domingo, 24 de enero de 2010

Diario de un demente

Si hubiera metido aquel tiro libre...


Cualquier deportista sabe que lo normal a lo largo de su carrera deportiva es que se pierdan más partidos de los que se ganan. Pura estadística. Pero la gestión de esas derrotas, e incluso de los triunfos (siempre hay que buscar motivación extra para seguir ganando), es lo que marca la diferencia en un equipo. El Estudiantes cayó ante el Gran Canaria 2014, pero lo hizo teniendo opciones hasta el final. De hecho, estuvo por detrás en el marcador durante casi todo el partido, pero llegó al minuto final con el trabajo hecho gracias a que fue sumando algo en cada acción de partido. Perder de un punto siempre es duro, hasta en las pachangas. Palmar por un solo punto siempre me ha llevado a reprocharme qué hubiera pasado si no hubiera fallado aquel tiro libre o si debería haber estado más concentrado para no comerme una puerta atrás saldada con dos puntos más para el equipo rival. Pero no todas las derrotas son iguales. El Estudiantes es un equipo en alza, que cada vez juega más rodado y que puede perder en una de las canchas más difíciles de la ACB, donde esta temporada ya cayó el líder. Pero el disgusto de perder un partido con uno de los de arriba y candidato a estar en los play off no tiene nada que ver con las peligrosas dinámicas perdedoras en las que entran muchos equipos y jugadores cada temporada. Los dementes sabemos últimamente de eso… El aro se estrecha, los tiros no entran, se pierden los pases, los árbitros te crujen y te crecen los enanos.
El Estu de este año no es de esos. Tiene confianza y juego. Cotiza al alza, aunque tiene todavía una asignatura pendiente en los partidos fuera del Telefónica Arena, pero las sensaciones son buenas. Con la participación en la Copa asegurada, el objetivo en la liga es volver a disputar un play off de la ACB y seguir sumando victorias. Las de casa y, a ser posible, fuera. Lofton sigue con el cargador a punto (23 puntos en el Centro Insular) y es de los que aparecen en los momentos en los que se juega el bacalao, como sucedió en Las Palmas, pero los de Casimiro empezaron con una buena caraja. Fueron capaces de sobreponerse gracias al buen trabajo de Jasen, Medley, Popovic y Suárez, reducir la desventaja y llegar al final con la moneda de la suerte todavía en aire. Pero a Carlos Suárez le tocó la cruz.

Rebote. Ganar sobre la bocina es excitante. Que se lo pregunten a Rafa Martínez, que tras recibir un pase desde la banda a menos de un segundo del pitido final se lo clavó al Regal Barcelona y le dio la victoria al Power Electronic Valencia. En el Centro Insular, Carlos Suárez lo intentó, pero no entró. Casi, que volveré a ver la genial Macht Point, de Woody Allen. Igual en una revisión del filme el anillo que lanza el protagonista cae en el Támesis y veo otro final. Cuestión de suerte.

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