jueves, 9 de octubre de 2008

Balones fuera

Mientras los ayuntamientos se las ven y se las desean para cuadrar las cuentas relativas al capítulo I, el de los gastos de personal que asegura el pago de las nóminas, y la pablara congelación se extiende de norte a sur como reflejo de las políticas de austeridad económica por la crisis, la Comunidad de Madrid y el Gobierno central siguen igual que en los últimos años. El desencuentro y el despecho marcan la relación entre ambas administraciones que han hecho de la dependencia, más que una virtud una condena. La última reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera lo pone de manifiesto. Tanto el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes, como el consejero de Hacienda, Antonio Beteta, salieron como entraron. El primero sin decir cuándo habrá un nuevo modelo de financiación autonómica y el segundo clamando al cielo que el Gobierno pague los anticipos que en el caso de la Comunidad de Madrid son 418 millones de euros para financiar la Sanidad. Ignacio González, vicepresidente y portavoz regional, tomó el testigo de Antonio Beteta para denunciar el incumplimiento del Gobierno central y la táctica de Solbes, que “lo único que hace es echar balones fuera”. El número dos de Aguirre, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, volvió a criticar la actitud del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que según él margina a las comunidades autónomas gobernadas por el PP, “y especialmente a Madrid”. En este sentido puso sobre la mesa que ya no se trata sólo de que Pedro Solbes desconozca cuando va a haber un nuevo modelo de financiación autonómica, sino que se han celebrado reuniones bilaterales con representantes de comunidades autónomas, pero “no se ha avisado a Valencia y Madrid”. Además, Ignacio González lamentó que mientras están haciendo un esfuerzo de reducción del gasto en un periodo de crisis económica la única alternativa del Gobierno de ZP es permitir el endeudamiento de las comunidades autónomas. Y si Solbes ya echaba balones fuera al negar la crisis, de la que ahora nadie duda, Ignacio González, lamentó que hasta la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera no se sabía cuál iba a ser el escenario para elaborar los presupuestos ni el margen de endeudamiento. Al menos sabemos que serán austeros, lo que no es novedad, y que habrá que seguir esperando un nuevo modelo de financiación de las comunidades.
Ya que se trataba de echar balones fuera, Ignacio González mandó un esférico envenenado a Magdalena Álvarez, ministra de Fomento, que de paso sirvió para preguntarse donde están los 8.000 millones que Tomás Gómez, secretario general del PSM, prometió a bombo y platillo en un Plan de Cercanías. El portavoz regional calificó de “tomadura de pelo” que las inversiones en Cercanías en 2009 sean de 217 millones de euros “porque necesitaría 35 años para hacer realidad el plan que anunció Tomás Gómez”. Hubo más de un periodista que en ese momento buscó a Maleni en la sala de prensa y se acordó de su oratoria en el Congreso con una frase lapidaria que siempre le acompañará: “Eso no me lo dice usted en la calle”.

Pero los frentes que la Comunidad tienen abierto en su historia de desencuentro con el Ejecutivo central no se centran sólo a las cuentas. Las protestas por la privatización de la Sanidad y el acoso al consejero Juan José Güemes han abierto otro melón: los liberados sindicales. De los 173.000 funcionarios de la Comunidad de Madrid, hay unos 3.200 liberados, de los cuales 1.615 pertenecen a la Sanidad. Ignacio González se limitó a admitir que conoce” lo que se ha publicado en la prensa y que desde el cumplimiento de unas funciones reconocidas por la ley pero no “a ser agitadores profesionales”. Con la mente puesta en el vídeo en el que se difundían los datos de cuatro “agitadores”, el portavoz regional volvió a hacer un llamamiento a la responsabilidad de los representantes sindicales para que se acabe la “campaña de acoso brutal” a Güemes. Pero el mensaje que les envió, apoyado por el comunicado de los sindicatos profesionales contra la campaña de deterioro de la sanidad madrileña, sonó alto y claro en la Real Casa de Correos: “Estamos dispuestos al diálogo, pero no a que a través de la pretendida acción sindical se planteen cuestiones de índole política”. Mientras, a la espera de que llegue la calma, cada visita de Güemes a un hospital o un centro de salud se convierte en una fiesta, ruidosa o silenciosa, y hasta los pacientes ya se animan a contraprogramar a los manifestantes, como ocurrió el miércoles en el Clínico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario