sábado, 18 de mayo de 2013
Con la maleta por el mundo
Las empresas españolas y los talentos formados en nuestro país están acostumbrados a hacer las maletas. Desde hace unos años son muchos lo que tienen que encontrar fuera de nuestras fronteras lo que aquí no pueden ni les dejan. La fuga de cerebros debido a la crisis nos hace menos competitivos y lo que es peor es que tampoco ayuda a generar la confianza en España de los inversores internacionales.
En plena crisis, si hay un dato llamativo, que podría invitar a un optimismo moderado en el oscuro panorama económico, es que por primera vez desde 1971 en España, según datos del mes de marzo, se exporta más de lo que se importa. Esta balanza comercial sólo confirma lo que muchas empresas llevan haciendo desde hace muchos años y ser más competitivas: salir al exterior para ganar mercados. Aunque al dato de marzo tiene su reverso en que las importaciones cayeron un 15%. Con el consumo en España bajo mínimos la única salida para muchas empresas ha sido y es hacer negocio en el exterior. Es una demostración evidente de la capacidad de las empresas para reiventarse. Así que ya no puede extrañar que haya bodegas de La Mancha donde sus propietarios hablen en chino o en inglés pese a ser más manchegos que Don Quijote. La evidencia es que exportar es la salida que tienen muchas empresas españolas para ser rentables. Y no es fácil hacer la maleta para salir en busca de mercados ni se consigue el éxito a las primeras de cambio, abrir mercado en el exterior exige unas altas dosis de sacrificio, esfuerzo y conocimiento.
Si muchas empresas han encontrado su salvación en la exportación ocurre lo mismo con tantos y tantos jóvenes que ven fuera de España una oportunidad. Puede que duela al orgullo patrio afirmar que el talento y la inteligencia no es lo que importa. Y puestos en lo peor, duele más pensar en cuántas iniciativas se quedan por el camino por falta de apoyo institucional y financiero. No hace mucho tiempo quedaba muy bonito en los discursos oficiales, tan pomposos como vacíos, de los políticos de turno presumir de la capacidad investigadora y del apoyo a la inversión en I+D+i como garantía de futuro. Sin embargo, a día de hoy, hay muchos genios que tienen que salir de España para demostrarlo. A otros no les queda otra que aguantar el tirón sabiendo que habrá que trabajar en otra cosa o que el día menos pensado le cierran el laboratorio por recortes presupuestarios.
En los últimos días dos ejemplos significativos han sacado los colores al Gobierno, que propaga a los cuatro vientos la necesidad de que las empresas españolas sean competitivas, pero que al mismo tiempo permite la fuga de talentos e ignora el valor del capital humano.
Uno de estos ejemplos es el de la genetista Nuria Martí Gutiérrez, que trabajó en el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia hasta que en noviembre de 2011 fue una de las afectadas por un ERE. Ahora es una de las científicas de la Oregon Health & Science University y el Centro de Investigación Nacional de Primates de Oregon (ONPRC) que ha clonado por primera vez células madres embrionarias. Un avance sin precedentes en el que Martí ha tenido un papel destacado. Otro caso es el de Diego Martínez Santos, que es el mejor joven físico experimental de Europa, y que para la Secretaría de Estado de Investigación no tiene nivel para financiar su regreso a España.
Sólo son dos ejemplos. Hay más. Sin embargo, es suficiente para dejar varias cuestiones en el aire sobre estos españoles por el mundo que un día decidieron hacer la maleta, meter sus conocimientos entre la ropa y salir en busca de un futuro mejor. ¿Cómo se puede entender que grandes profesionales formados en España se vayan a Dinamarca, Inglaterra, Francia, Estados Unidos o cualquier otro rincón del mundo a dar lo mejor de sí? ¿No es un contrasentido invertir en ellos para que se vayan fuera? ¿No deberían abrir aquí las puertas de par en par a la inteligencia de ese capital humano? ¿Por qué no se puede hacer productivo el conocimiento en España de esos talentos? ¿Qué falla?
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