martes, 22 de marzo de 2011

La cinta del Rey

La monarquía está que trina. Si hace unos días todo el mundo especulaba por las ojeras amoratadas del Rey, ahora lo que va a debatirse en el Congreso de los Diputados es el gasto en una cinta de correr de última generación para que Don Juan Carlos se ponga en forma. La Zarzuela, fiel a su línea, no tardó en atribuir esas ojeras a un efecto óptico, huyendo de las especulaciones más aterradoras sobre la salud del monarca. Cierto es que en las Casas Reales, determinados regímenes e incluso notables dirigentes siempre han preferido levantar un muro de silencio sobre la salud para evitar cualquier sospecha de fragilidad, no sea que el chiringuito se venga a abajo.

Sinceramente, no creo que sea el caso de Don Juan Carlos I. Sin embargo, lo de la cinta mecánica cuyo gasto ha sido asumido por Patrimonio Nacional va a requerir un esfuerzo a la hora de dar explicaciones ante sus señorías. La cinta mecánica, que cuesta un pastón, te pone en forma en un plis, plas, y además permite ver la tele, hablar por teléfono o escuchar música. Pero tal vez en esta cinta está el secreto de la salud de hierro del monarca, que como las grandes figuras de la historia y mandatarios nunca se ponen malos. Por eso, espero y deseo que el Rey siga corriendo muchos años más. La cosa es que la polémica de la cinta, que llegará al Congreso de los diputados en forma de pregunta suavizada, excita tanto a Iniciativa per Catalunya Verds como a los sectores más ultras, esos que nunca perdonaron al Rey que no se convirtiera en delfín de Franco.

Lo cierto es que un gasto de 14.000 euros en una cinta para correr, de nombre Run Now, que supongo que el monarca no ha comprado en la Teletienda no es lo más apropiado cuando el Gobierno se esfuerza en que apaguemos las luces y reduzcamos la velocidad de nuestras vidas. Pero el Rey es el Rey, y nunca está enfermo. Es algo que le pasa a todos los grandes mandatarios, que no enferman, sólo mueren cuando les llega la hora. Si no lo creen, piensen en Fidel Castro, que no se desprende de su chándal Adidas en las escasas apariciones públicas que muestran los medios cubanos, o Miterrand que escondió un cáncer durante años. Este ocultismo contrasta con la manera de afrontar los reveses de salud en el caso de Esperanza Aguirre y Alfredo Pérez Rubalcaba. Ambos se vieron obligados a pasar por hospitales públicos y ya han vuelto a la escena política con las mismas ganas de correr y correr que el Rey en su cinta.

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