La Comunidad de Madrid volvió a sacar el discurso de que Zapatero asfixia a Madrid mientras la tormenta política por la continuidad de Miguel Blesa, al frente de Caja Madrid, sigue siendo objeto de intenso y velado debate. Lo cierto es que la tregua firmada en el congreso de los populares en Valencia y maquillada a ritmo de Abba y Shakira el pasado fin de semana bajo el manto de la unidad en el cónclave regional que sirvió para reformar a Esperanza Aguirre, esconde las mismas diferencias. El corazón popular está en Madrid, como recordaba el pasado viernes la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, pero unos días después las diferencias entre Aguirre y Gallardón vuelven a escenificarse. Independientemente de que aparezca el supuesto informe jurídico en el que algunos basan la necesidad de sustituir al aznariano Miguel Blesa, lo cierto es que Esperanza Aguirre ha mantenido sonoras discrepancias con el actual presidente de Caja Madrid. En el fondo sigue siendo el mismo problema que el PP arrastra de hace meses, y por mucho que Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre cuiden las apariencias e incluso que el alcalde de Madrid reconozca en un programa de televisión que “soñar con Aguirre sería agradable”, los desencuentros entre la presidenta regional y su equipo de Gobierno tanto con el presidente del PP, Mariano Rajoy, como con el primer edil de Madrid siguen latentes. Estos dos últimos apoyan la continuidad de Blesa en Caja Madrid, donde lleva doce años; Aguirre, no, que vería con buenos ojos que Manuel Pizarro, el flamante aspirante a ministro de Economía del PP en las pasadas elecciones generales, ocupe ese lugar. Hoy mismo, el vicepresidente y portavoz del Gobierno regional, Ignacio González, en el transcurso de la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno ha hecho un ejercicio de meditación que le ha llevado a manifestar que “la Comunidad de Madrid no interfiere en el funcionamiento de Caja Madrid”, al tiempo que no ha aventurado ningún futurible en forma de nombre. Claro, que si la meditación invita a la moderación es porque, tal vez, ignoraba que el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, consideró una “irresponsabilidad” poner en duda cuestiones que “afectan a una institución tan importante y que funciona tan bien” como Caja Madrid.
Sin embargo, donde el número dos de Aguirre olvidó los principios de relajación fue a la hora de criticar la asfixia a la que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero somete a Madrid y el papel que están desempeñando los sindicatos con su actitud de confrontación porque el “grado de virulencia es preocupante”. El nuevo capítulo para justificar el “cero patatero” hacia Madrid va a llegar a la Audiencia Nacional después de que el Consejo de Gobierno acordara autorizar a los Servicios Jurídicos de la Administración autonómica a interponer un recurso contencioso administrativo ante la Audiencia Nacional contra la resolución del Ejecutivo socialista denegando a los madrileños 418 millones de euros provenientes del sistema de financiación que prometió Zapatero en la II Conferencia de presidentes de 2005. “No es que estén dejando de dar dinero adicional, sino dinero que ya teníamos”, precisó González, para quien el objetivo del Gobierno central no es otro que hacer una política de asfixia para dificultar la prestación de servicios. En este ambiente, el portavoz regional también aseguró que tras los tres últimos episodios de abucheos al consejero de Sanidad, Juan José Güemes, reclamó a los responsables sindicales que traten de reconducir la situación porque ya ha habido intentos de agresión y el “grado de virulencia es preocupante”. Más que un otoño caliente, Ignacio González volvió a repetir otro discurso que ya se ha escuchado casi tantas veces en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol como el de que ZP margina a Madrid, que no es otro que “los sindicatos mantienen una actitud de confrontación política” desde antes de las pasadas elecciones y que “tienen que dedicarse a discutir las condiciones laborales de los trabajadores”. En este toma y daca, nada como el ataque, y sino que se lo pregunten a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, a la hora de responder en el Parlamento a las supuestas filtraciones a un medio del borrador y el vídeo del accidente de Barajas. Así las cosas, el vicepresidente regional lanzó un mensaje a Tomás Gómez, secretario general de los socialistas madrileños, sobre la unión de su partido tras la disolución de la Agrupación de Móstoles o la reestructuración con mano firme del grupo parlamentario en la Asamblea de Madrid. Ya de paso, Ignacio González también reprochó al líder socialista que el día antes de la presentación de los teatros del canal “llamara para pedir entradas y al día siguiente no fueron”. Y es que tras acusar a Gómez de “frívolo” por decir que el gasto de la Comunidad en la inauguración de los Teatros del Canal fue de 14.000 euros por invitado, señaló que no tenía ninguna constancia de lo que había aparecido en los medios. Al menos, reconoció que el musical de Nacho Cano, que servía para conmemorar los 150 años de la llegada del agua a Madrid, le gustó. Algo es algo, pero con lo que se avecina, seguro que a Tomás Gómez tampoco le gustará el espectáculo del ex Mecano. Claro, que su butaca se quedó vacía.
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