Una vez que el efecto Obama otorga un ligero descanso en el matrix castizo, el protagonismo dual de Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón vuelve a la palestra también por partida doble. A ellos no les afecta ni la melancolía otoñal, ni el cambio de hora y ni siquiera que las elecciones norteamericanas les roben share de audiencia. Ellos a lo suyo. Un sí, pero no, el habitual devenir en su larga historia popular de encuentros y desencuentros, que se disimula como un conflicto normal entre instituciones. Una relación a la que ya nos tienen acostumbrados y que ahora con la reforma de la Ley de Cajas de Ahorro de la Comunidad de Madrid, en la que se vuelve a poner de manifiesto que dentro de los populares hay unos que apoyan la reelección de su actual presidente, Miguel Blesa, y otros, que apuestan por el cambio, y no se trata del de Obama por Bush. En definitiva, dos caminos dentro de un mismo partido en pleno proceso electoral abierto de Caja Madrid y del que se espera que al final los populares cierren filas. No hace falta ser muy perspicaz para comprender que Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón encabezan cada camino. Al fin y al cabo, nada nuevo entre ellos. Aunque se esperaba la aprobación de la ley esta semana, tal y como había anunciado el consejero Antonio Beteta, consejero de Hacienda, al final no ha sido así. La reforma incluye la modificación del proceso de elecciones de la Caja además de adaptar la ley regional a la nacional. Ignacio González, en un ejemplo de pulcritud dialéctica y modos políticamente correctos, no quiso desvelar si él apostaba por la continuidad de Miguel Blesa porque “depende de la asamblea de Caja Madrid”. Una y otra vez, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, insistió en que están dando los últimos retoques y que antes de aprobarla van a consultar con el PSOE, que previsiblemente se abstendrá en la votación, “porque siempre buscamos el consenso”. De momento, está claro que según la ley vigente Miguel Blesa tiene un plazo máximo de doce años para ser el presidente de Caja Madrid. A partir de aquí, el thriller político, con elaboración de informes, cruces de cartas o espantá de Blesa en la firma de un convenio con Aguirre, está servido. Un ejemplo. El vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, tras defender la profesionalidad de Blesa dijo que no se puede creer que nadie haga una ley contra una persona. Ignacio González tampoco lo cree. En algo coinciden. “Me sorprende que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, pueda intuir que las leyes se hacen contra nadie. Debe de ser que sabe más que nadie si ya conoce el contenido de la Ley de Cajas”, espetó González dejando abierta la puerta del misterio.
Por si esto fuera poco, o incluso consecuencia de ello, Esperanza Aguirre abrió otro frente con el alcalde de Madrid. La presidenta regional quiere seguir viendo desde su despacho de la Puerta del Sol a los hombres-anuncio y Gallardón, prefiere que desaparezcan y que no se les vuelva a ver por Arenal, Mayor, Esparteros o donde sea. Lo curioso es que la excusa de la dignidad es lo que vale a Gallardón y a Ana Botella para justificar una ordenanza reguladora de la publicidad exterior y para el portavoz regional son sólo razones estéticas. Por eso, el Ejecutivo de Aguirre presentará alegaciones a estas ordenanzas reguladoras ya que considera que invade sus competencias. Más de uno pensó ayer en repartir octavillas en defensa de los hombres-anuncio por la Puerta del Sol, si no fuera porque la ordenanza municipal también lo prohíbe…
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