domingo, 28 de diciembre de 2008

Para olvidar

Lo mejor que tiene 2008 es que apenas le quedan tres telediarios. Ahora que por mi retina pasan a toda velocidad decenas de imágenes, del mismo modo que los insectos se estrellan en el parabrisas de un coche, sólo hay una conclusión. Ha sido un año para olvidar, de esos que se recordarán dentro de una década como el de la crisis. Igual que el crack del 29, la crisis del 73 o la de 1992, lo sucedido en 2008 era algo que tenía que pasar, pese a que algunos se empeñaban en que no pasaría o que el aterrizaje sería suave. Pero, no. El golpe ha sido en toda regla, en la línea de flotación. Lo sucedido en 2008 se enseñará en los colegios para que los hijos de la Logse, la LOE, o como quieran llamar al dichoso sistema educativo aplicado por los partidos de turno a los zotes de nuestros hijos, aprendan que la burbuja inmobiliaria pinchó. La misma que ha permitido a muchas familias vivir por encima de sus posibilidades, hipotecados hasta las cejas, gracias a un gigante de pies de barro, que ha tenido en la avaricia humana el mayor enemigo. Un sistema más inestable de lo que nos vendían y que de milagro económico tenía poco o nada. Basta rascar y las miserias salen a relucir. Han sido doce meses vertiginosos, al filo de la navaja, que han hecho bueno aquello de año bisiesto, año siniestro y que apenas dejan cosas buenas que celebrar. Sólo los deportes pueden sacar pecho. La selección ha llenado de alegría los hogares españoles mientras la despensa estaba más vacía que nunca. Nada como la versión en TDT de Marcelino metiéndole a Rusia un gol para mantener la venda en los ojos sin ver a tu alrededor cómo se desploman los empleos o las empresas ponen el cartel de Cerrado. Al menos este año ha servido para sacar las vergüenzas a muchos estiraditos, a los Madoff de la vida, a los que el cuento se les ha acabado. Las vidas invisibles es lo que tienen. Antes o después, salen a flote los fantasmas internos para resquebrajar la vida acomodada y sedentaria de los que se enriquecen y encuentran consuelo mirando hacia otro lado. Es, por duro que parezca, como los cadáveres de subsaharianos que un día aparecen varados en las playas. Mejor no verlos, aunque te cuenten que los hay. Tal vez para expiar habría que empezar por abrir los ojos. 2009 es una buena oportunidad.

1 comentario:

  1. Hola Jose Luís,
    No sabía de este blog que llevas alimentando desde 2007.
    He leido alguna de las entradas y lo que he encontrado me animará a seguir haciéndolo de vez en cuando.

    Abrazos

    Quique

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