Foto / Antena 3 |
Si había algo que le faltaba al PP era la reaparición del expresidente del Gobierno, José María Aznar. Entre los papeles de Luis Bárcenas, los regalos de la trama Gürtel en la boda de la hija de Aznar y Alejandro Agag o los sobresueldos del partido, la entrevista de Aznar en Antena 3 Televisión echó más leña al fuego a la fiesta de los populares. En primer lugar porque de esas cuestiones que tanto indignan al ciudadano de a pie practicó un "si te he visto no me acuerdo". Y en segundo lugar porque tiró de las orejas a Mariano Rajoy. Aznar lo hizo con fuerza atravesando el túnel del tiempo y sacando pecho de los tiempos pasados.
La
puesta en escena televisiva era propicia para una entrevista masaje
en toda regla, con fuego amigo, al hombre que presidió España
durante dos legislaturas. Tras sus palabras, si ahora alguien
necesita el masaje es Rajoy. No pasaría buena noche el actual
presidente. Seguro que las cervicales le molestan más tras las
palabras de Aznar que por el látigo de Angela Merkel o una reunión
de trabajo con los hombres de negro en la que piden apretar más las
clavijas a los españoles. Ahora el masaje lo necesita Rajoy.
Hay
una conclusión: el expresidente no confía en el presidente. Tiene
claro que cualquier tiempo pasado fue mejor. Aznar siente nostalgia o
añoranza de los tiempos en los que se sentaba junto a Bush y Blair
con el mundo a sus pies. Basta con escucharle cuando reclama más
presencia de España en la escena internacional. Aznar y Rajoy
pertenecen al mismo partido y no hay que olvidar que el primero puso
al segundo en los tacos de salida. Pero Aznar ve los toros desde la
barrera mientras viaja por el mundo, impartiendo doctrina en esos
foros reservados para los expresidentes como Clinton o Blair.
El
exdirigente popular practica algo tan patrio como decir a los demás
lo que hay que hacer. Vamos, el toreo de salón sin vestirse de luces
y ni siquiera de corto.Habla desde las alturas, con suficiencia por el milagro económico que consiguió cuando estuvo en
La Moncloa y que sería injusto reconocer. Sin embargo, le sobra arrogancia. Sus palabras tienen el eco suficiente.
Nunca pasarían desapercibidas ni para el adversario político ni
para el partido del que ostenta la presidencia de honor. Él lo sabe.
Hablar
así, como efecto inmediato, propicia que los cimientos de Genóva y
de las sedes de los barones se remuevan. Y más, cuando le preguntan
si volverá a la política. En lugar de una respuesta concreta deja
la puerta abierta a un posible regreso casi como salvador.
Según le dijo Aznar a Gloria Lomana "cumplirá con su
responsabilidad, su conciencia, el partido y el país". Vamos a
ver. ¿Eso es un sí o es un no? Sea lo que sea hubiera bastado un
no rotundo para dejar las cosas claras. Y en lugar de eso, sobre el
plató de Antena 3 sobrevoló el célebre "Váyase, señor
González", pero aplicado en este caso al actual inquilino de La
Moncloa. Casi nada.
Y
es que Aznar, con sus declaraciones, puso en duda el actual proyecto
político del gobierno. Entre otras cosas insistió en que había que
bajar los impuestos y hacer una reforma fiscal cuanto antes, porque
como dijo ante las cámaras hay que poner fin cuanto antes "al
castigo de las clases medias". Y en esto tiene toda la razón.
No hay que ser una lumbrera para comprobar que la crisis está
haciendo añicos a la clase media, plagada de autónomos e impulsora
de pymes, mientras que cada vez hay más diferencia entre ricos y
pobres.
El
PP de Rajoy o no ha querido o no ha podido cumplir lo que prometió
en su programa electoral. Desde Europa se dirigen las políticas
económicas de España y en La Moncloa hay poco margen de maniobra,
así como escasa o nula capacidad de rechistar a Angela Merkel. Pero
las máquinas del tiempo no existen. Viajar al pasado no es posible.
Tal vez, alguno pueda vivir en la añoranza del pasado con la
palabra de Aznar, palabra de...
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