lunes, 14 de diciembre de 2009
No podemos dejar que Aminatu muera
No me puedo creer que en el siglo XXI se vaya a dejar morir de hambre a Aminatu Haidar. La activista saharahui se ha colado en nuestras vidas solo por el terrible delito de escribir saharahui en el apartado de nacionalidad cuando aterrizó en El Aaiún, tras lo que fue expulsada de Marruecos. Si fuera por mí le daba ahora mismo el Premio Nobel de la Paz. Pero antes quiero que viva y que su ejemplo sirva de reflexión a los responsables de tal irracionalidad. Una mujer que sólo quiere reunirse con sus hijos y su madre en El Aaiún tiene que vivir y no podemos dejar que se muera. Su lucha será más grande en vida que como un mito, pero bajo tierra. Si hay que alimentarla, que lo hagan.
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