lunes, 21 de marzo de 2011
Ctrl+C Ctrl+V
Hay cosas que no cambian. Ni el temor de estar expuestos a una nube radiactiva modifica el comportamiento de los que aspiran a gobernarnos. Mientras el arte de votar consiste en ponerse en suerte ante las urnas, no ya para elegir la mejor opción, sino la menos mala, arrancamos la precampaña electoral del 22 de mayo me revolotea en la cabeza eso de “paren el mundo que yo me bajo”. Si algo hay que sacar en claro de esta crisis mundial, con el planeta tambaleándose por la tragedia de Japón o las revueltas en el mundo árabe que culminan con ataques a Libia, es que los que nos dirigen, o aspiran a ello, siguen a lo suyo. Tiran de manual y listo. Por eso lo que para unos son errores sin importancia para otros son motivos suficientes para dimitir. Claro, que aquí no abandona su cargo nadie y con el tiempo todo se queda en el ruido mediático que se acaba apagando. Vayamos por partes. Una vicepresidenta catalana, Joana Ortega, falsea su curriculum anunciándose como licenciada en Psicología, y cuando se descubre la tostada atribuye todo a un “error de transcripción”. Total, por un par de asignaturas pensaría que era casi licenciada... Pero por muchas explicaciones que dé o es licenciada o no. Salvando las distancias, el ministro de Defensa alemán, Zu Guttenberg, dimitió tras descubrirse que había plagiado parte de su tesis doctoral. Antes que el cargo estaba su compromiso con los votantes, así que ni corto ni perezoso, el político alemán más valorado se bajaba del carro apelando a la ética por un copy paste, es decir un control + C control +V en el teclado del ordenador. Hace unos díás también dimitió el concejal del PP de Santiago de Compostela Ángel Espadas porque le pillaron con una melopea etílica de aquí paz y después gloria. Claro que la diferencía ética entre el exministro alemán y el concejal gallego es abismal. Cada caso es distinto, cierto, pero hay inevitables paralelismos, pero maneras distintas de resolver el asunto. Las dimisiones no son habituales en política, y menos cuando para muchos la política se ha convertido en su trabajo. Por eso las dimisiones escasean, más áun, en tiempos de crisis. ¿Se imaginan que a todos los diputados, consejeros, alcaldes o concejales les diera por dimitir cuando les pillan con el carrito del helado? El país se quedaría como un solar y sin las botellas de brandy que regalaba Ruiz Mateos. Lo malo de este parchís nacional es que lo que es motivo de dimisión para unos, para los otros no lo es, y viceversa. Así que el copy paste es lo que se lleva, como si fueran clones elaborados en serie que se han olvidado de la asignatura de ética. Y es que parece que teclear control + C control +V, como se casi licencido, se puede hacer a medias. O eso parece.
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