viernes, 1 de mayo de 2009
Traseros
Puede que los deseos se hagan realidad alguna vez, pero no es lo habitual, se mire por donde se mire. Es más el deseo de que la suerte nos sonría que otra cosa, porque la triste y muchas veces tediosa realidad siempre dicta sentencia. Tal vez por soñar nos tragamos como tontos las vidas ajenas, las de los famosos de turno, o discutimos si el culo de la Bruni es mejor que el de Doña Letizia. Los medios de comunicación han propiciado esta semana el debate del absurdo, con permiso de Berlusconi, llevando una imagen de traseros a las portadas de lo que se denomina prensa seria. Y eran culos. Sí, que nadie se altere, simple y llanamente culos, acariciados por telas de prêt-à-porter. Claro, que en una semana en la que nos han atemorizado con una pandemia de tintes catastrofistas, que la mujer del presidente de Francia se bese con Doña Letizia o con José Bono me ofrece tranquilidad de espíritu y despeja mis temores de contraer la gripe porcina. De hecho, si hubiera estado en el Congreso de los Diputados durante el discurso de Sarkozy también hubiera aplaudido... pero a Carla Bruni. Tantos años de rencor con nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos, chovinistas ellos con su Marsellesa y su guillotina, que por unas palabras del hiperactivo Sarkozy es difícil cambiar de idea sobre un país que hace tantos chistes sobre los belgas, pero al que admiro porque a pesar de su antipatía acogió a centenares de españoles. España y Francia son como dos amantes, que se pelean y no pueden estar separados. Pero los deseos y la realidad, aunque viajen en el mismo vagón, son como los españoles y los franceses. El otro día regresé al supermercado en el que hace algún tiempo la cajera me confesó, mientras me cobraba unos yogures, que soñaba con que Sarkozy la rescatará de allí. En plan Oficial y Caballero, pensé yo mientras esbozaba una inevitable sonrisa. Pero la realidad es tozuda y la cajera seguía allí, pidiendo la tarjeta de cliente y currando sin parar. Seguro que en sus sueños también está viajar por todo el mundo, vestirse de Dior con diseños de John Galliano y enamorar a todo hijo de vecino. Espero que su sueño se cumpla algún día y que aparezca el Sarkozy de su vida. Soñar es libre.
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