Hay pocas cosas que produzcan tanta satisfacción a un periodista o a un escritor como la posibilidad de llenar de contenido una columna, con total libertad y sin censura. No es un axioma, pero sí una sensación personal que me ha venido a la cabeza mientras veía la tele repanchingado en el sillón. Admito que la tele me engancha, sin complejos; desde ¿Dónde estás Corazón? a las Megaconstrucciones de La Sexta. Huyo de esos intelectuales apegados aún a Ionesco que pregonan que lo que les gusta de la caja tonta son los anuncios porque reflejan, como las obras del autor teatral, la condición humana. Pero precisamente ha sido en uno de esos interminables cortes publicitarios en los que he visto ese anuncio que sirve para promocionar Formentera y de paso una marca de cerveza ligada al Mediterráneo, o al revés. Los grandes gurús de la publicidad se las gastan bien y ellos, mejor que cualquier charlatán, saben cómo expresar con pocas palabras y con un buen puñado de imágenes lo que quieren decir. Sin chorradas y sin circunloquios que no llevan a ninguna parte en poco más de un minuto dibujan el edén del neohippismo… y te dan la noche. En cuanto termina el anuncio, sacas la cabeza por la ventana y ni Mediterráneo, ni buen rollo, ni estribillo de “tonight, tonight”, ni fiesta en el chiringuito, ni trío erótico festivo. Como mucho, la colada de la vecina que cuelga del tendedero y el pesado de Carlos Baute a todo meter en el piso de abajo, donde una adolescente lo pone una y otra vez. Al menos el anuncio, que reinventa el rollito guay de Chanquete, consigue evadirte del escenario cotidiano para trasladarte al nirvana del siglo XXI, sin necesidad de poner toda la fe en Buda, ni de recuperar los viejos discos de Janis Joplin. Basta subirse en un Citroën Mehari con dos sensuales buenorras de sonrisas indescriptibles y recuperas la libertad que en una ciudad como Madrid sólo encuentras delante de Internet. Si no fuera porque sólo se trata publicidad hasta me creería su mensaje, pero coges el coche o la Vespino y te das cuenta de que todo es una verdad a medias. Si te pillan sin cinturón o sin casco, te crujen. Al menos, el slogan nos deja una puerta abierta a la esperanza: Lo bueno nunca acaba si hay algo que te lo recuerda. Así que… casi no me queda otra que tomar una cerveza.
Para mas pistas: http://www.youtube.com/watch?v=0u8x8PfdRAQ
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