lunes, 15 de septiembre de 2008
Contramedidas
Mientras la melancolía que genera el recuerdo de las vacaciones de verano impregnadas de salitre marino, bullicio de chiringuito y tiempo de sobra para aburrirse invade al personal, si hay una palabra que se repite estos días en los periódicos es la de medidas. Puede que sea el hastío de la vuelta a la vida cotidiana o los efectos de esa enfermedad de la sociedad del bienestar llamado síndrome postvacacional. Más bien creo que la necesidad de tomar medidas tienen que ver con las que reclama el enfermo imaginario de Moliere para que le hagan caso de una vez por todas. Pero ese enfermo, que no lo es tal, poco tiene que ver con las que los políticos de turno se demandan unos a otros en función de sus colores. Al menos, el enfermo de Moliere, a su manera y en plenas facultades hipocondríacas, nos hace reír con su desgracia, cosa que por estos lares empieza a ser necesaria para superar el pesimismo dado el desconcierto que muestran algunos para superar la crisis. Pero aquí las medidas de las que todos hablan apenas nos sirven para cuadrar los euros en la cesta de la compra o para comprar los libros escolares. Si Medidas son también las que reclama la republicana Sarah Palin, la vice de John McCain, que con la fuerza de un huracán no se corta a la hora de asegurar en su primera entrevista televisada amenaza a Rusia de un posible enfrentamiento militar si vuelve a atacar a Georgia. Si Medidas son las expulsiones de los embajadores de Bolivia, Venezuela y Estados Unidos por sus cuitas, y el rechazo yanqui al cóctel de populismo, indigenismo y marxismo, ya que parece que el Tio Sam no puede evitar involucrarse en Los Andes. Todo ello aderezado con la animación del inefable Hugo Chávez de por medio. Y si medidas son que le impongan 1.500 euros de sanción a un juez que podría haber evitado un caso como el de Mari Luz.. A este paso y a la espera de que el comandante del submarino se anime a lanzar de una vez las contramedidas contra el torpedo que nos amenaza, sólo me queda preguntarme una cosa: ¿A qué he venido hoy aquí?
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