miércoles, 14 de diciembre de 2011

La carretilla de Urdangarín

Mucho me temo que la carretilla del Museo de Cera ya está lista para otro trabajito. Ahora es cuando me pongo en la piel de ese operario que actúa a modo de verdugo, pero con maneras de transportista o de empleado de funeraria. Los palacetes, los informes farragosos que se colocaban por doquier gracias al membrete de S.A.R. consorte, los paraísos fiscales y una serie de hechos detallados con precisión en los medios de comunicación, pese a un secreto de sumario que brilla por su ausencia, han acabado con la paciencia del Rey. El comportamiento poco ejemplar ha dado la puntilla a un Urdangarín que ya ha perdido el juicio de la opiniíon pública, la otra sentencia, si es que la hay, será la de los tribunales. A estas alturas es difícil encontrar a nadie que no califique el comportamiento del marido de la Infanta Cristina como inmoral o poco ético. Si ha incurrido en delitos como los que presuntamente se le acusará será el juez el que decida, y en su caso le imponga la pena. Pero el cuento de princesas y palacetes de Urdangarín no pinta nada bien. Sólo con leer en un titular que Urdangarín y su socio emplearon (presuntamente, claro) una fundación de ayuda a niños discapacitados creada y controlada por ellos para evadir al paraíso fiscal de Belice es para empezar a pensar que la cera de su muñeco no va a tardar en derretirse. Si es así, y tiene el mismo destino que su exconcuñado, el inefable Marichalar, la carretilla del Museo de Cera que le traslade será el objetivo más codiciado de los paparazzi más avezados. Seguro que en las redacciones de la prensa de las revistas del cuore sus directores aguardan con inquietud la llegada de esa foto futurible. Marichalar no resistió mucho ni en el burladero del albero de cera, primer paso antes antes del destierro definitivo, y para Urdangarín se piensa ya en un destino similar. El primer paso para Urdangarin, el de cera, será sacarle de su espacio actual en este museo madrileño. Ahora está junto a los Reyes de España y sus hijas, pero tras su apartamiento real pasaría a la sala dedicada a los deportes, al menos eso se estudia . No sé si alguien recuerda ya sus éxitos deportivos, más en un país de memoria quebradiza, acostumbrado a pelotear al líder y pisotearle cuando cae en desgracia. Pero me imagino que en lugar de reservarle un espacio a la altura de  su victorioso pasado como jugador de balonmano, le colocarán como un mero espectador de las hazañas de Ángel Nieto, por ejemplo. Así que el señor Lobo, el que empuja la carretilla, ya sabe que tiene un trabajito por delante. Es sólo cuestión de tiempo y el Señor Lobo, como el empleado de una funeraria, no entiende de emociones, como mucho de respeto por el trabajo bien hecho.

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