La Feria del Libro de Madrid tiene que ver mucho este año con la intriga y terribles crímenes. Pero también con la realidad que nos toca vivir, con sus recortes y mamandurrias. De una forma o de otra, si hay un elemento común denominador en esta edición son los indicios. Bonita palabra, que manejan como nadie los investigadores de la novela negra. Son héroes que no quieren serlo, que a través de sus ojos explican las desviaciones de la conducta humana y lo que nos toca vivir. El inspector Wallander, de Henning Mankell, igual que desvela por qué un marino nunca se cansa del mar, como afirma en su novela de despedida mientras investiga unas extrañas desapariciones, nos devuelve a la Guerra Fría. Rebecka Martinsson, de la mano de Asa Larsson, explica qué se siente al regresar a su ciudad natal para investigar un horrendo crimen, el del predicador más famoso del país. Es una pena que Stieg Larsson, alma mater de Mikael Kalle Blomkvist y esa excepcional trilogía llamada Millenium no pueda venir a Madrid a tomarse unas cañas o intercambiar impresiones con el creador del sargento Bevilacqua y la cabo Chamorro, que también serán dos de los protagonistas de la Feria del Libro. Esta cita tiene en esta ocasión a la literatura escandinava como invitada de honor. Un lujo. Por el Retiro pasarán estos días centenares de personajes que ya han amueblado de paisajes las cabezas de muchos y entusiastas lectores del mundo entero. Millones de palabras en sus páginas dan sentido a multitud de historias, aventuras y desventuras con el fin de llegar a los lectores. Las novelas de crímenes y misterios, con sello nórdico, van a ser protagonistas en Madrid, pese a que los autores de estos países tratarán de demostrar que hay vida más allá del género negro. Pero si no les importa me quedó con los crímenes y el puzzle que se construye para descubrir a los malos y desnudar, de paso, lo que nos rodea. La novela de misterio, tan cercana al denostado y envidiado best-seller siempre suscita prejuicios a causa de la desbordante nómina de títulos que se publican cada año. El fenómeno nórdico es un claro ejemplo de ello, pero en sus tramas e intrigas, como sucede en Las Vegas o Kampala, lo que se destila es la realidad. El crimen, en este género, sirve para ver lo que está pasando en la sociedad así como sus contradicciones. El célebre inspector Kurt Wallander lo ha demostrado. Es un pena que Mankell le haya retirado por causas naturales y no envíe a Kurt en busca del sol porque si husmea un poco en esta España advenediza y envidiosa a más de uno le sacaría las vergüenzas. Será por indicios...
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