sitios. Las camisetas nos las entregaban con acuse de recibo al principio de cada temporada. Una vez acabada la temporada, tras numerosas visitas a la lavadora, las devolvíamos para que el año siguiente las usaran otros. Cada año por estas mismas fechas deseaba que llegara el día en el que nos entregaban las camisetas usadas por los mayores para arrancar otra temporada. Hoy recuerdo esa especial ilusión que sentía al ponérmela. Y esa ilusión sí que tenía más valor que el oro.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Esos lugares comunes...



Foto: www.juntadeandalucia.es


Hace tiempo que la opinión pública ya no guarda en el trastero el conformismo. Las redes sociales y la capacidad de interactuar, más allá de una carta al director o una pataleta, propicia que la sociedad reclame más a la clase política. Una de esas exigencias que los ciudadanos demandan es algo tan sencillo como que los políticos cumplan con sus compromisos. Aunque a la hora de la verdad es casi una misión imposible.



La cuestión es que los partidos concurren a las elecciones con programas electorales que se cumplen o no. Y no pasa nada. Si no se cumple se fabrica una excusa políticamente correcta. Y exactamente igual sucede con primeros espadas de la política que ocupan puestos de relevancia. Cuando les interesa se les olvida que han sido elegidos por los votantes. Nos hemos acostumbrado a que algunos importantes mandatarios abandonen sus cargos cuando se les antoja pese a que durante las campañas electorales pidan el voto con una frase tan tópica como “el mío es un compromiso con los ciudadanos”. Y no pasa nada. Si es oportuno, sin cortarse lo más mínimo, se incumple el compromiso de permanencia que firmaron con los votantes. Vale cualquier excusa para cambiar de aires, aunque con las espaldas cubiertas. No albergo duda alguna de que es legítimo, pero de cara a la opinión pública si hay algo que reprochar es el ventajismo político que se aplica en función del viento que sopla.



Los lugares comunes pueblan los discursos y las intervenciones de la mayoría de los representantes de la voluntad popular. Es curioso comprobar cómo se hacen maravillosas declaraciones de intenciones que luego se quedan en agua de borrajas. Claro que los políticos tienen la oportunidad de tirar de ese ventajismo político a las primeras de cambio para actuar siempre en función de sus intereses.



Esta reflexión viene a cuento del discurso de investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía. José Antonio Griñán es el último de la lista de políticos de alto vuelo que abandonan su cargo antes de acabar el partido. Media legislatura y se va, no sin antes preparar el camino de la sucesión y garantizarse un puesto de senador. Y reitero que es legítimo abandonar un alto cargo político. Siempre puede encontrarse una razón para tirar la toalla aunque es criticable que se olvide con tanta ligereza ese contrato que firmaron con los ciudadanos al pedirle el voto para ser presidente de su Comunidad.

Foto: www.juntadeandalucía.es


El nombre de Griñán, que en su momento sustituyó a Manuel Chaves, es el último que une al de otros ilustres escapados recientes de la política española como Alberto Ruiz Gallardón, que dejó la Alcaldía de Madrid para ser ministro, o Esperanza Aguirre, que cedió la presidencia de la Comunidad de Madrid a Ignacio González para dejar la primera línea de la política (¿alguien duda de que ha abandonado la política la lideresa del PP de Madrid). Ambos tenían motivos y el viento sopló a su favor…



Claro que a la hora de irse del cargo lo que vale para unos, también vale para otros. Cuestión de conveniencia para el partido o para uno mismo. Y este criterio convendría aplicarlo tanto a las críticas como a las alabanzas. Claro que todo depende del color político de turno. Y ahí es donde se plantea esta cuestión: ¿Por qué el PSOE critica en Madrid que Ignacio González sea el presidente de la Comunidad y en Andalucía le pone la alfombra roja oficialista a Susana Díaz para que suceda a Griñán? Por cierto, el PSOE gobierna en Andalucía gracias al apoyo de IU porque fue el PP el partido más votado en las elecciones autonómicas…



La pregunta podría responderse con un cansino “y tú más”, propio de ese patio de colegio al que nos tiene acostumbrado la clase política española. Pero no es suficiente para una sociedad que exige algo más a la democracia y a los políticos que el simple hecho de ir a votar cada cuatro años. Griñán cede el testigo de Andalucía entre medias verdades y medias mentiras, todo a cuenta del escándalo del caso de los ERE falsos, con más de cien imputados por la jueza instructora. Su huida de la Junta de Andalucía, razones personales aparte, tiene mucho que ver con ese bochornoso caso que está en fase de instrucción judicial. Y su sucesora natural, Susana Díaz, no tiene fácil escapar de esa sombra pese a que se empeñe en representar un “nuevo tiempo”. 

A nadie sorprende que en su discurso de investidura diga que se “avergüenza de la corrupción” o que cuando se reúna con Rajoy pedirá “un pacto para la regeneración política de España”. Nada nuevo. La declaración de intenciones de Susana Díaz para combatir la corrupción es tan loable como previsible, aunque en su discurso curiosamente no se refirió en concreto a los ERE falsos (ni al caso Bárcenas). Un relevo generacional en la Junta de Andalucía, plagado de lugares comunes, no parece suficiente aval para olvidar la salida “generosa” de Griñán, entre otras cosas porque el PSOE andaluz vive su particular catarsis por el caso de los ERE.

martes, 3 de septiembre de 2013

Madrid 2020.Un motor de ilusión






El próximo sábado se conocerá si Madrid alberga los Juegos Olímpicos de 2020. Es la tercera vez que Madrid disputa la carrera olímpica, tras las candidaturas fallidas de 2012 y 2016. Una vez más se acaricia la posibilidad de que la capital española organice el evento deportivo más importante del planeta, tomando el relevo a Río de Janeiro. Ojalá que la carrera olímpica de Madrid llegue a buen puerto.

Cualquier deportista sabe que el exceso de confianza o el creerse ganador antes de llegar al último segundo conduce, antes o después, a la derrota más inesperada. También deben tener claro que para llegar a lo más alto hay que esforzarse, tener constancia y trabajar duro. Ni siquiera esas caracteristicas garantizan la victoria. Llegar a la meta el primero no es fácil, entre otras cosas porque siempre puede haber alguien mejor. Al menos, las dos experiencias anteriores de la candidatura olímpica de Madrid han demostrado que de las derrotas también se aprende. Siempre hay margen para la mejora y no hay que dejar de marcarse retos. 

Por eso Madrid 2020 presenta un proyecto muy sólido, pero que tendrá que defender en Buenos Aires hasta el último momento. Ahora más que nunca hay muchas razones para pensar que Madrid pueda ser la candida elegida en Buenos Aires por los miembros del Comité Olímpico Internacional. Madrid puede imponerse a Tokio y a Estambul por la fortaleza de su proyecto olímpico. Es un enorme proyecto, sin duda. Pero hay otro potente factor en la candidatura madrileña: la necesidad. Estoy seguro de que Madrid 2020 ha tomado muy buena nota del éxito deportivo y económico de Londres 2012, cuyos efectos aún se prolongan en la economía británica.

El sueño olímpico de Madrid es necesario por un doble motivo: es un estímulo para reactivar la economía española y es un motor de ilusión. Los destellos de recuperación del país tendrían en Madrid 2020 un gran aliado por su positivo impacto económico. Evidentemente unos Juegos Olímpicos en Madrid no son la solución definitiva a la recesión ni a la crisis económica del país. Pero contribuirían en gran medida a la recuperación económica. Basta con pensar en las grandes inversiones que habría que realizar para completar las infraestructuras necesarias, la generación de empleo o el aumento del número de turistas, en especial en el año olímpico, con lo que eso supone para la actividad comercial, hostelera y de ocio de la ciudad.

Admito que durante algún tiempo albergué cierto escepticismo con el proyecto olímpico de Madrid. Esas dudas se cimentaban en la desconfianza hacia algunos promotores de la candidatura, entre otras cosas porque veía más oportunismo político que olimpismo. Pero ese escepticismo hacia la candidatura madrileña está olvidado. Los JJOO de Londres me reabrieron los ojos y hace unas semanas los éxitos de Mireia Belmonte o las chicas de waterpolo en el Mundial de Natación me llevaron a sentir las mismas emociones que en Barcelona 92. Son motivos más que suficientes para desear que Madrid sea algún día ciudad olímpica. Sería un motor de ilusión para todos. Ojalá.

sábado, 13 de julio de 2013

¿Vuelven los Dos Rombos?



Entre la perplejidad y la ternura debe existir una palabra apropiada. A la búsqueda del término que defina ese estado de ánimo me lleva la posibilidad de que los Dos Rombos vuelvan a la tele. Por ahora, lo que sabemos es que el Gobierno estudia la posibilidad de implantar un sistema para advertir de los contenidos audivisuales. No negaré que recuerdo esos puñeteros rombos con cierta añoranza, en especial por lo que tenían de estimulantes. Cuando salían en la parte superior de la pantalla uno intuía que había más mundos, un más allá del que no nos hablaban ni aparecía en los libros de texto. Y eran mundos fascinantes…

Recuerdo los Dos Rombos como la primera atracción de mi vida hacia lo prohibido. Ahora con la vista atrás uno se da cuenta de las tonterías que usaban bajo el pretexto de protegernos desde las autoridad moral del Estado. En aquella sociedad mojigata donde querían que fuéramos como La familia Telerín, ejemplo moral de la época, los Dos Rombos eran una invitación en bandeja, aunque subliminal, a la rebeldía infantil y juvenil. Hubo una etapa en el colegio en la que era habitual que algún avispado compañero de clase explicara emocionado que había visto una película o serie con Dos Rombos; es decir, prohibida para menores de 18 años. Era el héroe de la clase. Los demás, una vez despejadas las dudas entre el bien y el mal, queríamos imitarle La señal de un rombo que vetaba a los menores de 14 años era el primer paso. El premio gordo para ser alguien en clase eran los Dos Rombos.

“¡Niños, a la cama, que esta película es para mayores!”, era una orden de mando nocturna muy común en los hogares españoles en aquellos tiempos de una sola televisión, un UHF en precario y donde al prime time ni se le esperaba. Sin embargo, esa advertencia no impidió a los chavales de varias generaciones ver a hurtadillas, escondidos junto a un sofá o bajo el quicio de la puerta del salón a Falconetti, el malo malísimo de Hombre rico, hombre pobre; el drama de Kunta Kinte en Raíces en su lucha por la libertad; o, ya hilando muy fino, Yo, Claudio, una serie que tuve que revisar años después porque en esa primera vez me atrajo más la tentación del mundo de los Dos Rombos que la dramática historia de ese emperador tartamudo.

Recuerdo cómo en aquellos tiempos, las azafatas del Un, dos, tres… Responda otra vez nos volvían locos a los alumnos de los colegios de curas (entonces se llevaba eso que ahora llaman educación diferenciada y que nos sirvió para desarrollar el ingenio…). La imagen de esas azafatas de largas piernas, botas, cortos vestidos y gafas era lo más cercano a un frenesí con una chica en la preadolescencia que nos podíamos imaginar. Al menos, con este famoso programa nuestros padres abrían la mano, no sé si porque era viernes o por el contenido cultural de un concurso basado en preguntas, pero podíamos sentarnos ante el televisor sin necesidad de esconderse. La verdad es que tampoco recuerdo si tenía o no algún rombo…

La perplejidad la produce el hecho de que aquellos años donde existía la censura ahora parecen lejanos. Sin embargo, están a la vuelta de la esquina. No se trata de equiparar la censura con los rombos. Son cosas distintas y elementos de un pasado que me ha tocado vivir. Sin embargo, me causa cierta perplejidad que en plena era digital, donde ponerle barreras a Internet es imposible, se pretenda recuperar un sistema que todavía permanece en el imaginario colectivo de varias generaciones. Los tiempos han cambiado y los niños de hoy poco o nada tienen que ver con los que crecieron viendo a Los hermanos Malasombra o Tres, dos, uno… ¡contacto! (entre otras cosas porque los programas infantiles escasean en las pantallas y por las tardes ni existen). Ahora un niño se entretiene y pasa más horas delante de su tablet que frente al televisor. No digo que sea bueno ni malo. Lo desconozco. Es lo que hay y es el precio que tiene vivir en la era tecnológica, la de las pantallas táctiles, las conexiones 4G, las redes sociales y todo eso. Simplemente, los niños de hoy crecen con la tecnología de manera natural.


Si me lo permiten discrepo de la idea de que la buena educación de un niño o de un púber adolescente sea mejor o peor por implantar de nuevo un sistema con reminiscencias del pasado para advertir de los contenidos audiovisuales. Sinceramente no le veo utilidad. Aunque como me pongo tierno al recordar la infancia y sigo sin encontrar la palabra justa entre ternura y perplejidad, tal vez no sea una mala idea la de recuperar los Dos Rombos. Igual sirven para frenar la barra libre de telebasura como el Sálvame de turno. Claro, que tampoco estaría mal que cada telediario o tertulia política advirtiera de sus contenidos con Dos rombos porque las noticias de este país hace tiempo que dejaron de ser aptas para menores de 18 años.

miércoles, 10 de julio de 2013

El día que Bárcenas cruzó el Rubicón


Ya no hay marcha atrás. Luis Bárcenas ha cruzado el Rubicón con todas las consecuencias. Desde su celda de la cárcel de Soto del Real el exgerente y extesorero del PP ha movido pieza. Podria ser un aviso para navegantes pero todo apunta a que no será un disparo aislado del contable del PP y que guarda más pólvora en su cartera. Que esté mojada o no ya se verá. Pero parece dispuesto a todo para salvarse de una inevitable quema porque justificar la procedencia de más de cuarenta millones de euros en cuentas suizas va a ser complicado.

A estas alturas es difícil saber a qué Bárcenas creer, si al que negaba que hubiera una contabilidad oculta en el PP o el que dispara contra el partido de Rajoy y propaga sin miramientos  que los sobresueldos llegaban a los ministros en cajas de puros. De momento el juez Ruz le ha citado a declarar por enésima vez en la Audiencia Nacional el próximo lunes. Allí tendrá la oportunidad de confirmar la veracidad del original publicado por El Mundo y unas acusaciones que ponen en peligro el futuro del propio Rajoy.

Mucho se ha escrito y dicho estos días sobre Luis Bárcenas, al que nadie debe comparar con un llanero solitario. Ni mucho menos. La cárcel cambia a las personas y allí ha empezado a tirar de la manta. Su estrategia cambió en el momento en el que Pedro J. Ramirez, director de El Mundo, publicaba con Bárcenas como fuente, que el PP se había financiado de manera irregular durante veinte años y que la cúpula del PP recibía sobresueldos. Los abogados de Bárcenas no tardaron en renunciar a su defensa “por pérdida de confianza” y el bombazo periodístico se certificó cuando a la redacción de este diario hizo llegar como prueba uno de los papeles secretos (se comenta que fue a través de un sobre enviado por Rosalía, esposa de Luis Bárcenas) que también fue publicado.


De ‘Los papeles secretos’ a ‘Las cuatro horas con Bárcenas’.

Las fotocopias de las supuestas cuentas irregulares del PP que El País publicó en portada en enero con el título de Los papeles secretos de Bárcenas se han convertido en originales tras Las cuatro horas con Bárcenas en El Mundo. Al menos una de esas páginas con anotaciones por ambas caras están en manos del juez Ruz, al que le tocará verificar si esos pagos se produjeron o no. A estas alturas dudar de la existencia de unos papeles, como durante meses han hecho muchos negacionistas, es ridículo. Los papeles existen, otra cosas es que esos pagos que vulneran la ley de incompatibilidades se llevaran a cabo tal y como contó Bárcenas.

Es probable que Bárcenas alimente así más la ceremonia de la confusión, donde se ha movido bien durante los últimos meses, porque se cruzan  intereses diversos. La elección del diario El Mundo por parte de Bárcenas no fue casual. El diario de pedrojota y La Moncloa mantienen un tenso pulso desde hace meses. Rajoy y sus políticas están en la diana de las críticas en este diario. Además, si finalmente el abogado Javier Gómez de Liaño se encarga de la defensa del exgerente del PP es más que probable que El Mundo tenga acceso a más papeles de Bárcenas. ¿Será porque Gómez de Liaño y Pedro J. Ramírez son íntimos amigos?

De lo que no hay duda es de que el ingreso en prisión de Bárcenas supone un antes y un después. Puede que piense que para evitar hablar de lo suyo –el enriquecimiento personal y las cuentas millonarias en Suiza– no hay nada mejor que sembrar las dudas sobre la cùpula del PP y poner en marcha el ventilador. 

Igual Bárcenas era alguien ajeno al PP…

De momento, el PP ha cerrado filas en torno a su líder mientras que la oposición exige explicaciones a Rajoy. Y las formas de actuar se repiten, Cambian los protagonistas, pero que un partido en el gobierno azuzado por la oposición y la prensa no dé la cara es algo habitual en la democracia española. ¿Se acuerdan del caso Filesa en tiempos de Felipe González?

Los populares han tirado del argumentarlo político de urgencia para estos casos y han salido en defensa de la honorabilidad de Rajoy, el mismo que en febrero dijo que “nunca he recibido ni he repartido dinero negro ni este partido ni en ninguna otra parte”. La reacción de los populares se ajusta al manido centralismo político de los partidos, donde la militancia no discrepa de la cúpula salvo versos sueltos que casi siempre tienen a Esperanza Aguirre como protagonista…

Sin  embargo, chirría que por esa adhesión ciega a unas siglas políticas haya quien se refiera a Bárcenas como alguien ajeno a su partido ¿No se dan cuenta en el PP que Bárcenas fue gerente y contable durante años? No era alguien que pasaba por allí…


No estaría mal que Rajoy volviera a salir a la palestra, esta vez sin plasma por medio, para aclarar la confusión que ha creado el hombre que durante años ha tenido una oficina y un sueldo en Génova, que es la misma persona a la que también prometieron apoyo. Y qué mejor sitio en una democracia que el Congreso de los Diputados para que el presidente del Gobierno ofrezca las explicaciones pertinentes que no solo le reclaman los partidos de la oposición sino muchos ciudadanos escandalizados por un episodio que parece muy chungo. 

viernes, 5 de julio de 2013

¿Snowden olvidará su nombre algún día? Evo Morales seguro que no...



Foto:www.presidencia.gob.bo


Las respuestas suelen dan lugar a más preguntas. Es así. Si no lo creen basta con prestar un poco de atención a la historia de espías protagonizada por el ex agente de la CIA Edward Snowden. A estas alturas ya no sé si Snowden es un espía, un contraespía, un Bambi de la vida o un tipo con afán de protagonismo defraudado con las políticas de Barack Obama al que se le ha ido la cabeza.

Lo que parecía una novela más propia de la guerra fría está en camino de convertirse en un culebrón donde no dejan de aparecer inesperados artistas invitados como el presidente boliviano, Evo Morales. Si tiene algo que atrapa el affaire de Snowden es que es probable que las cosas no sean como parecen. Puede que tenga mimbres de una novela de espías pero también tiene su toque de novela de evasión, donde un presidente latinoamericano es retenido durante varias horas en un aeropuerto de la vieja Europa por llevar supuestamente un polizón a bordo. Esta variante del caso Snowden se aleja más de aquellas historias clásicas de la guerra fría, en las que un jefe de espionaje soviético está dispuesto a fugarse a Occidente entre agentes dobles, secretos militares, traiciones y el intercambio de espías en el Check Point Charlie de Berlín. Ahora el sainete aeroportuario de Morales aporta el punto bananero made in Europe, no lo neguemos. 

Sin embargo, la anécdota desvía la atención sobre el meollo de la cuestión: Snowden. Este agente que ha desvelado las supuestas actividades de espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos parece que no existe. Nadie le ha visto desde hace tiempo, pero su solo nombre, su condición de enemigo público número uno de los Estados Unidos y sus filtraciones que ponen en negro sobre blanco que se espía a todo hijo de vecino, han dado lugar a un conflicto internacional con muchas aristas. 

Ya no se trata sólo de las explicaciones que Obama dará a la canciller de Alemania, Angela Merkel, y a Europa para justificar el supuesto espionaje de la Casa Blanca o que en países como Francia sus espías controlen millones de llamadas y correos electrónicos. Ahora un solo rumor ha encendido una inesperada crisis entre Latinoamérica y Europa de consecuencias imprevisibles. La única solución es la vía diplomática aunque España no está dispuesta a disculparse con Bolivia.

Parece mentira que con tanta tecnología al servicio de la seguridad de los ciudadanos lo que más escasee sea la inteligencia humana. No hay otra manera de explicar la absurda retención durante catorce horas de Evo Morales en Austria, donde su avión fue revisado por la posibilidad de que Snowden viajara en su interior. Morales retornaba de Rusia, donde participó en el Foro de Países Productores de Gas. El rumor de que podría llevar a Snowden propició que no le dieran permiso para sobrevolar su territorio ni Francia, ni Italia, ni Portugal. Tuvo que aterrizar en Austria, donde permaneció hasta que pudo salir hacia Canarias, donde repostó. Las comparaciones son odiosas, pero qué pasaría si retienen por un rumor a Merkel, Cameron o a Hollande en un aeropuerto de Latinoamérica mientras los perros olisquean sus aviones en busca de polizones.

Las reacciones del eje latino se han ajustado al guión previsto. La demagogia antiimperialista les funciona y siempre está a mano. Bien es verdad que en esta ocasión se lo han puesto en bandeja. Morales fue recibido como un héroe en su país y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) se reunió en Cochabamba para desagraviar al presidente boliviano por el “abuso imperial” que sufrió con su “secuestro. Y, cómo no, hasta el presidente venezolano, el inefable Nicolás Maduro, se sumó a la fiesta para arremeter contra los yankees y, por supuesto, contra los conquistadores españoles.


Mientras tanto ya han discurrido más de diez días y Snowden permanece escondido en la terminal del aeropuerto de Moscú (si es que está allí).Sigue sin dar señales de vida. Sus revelaciones de espionaje masivo han tenido un efecto mariposa. Tal vez nunca más sepamos de él. Tal vez, algún día Snowden presuma de libertad en un país donde hoy no se permite el uso libre de Internet y otro Gran Hermano controla a sus ciudadanos. Tal vez, algún día, leeremos una novela que guarde cierto parecido con la realidad donde las primeras palabras sean: “Me llamo Edward, aunque reconozco que en este negocio del espionaje es difícil recordar si alguna vez fue mi nombre”.

viernes, 28 de junio de 2013

Un antes y un después para Bárcenas





Cuántas veces se habrá escrito eso de que una imagen vale más que mil palabras. Y la  imagen en los juzgados es la que vale su peso en oro en tiempos de (presunta) corrupción. No está el personaje en la foto, pero es el protagonista. Será que cada comparecencia ante un juez del presunto de turno, por un caso u otro, erosiona la salud democrática al tiempo que enciende más los ánimos de la calle. En esta ocasión, tras una decena de declaraciones ante el juez, el protagonista es Luis Bárcenas, extesorero del PP.

El lugar, poco antes de las diez de la mañana es la Audiencia Nacional, en la madrileña calle Prim, donde Bárcenas llega en su coche. Ya a última hora de la tarde, dentro de un furgón de la Guardia Civil el extesorero del PP viaja a la cárcel de Soto del Real. La vistilla ante el juez Pablo Ruz empieza con expectación y acaba con sorpresa. Ni él se lo esperaba tras nueve comparecencias judiciales para hablar de sus famosos papeles, caligrafías, cuentas millonarias en Suiza, gürteles y la sombra de la financiación del PP.

La nueva cita de Bárcenas ante el juez Ruz está señalada en rojo en todas las agendas y previsiones de lo medios informativos. Dentro de la Audiencia se habla de compraventa de cuadros y el tejemaneje de mucho dinero que no se sabe si tiene más de Bárcenas o de Gürtel, pero pastizal al fin y al cabo. El juez decide y la acusación particular aprieta las tuercas. Los indicios convencen y la Fiscalía Anticorrupción asiente. Bárcenas declara durante dos horas y aguarda otras siete la decisión del juez. Contaba con dormir en su casa, pero por ahora lo hará en la cárcel. Ya veremos si permanece allí hasta que se celebre el juicio o si sale antes. El juez desmonta en un auto de 24 páginas las explicaciones de Bárcenas. Estima que hay riesgo de fuga después de que Suiza haya informado de que ha estado llevando fondos a Estados Unidos y Uruguay desde sus cuentas bloqueadas. Resultado: prisión incondicional y sin fianza.

Volvamos al inicio del día D. El extesorero popular lleva semanas preparando el desembarco y filtrando mensajes que pueden provocar una tormenta de efectos imprevisibles en Génova. Su llegada a la Audiencia es un visto y no visto. No se entretiene ni en hacer peinetas. Los reporteros gráficos y las cámaras de televisión sólo disponen de 5 segundos para captar al hombre que conoce al dedillo las finanzas del PP. Está contra la pared. Todo el mundo espera y no sólo hay prensa. Unos tiene un instante para hacer disparar sus cámaras, otros abuchean. Gritos de “Ladrón, golfo”, es lo último que escucha Bárcenas en los escasos metros que separan la puerta de su vehículo de la de la Audiencia Nacional. Los preferentistas de Bankia, los yayoflautas, le han preparado un áspero recibimiento y abuchean al ex tesorero de Génova. Es el juicio de la calle. Aguantan el calor, en un día muy largo, como también lo hacen los periodistas y reporteros gráficos que hacen guardia.

Algunos apuntaban los días antes que iba a tirar de la manta, pero pocos vislumbraban que daría con sus huesos en la cárcel. Hace una semana salía de la prisión de Soto del Real Miguel Blesa, expresidente de Bankia, y este jueves entra Luis Bárcenas. Es la paradoja de la vida y la noticia bomba del día. Había un antes del extesorero del PP y tras la encarcelación habrá un después. Tal vez por eso muchos se preguntan ahora: ¿Qué estrategia seguirá el PP en los próximos días? ¿Afectará el incendio a Génova? ¿Y a La Moncloa?

martes, 25 de junio de 2013

El 'fair play' de Rajoy y Rubalcaba para tiempos revueltos

Foto: http://www.lamoncloa.gob.es

 Algo es algo. No ha sido unánime, pero al menos los dos principales partidos han sido capaces de llegar a un primer pacto en esta legislatura e implicar a CiU, PNV y UPyD. Y eso que después de tanta bronca suena hasta raro escuchar en el Congreso de los Diputados a Mariano Rajoy y a Alfredo Pérez Rubalcaba defender lo mismo sin tirarse los trastos ni alimentar la bronca. Puede que se trate de un matrimonio de conveniencia entre Rajoy y Rubalcaba. De hecho lo es. Por eso esta unión transitoria, con fecha de caducidad, se hace en régimen de separación de bienes con cláusula de minipacto y el beneplácito a última hora de otros tres miembros de la familia política.


Si en febrero Rubalcaba pedía en sede parlamentaria la dimisión de Rajoy (en un evocador "váyase señor Rajoy" con reminiscencias aznaristas), ahora el líder socialista es capaz de imponer su voz de mando entre sus correligionarios para llegar a un acuerdo con el Gobierno para este pacto europeo. Y eso que hay socialistas críticos que no quieren saber nada de acuerdos con la derecha... Aunque al final se impuso la disciplina de partido este episodio no oculta que en el  PSOE hay una ola creciente de movimientos para buscar sucesor a Rubalcaba. Va a dar mucho de sí. Ya hay quinielas en marcha con nombres en juego como los de Eduardo Madina o Patxi López.


¿Y los sindicatos? Si la semana pasada era Rubalcaba el que se sentaba con Rajoy en La Moncloa, este lunes fueron Cándido Méndez (UGT), Ignacio Fernández Toxo (CC OO) y Julio Salazar (USO) los que  acudieron a la llamada del presidente del Gobierno para hablar del pacto europeo. Cierto que los sindicatos no esperan mucho del Consejo Europeo y vaticinan que se quedará en un acuerdo "de mínimos", entre otras cosas porque dicen que las elecciones alemanas van "a pesar como una losa". Al menos, este tipo de cumbres sociales entre el Gobierno y sindicatos constituyen un síntoma de normalidad (es la cuarta vez que los sindicatos se reúnen con Rajoy). Claro que tampoco conviene olvidar que los sindicatos montaron dos huelgas generales a Rajoy en poco menos de dos años...


Sea como sea, muchos nos frotamos los ojos ante este fair play, ya que desde hace tiempo reclamamos a  nuestros dirigentes que sean capaces de ponerse de acuerdo en algo para salir de la crisis y crear empleo. Este minipacto para que España presente una postura común en el Consejo Europeo es un primer paso. Loable, necesario y más que un acto de fe, pero tiene un recorrido limitado. ¿Se quedará en algo aislado? ¿Tendrá continuidad?


Si se mira al futuro hay quien desea que el matrimonio de conveniencia de esa extraña pareja dure más que la noche de bodas. Sobre la mesa hay asuntos y reformas pendientes. Hay voces que incluso piden una revisión de los Pactos de la Moncloa para que se cambie el modelo autonómico, tal y como como lo conocemos desde la Transición. El diseño del Estado actual -con muchas cosas positivas- viene de aquel café para todos que se pactó en su momento y el resultado es que hay que aligerar el peso. Hay 17 autonomías que han crecido a imagen y semejanza del Estado central. Es decir, con gastos insostenibles, déficits inasumibles y una deuda que hipoteca el futuro. Existen chiringuitos de todas las clases y colores, hay enchufados políticos a diestro y siniestro... En definitiva, un monstruo burocrático y administrativo que hay que cambiar. La cuestión es cómo.


La propuesta de la reforma de la Administración que ha presentado el Ejecutivo de Rajoy avanza en esta línea y busca una reducción del gasto en 37.000 millones de euros. Pero habrá que ver en qué queda.Todos están de acuerdo en aspectos tan evidentes como reducir el gasto, acabar con las duplicidades y ser más eficientes, pero las comunidades no están dispuestas a ceder sus competencias autonómicas. Ni siquiera se plantean eliminar a sus hombres del tiempo, sus defensores del pueblo ni sus Cámaras de Cuentas... Sobre el papel, es una propuesta interesante pero para ser efectiva necesita un gran pacto de Estado, incluso podría requerir una reforma constitucional.Ya veremos en qué queda tras el trámite parlamentario.


Así que a la espera de esa gran revolución, por ahora lo que tenemos es un pacto europeo que se aprobó este martes en el Congreso de los Diputados. Al final fue más que una cosa de dos; fue un asunto de familia. La adhesión de CiU, PNV y UPyD es importante, no solo un  maquillaje. De este modo, España defenderá en la Cumbre de la UE del jueves y viernes en Bruselas que las políticas de austeridad y las de crecimiento sean compatibles. En la maleta de Rajoy hay asuntos como el fomento del empleo juvenil, aumentar los fondos para las pymes o avanzar hacia la unión bancaria. Es más que nunca una cuestión de Estado... Con permiso de Merkel,offensichtlich (obviamente).

sábado, 22 de junio de 2013

Cuando dicen que el perro es el mejor amigo del hombre es por algo

Foto: Casa S.M. El Rey / Borja Fotógrafos

Los perros siempre me gustaron, aunque el mundo perruno no tanto. Puede resultar una afirmación contradictoria, pero se puede explicar. Quiero decir que en mi casa siempre ha habido perros. Eran como uno más de la familia. Los adoré y cuidé a todos. Los hubo de todo tipo. De raza, sin ella, adoptados y hasta un cachorro de nosequé salvado de una muerte segura cuando deambulaba hambriento por una carretera. No piensen que mi casa era un refugio canino. Simplemente cuando moría uno, para enorme disgusto familiar, no tardaba en aparecer otro can para alegrarnos la vida. De todos ellos me acuerdo. Nunca olvidaré sus nombres ni las vivencias y satisfacciones que me proporcionaron. 

En cuanto al mundo perruno, me refiero a ése que se practica en parques, jardines y descampados en el que todo gira alrededor del mejor amigo del hombre en plan de sentimiento colectivo de grupo. Me parece muy respetable, por supuesto. Es una manera de socializarse, aunque admito que en mi caso me resulta tan cansino poner al perro en el centro del universo. Es como, por ejemplo, hablar solo de golf, pádel o de las celebrities.


Es probable que sólo los que tienen animales domésticos en su hogar entiendan esa estrecha relación que se crea entre una familia y la mascota que un día entra en casa. Y por esa atracción canina me ha llamado mucho la atención la audiencia real al perro Ajax. El Rey Don Juan Carlos I recibió en La Zarzuela a  este perro de la Guardia Civil con nombre de equipo histórico de fútbol y que muchos podrían comparar por sus hazañas con el famoso Rex o con Rin Tin Tin. Nada más y nada menos que un perro en palacio y con honores.


Estos tres perros que he nombrado tienen varias cosas en común. Una de ellas es que son pastores alemanes y otra, más importante, es que a su nobleza y fidelidad unen la virtud de tener una capacidad extraordinaria para buscar el bien frente a los malos. Cada uno a su manera, claro. Ajax es un heróe cuyo olfato permite detectar artefactos explosivos en la vida real y se juega el pescuezo de verdad. Así lo hizo en Palmanova (Mallorca) en 2009 donde descubrió un artefacto explosivo colocado por ETA en un segundo vehículo, que evitó una tragedia mayor tras la deflagración de una primera bomba. Sin embargo, tanto el perro policía austriaco Rex como el inolvidable Rin Tin Tin (que tiene su huella estampada en el Paseo de la Fama de Hollywood Boulevard ) son héroes de pantalla, muy bien adiestrados para ponerse delante de la cámara. Y Ajax es un héroe de los de verdad.


Por eso, reconozco que la imagen del Rey acariciando a Ajax, en la primera audiencia real a un perro, me produjo una especial simpatía al tiempo que avivó mis recuerdos hacia los perros con los que he convivido en casa. Fue como un back to the basic. Tal vez fue por su simpleza básica, tan ajena a esta realidad enredada que tanto nos descorazona. La escena fue como un pequeño acelerador de partículas de optimismo ante tanto agujero negro. Y más en estos tiempos donde estamos hartos de tantas noticias negativas por la crisis, las farsas de turno y la corrupción.


Es evidente que ninguno de los perros que han correteado por mi casa han tenido ni de lejos ese instinto del agente canino de la Guardia Civil. Pero al ver a Ajax jugueteando con Don Juan Carlos I me acordé de ellos. Su instinto era distinto. En todo caso, lo sacaban a relucir a la hora de satisfacer su necesidad primaria e interminable de zampar. Recuerdo curiosos episodios como la desaparición de quesos, empanadas y otras delicatessen que alguno de mis fieles  y mimados amigos se tragaron sin rubor,  al menor descuido y poniendo luego mirada de "si no hecho nada". Un visto y no visto, se lo aseguro.


Por eso no puedo evitar pensar qué sucedería si ese artificiero canino de la Benemérita pusiera todo su olfato a prueba de bombas en este barrizal de la actualidad española. ¿Imaginan que este perro inteligente se hubiera escapado por los pasillos y jardines de La Zarzuela? No lo hizo, entre otras cosas porque sabe estar y comportarse. Es cuestión de educación. Pero con su olfato seguro que sería capaz de aclarar el embrollo inaudito de las fincas de la Infanta Cristina mejor que el dicharachero ministro Cristóbal Montoro. Ya puestos, y si me apuran, Ajax podría meter las narices en los sobresueldos del PP, los ERE´s falsos y todas las corruptelas nuestras de cada día. Menos mal que lo suyo son los artefactos explosivos (casi nada). Nobleza obliga y Ajax, a sus trece años, seguro que ya sabe más por viejo que por perro.