miércoles, 22 de mayo de 2013

Palabra de Aznar, palabra de...

Foto / Antena 3
                                                                                                                                
Si había algo que le faltaba al PP era la reaparición del expresidente del Gobierno, José María Aznar. Entre los papeles de Luis Bárcenas, los regalos de la trama Gürtel en la boda de la hija de Aznar y Alejandro Agag o los sobresueldos del partido, la entrevista de Aznar en Antena 3 Televisión echó más leña al fuego a la fiesta de los populares. En primer lugar porque de esas cuestiones que tanto indignan al ciudadano de a pie practicó un "si te he visto no me acuerdo". Y en segundo lugar porque tiró de las orejas a Mariano Rajoy. Aznar lo hizo con fuerza atravesando el túnel del tiempo y sacando pecho de los tiempos pasados.
La puesta en escena televisiva era propicia para una entrevista masaje en toda regla, con fuego amigo, al hombre que presidió España durante dos legislaturas. Tras sus palabras, si ahora alguien necesita el masaje es Rajoy. No pasaría buena noche el actual presidente. Seguro que las cervicales le molestan más tras las palabras de Aznar que por el látigo de Angela Merkel o una reunión de trabajo con los hombres de negro en la que piden apretar más las clavijas a los españoles. Ahora el masaje lo necesita Rajoy.
Hay una conclusión: el expresidente no confía en el presidente. Tiene claro que cualquier tiempo pasado fue mejor. Aznar siente nostalgia o añoranza de los tiempos en los que se sentaba junto a Bush y Blair con el mundo a sus pies. Basta con escucharle cuando reclama más presencia de España en la escena internacional. Aznar y Rajoy pertenecen al mismo partido y no hay que olvidar que el primero puso al segundo en los tacos de salida. Pero Aznar ve los toros desde la barrera mientras viaja por el mundo, impartiendo doctrina en esos foros reservados para los expresidentes como Clinton o Blair.
El exdirigente popular practica algo tan patrio como decir a los demás lo que hay que hacer. Vamos, el toreo de salón sin vestirse de luces y ni siquiera de corto.Habla desde las alturas, con suficiencia por el milagro económico que consiguió cuando estuvo en La Moncloa y que sería injusto reconocer. Sin embargo, le sobra arrogancia. Sus palabras tienen el eco suficiente. Nunca pasarían desapercibidas ni para el adversario político ni para el partido del que ostenta la presidencia de honor. Él lo sabe.
Hablar así, como efecto inmediato, propicia que los cimientos de Genóva y de las sedes de los barones se remuevan. Y más, cuando le preguntan si volverá a la política. En lugar de una respuesta concreta deja la puerta abierta a un posible regreso casi como salvador. Según le dijo Aznar a Gloria Lomana "cumplirá con su responsabilidad, su conciencia, el partido y el país". Vamos a ver. ¿Eso es un sí o es un no? Sea lo que sea hubiera bastado un no rotundo para dejar las cosas claras. Y en lugar de eso, sobre el plató de Antena 3 sobrevoló el célebre "Váyase, señor González", pero aplicado en este caso al actual inquilino de La Moncloa. Casi nada.
Y es que Aznar, con sus declaraciones, puso en duda el actual proyecto político del gobierno. Entre otras cosas insistió en que había que bajar los impuestos y hacer una reforma fiscal cuanto antes, porque como dijo ante las cámaras hay que poner fin cuanto antes "al castigo de las clases medias". Y en esto tiene toda la razón. No hay que ser una lumbrera para comprobar que la crisis está haciendo añicos a la clase media, plagada de autónomos e impulsora de pymes, mientras que cada vez hay más diferencia entre ricos y pobres.

El PP de Rajoy o no ha querido o no ha podido cumplir lo que prometió en su programa electoral. Desde Europa se dirigen las políticas económicas de España y en La Moncloa hay poco margen de maniobra, así como escasa o nula capacidad de rechistar a Angela Merkel. Pero las máquinas del tiempo no existen. Viajar al pasado no es posible. Tal vez, alguno pueda vivir en la añoranza del pasado con la palabra de Aznar, palabra de...

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