domingo, 1 de marzo de 2009
Mascota VIP
El perro que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, va a regalar a sus hijas será un privilegiado. En lo que se refiere a los canes también hay diferencias sociales y este perro de agua portugués que pronto paseará por los pasillos de la Casa Blanca y tratará de acomodarse en los sillones del despacho oval es el mejor ejemplo. La búsqueda de la raza apropiada por la alergia que padece una de las hijas de Michele y Barack se había convertido en una cuestión de estado, casi por delante de la retirada de las tropas de Irak o los presupuestos del cambio que el recién elegido primer mandatario de la nación más poderosa del mundo envió esta misma semana al Congreso Y es que casi tan difícil como sacar adelante esos presupuestos es viajar en avión en estos días. Con tanta medida de seguridad hay veces que pienso que hasta los animales viajan en mejores condiciones que la sufridora clase turista. Mientras la Comisión Europea vela por el bienestar de los animales durante sus traslados, lo que me parece perfecto, aquí coges un avión y pierdes la presunción de inocencia en cuanto facturas y te acercas al arco del detector de metales. Lo peor son las miradas de los seguratas, sin duda, que te clavan los ojos mientras traspasas el arco implorando a Dios o a Alá que no pite. Pero eso tampoco es suficiente. El protocolo de seguridad te obliga a quitarte el cinturón, los zapatos o a que te registren el ordenador. Incluso las peores sospechas se ciernen sobre la atrevida viajera que lleve un biberón preparado para su bebé. Para colmo, si ya no es suficiente que te atrape dentro del avión el síndrome de la clase turista ahora es posible que en caso de apretón no haya más remedio que aguantarse hasta tomar tierra si no tienes un euro a mano para ir al baño en los aviones de Ryanair. Mientras que el ganado no puede ser transportado sin agua ni alimento, techos de protección, suelos antideslizantes o un lecho de paja suficiente para las defecciones, el turista de bajo coste tiene que pagar hasta por usar el retrete en vuelo. Pero clases, como en la vida, siempre hay. El futuro perro de los Obama viajará en el Air Force One y ni siquiera mostrará la planta de sus patas por un escáner. Ser la mascota presidencial es lo que tiene. ¡Guau!
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