viernes, 2 de diciembre de 2011

Regalos para la Constitución: un largo puente, ‘okupas’ y tranvías


La Constitución Española cumple 33 años, un tercio de siglo, y en Madrid se celebra por adelantado. Como si se tratara de un lifting, la celebración de la Carta Magna cada vez se estira más. Y es que cada año se celebra más pronto, en esta ocasión con cinco días de adelanto. Mientras la crisis aprieta y el futuro del euro está en el alero, el jugoso puente laboral que se avecina es capaz hasta de adelantar el brindis por un documento de consenso y unidad que ya ni se celebra el 6 de diciembre. Pero con puente o sin él, la sede del Gobierno regional en la Puerta del Sol volvió a acoger un acto tradicional que tuvo como protagonista en los pasillos y corrillos los cantos de sirena para reformar el texto de 1978, el encierro del alcalde de Parla, José María Fraile, para defender su tranvía o el tono casi mitinero de la todavía delegada del Gobierno, Dolores Carrión, para defender su actuación ante el movimiento okupa que igual que toma un hotel o un teatro también se instala sin miramientos en edificios públicos de Madrid.

La concordia y el consenso que se desprende de la Constitución se respiraba el pasado jueves en la Puerta del Sol y la presidenta regional, Esperanza Aguirre, así lo puso de manifiesto en una intervención en la que destacó que en estos momentos de dificultad habría que fijarse más que nunca en la Constitución para salir de la crisis. El mensaje de Aguirre no se quedó ahí y aprovechó la intervención  para destacar el “legado histórico y cultural” de una gran nación como España y que “sólo algunos españoles acomplejados ponen en cuestión". Y es que la Constitución siempre abre una tregua en la batalla política.





Aunque las formas se guardaron, el morbo del acto estaba en la presencia de Dolores Carrión, delegada del Gobierno en la Com unidad de Madrid y a la que el Gobierno regional coloca en el centro de sus críticas por no impedir la okupación de edificios. Entre copas de cava y buenas maneras, Carrión coló en su discurso, en su último acto oficial, una encendida defensa de su labor pese a que los populares madrileños claman contra ella porque en Madrid hay siete edificios ocupados y la Delegación del Gobierno mira hacia otra parte. Y según Carrión, donde mira es a la Constitución porque presumió de haber desempeñado su cargo “siempre con a ley en la mano”. El Gobierno regional, claro está no piensa lo mismo, y responsabilizan a Carrión que no haya actuado ante los okupas enviando a la policía.

Los consejeros de Aguirre claman contra la barra libre con los okupas, aunque si llama la atención alguna de las declaraciones oficiales es la de Percival Manglano. Después de brindar por la Constitución y tras la tregua que da el solemne acto de cada año, entró en la Asamblea de Madrid para el pleno de los jueves y lanzó una frase lapidaria: “Me parece que el germen del totalitarismo okupa está germinando porque la Delegación de Gobierno se ha rendido sin vergüenza, sin condiciones y sin dignidad”. 

Y si hay que hablar de okupas, salvando las distancias, el que también se apuntó a la moda de atrincherarse por las bravas fue el alcalde de Parla, José María Fraile, que montó su show particular en la sede regional en una representación teatral sin entradas a la venta. Tras una noche teatrera, animada por las redes sociales, consiguió que fuera uno de los asuntos más comentados en el acto de la Constitución, entre canapé y canapé.

Fraile pasó más de un día en la Real Casa de Correos, desde la nueve y media de la mañana del miércoles hasta las doce de la mañana del jueves, por una deuda que tiene el ayuntamiento en la gestión del tranvía que sólo las dos empresas implicadas podían solucionar. Y así fue, Alstom, que se encarga del mantenimento, y Tranvía de Parla negociaron, limaron sus diferencias, cerraron un calendario de pagos y el tranvía volvió a circular desde el jueves por la tarde. Fraile, eso sí, se quedó al acto de la Constitución y salió de la Real Casa de Correos como había venido, sin un solo euro de la Comunidad para tapar la deuda municipal de un proyecto faraónico impulsado por su antecesor, Tomás Gómez.

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