miércoles, 15 de mayo de 2013

Navegar entre líneas




"Con sentido común se pueden obtener muchas cosas en el mar, y sin él, muy pocas cosas..." (Mar Cruel, 1951)


Hay momentos en los que un paseo por tierra firme te lleva a pensar en todo tipo de aventuras. Algo así me pasó el otro día cuando el paisaje urbano de Madrid me hizo revisitar de manera inesperada algunos de los lugares por donde deambula Coy, el protagonista de La Carta Esférica, de Arturo Pérez-Reverte. Igual dentro de poco, si es que no existe ya, a alguien también se le ocurre incluir una ruta turística por Madrid de un marinero sin barco. Para hacer esta ruta ni siquiera es necesario tocar fondo, como le sucedió a Coy cuando estaba de guardia en un mercante navegando por el Índico. El error le mandó a tierra. Y así comienza la novela de Pérez-Reverte, que fue llevada al cine con poco éxito o más bien nulo, por cierto.

La cosa es que bastaría un poco de imaginación, algo de inquietud y una afición mínima por el mar, aunque sólo fuera en libros o en películas, sin necesidad de remojarse, para sacarle navegar por una ciudad de secano. Puede resultar paradójico en una ciudad que está por encima de los 500 metros del nivel de mar y que no tiene playa. Pero sólo con proponérselo es posible. Por ejemplo, podría arrancar con una visita al Museo Naval y ponerse delante de la carta universal de Juan de la Cosa, primera obra cartográfica que representa en 1500 el continente americano, ver algunos de los instrumentos de navegación astronómica o conocer las técnicas de construcción naval que llevaron a la Armada a contar con el Santisima Trinidad, el mayor buque del siglo XVII, es suficiente para que un paseo matinal valga la pena.

Algo así me sucedió. La imaginación se disparó a medida que paseaba a la espera de tiempos mejores por esa hermosa zona de Madrid. Pasé frente al Museo del Prado y decidí perderme un rato por el Jardín Botánico, especialmente hermoso en esta época del año. Y de allí me encaminé a la Cuesta de Moyano, donde dicen que los libros eligen a sus dueños. La visita al Museo Naval ya me había estimulado pero cuando me vine arriba definitivamente fue al ver un ejemplar de Mar Cruel, novela del británico Nicholas Monsarrat, que se entremezclaba junto a centenares de títulos de todo tipo y género en uno de los puestos de la Cuesta de Moyano.

Igual que Coy son una gran aficionado a los libros de mar lo que me lleva a hacer un repaso por los títulos de este género literario que más me han gustado. Pese a lo que pueda parecer, en mi particular top one no está La Carta Esférica, pese a que me ha proporcionado momentos de lectura deliciosos y es una de mis novelas de cabecera. Es precisamente Mar Cruel la que ocupa ese lugar privilegiado en mi biblioteca náutica. Esta novela bélica narra las desventuras de dos barcos británicos, y sus respectivas tripulaciones, que durante la II Guerra Mundial protegen a los buques de carga en su ruta entre Inglaterra y Estados Unidos. El capitán Ericson y un periodista sin experiencia en la mar llamado Lockhart, que se enrola debido a la guerra, son los protagonistas de un apasionante relato donde los submarinos alemanes no son él único enemigo. El despiadado oceáno Atlántico es el escenario y en medio de los ataques de los submarinos nazis, también es el mar el que decide quien vive y quien muere.

Mar Cruel es una obra de 1951 cuya primera edición en español se publicó al año siguiente, aunque la censura franquista se encargó de retocar a su manera... En 2000 salió al mercado otra edición, ya sin la tijera de la censura, que cuenta con asombrosa precisión y detalle "la historia de un océano, dos barcos y unos ciento cincuenta hombres".


Mar Cruel puede englobarse en el género bélico y si hay otra novela que me fascina es El Cazador de Barcos, de Justin Scott. Es una novela de evasión, de esas que entretienen y te atrapan de principio a fin con una venganza como hilo conductor. Peter Hardin y su mujer viajan en su velero y un día el mayor superpetrolero del mundo, el Leviathan, les aborda y les hunde. La mujer muere  y el único objetivo que persigue desde entonces el hombre es perseguir a ese monstruo marino para acabar con él. Que yo sepa de esta apasionante historia, escrita por alguien que conoce muy bien el mundo de los veleros, no se ha hecho versión cinematográfica alguna, pero daría para una buena película.

La lista sigue con La Carta Esférica,  de la que ya hablé suficiente. De alguna manera es la novela que me sirve de excusa para repasar los libros de mar favoritos. Así que si les parece pasamos al maestro Patrick 0'Brian, ese irlandés que ha escrito algunas de las novelas marítimas que se recuerdan con la serie que comenzó con Capitán de Mar y Guerra. Sus novelas son imprescindibles y leerlas un placer. Las andanzas de Jack Aubrey y Stephen Maturin a bordo de de los navíos de la Armada Inglesa en el siglo XVIII han dado mucho de sí. Y ya que también hablo de novelas que se han llevado a la gran pantalla, es de obligado cumplimiento reconocer que Master and Commander, basada en la obra de O'Brian es una de las mejores películas náuticas que recuerdo.

En el quinto lugar de mi particular lista los protagonistas son los submarinos. Y tengo dos novelas. Una de ellas es La Caza del Octubre Rojo, también llevada al cine de manera magistral, con un Sean Connery que lo borda en el papel del comandante ruso. Con la guerra fría como telón de fondo, recuerdo que la novela de política ficción de Tom Clancy me hizo pasar varias tardes extraordinarias. La narración de la persecución entre submarinos de las dos superpotencias (la URSS y EEUU) es sencillamente brillante y genial.

Ya que estamos bajo el agua también quiero destacar otra novela de submarinos. Se trata de Fuerteventura, de Alberto Vázquez Figueroa. En esta novela de espionaje, un punto de esta isla canaria se convierte en lugar de recogida y descanso de los oficiales de los submarinos alemanes que combaten en el Atlántico. Un británica se infiltra en esta villa de descanso para tratar de obtener la mayor información posible. La novela constituye un rara avis en la literatura española, ya que como sucede con Mar Cruel este género bélico de las contiendas mundiales del siglo XX parace que están reservadas para los escritores anglosajones. Pero vale la pena.

Por supuesto que en esta lista me faltan nombres como C. S. Forester, Melville, Stevenson o Conrad, entre otros. Alguna vez hablaré de ellos. Igual tras otro paseo. Seguro que ellos, como muchos marinos de la vida "contemplan el mundo de tierra firme como un espectáculo inestable, lamentable e inevitable". Coy lo hacía.

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