lunes, 15 de marzo de 2010

Diario de un Demente: El marine Caner-Medley


Si hubiera que tomar la colina de la hamburguesa, desembarcar en la playa de Omaha o derribar la estatua de Saddam Hussein en Bagdad confiaría esta misión en Nik Caner-Medley. Todo un marine en cuerpo y creo que... en alma. El ala pivot firmó, junto a Carlos Suárez, un partido redondo ante el Caja Laboral, para desesperación de ese entrenador al que a ningún jugador le gustaría tener llamado Dusko Ivanovic.
Que Caner-Medley es capaz de pegarse con quien sea es casi un axioma (que se lo pregunten a Diouf, jugador con el que intercambió mamporros en una discoteca de Sevilla durante su etapa en el Cajasol). Allá él. Eso forma parte de su vida privada. Lo que me interesa es que se pegue en la zona con su padre si es necesario. Que aguante a los pivots y aleros rivales, gane la posición, rebotee y rompa el aro. Y lo hace,de la misma manera que muchas veces busca la canasta por el camino más recto, la línea recta... lo que no siempre es la mejor opción. Pero es un marine. Si el aro hay que tomarlo se toma. Este marine se llevó la gloria del partido ante el Caja Laboral cuando tras un robo de balón metió para abajo con la izquierda el balón en el aro vitoriano. Delirio en las gradas y máxima diferencia en el marcador segundos antes de acabar el tercer cuarto (17 puntos).
Es cierto que el Caja Laboral llegó al Telefonica Arena con el cansancio acumulado tras la prórroga ante la Cibona y obrar el milagro de la Euroleague. Es cierto que el juego interior de los de Vitoria baja mucho sin Splitter y Eliyahu. También es cierto que sólo Walter Hermann, con un Telekovic desaparecido en combate, fue el que mantuvo al Caja Laboral en la cancha... y el argentino no estaba tan cansado pese a que también fue decisivo en el partido del jueves. Pero también es cierto que el Estu juega y que al segundo mejor equipo de la liga ACB le dio un repasito (74-58). Defiende, rebotea y corre. La Santisima Trinidad del baloncesto. Da igual ya el rival. Popovic, Gabriel, Suárez, Jasen, Oliver, etc. se divierten jugando y están en ese lugar del que el Asefa Estudiantes nunca se deberían haber ido.
Esto huele a play-off. Tras ese inicio de temporada, con cinco derrotas consecutivas y la gripe A (esa enfermedad misteriosa que ya forma parte de la teoría de la conspiración) las dudas volvieron a surgir en el equipo de Luis Casimiro y en los dementes. Eso, unido a lo de los últimos tiempos, a vueltas con el patrocinador o las dificultades para mantener una filosofía de equipo de baloncesto en un competición profesionalizada hacían pensar que otra vez tocaba sufrir.

Rebote. Si hay algo que no me gusta en los partidos de baloncesto son los gritos de olé, olé. Prefieroeso de ¡Que salgan los toreros! Y ya puestos, si hay otro grito que me gusta aún menos es ese de: ¡Este partido, lo vamos a ganar! Tras rigurosos y sesudos análisis he llegado a la conclusión nada científica de que con eso se palma siempre. Me lo haré mirar en el psicólogo.

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