miércoles, 31 de marzo de 2010

Más ‘Broad’ que 'Way'


La Gran Vía siempre ha tenido para mí más de broad que de way. Será porque la veo como ejemplo de modernidad y de majestuosidad, que esconde grandes miserias solapadas en la multitud. Es un escaparate y una trastienda. Como calle es de las que es mejor evitar cuando se circula en coche. La mejor manera es vivirla en toda su intensidad, con los cinco sentidos y sin perder ripio de lo que pasa. Todavía, cuando paseo por allí, tengo la esperanza de convertirme en funambulista y subir hasta la cúspide del edificio de la Torre de Madrid en un alambre invisible emulando a aquellos increíbles Bordini. Ahora que el faraón Gallardón aprovecha el centenario de la Gran Vía para reescribir la copla de Agustín Lara, las chulapas ya no regalan claveles, los estraperlistas no duermen en pensiones baratas, no hay cartillas de racionamiento y las sedientas chicas de alterne que frecuentaban Chicote ya no preguntan si “quieres pasarlo bien”. En la calle Ballesta o la plaza de los cines Luna se instala ahora el glamour, pero algunos siguen montando a caballo, otros hacen del cartón su colchón y los rijosos y desaliñados de turno no quitan el ojo a mujeres que se ganan la vida en medio de la sordidez. Territorio comanche, al fin y al cabo, con diseño o sin él. La Gran Vía es bipolar, combina lujo y miserias; vanguardia y antigüedad; tristeza y esperanza; rolex y navajas; cócteles y jeringuillas, ... pero todo es a lo grande. La Gran Vía es tan universal y personal como uno quiera. Hace algun tiempo coincidí fuera de Madrid con uno de esos tipos curiosos que nunca pasan inadvertidos. Entre vino y vino me confesó que sólo había salido dos veces de su pueblo. Una fue para hacer la mili en Sidi Ifni, a principios de los sesenta, y la otra para viajar a la gran capital y conocer la Gran Vía. Allí, como tantos otros, dejó de ser forastero, bailó en el Pasapoga y vio películas de estreno en el cine Rex o el Azul. Desde entonces, en cuanto se pimpla un poco rememora su viaje a Madrid al incauto de turno que pilla por sorpresa. Pero como yo soy de los que creen que aunque uno salga del pueblo, el pueblo nunca sale de ti, cuando pisé Broadway, el de verdad, el de Nueva York, me di cuenta de que la Gran Vía es más broad que way. Miré y rebusqué por todas partes y no encontré más que carteles de musicales. Pero de ese templo de la suntuosidad y el lujo con aspiración burguesa que se llamó Pasapoga, en un bajo de la plaza de Callao, no encontré ni la sombra.

lunes, 29 de marzo de 2010

Diario de un Demente: Impropio de la ACB

La muchachada colegial estuvo de botellón en la apabullante victoria del Asefa Estudiantes ante el Suzuki Manresa, pero el espectáculo fue impropio de la ACB.

Los síntomas iniciales de los manresanos sobre el parquet fueron preocupantes y no tardaron en confirmarse. En los primeros ataques movían el balón, alejados de la zona y sin mirar el aro. “Será que vienen con la caraja, por eso del cambio de hora... habrá que darles un abrazo al final, porque la gente se abraza”, pensé en plan Dexter. Y acerté.

Vaya imagen tan lamentable que ofrecieron los de Manresa en un Telefónica Arena medio vacío y tan apagado como la Puerta de Alcalá en La Hora del Planeta hasta que los aficionados comenzaron a pedir que salieran los chavales. El Asefa Estudiantes salió como viene siendo habitual. Con su ritmo y las cosas claras. Hay que hacer tres cosas, pero bien. Defender, correr y rebotear. Y con el mínimo esfuerzo se derrotó a uno de los equipos más tristes que han pasado por el Telefónica Arena en los últimos tiempos.

El Estudiantes convirtió el partido en una fiesta de cantera. Por si había dudas el choque se había acabado al principio del tercer cuarto, cuando el Estudiantes superó 30 puntos de ventaja... Vamos, que sólo faltaron la leche pantera y el botellón en la grada en la fiesta en la grada. Los minutos de la basura son eso, minutos. Pero dos cuartos de basura, de correcalles, palomeros y donde el aliciente es que Beirán meta un triple, no es para mí. Será porque soy mayor y gruñon. Es curioso porque cualquier entrenador daría lo que fuera por vivir plácidamente un partido en el banquillo como lo hizo Luis Casimiro, con el choque resuelto casi desde el primer momento.

Lo mejor es que jugaron todos los jugadores de la plantilla y se repartieron los puntos; lo peor, el aburrimiento. Si hubiera estado en la piel de Jaime Ponsarnau habría arrojado la toalla en el minuto 21, antes de soportar una humillación así. O sus jugadores no le escucharon o pasan de él. Es su problema. El tercer cuarto que se marcaron los de Manresa fue escandaloso. Sin recursos, negados en ataque, relajados en defensa, sin bajar a defender y sin echarle testosterona ni coj... el Estudiantes machacó a un rival inexistente. Ahora espera el Real Madrid en el partido más importante de la temporada para cualquier demente que se precie. Ojalá que el play-off con el Barcelona en la Euroleague le pase factura a los de Messina... la vida es así.

Rebote. Una pena la lesión que sufrió Germán Gabriel. Ya lleva un par de partidos en el quinteto inicial, puesto que se ha ganado a pulso. El pinchazo que sufrió al tratar de coger el balón tras un pase largo tiene mala pinta. Su lesión fue lo peor del partido

domingo, 28 de marzo de 2010

Pederastia clerical

Escribir una columna permite ajustar cuentas con la realidad. Es una manera de poner las cosas en su sitio, que los recuerdos y las opiniones se doblen como la ropa en el cajón de un armario. Un día abres estos cajones, lees las columnas y refrescas ese curioso mecanismo que es la memoria. La opinión que aparece en esas líneas forma parte del ADN ideológico, es el pensamiento en negro sobre blanco. No creo que se pueda vivir sin recuerdos, aunque ahora parece que borrar los reveses de la vida, el dolor y hasta los delitos será posible. Un grupo de científicos de la Universidad de Nueva York está convencido de que se pueden eliminar los malos recuerdos antes de almacenarlos en la memoria. Es lo que faltaba en esta sociedad del bienestar en la que siempre creemos que el sufrimiento es de los otros, en la que nos atemorizan con milongas del fin del mundo por pandemias como la Gripe A y en la que seguimos comiendo mientras en el telediario nos cuentan con todo lujo de detalles cómo un mercado de Bagdad ha reventado por un bombazo. Si se llegase a dispensar esta pastilla de la amnesia en el futuro, como si fuera paracetamol o viagra, más de uno sacaría provecho. Con alzacuellos o sin él. Borrar los recuerdos es dar un paso más para vivir en la mentira e incluso en el delito; es como separar el Bien y el Mal a gusto del consumidor. Una expiación química en toda regla. Por desgracia, ambos existen y la Iglesia lo sabe bien, lo mismo que la basura que han tapado de puertas adentro. El Papa Benedicto XVI carga con la pesada cruz de la pederastia y los abusos sexuales cometidos por muchos sacerdotes católicos. Ha dado pasos importantes, como la carta pastoral en la que pedía perdón por los abusos cometidos con menores en Irlanda o el mea culpa en el Ángelus dominical. Pero no es suficiente. Ya no es cuestión de lavar los trapos sucios en casa ni conformarse con decir que “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. El Papa está viviendo su calvario particular con el incesante goteo de casos, pero es una buena oportunidad para que la Iglesia actúe con firmeza. Su credibilidad está en juego. Lo malo es que hay personas que jamás podrán olvidar los abusos que sufrieron por parte de curas indignos. Sólo pueden aprender a vivir con ello.

domingo, 21 de marzo de 2010

Diario de un Demente: 'Batistazo'

El Asefa Estudiantes se echó la siesta en Fuenlabrada antes de acabar el partido y así nos fue. El pívot uruguayo Esteban Batista se puso las botas... con permiso de Jasen.

El pabellón Fernando Martín de Fuenlabrada no está cerca del Río de la Plata, pero ayer lo parecía. Entre el uruguayo Esteban Batista y Pancho Jasen robaron todo el protagonismo. Aunque la partida la ganó el joven pívot uruguayo, que no sólo propició que su equipo se llevara el partido sino que fue nombrado MVP de la jornada. El charrúa del Ayuda en Acción Fuenlabrada es un guerrero de los pies a la cabeza. Nadie lo duda. No es un desconocido en Madrid donde se ha bregado en Pozuelo o en la LEB. El domingo en la zona y bajo el aro fue todo un amo y señor. Nadie fue capaz de pararle. Sólo fue el de Bahía Blanca, Pancho Jasen, el que se echó al equipo a la espalda y tiró del carro en un partido que fue trepidante de principio a fin. Jasen y Batista tienen una característica común: no les gusta perder. Otra cosa es saber perder, cuestión que por desgracia muchos deportistas no saben asumir. Cuestión de educación deportiva, supongo.

Pero a lo que voy. Aunque el resultado de ayer me hubiera gustado que fuera otro, con una nueva victoria del Estudiantes ( la cuarta consecutiva) la actitud en el campo de ambos equipos y en particular de determinados jugadores es para quitarse el sombrero. No existe nada más patético que jugadores que van de sobrados por la cancha y que al mínimo contratiempo bajan los brazos para dejarse llevar, empezar a poner caras y maquillar sus números. En esto del baloncesto el individualismo se paga caro, antes o después. El equipo podrá ser más o menos limitado, pero la lucha y las ganas de ganar es lo que diferencia a los buenos de los mediocres… y lo que muchas veces gana partidos es ese punto de entrega en lo colectivo. Creo que aquí está el secreto del Asefa Estudiantes, que salta a todos los partidos dispuesto a defender y rebotear en equipo. Sin estrellitas. Una veces sale bien y otras, como ayer, el equipo rival te gana con las mismas armas y aprovecha la siesta que los colegiales se echaron en el último cuarto.El partido de ayer tuvo en Jasen y en Batista ese común denominador.

Hoy el terapeuta me ha recomendado que haga un esfuerzo de memoria para controlar mi demencia estudiantil. Y mira por donde, el fragor de la pelea entre ambos jugadores me ha llevado a acordarme del legendario Isiah Thomas, base de aquellos Bad Boys míticos, los Detroit Pistons. Creo que fue en 1988, en el sexto partido de la final de la NBA entre los Pistons y los Lakers, cuando Thomas jugó cojo a causa de un esguince y metió más de 40 puntos. Inolvidable. Un tipo con la vida resuelta, un pedazo de jugador. Fue capaz, con el tobillo como una torre eléctrica retorcida por un temporal tras pisar a otro jugador, de levantarse del banquillo y llegar hasta la cocina del Forum de Inglewood una y otra vez. Partidazo. Por cierto, creo que ese día los guerreros del parquet cayeron por uno bajo la purpurina de los Lakers, pero al año siguiente se pusieron el anillo.

Rebote. Toda esta fábula de la lucha esta bien, pero que quede claro que ni Jasen ni Batista son Isiah Thomas. Pero tampoco se puede salir a la cancha en el último cuarto con una caraja tan descomunal como la del Estudiantes. Una siesta de orinal y pijama al final de un partido no es lo más conveniente porque luego llega Batista y te despierta destrozándote el aro. Los partidos duran los cuarenta minutos y tirar por la borda nueve puntos de ventaja en el último cuarto, tras haber remontado en varias ocasiones, también es para hacer acto de contricción. Eso sí, muy deportivo y sin necesidad de que nos flagelemos.

viernes, 19 de marzo de 2010

El vendedor de historias

Cuando acaban las Fallas siempre siento la misma añoranza de las fiestas del pueblo. No me las perdía ni un sólo año. Deseaba que nunca se acabaran. Pero el fuego que consume las Fallas de la misma manera que un temporal dobla los tendidos eléctricos en Cataluña siempre se apaga. La cosa es que las fiestas del pueblo marcaban el final y el principio de mi adolescencia, de un nuevo curso y otros mundos hacia los que mirar. La noche final siempre me quedaba un buen rato con los amigos de la pandilla deambulando por el parque cuando la última nota de la orquesta de turno ya ni se oía. Así todos los años. Recuerdo una vez en la que en estas fiestas una de las atracciones era un vendedor de historias. No predecía el futuro, tampoco echaba las cartas ni miraba en bolas de cristal. Carecía de don alguno, simplemente era capaz de montar una coartada o inventar historias para salir de cualquier apuro con la cabeza bien alta. Uno de mis colegas fue el que le descubrió. El vendedor de historias montaba su chiringo entre el salón de tiro y los coches de choque. Con su caravana iba de feria en feria vendiendo historias, arreglando la vida de los demás, por unas pesetillas. A mi amigo le solucionó la papeleta por un desliz amoroso. Vamos, que la novia le vio con otro y le plantó. Pero el vendedor de historias consiguió que las cosas parecieran distintas y confeccionó la coartada perfecta. Ambos arreglaron su amor de verano. Un amor que duró eso, unas cartas y lo que tarda en llegar el otoño. En mi caso acudí a él porque quería comprarle excusas variadas. La que más me interesaba era conseguir saltarme las clases los viernes por la tarde. Seguí sus indicaciones y la cosa funcionó hasta el punto de que pude ver la película Quadrophenia en el extinto cine Covadonga, el Covacha, tantos viernes por la tarde como quise. El vendedor de historias era un hombre de pocas palabras. Iba al grano. Apuntaba en una libreta lo que le solicitaba, pensaba un rato y luego decía lo que tenía que hacer. Un día me aclaró que sólo vendía historias que solucionaban problemas, no contaba historias, “eso era para otros”. Cada año le compraba alguna hasta que un día no volvió a aparecer más por las fiestas del pueblo. Desde entonces pregunto a los feriantes y a la gente si saben algo de aquel hombre. Todos me cuentan muchas historias, algunas descabelladas, pero a la hora de la verdad nadie sabe dónde dejó su caravana. Sólo me cuentan historias, igual que ahora.

lunes, 15 de marzo de 2010

Diario de un Demente: El marine Caner-Medley


Si hubiera que tomar la colina de la hamburguesa, desembarcar en la playa de Omaha o derribar la estatua de Saddam Hussein en Bagdad confiaría esta misión en Nik Caner-Medley. Todo un marine en cuerpo y creo que... en alma. El ala pivot firmó, junto a Carlos Suárez, un partido redondo ante el Caja Laboral, para desesperación de ese entrenador al que a ningún jugador le gustaría tener llamado Dusko Ivanovic.
Que Caner-Medley es capaz de pegarse con quien sea es casi un axioma (que se lo pregunten a Diouf, jugador con el que intercambió mamporros en una discoteca de Sevilla durante su etapa en el Cajasol). Allá él. Eso forma parte de su vida privada. Lo que me interesa es que se pegue en la zona con su padre si es necesario. Que aguante a los pivots y aleros rivales, gane la posición, rebotee y rompa el aro. Y lo hace,de la misma manera que muchas veces busca la canasta por el camino más recto, la línea recta... lo que no siempre es la mejor opción. Pero es un marine. Si el aro hay que tomarlo se toma. Este marine se llevó la gloria del partido ante el Caja Laboral cuando tras un robo de balón metió para abajo con la izquierda el balón en el aro vitoriano. Delirio en las gradas y máxima diferencia en el marcador segundos antes de acabar el tercer cuarto (17 puntos).
Es cierto que el Caja Laboral llegó al Telefonica Arena con el cansancio acumulado tras la prórroga ante la Cibona y obrar el milagro de la Euroleague. Es cierto que el juego interior de los de Vitoria baja mucho sin Splitter y Eliyahu. También es cierto que sólo Walter Hermann, con un Telekovic desaparecido en combate, fue el que mantuvo al Caja Laboral en la cancha... y el argentino no estaba tan cansado pese a que también fue decisivo en el partido del jueves. Pero también es cierto que el Estu juega y que al segundo mejor equipo de la liga ACB le dio un repasito (74-58). Defiende, rebotea y corre. La Santisima Trinidad del baloncesto. Da igual ya el rival. Popovic, Gabriel, Suárez, Jasen, Oliver, etc. se divierten jugando y están en ese lugar del que el Asefa Estudiantes nunca se deberían haber ido.
Esto huele a play-off. Tras ese inicio de temporada, con cinco derrotas consecutivas y la gripe A (esa enfermedad misteriosa que ya forma parte de la teoría de la conspiración) las dudas volvieron a surgir en el equipo de Luis Casimiro y en los dementes. Eso, unido a lo de los últimos tiempos, a vueltas con el patrocinador o las dificultades para mantener una filosofía de equipo de baloncesto en un competición profesionalizada hacían pensar que otra vez tocaba sufrir.

Rebote. Si hay algo que no me gusta en los partidos de baloncesto son los gritos de olé, olé. Prefieroeso de ¡Que salgan los toreros! Y ya puestos, si hay otro grito que me gusta aún menos es ese de: ¡Este partido, lo vamos a ganar! Tras rigurosos y sesudos análisis he llegado a la conclusión nada científica de que con eso se palma siempre. Me lo haré mirar en el psicólogo.

domingo, 14 de marzo de 2010

Charcos

Soy incapaz de pensar antes de tomar el café matinal. Pero después de la dosis apropiada de cafeína si hay algo que tengo claro es que en este país sobran charcos y faltan besos. No es que no se bese, pero antes los besos eran a escondidas, tras pedir cita. Casi había que robarlos. Ahora se deja este mecanismo químico de la atracción para mejor momento con cualquier excusa. Durante la censura los besos de película eran tan ñoños que no pasaban de un roce bucal. O mejor dicho, labial. Menos mal que la mojigatería no impidió que disfrutáramos con besos como el que le da Katherine Hepburn, con dos copas de más, a James Stewart en Historias de Filadelfia o el morreo de últimas voluntades que se propinaron Jennifer Jones y Gregory Peck en Duelo al sol. Sí que eran besos de película… pero ahora ya no se llevan ni los piquitos. Lo que abundan son los charcos. Y de esa mezcla de agua y barro también se podría hacer una lista. Los hay de todo tipo. Todo depende, en principio, del diámetro y la profundidad, así como de la capacidad que uno tenga para esquivarlos. Aunque hay quien prefiere no hacer rodeos y pisarlos con manolos de tacón de aguja o deportivas en lugar de katiuskas. Y si es posible, hasta el fondo. La cuestión es que en este país nos va meternos en charcos y, últimamente, hasta presumir de valientes por decir lo que nadie se atreve a pronunciar, aunque haya que salpicar a diestro y siniestro. Aquí, un obispo, el de Alcalá, le lee la cartilla al Rey porque “coopera de manera remota con el Mal” al sancionar la Ley del aborto; Rosa Díez excita a Galicia, en el término más peyorativo de la palabra, eso sí; y Willy Toledo la lía parda por defender un régimen anacrónico como el de Cuba por sus reminiscencias revolucionarias. Son tres ejemplos de una época acomplejada, que confunde las sandeces con heroicidad. Sólo sirven para que editorialistas y tertulianos rindan pleitesía a sus prestamistas, de manera que unas veces certifican la existencia de Dios y al día después se enrollan con la bandera tricolor. Estas salidas de tono, los charcos, se magnifican a través de los medios de comunicación pero lo que nunca hay que olvidar es que aquí se pueden pisar en libertad y sin censura. En otros sitios y épocas, no. Ni se podía besar. No me quedan muchas líneas para acabar la columna, pero no quiero cerrarla sin decir que prefiero un buen beso a calarme los zapatos.

lunes, 8 de marzo de 2010

Diario de un Demente: ¡¡Por fin!!

Varios meses sin ganar fuera de casa pesaban demasiado. El Estudiantes, con su victoria en Granada, apunta al play-off y se marca una carambola. ¡¡Con lo que sufrimos hace dos años oliendo el azufre del infierno en esta misma pista!!

Ir a Granada siempre es un placer, pero ganar lo es más. Tuvo que ser en esa misma pista en la que hace dos temporadas el Estudiantes se salvó de caer a los infiernos cuando ya empezaba a oler azufre. Todavía no se me ha quitado el nudo en la garganta cuando recuerdo aquel agónico día, casi tanto como un cara o cruz de descenso con el Peñas de Huesca, pero eso es una batallita. Aquí lo que importante es mirar hacia adelante, y no al pasado. Y el futuro del Asefa Estudiantes está en los play off de la ACB después de la redonda carambola de la última jornada. Gana a un rival directo como el Granada y se beneficia de las derrotas del Gran Canaria en Fuenlabrada y el Joventut. Ya no es cuestión de soñar es cosa de seguir peleando partido a partido, bajando el culo para defender, rebotear y correr más. Con estos ingredientes el Estudiantes tiene muchas posibilidades de volver a disputar el título de liga. Sólo le faltaba romper el maleficio que le perseguía en los partidos fuera de casa y llegó la hora. ¡¡¡Por fin!!! Tres meses después de ganar en Murcia el Estu volvió a triunfar lejos del Telefónica Arena.

Si la ciudad de Granada estaba blindada con motivo de una cumbre de la presidencia Española de la Unión Europea, quienes se escaparon de ese blindaje fueron Germán Gabriel y Carlos Suárez. ¡Vaya partido que se marcaron! La muñeca de Gabriel, en especial más allá del 6,25 es letal. ¿Y de Carlos Suárez qué decir? Estoy por ir a la tienda de palabras de Juan José Millás y comprarle todos los adjetivos calificativos positivos. Suárez es el jugador que cualquier entrenador quiere en su equipo. Lo que hace, lo ejecuta bien. Es inevitable compararle con otro grande de la casa como Carlos Jiménez. Son, simplemente, jugadores imprescindibles. De Granada, Carlos Suárez se llevó por primera vez en su carrera ese título de MVP de la jornada.18 puntos, cuatro asistencias, cuatro rebotes y nada menos que nueve faltas personales provocadas a los jugadores del CB Granada. Suárez se merece un puesto en la Selección ya y no lo digo deslumbrado por su actuación en Granada, lo digo por la temporada que se está marcando y lo que supone para un equipo como el Estudiantes.

El equipo de Luis Casimiro fue de menos a más y al final desquició a los granadinos. Ahora, el TAU y después… ¿Se imaginan un play-off contra el DKV Joventut?

Rebote. La vuelta a los banquillos y a la competición de Pepu, el entrenador que ha hecho famoso el grito de BA-LON-CES-TO, es una buena noticia. Aunque creo que no es amigo de coger el timón de equipos a mitad de temporada el DKV Joventut es distinto. Ambos clubes están unidos por la misma filosofía de cantera y patio de colegio, que se acaba en cuanto el árbitro lanza el balón al aire al inicio de cada partido en la ACB. Tras su injusta salida del equipo nacional Pepu vuelve a entrenar y ya adelanta que cuenta CAN-TE-RA. No podía ser de otra manera. Si es capaz de equilibrar el enorme potencial de la cantera de la Penya, con su jóvenes promesas, y la competitividad el éxito está asegurado. Estoy convencido de que hay pocos entrenadores en España que sean capaces de hacerlo. Él lo es. Suerte.

domingo, 7 de marzo de 2010

Estertores

La vida en Madrid supera los seis megas de velocidad, pero pisando cáscaras de gambas y tirando cañas. Basta cualquier debate para encender la polémica metropolitana y provinciana. De la misma manera que la Gran Vía, esa calle nacida para ser Broadway y enterrar el casticismo, encenderá pronto las velas de su centenario, en el foro se rescata la discusión universal sin tarta de cumpleaños. Siempre lo mismo, del Madrid que despierta envidias por ser polo de atracción del centralismo más rancio al Madrid amado, ese que dicen que lleva directamente al cielo y en el que las niñas ya no quieren ser princesas (gracias Sabina, por la frase). Si hace unas décadas la discusión que encendía las tertulias la protagonizaban la rivalidad en los cosos taurinos entre Joselito y Juan Belmonte, ahora vuelven a ser los toros. Será que ya hay billetes de ida y vuelta para viajar en el tiempo. En Barcelona se debate la prohibición de las corridas simplemente porque huele a español. Es como liarse a pedradas contra el toro de Osborne, pero no porque a los impulsores de esta iniciativa les interese el bienestar del animal. Y mientras, en Madrid se echa un capote a los astados para que las corridas sean como la Puerta de Alcalá. ¿A ver quien les tira ahora una piedra? Al trullo por atentar contra el patrimonio. Si no fuera porque estamos en 2010 pensaría que tras la huelga de RTVE y el eterno debate toros sí, toros no habríamos vuelto al pasado, a calzar las botas de Segarra y jugar en descampados, a soñar con Ava Gardner de juerga infinita en Chicote y celosos por sus revolcones con Luis Miguel Dominguín en un chalet de la colonia del Viso. Son retazos del Madrid en blanco y negro, del estraperlista, del de las lumis de postín con las que compartir una paella en El Riscal, de las timbas en los bajos del teatro Bellas Artes o el olor de Pasapoga impregnado en la ropa. El otro día encendí la tele, puse la Primera Cadena y me encontré con Paco Martínez Soria y Manolo Escobar. No entendía nada. Añoré a las locutoras de continuidad y hasta esperé, en balde, que Mariano Medina hablara de borrascas. Sólo faltó que Ana Pastor en Los Desayunos de TVE informara de la visita de Ike Eisenhower, del espontáneo que se echó al ruedo para hacer el salto de la rana o la bomba de Palomares. Pero Pastor no tuvo programa. Ahora que llega la TDT la huelga en RTVE fue la mejor manera de homenajear el pasado en medio de los estertores de lo analógico.

lunes, 1 de marzo de 2010

Diario de un Demente: Para esto vino Lofton

Un tirador nunca debe dejar de tirar. El aro es su objetivo. En el último segundo de la prórroga ante el Blancos de Rueda Valladolid, con un defensor encima, clavó el triple que no entró en Bilbao. Para eso vino.

Federico Van Lacke fue el mejor del partido, lideró las estadísticas, también eso que ahora se llama valoración, mantuvo a su equipo con opciones de triunfo durante 44 minutos y 59 segundos, era el MVP del mes de enero en la ACB y fue el jugador de la jornada. Pero, a pesar de todo, el Blancos de Rueda Valladolid, perdió. La gloria se la llevó el killer del Estudiantes, Lofton, curiosamente en uno de sus perores partidos desde que viste la camiseta del Ramiro. El villano de Bilbao, con ese triple que falló en la Copa del Rey y que obligó al Estudiantes a hacer las maletas, acertó y su tiro entró en el último segundo de la prórroga del domingo. Con un tipo encima y sin haber rascado bola en todo el partido, Lofton demostró para qué está en Madrid. Es un tirador nato. Lo normal es que cruja el aro contrario, pero en días malos, como el domingo, con que meta lo que tiene que meter, vale.

Un tirador no puede esconderse nunca, y menos en los momentos en los que el equipo se juega el bacalao y el balón quema en las manos. Los tiradores son una raza aparte y lo importante es que no dejen de tirar. La escuela balcánica o lituana han dado auténticos genios. Baste recordar a máquinas con teleobjetivo como Petrovic, Perasovic, Macijauskas o el mítico Kurtinaitis, entre otros. Todos ellos nacieron para tirar. En la ACB de hoy tampoco faltan, aparte de Van Lacke y Lofton, que te hacen un hijo de madera si te descuidas. Louis Bullock o Juan Carlos Navarro son dos de los mejores ejemplos, esos grandes jugadores que siempre dan la cara, que antes de recibir un balón ya se ve que se la van a tirar. Son de los que ganan partidos.

El Estudiantes tiene uno de esos especialistas en sus filas. Capaz de levantar partidos en los momentos en los que se atasca el equipo –bueno, el domingo Lofton se olvidó el desatascador hasta el final– que se tiran hasta las zapatillas y que no dudan ni un instante en ser los elegidos para lanzar la moneda al aire en el pitido final. Para Lofton, la gloria; para Van Lacke, las cifras. En las pasadas temporadas partidos de trinchera como el del domingo se hubieran perdido. Ahora el Estudiantes pone rumbo a los play off con velocidad de crucero y sacando adelante encuentros como el que ganó al Blancos de Rueda Valladolid.

Tras dos cuartos en los que los de Valladolid dominaron el rebote y mostraron un gran acuerto en los tiros, en los dos cuartos finales la cosa se igualó al límite. Jasen y Germán Gabriel lideraron la resistencia estudiantil, hasta que el partido se subió el columpio a triplazo limpio. La prórroga estaba servida. Y Lofton hizo su trabajo. Limpio y eficaz.

Rebote. Lo de Oliver en los minutos finales empieza a ser de diván y psicoanálisis. Propició que el equipo mantuviera el tipo y diera la cara, cierto. Tiene ese punto de locura de patio de colegio y pachanga de mini que mola, cierto. Pero ante el Blancos de Rueda Valladolid la cagó al final. El pase a la nada y un robo de cartera... y yo sin cafinitrina.