Cine-Teatro de Ribadeo. 6 agosto de 1994
- Pero, Pancho, ¿cómo te has fijado en mi para que pronuncie el pregón? -le pregunté inmediatamente sorprendido por tan inesperado ofrecimiento.
- ¿Y por qué no?, -me respondió en una contestación muy a la gallega- hay que dar paso a las nuevas generaciones.
Lo cierto es que ha pasado un año casi desde entonces y aquí me tienen, pronunciando el pregón de un día de fiesta tan significativo y enraizado para Ribadeo y para toda la comarca galaico-astur como es la Xira a Santa Cruz y el Día de la Gaita.
Pasado un tiempo, una vez que había aceptado la propuesta de ser el pregonero de tan señalada fiesta me puse a pensar en un aspecto que a priori parece muy sencillo y si me apuran, evidente, pero que es más complicado de lo que pudiera parecer.Y esta cuestión no es otra que la siguiente: ¿cómo se hace un pregón?
Jamás en mi vida he escrito ni pronunciado discurso o pregón alguno, por eso espero que tengan la suficiente paciencia para disculpar los errores que pudiera cometer. Ignoro si está será mi primera y única experiencia en estas lides, lo que sí les puedo decir es que a falta de Manuales o Métodos para escribir pregones me he dejado guiar por mis instintos y mis sentimientos. Les aseguro que me siento tan nervioso como el día que me examiné de Selectividad pero espero que el resultado sea de su agrado porque he depositado todo mi cariño en estas líneas. Si existe alguien extrañado por estar aquí afrontando una responsabilidad como la de pronunciar este pregón ese soy yo, porque no reúno mérito alguno para hacerme merecedor de tan alto honor.
Desde que en el año 1980 José Juan Suárez Acevedo pronunciase el primer pregón con motivo de la Xira a Santa Cruz y el Día de la Gaita han sido muchas las personalidades vinculadas a Ribadeo que han ejercido como pregoneros. Todos ellos, ilustres y dignos, llenos de experiencia y de virtudes difíciles de igualar. Repito que ignoro los méritos que la Sociedad de Amigos da Gaita habrá visto en mí para designarme pregonero en la presente edición, porque estoy muy lejos, tanto en mi trayectoria profesional como personal, de todos los que me han precedido en esta tribuna pública. Aunque si puedo presumir de tener algo en común con ellos y con todos los que están relacionados a esta hermosa villa y a su municipio: mi amor a Ribadeo, a su paisaje y a sus gentes.
Para mí es un motivo de orgullo encontrarme aquí frente a ustedes, o tal vez sería mejor decir, con ustedes, pronunciando estas palabras, porque no nací aquí, en Ribadeo y ni siquiera en Galicia. A pesar de ello siempre proclamé mi ribadensismo aunque ahora no voy a aclararles las razones de ello. Según donde me encuentre soy bien un madrileño en Ribadeo o bien un ribadense en Madrid, pero como les acabo de decir, es una anécdota que pertenece a mi vida.
Jamás renuncié a mi lugar de nacimiento -no nací en Ribadeo por unos días, al menos eso me dijeron- pero desde que era muy pequeño mis padres y mis abuelos, a los que si me lo permiten quiero dedicar un pequeño recuerdo, me enseñaron a ser de Ribadeo. Y así es, he pasado media vida deseando que llegara el día y la hora para viajar a Ribadeo y la otra media deseando que no llegara el momento de abandonarlo.
Pero por encima de todos estos sentimientos personales hay algo mucho más importante, algo con más valor que las palabras que dan forma y vida a este pregón. Y no es otra cosa que el simple hecho de estar aquí un año más, compartiendo en este singular acto nuestra alegría de vivir y las ganas de compartir la romería en toda su intensidad. Cuando mañana lleguemos a la altura del monolito de piedra que lleva la inscripción de Corredoira de Carlos y Amando Suárez Couto, al comienzo de la última cuesta antes de llegar a Santa Cruz, otro año en nuestras vidas habrá pasado pero nuestra ilusión por celebrar esta importante romería acompañados por el eco de las notas de la gaita permanecerá tal cual, intacta.
Agosto tras agosto, el primer domingo, se juntan en Santa Cruz, junto al inmortal Gaitero de piedra cincelado por el escultor orensano Failde, única obra en su género que existe en Galicia, todos los gaiteros, los del ayer, los del presente y los del futuro. Y con ellos, cientos de personas y familias. Gente honesta, admiradora de la buena mesa, del mejor del vino y de las costumbres tradicionales, que expresan un sentimiento común al que aludía hace unos instantes, la alegría de vivir. Sólo así se puede entender esta fiesta que nació hace tantos años en Ribadeo y de la que mantenemos la llama encendida con toda su fuerza.
La Xira a Santa Cruz y el Día de la Gaita, surgieron hace años atrás gracias al impulso y al esfuerzo de un grupo de emprendedores ribadenses, entre los que se encontraban dos personas cuyo nombre no puedo ni debo omitir: Carlos y Amando Suárez Couto. Con el paso de los años la Sociedad de Amigos de la Gaita se ha encargado de recordarnos que cada primer domingo de agosto todos tenemos una cita en ese pequeño lugar del paraíso llamado Santa Cruz, rodeado de pinos, acacias y eucaliptos, desde el que se observa a modo de ventana la puerta Norte y la llave de Galicia, Ribadeo, en un paisaje casi único dominado por la hermosa contemplación de la Ría.
Este día, en el que todos nos levantamos con el estruendo de las potentes bombas de palenque mientras la gaita alegra las rúas ribadenses invitándonos a subir a Santa Cruz, constituye sin lugar a dudas una jornada de exaltación de un instrumento, la gaita, una ancestral cornamusa cuyo origen todavía no está muy claro. Al mismo tiempo es una evocación de la galleguidad en una de sus expresiones más populares, la de la romería.
En Santa Cruz, bebemos, comemos y bailamos bajo los cantos de las gaitas, manteniendo una identidad y una tradición que da sentido a la colectividad. En mesas improvisadas o en manteles extendidos sobre el suelo tienen cabida las empanadas, las tortillas, la carne asada, los quesos y las tartas, así como otros exquisitos manjares, que saciarán el apetito de todos. El ribeiro y la sidra asturiana se encargarán de calmar la sed y la queimada prolongará el almuerzo hasta que la noche se deje caer cadenciosa sobre los árboles, los toxos y la hierba envolviendo el inmortal Gaitero de piedra. Un gaitero que no es anónimo para ninguno de nosotros porque bajo sus pies nos reúne año tras año para escuchar cómo el viento, casi siempre nordeste, hincha su pétrea gaita y la convierte en una música de tonos agudos que viaja a los cuatro puntos cardinales.
No podía existir mejor sitio que Santa Cruz para instalar un monumento al Gaitero, en ese mirador privilegiado sobre la Ría, un lugar tranquilo y bucólico como ninguno. Allí, como si se tratara de la famosa Fraga de Cecebre, -“... bosque inculto, entregado a sí mismo, en el que se mezclan variadas especies de árboles”- inmortalizada por Wenceslao Fernández Flórez en El bosque animado, el vivificador nordeste acaricia la figura del pétreo gaitero que se alza serena sobre la Ría y sobre las siluetas de Figueras y Castropol, pueblos tan parecidos a Ribadeo, pero tan distintos...
La gaita siempre ha estado unida a la diversión popular de Galicia, a sus tradiciones a su identidad y a sus sentimientos, nunca al servicio de intereses mercantilistas. De hecho la sabiduría popular gallega tiene un refrán que dice así: “Gaiteiro pago, nunca ben toca”.
La gaita es un instrumento unido de manera intrínseca a nuestro espíritu y que ha sabido convertir en música los sentimientos más profundos. Unas veces canta y otras llora; en unas ocasiones el roncón, el soplete y el fol convierten el viento en alegría y en otras en melancólicos lamentos.
Pocos instrumentos han sabido expresar con tanta precisión estados anímicos del ser humano como la saudade, el dolor, la soledad, el amor o la morriña. Y más para un pueblo como el gallego que ha vivido en la diáspora de la emigración, ganándose el pan de cada día a cientos de kilómetros de su casa, añorando la tierra que le vio crecer. Ribadeo no ha sido ajeno a ello y tal vez de ahí ha heredado un talante globalizador y hospitalario, que me atrevería a afirmar tiene una de sus máximas expresiones en el Día de la Xira a Santa Cruz y de la Gaita.
Ese instrumento está viviendo en estos tiempos un momento de esplendor y en la actualidad existen más gaiteros en Galicia que en Escocia, uno de los siete países de origen celta, en los que el sonido de la gaita ocupa un lugar predominante en cuantos actos oficiales o privados se realizan.
Aunque el origen de la gaita no se tiene muy claro una de las noticias más antiguas que se tienen sobre la existencia de un instrumento similar data del año 400 antes de Cristo, acerca de una cornamusa originaria de Grecia cuyo fuelle era de piel de perro. En España, una de las primeras representaciones de tañedores de gaita aparece en las miniaturas de los códices de las Cantigas de Alfonso X El Sabio. En los siglos XIV y XV los gaiteros eran músicos profesionales. Tres centurias después, la gaita empieza a acompañar danzas profanas y a comienzos del siglo XIX los autores del rexurdimiento de la cultura gallega realizan abundantes referencias a los gaiteiros en sus obras.
La gaita tiene fuertes raíces en Ribadeo según afirma Francisco Lanza en su Ribadeo Antiguo con estas palabras: “la gaita era la música obligada en cuantas diversiones había. Ya queda dicho en un anterior capítulo, que en los concejos públicos de primeros de año -Francisco Lanza se está refiriendo a principios del siglo XVIII- se nombraba siempre un gaitero, al son de cuyo instrumento desfilaban las cofradías y hacían los gremios sus danzas”.
Desde antaño Ribadeo ha tenido una enorme tradición gaitera y como prueba de ello no existe mejor unión que la que tiene lugar cada primer domingo de agosto, una simbiosis casi perfecta entre la gaita y la romería. Por eso no puedo dejar de ensalzar, cuando se cumple el centenario de su nacimiento a Amando Suárez Couto, ilustre pintor ribadense que junto a su hermano Carlos, dio vida a una fiesta que llega hasta nuestros días.
Durante toda su existencia estuvo vinculado a Ribadeo, villa y municipio. A principios de los años sesenta, mientras un grupo de jóvenes de Liverpool llamado Los Beatles revolucionaba el panorama de la música en el mundo entero, Amando veía cumplido su sueño particular, su propia revolución personal. Entonces creó la agrupación femenina de gaitas Saudade, denominado con posterioridad Follas Novas, ya con participación mixta. Por otra parte en lo que a su actividad artística se refiere sus cuadros e ilustraciones gozan de un enorme valor tanto dentro como fuera de Ribadeo.
Cada vez que oigamos el roncón del gaitero de piedra de Santa Cruz el también lo escuchará. Nos dejaremos llevar por la belleza de esas tierras verdes, húmedas y serenas, llenas de misterios profundos, bruxos y leyendas. Tierras que parecen modeladas por las necesidades del hombre y que el pincel del maestro inmortalizó en sus pinturas.
Los hermanos Suárez Couto, junto a los primeros Amigos de la Gaita, embriagados por la hermosa vista de la Ría que se divisa desde Santa Cruz, crearon esta Romería que perdura hasta nuestros días. Han pasado más de treinta años desde que se celebró la primera Xira y todos los ribadenses o forasteros que suben a Santa Cruz, prendados por la belleza del paisaje, sienten año tras año las mismas sensaciones que ellos experimentaron.
Ribadeo ha cambiado mucho en sus últimos tiempos, en especial en su fisonomía, tanto urbanística como paisajística, pero ahora no voy a entrar a valorar esos cambios. El paso de los años es inevitable para todos y el progreso muchas veces acaba con costumbres y tradiciones que parecen no tener cabida en el mundo moderno, el de la sociedad de consumo. La falta de ilusión primero, luego el recuerdo y, por último, el olvido forman parte de un proceso degenerativo de las cosas. Ahí radica el valor de la Xira a Santa Cruz y del Día de la Gaita, fiesta declarada de interés turístico, que permanece con el paso de los años gracias a todos ustedes y al esfuerzo de un activo grupo de personas que trabaja de manera desinteresada para que ni Ribadeo ni Galicia pierdan sus raíces.
Antes de remata-las miñas verbas gustaríame pedirlles unha cousa, en especial ós máis xoves, os representantes das novas xeracións, nos que Pancho Maseda e tóda a Sociedade de Amigos da Gaita teñen depositadas as súas espreitas: subide a Santa Cruz. Pode que soe a tópico, pero por unha vez, por un día, ímos olvidarnos dos nosos problemas diarios e das nosas liortas cotiáns. Subamos a Santa Cruz e disfrutemos en harmonia deste día.
Fagamos de mañá unha xornada especial, rindamos homaxe á gaita e a tódolos gaiteiros, a boa mesa, a mellor bebida e á alegría de vivir. O luns será outro día, o día despois,... pero esa é outra historia.
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