viernes, 23 de noviembre de 2012

Armar el belén



No podía elegir peor momento el Papa Benedicto XVI para desmontar una creencia tan arraigada por estos lares. Sus conclusiones sobre el portal de Belén son como una pesadilla antes de Navidad. Ahora resulta que en el portal de Belén no hubo ni mula, ni buey. Por no haber, ni estrella de Belén que guiase a los Reyes Magos. Fue una supernova. Ahora Joseph Ratzinger llega a estas conclusiones en un ejemplo más de su esfuerzo por aproximar fe y razón. Casi nada. Lo cuenta en un libro que lleva camino de convertirse en bestseller, que para eso estamos en una de las épocas más productivas para las editoriales. Sólo le falta compartir entrevistas de promoción con los Lorenzo Silva, Arturo Pérez Reverte y Ken Follet de turno, que estos días están hasta en la sopa. La cuestión es que después de tantos años es difícil imaginarse un belén sin mula y sin buey en un país tan contradictorio como España, donde hasta los agnósticos montan sus belenes por Navidad y se toman el día libre en el día de la Inmaculada Concepción.  En este rincón tan católico del sur de Europa cada vez incorporamos más a nuestras vidas costumbres anglosajonas. Allí no tienen belén, le basta con el árbol de Navidad. Lo que sí tienen es esa pesadilla antes de Navidad a la que antes aludía, más conocida como Halloween. De las dichosas calabazas que tanto dan la matraca ya no se libra  aquí ni mi comunidad de vecinos. Ya sólo falta que también adoptemos esa tradición tan norteamericana de celebrar en familia el día de Acción de Gracias alrededor de un pavo (aunque si me lo permiten me quedo con un capón de Vilalba). Lo siguiente será lanzarse de cabeza a las rebajas del Black Friday para encontrar esos chollos que los comercios norteamericanos ofrecen sólo durante 24 horas el viernes posterior  al día de Acción de Gracias. Ya verán como en España no tardamos en seguir los pasos de Estados Unidos. Aquí nos vale todo para armar el belén, con buey o sin él. 

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