jueves, 27 de diciembre de 2012

Año de Murphy


Lo que toca en fin de año es escribir de los doces meses que se van.  Si por mí fuera dejaría esta columna vacía, sin una sola letra. Pero este periodismo denostado hasta límites insospechados no para. A fin de cuentas somos presos de lo mismo que proclamaba Andrés Calamaro en El Cantante, cuando decía eso de que  “y nadie pregunta si sufro si lloro si tengo una pena que hiere muy hondo”.  Tenemos que actuar sí o sí (en nuestro caso escribir). Mientras ustedes ponen la música a este estribillo pienso en las incertidumbres que genera 2013. Asumimos que ya nada será lo que fue o que todo lo que sea hacer planes a semana vista es papel mojado. Hace un año las portadas de los periódicos advertían de que venían curvas en 2012, aunque algunos se aferraban a que con el cambio de Gobierno las cosas cambiarían. Era cuestión de confianza, decían... Pero los hechos demuestran que la ley de Murphy siempre se cumple: “Si algo es susceptible de empeorar, lo hará”. Y en eso estamos.


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