Debajo de las alfombras uno puede encontrarse de todo. Si es un par de euracos siempre es motivo de alegría, pero también puede aparecer algún regalo inesperado, además de polvo. Será porque siempre hay más de un pícaro indolente que en lugar de barrer y recoger la casa como Dios manda prefiere levantar las alfombras, empujar la basura y que se apañe el que venga detrás. Ahora, que llega la hora para muchos de cambiar de aires y despedir el despacho oficial, puede que algunos de los tesoros escondidos que duermen el sueño de los justos bajo las alfombras vean la luz.
Todo depende de si al final se lleva a cabo ese tropel de auditorías externas que se anuncia para aclarar las cuentas, el déficit y la deuda. Los consultores se están frotando las manos porque ven cómo va a aumentar su cartera de clientes. Será que en tiempos de crisis, como en los de guerra, siempre hay alguien que saca partido. No sé si alguien habrá pensado en lo que cuesta pagar una auditoría externa cuando las cuentas municipales tiritan pero los unos y los otros la piden. Es otra paradoja más que lleva ahora a más de indignado a preguntarse cómo era posible que antes hubiera tanto cargo de confianza, tanto coche oficial, tanta monserga... y resulta que ahora se pueda seguir gobernado reduciendo todo eso a la mínima expresión.
Desde el ayuntamiento de cualquier hijo de vecino hasta la Comunidad más pintiparada parece que ha habido mucho de eso en los años de grandeza. Cómo será la cosa que ahora, cuando muchos gobernantes están con el agua al cuello abren la puerta de su despacho y levantan la alfombra se encuentran con pesetas. Hace once años que dejamos atrás la añorada peseta, tan fraccionada ella, y mira por donde ahora aparecen hasta facturas en pesetas. Ese descubrimiento ha tenido lugar en el Ayuntamiento de Sevilla, donde entre fino y tardes de arte en la Maestranza más de alguno optaba por archivar bajo las alfombras facturas del siglo pasado en moneda que ya no es de curso legal.
Por eso no es de extrañar que cada vez que llegan recomendaciones de los que mandan en Europa, incitando a que se suba la luz y el IVA, me sienta cautivo, desarmado y hasta almidonado. Lo que parece es que se van a levantar alfombras y mucho me temo, que en más de un sitio además de pelusa, polvo, maravedíes y estampitas de santos habrá quien encuentre hasta las facturas de esas mismas alfombras que causan más alergia que el peor de los ácaros.
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